HACER LO QUE DEPENDE DE UNO Y DEJAR PASAR EL RESTO
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HACER LO QUE DEPENDE DE UNO Y DEJAR PASAR EL RESTO

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December 13, 2021

“Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia”.

Reinhold Niebuhr (1934).

 

Desde la inexacta, quizás errónea, aunque didácticamente pertinente clasificación que solemos utilizar para aproximarnos a comprender, en la búsqueda del conocimiento o en la trampa de la ignorancia humana de etiquetar, creo que hay dos tipos de lógicas en la interpretación de las circunstancias y al asumir lo que corresponda a cada persona. Quienes, frente a hechos de cualquier naturaleza, -los que dependen de uno y los que dependen de otros-, asumen alguna decisión o acción. Y los que, frente a esas propias circunstancias, simplemente no deciden y dejan que “se los lleve la corriente”. Los primeros hacen, actúan, podríamos decir que “toman al toro por los cuernos”, los segundos no actúan, prefieren la omisión, se inmovilizan de manera consciente o inconsciente y dejan en manos de otros, o en la dinámica de esas circunstancias, lo que pueda ocurrir o hacerse.

Sin embargo, esas dos actitudes o visiones personales frente a la vida y sus múltiples realidades y supuestos, que suelen ser consecuencia de la personalidad, de la influencia social y familiar, de la consistencia socioemocional, de prejuicios o de sus creencias, requieren, para ser pertinentes, un elemento clave: inteligencia emocional o una especie de intuición inteligente para discernir lo que depende de uno y lo que no depende de uno.

En el primer caso, aquellos que frente a cualquier cuestión que ocurra o en la que se encuentren toman acción, pueden caer, al generalizar, en la inutilidad de sus actos, en el desgaste o agotamiento, en una sofocante persistencia al resistir o pretender cambiar aquello que no depende de ellos, debiendo en realidad, a veces, actuar con flexibilidad, dejar pasar o dejar que suceda, para no quebrarse, moverse al ritmo y orientación del viento, como las palmeras o el bambú. Lo clave es percibir e identificar lo que depende de uno y lo que no depende de uno. Actuar con prontitud y decisión frente a lo que está en nuestras manos, asumiendo solo lo que depende de nosotros, sin angustias inútiles. Es la manera inteligente de asumir la vida.

Aquellos que todo lo dejan pasar, por desconcierto o porque piensan que todo depende de otros, entonces evaden, por comodidad o haraganería, por sentimiento de inferioridad, impotencia o fragilidad emotiva, los que se perciben inútiles frente a las circunstancias de cualquier naturaleza, necesitan aprender a discernir para diferenciar. Es, quizás, lo que llaman sabiduría, consciencia o discernimiento. Es fácil decirlo. Quizás, desde la contextura psicosocial y emocional de cada uno, pero difícil de hacer porque el freno o la opacidad radica dentro de uno mismo, en nadie más.

Por lo tanto, esa clasificación de dos categorías humanas tiene dos subcategorías:

  1. Los que actúan-hacen-responden siempre en cualquier circunstancia.
  2. Los que actúan con entereza en lo que depende de uno, de ellos.
  3. Los que nunca actúan-hacen-responden bajo cualquier circunstancia.
  4. Los que no actúan y se mueven con flexibilidad ante lo que no depende de uno.

Las personas del primer grupo suelen angustiarse y desesperarse, se agotan por su preocupación y acción persistente en cualquier caso, quizás sean trabajadores incansables que se desgastan haciendo lo propio y lo que no depende de ellos, consumiendo su energía de manera inútil en lo que no pueden cambiar porque no está en sus manos. No aceptan con serenidad y resignación lo que no depende de ellos y no se enfocan en trabajar solo aquello que si depende de la voluntad propia.

Un ejemplo global actual: la incierta pandemia que continúa sofocando al mundo y que nos abruma –de distinta manera- a todos, ¿depende de uno? ¡No!  ¿Qué depende de uno? En primer lugar, está demostrado que la mejor manera de enfrentar –la gran omisión de la aplanadora global- ese extraño fenómeno de salud pública es fortaleciendo el sistema inmune ¿De quién depende? Principalmente de uno mismo ¿Cómo hacerlo? Algunas prácticas conocidas: no permitir ser prisionero del pánico (es uno el que cede poder para que le infundan miedo), evitar la vida sedentaria, alimentación sana y balanceada, contacto social y familiar saludable, administrar el estrés, cuidar la higiene personal… Eso puede estar en nuestras manos, lo demás, no. ¿Cuándo terminará la confusa pandemia? ¡Quizás cuando lo decreten o se deje hablar de ella! Frente a ello no nos queda más que asumirlo y continuar viviendo con serenidad. “El que ha superado sus miedos será verdaderamente libre”, dice Aristóteles, el miedo impide avanzar y es una especie de foso por donde se va la salud.

¿De esta imprecisa clasificación sabes qué tipo de persona eres? ¿De los que quieren hacer todo en cualquier caso o de los que nunca hacen nada y todo lo dejan pasar? Los primeros, obsesivos hiperactivos, y los segundo, como diría alguien, “frescos como lechugas” o que “todo se les resbala”. ¿De los que hacen sin demora -sin procrastinar como dicen ahora- lo que les toca hacer, lo que depende de uno y dejan pasar lo que no les compete y frente a lo que no pueden hacer nada porque no depende de uno?

La posibilidad de ser feliz –que es actitud, ocurre intermitentemente, no de manera lineal- es una capacidad con la que venimos al mundo junto a la potencialidad de una larga vida saludable, creo, -cada vez me persuado más de ello-, depende mucho de esto. Es cada quien el que decide serlo, y para que así sea, asume una decisión y actitud frente al resto, ante las circunstancias dadas y las que ocurran. Albert Einstein reconoce que “Somos arquitectos de nuestro propio destino”, y ahora, dirá José Saramago, ¿a quién culpamos?

 

Pregunto: ¿aprovechas la oportunidad para ser, vivir y ser feliz? ¿O la pierdes haciendo o tratando de resolver lo que no depende de vos, y, por lo tanto, gastando inútilmente el tiempo que te toca, la energía que tienes y la serenidad que buscas?  “La felicidad –según Aristóteles y muchos otros en todo tiempo- depende de nosotros mismos”, así que, aprovechemos y tomemos un momento para reflexionar cuando se cierra un ciclo y se abre otro por cumpleaños o fin de año, identificar y aprender a “tomar el toro por los cuernos” cuando corresponda y a “que las cosas se resbalen” cuando no… Asumir y dejar pasar, según sea el caso… “El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”, escribió el dramaturgo inglés William Shakespeare.

 

Amigo y amiga, sume la oportunidad de decidir ser feliz. Salud y paz.

 

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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