DERROTA MILITAR DE LOS INVASORES - De la voluntad de paz de Sandino a la injerencia imperial
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DERROTA MILITAR DE LOS INVASORES – De la voluntad de paz de Sandino a la injerencia imperial

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January 1, 2023

En memoria de Blanca Segovia Sandino Arauz
(S. Rafael del N., 1933 – Managua, 2022):
hija de la lucha, la luz y la fe.

“Quiero la paz en Nicaragua y he venido a hacerla
Augusto C. Sandino (3.02.33).

 

El lunes 2 de enero de 1933, imposibilitados de vencer militarmente al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, empantanados en un escenario militar, político e internacional insostenible, aislados por la arbitraria intervención, a pesar de los ruegos de los lacayos vende patria dispuestos a prolongar la cesión de la soberanía de Nicaragua, los últimos 745 marines de las fuerzas de ocupación norteamericana salieron en el ferrocarril de Managua para zarpar de Corinto y evacuar el país que tuvieron bajo control militar desde agosto de 1912. Aquella salida que la historia les restriega como la ignominiosa verdad del fracaso de las agresiones imperiales, fue la primera del siglo XX, seguirían, en otros lugares, contextos e intensidades, la victoriosa resistencia del pueblo de Vietnam después de una década (29 marzo 1973) y los veinte años de invasión a Afganistán (30 agosto 2021). En ellas sembraron desestabilización, muerte y destrucción, manipularon y difundieron mentiras, pero no doblegaron la voluntad soberana y digna de los pueblos que tienen derecho a construir su propio destino.

 

Toma de posesión de Sacasa

El 1º. de enero de 1933, en el discurso de toma de posesión presidencial, Juan Bautista Sacasa dijo: “Principiaré por declarar que Nicaragua debe reconocimiento a la Misión Electoral de los Estados Unidos, que presidió el señor contraalmirante Clark H. Woodward, por la manera honorable y eficaz con que condujo la elección de Autoridades Supremas del 6 de noviembre próximo pasado, la cual se desarrolló dentro del marco de las leyes, con la más amplia libertad y justicia”. Reconoció que “La administración tiene que contemplar antes que todo dos acontecimientos de trascendencia para Nicaragua: la perturbación trágica de las Segovias, y la evacuación del país por las fuerzas de marina de los Estados Unidos”[1]. Las elecciones de 1932 fueron las terceras supervigiladas y dirigidas por los norteamericanos, después de las de 1928 y 1930.

Agregó: “El Gobierno que tengo el honor de presidir concentrará primordialmente sus esfuerzos a obtener el ansioso bien de la pacificación. A este efecto estará dispuesto a ensayar todos los medios de persuasión compatibles con la dignidad…” y “La desocupación del territorio nacional por los marinos de los Estados Unidos, cristalización en Nicaragua de la política justiciera iniciada por el señor Henry L. Stimson, en 1927, y apoyada ampliamente por el Presidente Hoover, las declaraciones del Gobierno de Washington en lo que concierne a nuestra vida independiente, confirmadas como van siendo por los acontecimientos; el hecho evidente de que el país reasume su soberanía…”. Enfatiza: “Después del día de mañana no quedará en el país, un solo oficial, un solo soldado americano. Nicaragua reasume por completo, como ya lo dije, los atributos de su plena soberanía…”[2]

Henry Simson declaró el 2 de enero de 1933: “El día de hoy los marinos de los Estados Unidos se irán de Nicaragua. Ninguna fuerza armada norteamericana quedará en el país, ni como instructora de la Guardia Nacional, ni como guardia de la legación, ni en ningún otro servicio. Su retiro en este tiempo realiza de hecho la intención anunciada por el Departamento de Estado, en febrero de 1931, de retirar los marinos inmediatamente después de la elección presidencial de 1932”.[3]

 

Control electoral y tratado Bryan-Chamorro

Previo al discurso del gobernante designado por EE.UU., el presidente saliente, José María Moncada, el que nueve meses antes informó al Congreso de la solicitud al Departamento de Estado sobre “la supervigilancia electoral ofrecida del año de 1928, para el corriente de 1932”[4], en su mensaje dijo sentirse: “Satisfecho por la obra realizada y el cumplimiento del deber, gozoso de entregarles en paz la República, pues no pueden causar alarma los brotes vandálicos que todavía existen, por su pequeñez y miseria, cábeme el honor de desearos el más próspero período de Gobierno, haciendo votos por el bienestar de la Nación, el mantenimiento de su soberanía e independencia, y vuestro bienestar personal”[5]. Para Moncada y Sacasa, representantes de una clase política entreguista, el concepto de legitimidad, soberanía e independencia estaba vinculado al sometimiento y la dependencia de la potencia extranjera. Así lo demostró el firmante del pacto del Espino Negro el 4 de mayo de 1927 y en su sucesiva gestión cuando en 1928 los invasores lo designaron presidente.

En 1932 consultó a Washington sobre la propuesta de una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución; afirmaba que la de 1911: “por la aprobación del tratado Bryan-Chamorro, celebrado en 1914, la Constitución había quedado reformada de hecho el Art. 162 Cn.”[6].  Insistía, en la legitimidad del oneroso acuerdo bajo ocupación extranjera: “habiéndose ratificado el tratado de Canal por el Senado de Nicaragua unánimemente, y por la Cámara de Diputados por veintiocho votos contra siete, fue en consecuencia ratificado de acuerdo con el Art. 162 de la Constitución y por este acto la Constitución fue reformada”.

Henry Stimson, Secretario de Estado, respondió (5.04.32): “a) Estados Unidos está preparado para supervigilar las elecciones normales y regulares de 1932, es decir, de elecciones para Presidente, Vice-Presidente, una mitad de los miembros de la Cámara de Diputados y una tercera del Senado, para el Congreso regular, …/…. b) Estados Unidos no puede consentir por las razones dadas en prestar su asistencia para la supervigilancia de elecciones de otra naturaleza que la referida atrás. c) La cuestión de si Nicaragua debe o no reformar su Constitución es una que Nicaragua sola ha de resolver. El Art. 160 de la presente Constitución provee los métodos para la enmienda parcial. Si Nicaragua quiere una reforma completa de la Constitución, por medio de la convocatoria para Asamblea Constituyente, esta puede llevarse a cabo después de este año de 1932, por la apropiada manera que la misma Constitución establece…”.[7] Modesto Armijo, Presidente del Congreso, reconoció “los esfuerzos desplegados para conseguir las reformas de la Constitución Política, y que, al efecto, como Presidente de la República, habéis sometido ya a la consideración del país y del Departamento de Estado en Washington”. El proceso legislativo fue iniciado con memorándum al Sr. Hanna, Ministro de Estados Unidos en Managua, lo que dejó evidente la sumisión en todos los ámbitos.

Stimson, complacido, escribió a Moncada: “He estado muy interesado en el argumento relativo a la validez del tratado de Canal de 1914. Me complace leer su declaración. “Procediendo como soberano, el Congreso de Nicaragua dio su aprobación y ratificación al tratado Bryan-Chamorro y los nicaragüenses no podemos alegar que fue este o el otro partido político que formaba las Cámaras Legislativas. Fue el Congreso Nacional de Nicaragua, legalmente constituido, y es nuestro deber, consiguientemente, considerar la cuestión como de nacional honor”; y más adelante: “En resumen, por consiguiente, el tratado Bryan-Chamorro no puede ahora someterse a nuevas decisiones de Asamblea Constituyente, Congresos o Liga de Naciones. Es válido para Nicaragua y para Estados Unidos” (5.04.32).

En la prioridad de la ocupación norteamericana está el tratado Bryan-Chamorro (como lo llaman los gringos, y no Chamorro-Bryan) para asegurarse el posible canal interoceánico (que en realidad no les interesaba construir), impedir la intromisión de cualquier potencia extranjera, mantener control político y económico de la nación centroamericana, valorado como “patrio trasero” en el escenario geopolítico de la primera mitad del siglo XX cuando se aceleraba la expansión imperialista. De allí el énfasis por legitimar el acuerdo, de allí la complacencia por Chamorro y el interés de Moncada en preservarlo; mientras eso no se asegurará con “liderazgos” y estructuras afines, la presencia militar americana sería necesaria. La resistencia sandinista en 1927 fue un elemento perturbador que complicó sus planes y generó un ambiente político-militar más complejo que el previsto.

 

Ocupación militar

DERROTA MILITAR DE LOS INVASORES - De la voluntad de paz de Sandino a la injerencia imperialLa permanencia militar americana confirma el carácter de enclave del tratado (aprobado en abril 1916), el país se constituía en protectorado. Concedía a perpetuidad a EE.UU. derechos exclusivos para el canal interoceánico, recibía en arriendo las islas Corn Island y Little Corn Island y el derecho de establecer una base naval en el Golfo de Fonseca (no fue ejecutado; vigente hasta 14.07.70). Con esa concesión, los conservadores que relevaron al depuesto gobierno nacionalista de Zelaya, se ganaron la confianza norteamericana y fueron sostenidos por ellos, en particular la fracción de Adolfo Díaz, quien solicitó a Washington la intervención de las tropas que llegaron en agosto de 1912 y ocuparon Managua, Granada y León. Diego Manuel Chamorro, ministro de Relaciones Exteriores, se dirigió al gobierno norteamericano para que “Estados Unidos garantice con sus propias fuerzas la seguridad y la prosperidad de los ciudadanos norteamericanos en Nicaragua y haga extensiva la protección a todos los habitantes de la República”. Unas semanas después “8 buques de guerra, 2,600 infantes de marina y 125 oficiales, comandado todo por el almirante Wheeler, desembarcan en la Nicaragua que no se resigna a ser neo-colonia. A la fuerza invasora la respaldan además unos 3,000 mercenarios del gobierno que se lanzan contra los rebeldes”.[8] El embajador George Wetzel solicitó tropas para proteger la embajada. Los marines americanos controlaban el ferrocarril desde Managua hasta Corinto y tenían como fin sofocar la rebelión liberal. Fue en aquel contexto que el patriota Benjamín Zeledón resistió con valentía, hasta la muerte. En las elecciones de 1912, A. Díaz 1913-17) fue nuevamente favorecido por las fuerzas de ocupación. Para proteger al gobierno títere mantuvieron un destacamento de 120 infantes de marina en la embajada. Aquel contexto de intromisión aseguró la firma del referido tratado que era la pretensión estratégica. En las elecciones de 1916 los norteamericanos asignaron a Emiliano Chamorro, -firmante del tratado-, a la presidencia, por preferencia a esa facción política.

Los conservadores, al principio y después, cuando los liberales ganaron la complacencia norteamericana, se opusieron a la retirada de las tropas extranjeras. Ambos, desde 1927, expresaban su complacencia por la presencia militar y política americana. En esta circunstancia, habían perdido cualquier viso de dignidad patriótica.

DERROTA MILITAR DE LOS INVASORES - De la voluntad de paz de Sandino a la injerencia imperialEn octubre de 1925 las tropas americanas fueron retiradas, pero, tras el golpe militar del Gral. Chamorro contra la alianza libero-conservadora que presidia Carlos José Solórzano, los americanos decidieron volver con el conservador Adolfo Díaz, su hombre de confianza quien, con total descaro, pidió convertir el país en protectorado.  El presidente Calvin Coolidge se negó a la solicitud de Díaz. El 24 de enero 1927 llegaron 400 marines; a principios de marzo sumaban unos 2,000 al mando del Gral. Logan Feland. Otras fuentes indican: “El 6 de enero de 1927 han desembarcado en el puerto nicaragüense de Corinto 16 barcos de guerra con 3,900 soldados, 215 oficiales y 865 marines. En febrero el número asciende a 5,400 norteamericanos”. [9]

En abril de 1927, Stimson, enviado especial del presidente, impuso un acuerdo con la amenaza de intervención militar, ambos bandos se comprometieron a celebrar elecciones supervigiladas en 1928 y a organizar una Guardia Nacional[10] como única fuerza armada del país que sería constituida bajo supervisión americana. La traición liberal a la lucha constitucionalista y la sumisión a la intervención extranjera, desencadenó la rebeldía patriótica.

DERROTA MILITAR DE LOS INVASORES - De la voluntad de paz de Sandino a la injerencia imperialFrente al deterioro de la imagen internacional de EE.UU. por la ocupación de Nicaragua, frente a la crítica unánime en la Sexta Conferencia Panamericana celebrada en La Habana (1928), el presidente Hebert Hoover consideró finalizar su presencia militar en el país. El plan que los americanos concibieron requería fortalecer el control político y económico sin arriesgar su seguridad para preservar sus intereses.

En 1928 había en el territorio nacional unos 5 mil marines, en 1929 eran un poco más de 2 mil, para fines de 1932, eran 745. Desde el proceso de creación de la Guardia Nacional, los oficiales americanos fueron agregando reclutas nacionales y asumieron la dirección y control de la naciente fuerza militar-policial, aunque, por presión del Ejército de Sandino, mantuvieron operaciones directas en las regiones bajo control sandinista.

 

En búsqueda de la paz

Sacasa, en discurso de enero 1933, dijo: “La cooperación de los Estados Unidos en nuestro país ha contribuido eficazmente a la formación de una fuerza militar nicaragüense, a la que se ha procurado revestir con el carácter de una institución ajena a toda actividad política… Atendida la necesidad de llenar perentoriamente los puestos de la alta oficialidad de la Guardia Nacional, a causas  del retiro de los oficiales americanos, con personas adecuadas por su experiencia y por la confianza que inspiran de secundar lealmente los fines propios y el carácter apolítico de la institución,…”.

La presidencia de Sacasa, con quien Sandino tuvo coincidencia en defensa de la causa constitucional antes de la traición (1927), seguida de la salida militar norteamericana, modificó el panorama político interno e internacional y obligó al líder rebelde a replantear su lucha. El cálculo norteamericano apostaba a que Sacasa –por eso le asignaron la presidencia- podría atraer la confianza de Sandino lo que no sería posible con Díaz. Complementaba esta amañada estrategia, la Guardia Nacional al frente de la cual ubicaron a un ambicioso oficial educado por los norteamericanos que representaría con fidelidad sus propósitos y se constituiría en el poder real para desmontar las estructuras sandinistas y preservar los intereses de EE.UU., principalmente en el contexto de Gran Depresión y los aires de guerra que se propagaban en Europa. El 9 de noviembre de 1932, Salomón de la Selva, desde San José, Costa Rica, pronosticó que el propósito del nuevo gobierno liberal sería aniquilar al sandinismo valiéndose de la Guardia Nacional a la que catalogó como “el mayor daño que los yanquis han hecho en Nicaragua”.[11]

Unos días después, el 19 de enero de 1933, el Congreso y el Presidente ordenaron: “declárase en estado de sitio los departamentos de Managua, León, Chinandega, Nueva Segovia, Jinotega, Matagalpa, Estelí, Chontales, Bluefields y Comarca de Cabo Gracias a Dios, con suspensión de todas las garantías excepto las enumeradas en el Art. 62 de la Constitución”. Según Somoza: “Sandino se veía perdido, y estaba dispuesto a firmar la paz en condiciones ventajosas. Para lograr esto creyó conveniente intensificar las actividades de su gente. Estas se encontraban desconcertados por las continuas batidas de la Guardia Nacional, quien ya comandada por oficiales netamente nicaragüenses y con la cooperación de auxiliares del país cada día recibían severos castigos”.[12] Esta medida extrema y generalizada confirma la beligerancia que las fuerzas insurgentes tenían en el territorio nacional y que, desde la percepción de las autoridades militares y gubernamentales, representaban un riesgo ante la ausencia de los americanos y la presencia incipiente de la Guardia.

DERROTA MILITAR DE LOS INVASORES - De la voluntad de paz de Sandino a la injerencia imperialAlgunos personajes en torno al nuevo gobernante inspiraron confianza en Sandino, entre ellos Sofonías Salvatierra y Salvador Calderón, este último cuenta: “Quince días después de haberse inaugurado la administración del doctor Sacasa, lleno de sorpresa recibí una carta del general Augusto C. Sandino, instándome para que yo fuera uno de sus delegados en unión del general Horacio Portocarrero y los doctores Escolástico Lara y Pedro J. Zepeda, en las Conferencias de Paz que próximamente iban a celebrarse en Managua”. A través de Gregorio Sandino, Augusto envió un mensaje con las siguientes instrucciones: “que hagan la paz sobre cimientos de decoro y honor. Dice también que, desocupado ya el territorio por los soldados invasores e inaugurado el periodo presidencial del doctor Sacasa, está decidido a no guerrear más”. Según Somoza: “La comisión iba integrada por el padre de Sandino, Dn. Gregorio del mismo apellido, y por la esposa de este, doña América de Sandino. Además de ellos iban Dn. Sofonías Salvatierra, su hermano don Alejandro y don Alberto Reyes. La comitiva se puso en marcha rumbo a los campamentos del Guerrillero y el día 13 de enero de 1933 llegaron a Sn. Rafael del Norte donde encontraron a doña Blanca de Sandino, con la que inmediatamente se pusieron al habla acerca del objetivo de su viaje, mostrándose doña Blanca muy contenta. Ese mismo día el señor Salvatierra escribió a Sandino…”[13]. Según Calderón, durante toda la noche sostuvo con Sandino una plática sincera y pudo comprobar que la guerra civil había terminado. Reiteró: “Yo no dispararé un tiro más. Haremos la paz, aunque se opusiera el mismo señor Presidente. Mi resolución es irrevocable. Por ese ideal he venido, desafiando los riesgos y haciendo cara a los rencores y odios de la Guardia”.[14] Sandino siempre insistió que su lucha cesaría cuando se fuera el ejército invasor.

Evidentemente Augusto C. comprendía la nueva realidad y en un acto patriótico, que como él mismo dijo, era para hacer la paz, unos días después, habiéndose precisado los términos de la paz, el 2 de febrero de 1933, el general Sandino llegaba a Managua para firmar con Sacasa el “Convenio de Paz”. El ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Leonardo Argüello,  envió con fecha 3 de febrero, un radiograma: “Se firmó la paz”, dirigido a los ministros de Relaciones Exteriores de Guatemala, Tegucigalpa, San José C. R., Washington, D. C., Caracas,  Santiago, Montevideo, Puerto Príncipe, Quito, Bogotá, Panamá, Asunción, Habana, Santo Domingo y Río de Janeiro, que textualmente dice: “Hónrome informar vuecencia que General Augusto C. Sandino, arribó ayer Managua conferenciar Presidente Sacasa y representantes partidos políticos; habiéndose logrado hoy arreglo definitivo de la Paz como resultado deliberaciones. Grato ha sido para mi Gobierno solucionar en sus comienzos el más arduo problema que afrontaba la República.”[15]

 

Victoria patriótica, antiimperialista y popular de Sandino (mayo 1927-febrero 1933), ocho asuntos claves:

1º. Justeza de la lucha atrajo, principalmente en las Segovias, amplia base social y simpatía general de sectores populares y patrióticos. Aldo Díaz Lacayo señala: “Recogiendo las banderas de Cleto Ordoñez y de Benjamín Zeledón, consciente de la inutilidad de la rendición-concesión-retirada de José Santos Zelaya, pero reivindicando la organización liberal del estado… Augusto C. Sandino decide combatir al interventor norteamericano, igual que lo hicieron Nicarao y Diriangén cuatrocientos años antes… eleva a categoría política la lucha por la dignidad nacional, llamándola honor nacional…”[16].

2º. Sólido liderazgo de Sandino articulado con discurso claro y enérgico, práctica congruente y consecuente, oportuna en el contexto histórico. Calderón Ramírez (1934) escribe: “Los ecos de la fama hacían vibrar su nombre en las más apartadas regiones de la tierra”, “su figura llegó a ser el símbolo de un gran ideal y sus hechos heroicos adquirieron resonancias épicas y marciales”.

3º. Estrategia militar guerrillera que le permitía golpear y moverse en un amplio territorio montañoso que conocían y agotaba a los invasores. Sandino reunió en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional a unos 5 mil hombres. Las operaciones militares contra ellos fueron infructuosas, no lograron vencerlos, hasta inicio de 1933 tuvieron capacidad de incursionar en territorios y poblados del Centro, Norte y Occidente del país.

4º. Organización, disciplina, convicción y valentía de oficiales y tropas que se constituyeron con la formalidad de ejército en operaciones irregulares y guerrilleras. Sandino dijo (1.02.33): “Nuestro Ejército, por la magnitud de la lucha, constituye una autoridad moral continental, y en el ambiente de simpatías con que nuestro Ejército cuenta en el mundo, produjo la expulsión completa de los piratas norteamericanos en Nicaragua”.[17]

5º. Audaz campaña internacional para denunciar la intervención militar norteamericana, la onerosa dependencia y divulgar la gesta heroica de la resistencia.

6º. Vergonzosa situación de partidos políticos entreguistas sometidos al invasor extranjero que les hicieron perder credibilidad y los descartaron como opciones legítimas y patrióticas del pueblo nicaragüense.

7º. Visión hispano americanista que da a su acción perspectiva estratégica global más allá de su tiempo.

8º. Desgaste político, militar y moral de los marines norteamericanos empantanados en el conflicto armado en el que no lograban imponerse asumiendo enormes costos.

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Finalmente

El histórico año 1933, inauguró, con la salida de las tropas de ocupación, una oportunidad histórica que contó con el compromiso pacifista y patriótico de Sandino, pero fue frustrado por la injerencia imperialista con el nuevo instrumento, la Guardia Nacional, dirigida por Somoza, y la dócil clase política libero-conservadora, contaminada por la sumisión, quienes, trece meses después, ejecutaron a traición el asesinato del General de Hombres y Mujeres Libres, desencadenaron la represión en las Segovias e impusieron la Dictadura que, finalmente, la Revolución Popular Sandinista, legítima heredera de la lucha, derrotó, para abrir un camino sin retroceso de trasformaciones y autodeterminación, por la dignidad, el patriotismo, en defensa de la soberanía y la prosperidad común con equidad y solidaridad.

 

Principales fuentes bibliográficas
  • Arellano, Jorge Eduardo. (2004). La Pax Americana en Nicaragua (1910-1932). Fondo Editorial CIRA, septiembre 2004, Managua.
  • Arellano, Jorge Eduardo. (2006). Guerrillero de Nuestra América. Augusto C. Sandino (1895-1934). Sociedad Bolivariana de Nicaragua, septiembre 2006, Managua.
  • Díaz Lacayo, Aldo. (2004).  Una reinterpretación. El inconsciente colectivo. Ensayo. Aldilà Editor. 1ª. edición. Managua.
  • Esgueva Gómez, Antonio. (2000). Las constituciones políticas y sus reformas en la historia de Nicaragua. Tomo 1. Introducción, recopilación y notas por Antonio Esgueva, Editorial IHNCA (UCA), junio 2000, Managua, Nicaragua.
  • Fonseca, Carlos. (1984). Viva Sandino. Colección Viva Sandino. Departamento de Propaganda y Educación Política del FSLN, feb. 1984, Managua.
  • Ramírez Calderón, Salvador. (1934). Últimos días de Sandino. Fondo Editorial Augusto C. Sandino 2. Aldilà editor. Agosto 2013, Managua.
  • Republica de Nicaragua (1933). Gaceta, Diario oficial, No. 28, del sábado 4 de febrero de 1933.
  • República de Nicaragua. (1932). Gaceta, Diario oficial, No. 88, del jueves 28 de abril de 1932.
  • República de Nicaragua. (1932). Gaceta, Diario oficial, No. 89, del viernes 29 de abril de 1932.
  • República de Nicaragua. (1933). Gaceta, Diario oficial, No. 1, del martes 3 de enero de 1933.
  • República de Nicaragua. (1933). Gaceta, Diario oficial, No. 15, del viernes 20 de enero de 1933.
  • República de Nicaragua. (1933). Gaceta, Diario oficial, No. 2, del miércoles 4 de enero de 1933.
  • Selser, Gregorio. (2003).  General de hombres libres. Aldilà editor. Managua, Nicaragua.
  • Somoza, Anastasio. (1976). El verdadero Sandino o el calvario de las Segovias. Editorial San José, 2da. edición, abril 1976, Managua.
  • Otras fuentes

 

_________________________________________

[1] Gaceta, Diario oficial No. 2 del 4 de enero 1933.

[2] Idem.

[3] Selser, Gregorio. Sandino General de hombres libres, p. 573.

[4] Gaceta, Diario oficial No. 88 del 28 de abril 1932.

[5] Gaceta, Diario oficial No. 2 del 4 de enero 1933.

[6] Constitución Política 1911, Art. 162: “Los tratados o pactos a que se refiere la parte final del artículo 2º. serán ratificados por dos tercios de votos de cada Cámara por este hecho se tendrá como reformada la Constitución, no obstante, lo establecido en este artículo”. El Art. 2: “La soberanía es una, inalienable e imprescribible…/…  En consecuencia, no se podrá celebrar pactos o tratados que se opongan a la independencia e integridad de la Nación, o que afecten de algún modo su soberanía, salvo aquellos que tiendan a la unión con una o más de las Repúblicas de Centro América.”

[7] Gaceta, Diario oficial No. 89, del 29 de abril 1932.

[8] Fonseca, Carlos. Viva Sandino, pp. 53-54.

[9] Fonseca, Carlos. Viva Sandino, p. 71.

[10] Convenio creador de la Guardia Nacional Cuadra Pasos-Munro, 22 de diciembre 1927. Carlos Cuadra Pasos, Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua de Adolfo Díaz y Danna G. Munro, encargado de negocios ad-interin de los Estados Unidos de América, se comprometieron a “crear sin ninguna demora una constabularia eficiente, urbana y rural que se conocerá con el nombre de Guardia Nacional de Nicaragua, compuesta de nicaragüenses nativos…”. Aprobado por el Senado, el Congreso y el Ejecutivo, fue vigente a partir del 21 de febrero de 1929; inicio su proceso organizativo y operativo desde 1927 bajo autoridad de oficiales americanos. (Arellano, La Pax Americana en Nicaragua, pp. 270-276).

[11] Arellano, J. E. La Pax Americana en Nicaragua, p. 207.

[12] Somoza, A. El verdadero Sandino o el calvario de las Segovias, p. 403,

[13] Ídem, pp. 409-412.

[14] Ramírez Calderón, Salvador, Últimos días de Sandino, pp. 33-34, 40-41, 52.

[15] Gaceta, Diario oficial, No. 28 del 4 de febrero 1933.

[16] Díaz Lacayo, Aldo, Nicaragua una reinterpretación. El inconsciente colectivo. p. 38.

[17] Fonseca, Carlos. Viva Sandino, p. 155.

 

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1 Comment
  1. Julio José Martínez Castillo

    January 2, 2023

    Hay un libro sobre la gesta heroica de Sandino escrita por Neil Macaulay, norteamericano. Sabés de nuevas ediciones ? Yo lo tengo y lo leí hace muchos años, la letra es demasiado menuda, ya no lo puedo releer.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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