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29 ANIVERSARIO DE LA POLICÍA EN NICARAGUA

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September 1, 2008

“Un largo camino comienza con un paso breve” Proverbio chino.

Aquel paso inicial en 1979, no fue un paso breve, fue un salto inmenso, como cruzar un laberinto profundo y negro, estirándose y casi volando para llegar al otro lado. Casi sin darnos cuenta, de repente, de un día a otro, de un mes a otro, el mundo, nuestro pequeño mundo era totalmente distinto. Parecía mentira, no podíamos comprender la magnitud del cambio vivido.

Las instituciones son importantes, pero más importante son las personas que la integran, quienes las hacen funcionar. Al triunfar la Revolución Popular Sandinista en Julio de 1979, miles de jóvenes, hombres y mujeres involucrados en la lucha contra la dictadura somocista, nos integramos, por circunstancias inesperadas de la vida, a los diversos proyectos en marcha para crear la utopía de un nuevo estado y una sociedad distinta. Unos, entre quienes me cuento, nos quedamos, por los azares desconocidos y arbitrarios del destino o la indescifrable “suerte”, en una organización que se llamaría POLICIA. La gran mayoría no tenía la menor idea de lo que era crear un cuerpo policial, pero se llevaba la convicción de LO QUE NO DEBERÍA SER, el reto era formar algo totalmente distinto a la Guardia Nacional derrotada, una entidad a la cual los jóvenes no temieran, ni se vieran obligados a cruzar la calle para pasar de lejos, respetuosa de la gente, próxima y dispuesta a solucionar con ella sus problemas. El asunto era difícil, pero nadie se detuvo en la dificultad, se pensó con la osadía propia de la inexperiencia, que todo estaba en nuestras manos, que todo lo podíamos hacer, si derrocamos a Somoza con tantos años y poderío ¿Por qué no poder hacer ahora esto? Jóvenes, apenas saliendo de la adolescencia, fueron los primeros jefes de policía en los distintos departamentos y municipios del país, asumieron el mando en las más diversas especialidades sin ser especialistas en nada.

En noviembre de 1979, se entregó de las vaciadas arcas de las finanzas públicas, el primer pago “simbólico” de quinientos córdobas, percibido por algunos como una ofensa, no precisamente por el bajo monto, sino porque pensamos que no estábamos allí por un salario, el hecho que nos pagaran por cumplir con aquel deber revolucionario, se percibía ilusamente, como un acto que denigraba el carácter de la lucha.

Aquel proyecto de institución fue inicialmente nombrado Policía Nacional, pero ante las críticas maliciosas de los remanentes somocistas dispersos y angustiados, el Ministro del Interior, Tomás Borge, dijo en un gesto emotivo: pues bien, ahora se llamará POLICIA SANDINISTA, así que conservó ese nombre desde fines de 1979 hasta marzo de 1990. Fueron un poco mas de doce mil integrantes, provenientes de diversos orígenes, religiosos salidos de las iglesias, maestros de las escuelas, mecánicos de los talleres, artistas diversas ocupaciones de la creatividad, estudiantes, incluso presos, que, al ser tomados los cuarteles somocistas, se sumaron a los rebeldes en una oleada entusiasta, interminable y creciente. No provenían de convocatorias públicas ni de cursos regulares de academia como se inicio a institucionalizar desde 1992 siendo precisado en 1996 con la ley y su reglamento. Una de las primeras tareas fue depurar las fuerzas, reagruparlas, reordenarlas, reducir los innumerables puestos y cuarteles policiales que habían quedado dispersos por todo el territorio nacional, con limitado control y muy heterogéneas. A algunos se les dijo, ¿vos sos maestro?, andáte entonces a tu escuela para dar clases. Otros vayan a trabajar a las organizaciones sociales, a la juventud, al gobierno, al ejército… Unos se quedaron o nos dejaron para organizar la policía, por un año, dijeron o pensaron, pero el tiempo pasó y se hicieron diez, veinte o casi treinta, y allí se hicieron viejos, acumulamos juventud; vieron pasar el tiempo actuando con él, aprendieron, cometieron errores, hicieron y volvieron a hacer, se fueron adaptando a las demandas sociales y políticas de los cambios, a los vaivenes internos y externos, moviendo el barco en la dirección que se consideró apropiada, enrumbándose, ajustando el impreciso horizonte, en medio de las desconfianzas y temores,  las dificultades y fracasos,  los retos y presiones, las contradicciones propias de cualquier organización integrada por seres humanos, los intereses y oportunistas que siempre se cuelan para sacar ventaja.

¿Qué era constituir un cuerpo policial? ¿Qué era el servicio policial, su organización, despliegue, tecnología, normativas, etcétera? Todo eso era un mundo desconocido que fue sustituido solamente por el entusiasmo juvenil y revolucionario de la época, trabajar incansablemente, sin horarios, estudiar, hablar con la gente y con los otros(as) compañeros(as), discutir, elaborar propuestas, reinventarlo todo, entrar en contacto con la realidad hasta en el último rincón del país, así fue la fundación de la policía, una peregrinación de fe o una aventura temeraria.

En 29 años se construye una vida adulta y se entra a la madurez. Se recorrió mucho. Los resultados electorales de febrero de 1990 generaron incertidumbre entre los miembros de una policía que, aunque había fortalecido su capacidad técnica en la lucha contra la delincuencia, estaba sesgada por razones partidarias. ¿Qué pasará después? Un amigo dijo: “nos toca bailar con la más fea”. Vino el Protocolo de Transición y se inició un proceso de ajustes internos para adecuarla a las nuevas circunstancias, sin perder la base profunda de su origen social, aquellas fortalezas que marcan la diferencia. La mayoría de las estructuras del Ministerio del Interior se extinguieron (se preservaron parcialmente el Sistema Penitenciario, Migración y Extranjería y Bomberos), muchos de sus funcionarios se refugiaron en la Policía Nacional, uno de los pocos órganos que fue integralmente conservado. La Seguridad Personal, ex miembros de la Seguridad del Estado y los Órganos Centrales, fueron adsorbidos en diversos cargos de la Policía Nacional, sin experiencia policial, a comenzar de nuevo en una realidad distinta, pero sacando del pasado enseñanzas.

Con las imperfecciones y críticas que evolucionan en la mezcla imprecisa e imposible de separar de hechos y percepciones, bajo la presión de una creciente violencia criminal y sensación de inseguridad cuya multicausalidad requiere acciones sociales y estatales integrales, de largo plazo, una institución con ventajas relativas y en mejores condiciones que el Norte de Centroamérica, bajo la crítica y reconocimiento público. Desde hoy, viendo hacia atrás el camino andado, el punto de partida ¿Qué de aquello ha sido posible lograr, ¿qué sigue pendiente? ¿qué es nuevo ahora?  Así se camina, así se aprende, así se sigue…

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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