RESULTADOS ELECTORALES Y NECESIDAD DE SEGURIDAD Y CONFIANZA
“…si los votos están ahí, es para que hagamos de ellos un uso prudente”,
Ensayo sobre la lucidez (2004), José Saramago.
La prolongada campaña electoral municipal en Nicaragua transcurrió en un marco de “relativa normalidad” en medio de la conflictividad político-social que el país enfrenta. Hubo actos no generalizados de violencia física, frecuentes agresiones verbales, descalificaciones mutuas y denuncias por delitos electorales cuya respuesta oficial no fue conocida. Eso abona a la desconfianza que contribuye a la percepción de inseguridad “no delictiva”. Actores políticos, sociales y estatales tienen diversas interpretaciones sobre el proceso desarrollado y los resultados preliminares – provisionales anunciados por el Consejo Supremo Electoral. Tienen la obligación de actuar con madurez y prudencia. Confiamos que las dudas e impugnaciones se resuelvan con prontitud y transparencia, respondan con ética profesional, como un árbitro imparcial, para respetar el legítimo derecho de los ciudadanos en el ejercicio del voto. Ese acto cívico, merece reconocimiento independientemente de las simpatías individuales, cada opinión cuenta y debe tener la atención debida. La institucionalidad busca como fin construir confianza-credibilidad en el marco de reglas predeterminadas, requiere extraordinarios esfuerzos, nadie debe promover acciones indeseables que nos separan y alejan de la solución a los verdaderos problemas socioeconómicos de los nicaragüenses. Por eso hubo revolución, por eso se defendió de la guerra impuesta, por eso se alcanzó la paz y ahora tenemos elecciones ¿Qué nos depara la historia que construimos hoy?
Celebración o descalificación anticipada, antes que la autoridad electoral anuncie los resultados, genera temor, riesgo de confrontación y violencia. Durante la jornada dominical del 9/11/08, miles de nicaragüenses salieron de sus casas y en el silencio de su decisión depositaron en la urna su voto. Los resultados finales están por conocerse, sin embargo, los anunciados previamente indican tendencias. Serenidad y tolerancia es una necesaria demanda para los líderes políticos, medios de comunicación, candidatos “ganadores” y “perdedores” y pobladores. Transparencia y respuesta pronta es la ineludible obligación institucional. Quien sienta violentado su derecho, tiene el deber de reclamar y exigir en los linderos respetuosos de la legalidad. ¡Qué difícil es superar la desconfianza! ¡Qué indispensable es para construir la nación y fortalecer la institucionalidad democrática! Solamente así, todos ganaremos.
Las elecciones municipales fueron una inmensa movilización social, muchísimas personas, desde meses atrás, se avocaron a un sinnúmero de tareas: planificación, diseño, organización, movilización, propaganda, recaudación de fondos, adquisición de equipos y apoyo logístico, sistemas de información, capacitación, elaboración de material electoral, supervisión, despliegue territorial, protección y seguridad, etc., desde las organizaciones del Estado, los partidos políticos y muchas entidades no gubernamentales y privadas. Es admirable el entusiasmo y trabajo tesonero de numerosas personas tratando de hacer lo que les compete o promoviendo lo que creen, desde partidos políticos y oficinas públicas. Miles de policías han consumido largas jornadas de desvelo bajo la presión de las circunstancias para apoyar este nuevo acto de la democracia formal, importante, pero insuficiente si el voto-opinión se pierde en el olvido y no se manifiesta en programas que atiendan la pobreza, la desigualdad, los servicios básicos, la demanda de empleo, una mejor organización urbanística y mayor seguridad ciudadana. No es posible desperdiciar los escasos recursos materiales y humanos ni el entusiasmo y la confianza moral, el proceso es costoso en su amplio concepto, una prueba del fortalecimiento cívico y el Estado de Derecho de este loable esfuerzo que requiere la mejor utilización y provecho por el bien común.
Superada la elección y evacuados sus resultados finales durante estos próximos días, en donde los ánimos se mantendrán tensos y ojalá poco a poco vuelva la calma, alcaldes, vicealcaldes y concejales electos deben comenzar a trabajar por su municipio, no sólo a favor de quienes le dieron un voto mayoritario y anónimo, sino por todos y todas. Conocer cual es la realidad de la comuna y planificar las acciones a emprender en esa corta pero intensa responsabilidad de cuatro años que comienza en enero de 2009, en donde, hay que dar continuidad a lo bueno de su antecesor y avocarse a las nuevas y numerosas tareas pendientes ¡tanto por hacer y tan poco con qué! Más aún si remamos en direcciones distintas. La atención a los problemas crecientes de inseguridad ciudadana no debe ser olvidada particularmente en algunos municipios del país, en donde los delitos y la percepción de inseguridad son ascendentes. A ello contribuye, según el escritor Juan José Millas (Valencia, 1946) el hecho que “las personas concretan sus terrores abstractos en miedo a los ladrones o a los criminales”. Entre esos temores abstractos o concretos está la confianza en las instituciones y en los procesos políticos y judiciales, así como las crisis y traumas individuales, las carencias sociales extremas. El problema de la delincuencia es real magnificada en la percepción. Particularmente, las nuevas autoridades, en lo que les compete, coordinando con la Policía y otras entidades del Estado, deben formular programas urbanísticos, sociales y preventivos. Hay distintos fenómenos (drogas, violencia juvenil, agresiones, robos, violencia intrafamiliar, expendios de licor) que preocupan a los habitantes en cada ciudad, pueblo o barrio, identificarlos y actuar sobre sus causas y efectos es una obligación del gobierno central, local, la sociedad y los vecinos. Como ejemplo menciono la necesidad de atender los territorios agrupados a partir de cuatro criterios:
- Municipios en departamentos con altas tasas de homicidios (encima de media nacional): RAAS, Chontales, RAAN, Jinotega, Matagalpa y Managua.
- Municipios con altas tasas de denuncias delictivas con respecto a su población (encima de media nacional): Jinotepe, Bilwi, Rivas, Bluefields, Matagalpa, Managua, Granada, San Marcos, Chinandega, Ciudad Sandino, Diriamba, Tipitapa, Somoto, Estelí, León, San Rafael del Sur, San Juan del Sur, Masaya, Laguna de Perlas, Juigalpa, Sébaco.
- Municipios con tendencia de aceleración de las tasas delictivas: El Rama, Bilwi, Siuna, Chinandega, León, Juigalpa, Jinotepe, Masaya, Granada.
- Municipios con altos niveles de percepción de inseguridad. No hay suficientes datos de encuestas con validez local, algunas mencionan distritos de Managua, núcleos urbanos del Pacífico y las regiones del Caribe.
La tristeza y el descontento de la derrota electoral, debe llevar a la reflexión y a la búsqueda de coincidencias por el bienestar comunitario. La euforia de la victoria no puede se absoluta, debe dar lugar a la responsabilidad del deber basado en la comprensión que en cada territorio hay opiniones y enfoques distintos, pero se comparte un espacio común en el cual tenemos que convivir y construir.