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A QUINCE AÑOS DE LA COMISARÍA DE LA MUJER Y LA NIÑEZ

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November 24, 2008

En noviembre de 1993, fue instalada en la delegación policial del distrito V de Managua, aún sin el marco legal y normativo suficiente, la primera Comisaría de la mujer y la niñez en la Policía Nacional, para la atención diferenciada de los delitos de violencia intrafamiliar y sexual, que como todos sabemos, afectan principalmente a mujeres, niñas y niños. Aquel fue un esfuerzo desde las organizaciones de la sociedad civil que trabajaban la violencia de género e intrafamiliar, el gobierno central y la Policía Nacional, ha contado, desde aquella época, con el apoyo de la cooperación internacional, principalmente Noruega, Suecia, Dinamarca, España, Alemania, PNUD y Unión Europea. Tres años después, con la Ley 228 se definieron en los artículos 8 y 21, seis especialidades nacionales, entre ellas, Investigación Criminal (desde 2001: Auxilio Judicial) como la encargada de la investigación de las faltas y delitos para su remisión a las autoridades correspondientes. El reglamento de la ley (decreto 26-96) en el artículo 63, definió a la Comisaría como “una subespecialidad de investigaciones criminales, orientada a la prevención, tratamiento e investigación de las faltas y delitos de violencia física, psicológica y sexual contra la mujer y la niñez”. La misma norma enfatizó que “el trabajo preventivo y el tratamiento especializado a las víctimas, lo ejecuta en coordinación con otras Instituciones del Estado y la Sociedad civil”. El artículo 64 de dicho reglamento, indica que los(as) jefes(as) de las Comisarías “participaran en las instancias interinstitucionales pertinentes para la definición de políticas globales y la formulación de estrategias dirigidas a reducir los niveles de violencia en contra de la mujer y la niñez”. En 2006, por disposición administrativa del Director General de la P.N la Comisaría fue establecida como especialidad nacional.

 

Para 1999 había en Nicaragua 13 oficinas habilitadas en distintas cabeceras departamentales y la capital. Al concluir 2008, la cantidad de estas unidades especializadas, es de 32, cubriendo 14 cabeceras departamentales, 2 cabeceras de las regiones autónomas, 8 distritos de Managua y 7 en otros municipios del interior. A pesar que lo anterior indica que se cuenta con uno de los tendidos territoriales más amplios y descentralizados para la atención de los delitos de violencia intrafamiliar y sexual con respecto a la mayoría de los países vecinos de Centroamérica, la cifra oscura (casos no denunciados) continúa siendo alta y la respuesta a su compleja y extendida manifestación, insuficiente. El problema es humano, socioeconómico y cultural, no sólo policial y penal. La capacidad de captación de denuncias es similar a la que dispone Costa Rica, que, como sabemos tiene un índice de desarrollo humano alto (posición 48), muy lejos del que registró Nicaragua para 2007 (110).

 

El modelo de atención establecido en las comisarías, requiere, desde mi punto de vista, revisión y actualización, con el fin de focalizar el rol policial exclusivamente hacia la investigación especializada de este tipo de delitos, correspondiendo el tratamiento psicosocial y la asistencia legal a otras entidades gubernamentales y no gubernamentales. Por otro lado, es importante adaptar dicho modelo a las particularidades rurales y multiculturales del país, particularmente en las regiones autónomas del Caribe nicaragüense que tienen diversidad lingüística y cultural, siendo ineludible considerar, en el marco de la legislación nacional, el derecho comunitario o consuetudinario.

 

A pesar de las no superadas tensiones que el contexto postelectoral municipal ha dejado en el país que confiamos encuentren su cauce institucional, legal, ético y responsable de solución y principalmente de parte de quienes tienen mayores facultades y poder, no podemos olvidar en este noviembre, quince años después, aquel primer esfuerzo socio-gubernamental, que constituye un referente importante del trabajo conjunto del Estado, la Policía y la comunidad organizada en el abordaje, todavía insuficiente, de un fenómeno que se ubica entre las primeros cinco preocupaciones de inseguridad ciudadana. Existe gran cantidad de estudios académicos, encuestas y análisis institucionales que nos llevan a concluir que la violencia intrafamiliar puede ser causa de muchos de los problemas de la convivencia y el deterioro social, es un proceso que, aunque no se quiera, se reproduce inercialmente desde el seno familiar. En ese espacio privado, cercano e íntimo, al menos 1 de cada 4 mujeres, 1 de cada cinco niños y niñas, percibe el principal motivo de inseguridad y amenaza a su tranquilidad e integridad física y psíquica. ¿Cuantos maridos o compañeros de vida justifican el golpe, la herida y la patada contra la mujer con quien conviven? ¿Cuántas mujeres agraden, insultan o lesionan a sus compañeros de vida? ¿Cuántos padres y madres ven como legítimo golpear al hijo(a) para corregirlo o descargar sus propios resentimientos o frustraciones?  ¿Qué guardará en su consciencia e inconsciencia ese niño o niña víctima (quizás sin saberlo) después, cuando al llegar a su juventud o edad adulta, desde su posición de padre, madre, marido, esposa, jefe(a), líder, funcionario(a), ciudadano(a), pueda ejercer poder sobre otros(as)? Me pregunto ¿Cuánto de la violencia social y política que vemos tiene su origen en esa conflictividad familiar desarticulada e inequitativa que se reproduce y pasa de la esfera “privada” al ámbito “público” y viceversa?  El incremento de la delincuencia común, la intolerancia, la falta de respeto a las diferencias y al derecho ajeno, se cultiva desde ese cercano espacio, crece y se cosecha con abundancia, en las contradicciones, aparentemente irreconciliables, de la colectividad. Esto es de doble vía, desde la familia hacia la sociedad, desde la sociedad a la familia. ¿Cómo influyen los medios de comunicación con sus imágenes y enfoques? ¿Cómo es el abordaje del conflicto político, institucional, económico, laboral y social? Todo ello se traslada al espacio íntimo de la convivencia; allí contamina y continúa engendrándose, para ampliarse nuevamente en el espejo colectivo.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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