MUJERES Y NIÑAS: MÁS VÍCTIMAS, MENOS VICTIMARIAS
Según el Instituto Nacional de información de Desarrollo INIDE, en el 2005 la población masculina del país representaba el 49.67% y la femenina 50.33%. Para el 2013, año cuando cruzaremos el umbral de los 6 millones de habitantes, las mujeres representarán el 50.61% de la población total. La tendencia observada es que la cantidad de mujeres crece con una tasa mínima mayor que la de hombres.
Durante los años 2005 – 2007 un fenómeno llama la atención en la estadística criminal que registra la Policía Nacional: la composición por sexo de las víctimas se modificó significativamente. Los hombres afectados representaban en 2005 el 55% y las mujeres el 45%; tres años después eran el 51% hombres y el 49% mujeres, subió 4 puntos porcentuales. En cifras absolutas, las víctimas mujeres pasaron de 46 mil a 57 mil (+11 mil) y los hombres de 56 a 63 mil (+7 mil) aproximadamente. En igual período, las mujeres muertas por la violencia delictiva fueron en promedio 69, esto es el 9.4% del total, un incremento de casi un punto porcentual entre 2005 y 2007, en los países del Norte de Centroamérica el porcentaje de mujeres víctimas de homicidio oscila entre 9.5 y 11% del total de muertes provocadas). En ese último año, los tipos de delito que más les afectaron fueron: robos y hurtos (28%), lesiones (14%), violación de domicilio y amenazas (7.5%), delitos sexuales (7%) y daños a la propiedad (3.6%).
Las niñas y adolescentes perjudicadas por delitos y faltas penales se incrementaron; de representar 5.9% (6,120) en 2005 a 7.2% en 2007 (9,999), casi 4 mil niñas y adolescentes más. En 2007, el 40% (1633) de los delitos contra las menores de 18 años fueron de carácter sexual (violaciones, estupro, incesto, abuso deshonesto, acoso sexual). ¿Qué pasa con la ineludible responsabilidad del Estado de brindar protección especial a niños, niñas y adolescentes? ¿Cómo se puede prevenir que los y las menores de 18 años sean crecientemente dañados (as) en su integridad personal, física y moral y vean truncado su futuro o marcadas negativamente para siempre sus vidas, muchas veces desde el círculo más cercano de convivencia?
Primera conclusión: las mujeres, niñas y adolescentes son ahora más víctimas de hechos delictivos, tienen mayor riesgo ¿Por qué? ¿Será que las mujeres denuncian los hechos más que antes y la cifra oscura se ha reducido? ¿Será que participan más en los espacios públicos y/o son más vulnerables a ser agredidas?
En los mismos tres años, los victimarios detenidos por la policía fueron en promedio cada año 38 mil. El porcentaje de hombres se ha mantenido constante en 95% y el de mujeres en 5% (2,089); el 16% de las mujeres detenidas fue por delitos relacionados a drogas. Ellas (amas de casa, madres solteras, integrantes de familias pobres y desempleadas) son utilizadas con más frecuencia para la venta de drogas al menudeo en los expendios de los barrios populares, la Policía necesariamente actúa sobre este eslabón frágil y vulnerable de la cadena de ese comercio ilícito.
Los adolescentes varones involucrados en hechos delictivos representan el 5.7%. Las mujeres adolescentes detenidas son aproximadamente 100 por año, cantidad porcentual insignificante, es decir, son muy pocas las jovencitas que se perpetran un delito o falta penal y son detenidas.
Segunda conclusión: el porcentaje de mujeres y adolescentes detenidas por la policía se ha mantenido sin variación en los últimos tres años.
Tercera conclusión: si vinculamos la primera y segunda afirmación, nos encontramos que las mujeres, niñas y adolescentes en Nicaragua son ahora más víctimas y siguen siendo menos victimarias. La relación anterior se puede ilustrar con la siguiente relación, hombres: por cada 10 víctimas hay 19 victimarios; mujeres: por cada 10 víctimas hay 1 victimaria.
En 2001, el alcalde mayor de Bogotá Antanas Mockus, como una iniciativa pedagógica que pretendía hacer reflexionar a hombres y mujeres sobre los roles que desempeñan, balancear las cifras de accidentalidad de tránsito y violencia urbana, estableció una muy particular y polémica medida: el viernes 9 de marzo de ese año fue declarado como “Día sin hombres”, el viernes 16 “sin mujeres” y el viernes 23 como “un reencuentro” permitiéndose la circulación de ambos sexos por las calles y su ingreso juntos a centros nocturnos, bares, etcétera. Lo particular e interesante fue que durante el “día sin hombres” se redujo el consumo de licor, los accidentes y la violencia delictiva en la capital colombiana.
¿Cuál es la explicación al experimento de Bogotá? ¿Qué explica el fenómeno observado en la tendencia de las estadísticas delictivas de Nicaragua? ¿Por qué las mujeres son ahora más víctimas de delitos, aunque continúan siendo menos responsables por los delitos y faltas penales conocidas? ¿Será que la mayoría de las mujeres son más tolerantes, menos violentas, más responsables, precavidas y prudentes en la vida pública, en los espacios públicos y privados que muchos hombres? ¿Qué marca la diferencia en el comportamiento social entre hombres y mujeres? Aunque indudablemente “hay de todo en la viña del Señor” y no siempre una carita dulce y una contextura frágil será sinónimo de bondad y honestidad, parece ser que las mujeres en general, tienen la ventaja del desprendimiento, la serenidad y ponderación en el abordaje del conflicto familiar, social y cotidiano a pesar que la sociedad continúa reproduciendo iniquidades y exclusiones por razones de género, raza, opinión política y religiosa, origen, estatus social y económico.