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DESARROLLO TECNOLÒGICO Y AMENAZA DELICTIVA

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May 11, 2009

La delincuencia común y especialmente la organizada nacional y transnacional, utiliza y a veces primero que las fuerzas de seguridad pública, la tecnología en cualquiera de sus expresiones. Los medios tecnológicos facilitan la vida, pero también pueden complejizarla con nuevas dependencias, fobias o adicciones. Como dice Aureliano en “Cien años de soledad”: perdemos el “privilegio de la simplicidad”, y agrego “el de la privacidad”. Para la delincuencia organizada no hay límites legales, técnicos, regulatorios ni éticos para usar cuanta artimaña se invente o esté disponible en el mercado formal e informal en dependencia del giro, volumen económico, cobertura, complejidad y magnitud de la actividad ilegal que desarrolla. No nos asustemos que una nueva innovación en comunicaciones, electrónica, captación y transmisión de datos, interferencias telefónicas, imágenes, escuchas, seguimiento, escáner, GPS, armas, municiones, etc., esté disponible para “mafias organizadas”. Esa tecnología puede ser adquirida en el mercado negro sin importar precio (soborno, chantaje), en E.U., países desarrollados u otros. Puede contratarse legalmente, aunque su utilización sea “ilícita”, los límites son difusos. No se excluyen los descubrimientos biológicos, genéticos, físicos, químicos y de cualquier naturaleza.

 

¿Es la tecnología buena por sí misma o depende de su uso?  Hay que reconocer, que hay cosas buenas en sí mismas, y otras dependerán de la utilización, en manos de quién caigan. Recordemos el diálogo de “Gorgias o de la Retórica” de Platón entre su maestro Sócrates y otros interlocutores, en donde se pregunta: ¿es buena la retórica en sí?  Si ella disuade y convence de lo justo y lo injusto, ¿debe persuadir solamente por la verdad y la justicia o también lo puede hacer por la injusticia, la falacia y la fealdad? Puede significar eso que no es buena en sí y depende del fin por el cual se use ¿tiene un límite moral, ¿cuál es y quién lo impone? Eso puede decirse también de la tecnología desde la lógica socrática. ¿Debe tener una restricción moral y ética? ¿Cuál es el límite? ¿Lo impone el mercado, el mejor postor, el mayor beneficio particular, quien tenga el poder independientemente del perjuicio a otros(as), al medioambiente, interés público, derecho ajeno, paz social y seguridad ciudadana? Al fin de cuentas uno descubre que el problema yace en la naturaleza humana, en la iniquidad, la distorsión social y el uso de la “libertad”. ¿Qué está para el beneficio de la humanidad y cómo esas ventajas y facilidades, se vuelven perjudiciales? El Internet, la informática, es indudablemente un extraordinario avance que cambia a gran velocidad, estamos en la era de la información, sin embargo, a través de ella viaja la pornografía adulta e infantil, se tiene acceso a instrumentos de destrucción moral y física, la guerra es capaz de causar más daños, el acceso ilimitado a la información se convierte en un boomerang de insospechadas consecuencias. El celular facilita las comunicaciones: bueno y constructivo, o malo y destructivo. Se dispone en la mano de la inmadurez humana, de un “arma” para defender la existencia propia y colectiva, o para mutilarla y destruirla.

 

La delincuencia organizada contemporánea, se diferencia principalmente de la vieja mafia, en que es global, sutil y sofisticada, puede ser igualmente violenta, pero utiliza tecnología traspasando fronteras y límites temporales, aprovecha, lo que las ciencias disponen. No necesita estar en un lugar específico para dañar, puede hacerlo desde la distancia, por eso se vuelve más peligrosa, imprecisa y extensiva. Oculta con facilidad sus intensiones, tiene mayor especialización y enmascara como lícitas operaciones repudiables.  Desde el “delito de cuello blanco” de “corrupción pública y privada”, el “lavado de activos”, los “delitos cibernéticos”, las operaciones en los “paraísos fiscales”, el “narcotráfico” y todos los tipos de trata y tráfico humano, de órganos y bienes, pueden “descaradamente” ocultar la descomposición social. Nada queda fuera: política, económica, iglesia, deporte, cultura, …

 

Hay una relación directa entre desarrollo tecnológico y complejidad de la delincuencia organizada. Países con menos desarrollo pueden tener formas delictivas organizadas menos complejas siempre y cuando sus instituciones sean menos vulnerables. Las grandes empresas y países que crean tecnología tienen obligación de regularla con responsabilidad para el uso del bien común (entendido de manera tan diferente), sin embargo, en el mundo actual, prevalece la búsqueda del máximo beneficio económico, la preservación del poder por el poder mismo y el control hegemónico. Aunque son más los seres humanos que aspiran a un mundo mejor, no siempre son quienes tienen el poder real para lograrlo y, nuestras diferencias sobre la manera de hacerlo, desde nuestras pequeñas nacionalidades, dividen y confrontan “mal usando” la tecnología (escaza para los pobres) que debería estar al servicio del bienestar humano colectivo.

 

Cuando hablamos por teléfono convencional o celular, usamos la tarjeta de crédito o débito, efectuamos una transferencia electrónica o una compra por internet, cuando se transfiere o recibe información, estamos dejando una huella indeleble que puede ser utilizada para los buenos fines que buscamos o contra nosotros para causarnos daño por el interés criminal ilegítimo de quienes no conocemos, pero ellos si nos pueden conocer. Nuestros datos están disponibles en cuantas bases de datos existan: servicios básicos, impuestos, transito, empresas comerciales, y su utilización puede ser, sin conocimiento nuestro para fines comerciales (no autorizados) o para cualquier otro fin.

 

La delincuencia global utiliza más medios técnicos para expandirse. ¿Deben las instituciones del Estado que luchan contra ella utilizar sin restricciones y al margen de las regulaciones dichos medios? Indudablemente no. El reto está en enfrentar esos fenómenos bajo reglas lícitas y de respeto; eso es lo difícil, si no estaríamos cayendo en el mismo juego, “el fin no puede justificar los medios”, ante tales realidades las personas quedaríamos desamparadas sin saber a qué atenernos. Preocupa desde la percepción social que más gente percibe la amenaza de la delincuencia común y organizada, mas apoyo muestran a medidas autoritarias y al margen de la ley, es decir, restan su simpatía al estado de derecho, tolerando detenciones arbitrarias, redadas indiscriminadas, medidas de excepción, utilización de “mano dura” y fuerzas militares.  Es la expresión desesperada ante la creciente amenaza delictiva, la percepción de inseguridad que indudablemente requiere respuestas inteligentes, integrales y participativas desde la región, el estado, las sociedades nacionales y las comunidades.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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