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INSEGURIDADES DIFERENTES ENTRE LOS(AS) NICARAGÜENSES

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July 20, 2009

Nicaragua como país tiene promedios delictivos y percepciones de inseguridad que continúan siendo, a pesar de la tendencia creciente de la última década, cuatro veces menores que los que registran los tres países del Norte de Centroamérica, y ligeramente mayores que los conocidos en Costa Rica. Esos promedios no visibilizan las diferencias en el territorio nacional y entre distintos grupos sociales. No es cierto que la seguridad sea homogénea para todos(as) los(as) nicaragüenses. Hay departamentos, municipios, barrios y lugares, en donde las personas enfrentan mayor riesgo a ser víctimas de un delito y donde perciben mas inseguridad o temor a ser afectados(as) por la delincuencia.

 

Mientras la media nacional de homicidios en los últimos cuatro años en Nicaragua ha sido de 13 x 100 mil habitantes, nivel más alto que la media mundial, aunque menor que la media latinoamericana (20) que presenta extremos de gravísimas tasas (Colombia, Venezuela, México, Guatemala, El Salvador y Honduras) y bajísimos índices en otros países (Cuba, Uruguay, Bolivia). Hay territorios como RAAS, RAAN y Río San Juan que la cantidad de homicidios con respecto a su población sobrepasa los 20, en Managua llega a 14 un poco por encima de la media nacional, y en Masaya, Granada y Madriz las tasas son menores de 5 x 100 mil habitantes. Mientras los delitos graves en general (homicidios, robos, violaciones, secuestros) aumentan en Managua y Carazo, en otros departamentos se observa relativa estabilidad de su ocurrencia (Masaya, León, Granada, Chontales). Hay lugares específicos más seguros dentro de la misma ciudad, particularmente Managua, hay distritos, barrios y áreas inseguras y otros muy seguros. Influyen las condiciones de vida de sus habitantes y su organización social, la movilidad de personas, la iluminación, limpieza, ordenamiento urbanístico y vigilancia privada y policial. Los lugares que concentran más cantinas, bares, centros nocturnos, sin orden ni vigilancia, en donde prolifera el consumo de licor y drogas, violentando las normas sobre la edad de los consumidores, los horarios y la ubicación del negocio con respecto a los centros educativos e iglesias, suelen provocar actos de violencia y generan percepción de inseguridad en el vecindario y entre los(as) transeúntes.

 

Son diferentes las inseguridades en dependencia de las características socioeconómicas, étnicas, de género y generacionales. Los más pobres, son frecuentes víctimas de hurtos, robos y lesiones que muchas veces no denuncian por diversas razones (temor, desconocimiento, falta de dinero). Es contradictorio, pero quienes tienen pocos recursos (trabajadores, desempleados, estudiantes, amas de casa) son víctimas frecuentes de robo en semáforos, paradas de bus, mercados, en el taxi, en los buses del transporte colectivo o cuando circulan en los alrededores de algunos barrios hacia su lugar de residencia. En esos actos de agresión pueden ser lesionados y perder el teléfono celular, la cartera, una cadena, el reloj, el escaso dinero para los gastos de la semana o el pasaje, pero principalmente, la tranquilidad y la confianza hacia las otras personas… Ellos(as) son los que viajan en buses, taxis, a pie, solos, sin chofer ni protección personal; son quienes no tienen alarma ni vigilancia privada y en cuyos limitados espacios de su vivienda conviven con su familia; sus casas se amontonan con otras del barrio compartiendo las condiciones que la limitación socioeconómica les impone. Adicionalmente, ante un problema, no tienen mecanismos de influencia para recibir apoyo de los altos funcionarios de las entidades del poder público que le facilite la gestión o le solucione el problema. La respuesta institucional en general, lamentablemente, no favorece positivamente a quienes tienen menos posibilidades, sino que atiende con prontitud y eficacia a quien poseen influencia política, económica y social. Ese es el esquema tradicional institucional y así suele manifestarse con frecuencia la actuación administrativa, policial, fiscal y judicial.

 

Las mujeres son las principales víctimas de la violencia intrafamiliar y sexual. Las niñas, adolescentes y jóvenes mujeres menores de 25 años tienen mayor riesgo a ser víctimas de un delito cualquiera que los niños, adolescentes y jóvenes varones de similar edad. Los hombres son las principales víctimas de homicidio y secuestro (95%). Los hombres son los más frecuentes autores de delitos y representan más del 95% de los detenidos, las mujeres, aunque son autoras del 5% de los delitos, son víctimas del 48% de los casos denunciados. Ellas son más víctimas que victimarias. Ellos son más victimarios que víctimas. ¿Cómo perciben la inseguridad y los riesgos a ser víctima las mujeres y cómo los hombres? ¿Cómo los jóvenes hombres y las jóvenes mujeres? ¿Cómo los niños y cómo las niñas? ¿Cómo perciben las personas en dependencia de su posición socioeconómica la respuesta institucional cuando son perjudicadas por un delito?

 

Las minorías étnicas en Nicaragua, los(as) nicaragüenses afrodescendientes, ¿Cómo perciben los riesgos a ser víctimas de delito? ¿Cuál es la respuesta institucional ante sus demandas diferenciadas y particulares de seguridad principalmente en el Caribe? ¿Cuáles son las preocupaciones de las personas en cuanto a su seguridad, el riesgo a la violencia criminal en correspondencia a su ubicación territorial, posición socioeconómica, género, edad, origen étnico, etcétera? No son percepciones iguales, hay riesgos distintos y también las respuestas institucionales, cuando pretenden ser “equitativas” pueden ser “discriminatorias” o excluyentes al obviar las particularidades, necesidades y dificultades distintas. El acceso efectivo a la justicia y a la seguridad no puede obviarlo.

 

Lo anterior demanda respuestas estatales y políticas públicas diferenciadas, identificación de los requerimientos de seguridad desde el nivel local con información desagregada, participación comunitaria y mejor articulación interinstitucional descentralizada. ¿Qué es lo que realmente preocupa en cuanto a la delincuencia, la seguridad, la policía y el sistema penal a los habitantes de un barrio o municipio? Para revertir las tendencias crecientes delictivas y de inseguridad en Nicaragua se requieren respuestas diferenciadas ante riesgos, vulnerabilidades y temores distintos, ante percepciones de desconfianza, inseguridad y victimización heterogéneas.

 

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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