LA HUELLA DE LA HISTORIA: 30 ANIVERSARIO DE LA POLICÍA NACIONAL
“Para adelantar hay que ponerse en marcha” Thomas Mann
Han transcurrido treinta años desde el triunfo de la Revolución Popular Sandinista que permitió (a pesar de disidencias y desencantos) una oleada indiscutible de oportunidades de cambios políticos, sociales, económicos e institucionales entre los que no podemos ignorar el fin de la Dictadura Somocista, la extinción de la Guardia Nacional y la fundación de dos nuevas entidades del Estado: el Ejército de Nicaragua, adscrito al Ministerio de Defensa y la Policía Nacional, dependencia del Ministerio del Interior. Por primera vez en la historia, la función policial fue separada de la militar y los acontecimientos permitieron abrir la irrepetible circunstancia que fracturó el trasnochado orden constitucional libero-conservador-somocista que la nación cargó con sus fatales consecuencias durante más de cuarenta años. Aquellas dos instituciones cumplen tres décadas de existencia, han dejado la juventud y están plenamente en su vida adulta. La huella que sobre estas dejó la Revolución permanece como signo distintivo en algunas de sus características fundamentales. Aunque los tiempos cambian y nuevos enfoques y prácticas será necesario incorporar para adaptarse a las realidades nacionales y globales, la esencia del vínculo con la comunidad y de la participación y control social sobre la policía y la seguridad ciudadana, es la sustancia que hay que preservar por encima de las diferencias y desconfianzas. Más cosas posibles han quedado pendientes en el contexto nacional e internacional, en la dinámica globalizante y postmodernista. Subsisten paradigmas por romper, me pregunto: ¿tomaremos el camino equivocado? ¿Se repetirán como un cerco indeseable de la herencia social los males del pasado? Es ineludible actuar ante la iniquidad e intolerancia, buscar el equilibrio en el uso de la fuerza, favorecer la convivencia, el desarrollo sostenible, la solución pacífica por la vía del diálogo. La Policía debe preservar ante todo la vida, la integridad física y los derechos fundamentales y civiles de los ciudadanos iguales y diferentes, principalmente los más vulnerables, aquellos que han sido con frecuencia marginados.
Un día amanecimos y nos dimos cuenta que éramos policías sin saber lo que significaba, sin conocer nada de lo que era ser policías. Quedaron atrás las barricadas, las calles se limpiaron de los escombros de la guerra, los viejos cuarteles fueron abandonados y ocupados por una multitud de milicianos y combatientes populares involucrados y comprometidos con lo que apenas sospechábamos. Se improvisaron en casas particulares de barrios y comarcas, “puestos policiales”; desde septiembre de 1979 fueron desmovilizaron miles de jóvenes, unos volvieron a sus labores cotidianas a las escuelas, universidades, al campo, a sus empleos, otros se incorporaron al Ejército, a las organizaciones políticas; un numeroso grupo, que para diciembre de 1979 podría ascender a 12 mil, quedó en la Policía, (nombrada Policía Sandinista), y en los otros órganos del Ministerio del Interior.
Los sucesos históricos de la nación y los de la Policía han marcado su evolución. Cuatro etapas podemos identificar en los treinta años transcurridos:
- a) entre 1979 – 1982 fue su formación, la regionalización, la creación de su estructura y despliegue en un ambiente de paz, alfabetización y amplia movilización social.
- b) después, y hasta inicios de 1990, la guerra obligó a la Policía a concentrarse principalmente en los núcleos urbanos y rurales fuera de las zonas en conflicto, aunque preservó su funcionamiento en la lucha contra la delincuencia, no fue ajena a las tareas de “defensa de la Revolución”, el enfrentamiento armado afectó al país y particularmente a la Policía al distraer sus esfuerzos de las funciones propias de su naturaleza.
- c) entre 1990 y 1995 se restableció la paz, se inició la transición, el órgano policial superó su rasgo militar y partidario, cambió de uniforme (el pantalón verde fue sustituido por el azul, la camisa caqui por la celeste), la institución policial y sus miembros tuvieron crisis de identidad pero lograron adaptarse al nuevo entorno nacional, prevaleció la desconfianza política por su origen sandinista lo que trajo como consecuencia la reducción de su fuerza y una limitada inversión para el desarrollo institucional, se promulgó la primera legislación policial (1992) y finalmente se logró consenso para la reforma constitucional(1995) que definió por primera vez la misión policial.
- d) la última etapa, la actual, desde finales de 1996 con la vigencia de su marco normativo, modificación del escalafón policial (grados de Subteniente, Subcomandante, Comandante y otros fueron substituidos por el de Inspector, Subcomisionado, Comisionado y otros), el diagnóstico institucional (1999) y el primer plan de modernización y desarrollo a partir de 2001 que revirtió la tendencia de deterioro: se comenzó a incrementar el número de policías y el presupuesto asignado, mejoró la confianza política y social en el órgano policial.
Aunque en la primera etapa revolucionaria se sentaron las bases doctrinales comunitaria, social y de servicio, fue en la última cuando se avanzó, a pesar de los obstáculos, en la reforma institucional con una visión moderna, apartidaría, profesional, conforme las distintas condiciones de la seguridad ciudadana nacional y regional. Esta debe ser la policía posible que los nicaragüenses podemos construir y sostener ¿Qué hay que cambiar, ¿qué mejorar y qué promover? Han evolucionado los conceptos y prácticas sobre seguridad, policía, prevención, delincuencia… la violencia tiene diversas manifestaciones, hay variados y complejos riesgos a la seguridad que obligan a innovar y diversificar las acciones.
La Policía está en los conflictos cotidianos de la convivencia social lo que la hace visible a la crítica pública ante la actuación por exceso y defecto, según apreciaciones de los contendientes y desde las propias debilidades e imperfecciones institucionales y personales. La institución no son sólo normas, edificios, tecnología, organización y símbolos, es principalmente la gente, los hombres y mujeres policías, jóvenes y mayores, nuevos y antiguos, agentes y oficiales, quienes ejercen la función de servicio público, no ajena a los errores y defectos sociales de la sociedad y nuestro tiempo. Cada uno(a) construye una aspiración legítima, en medio de las preocupaciones comunes; los(as) policías trabajan prolongadas jornadas con escaso salario y limitadas condiciones, sometidos a la ofensa y al riesgo, asoleados en la intemperie o remojados por la lluvia, lidiando con las agresiones, los vicios y la delincuencia, construyendo y conviviendo con sus temores y dificultades en su familia y barrio en donde la inmensa mayoría habita entre los pobladores más pobres y sencillos.
SALUDO en el treinta aniversario de la fundación de la Policía a los miles de compañeros y compañeras policías, quienes todavía están en servicio y quienes están fuera en cualquier otro rumbo de la vida o de la imperecedera existencia, ellos(as) aportaron su juventud y trabajo, insuficientemente reconocidos por la sociedad, pasaron o pasarán dejando una estela silenciosa y anónima, en un proceso de relevo y continuidad, a pesar de las legítimas y distintas opiniones, la misma huella indeleble que la Revolución marcó para ponerle en marcha…