Policía Seguridad Seguridad Ciudadana

VISIBILIDAD DE LA PERCEPCIÓN DE INSEGURIDAD

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September 17, 2009

Para saber qué tan segura se siente la gente en la ciudad, no es cierto que haya que rebuscar en primera instancia las estadísticas policiales ni judiciales, eso no indicará la seguridad percibida por las personas, sino que solamente el registro oficial de delitos que las instituciones conocen. Los números, las cifras, a veces pueden ser fríos, indiferentes, incompletos y hasta manipulables. Hay que recurrir a la simple observación de la ciudad y su gente, caminar por la calle y ver las casas, negocios, paradas de buses, estacionamientos y mercados. Simplemente ver y escuchar sin necesidad de hablar ni preguntar. Observar los rostros, actitudes e instalaciones públicas y privadas. Después quizás, alguna conversación con un taxista, acompañante del bus, transeúnte en la vía pública, el estacionamiento o el mercado, entonces podrá descartar, complementar o confirmar las sospechas. Finalmente, si se puede, una ojeada por los diarios para ver qué escriben y qué imágenes presentan, una vista breve por los noticieros televisivos y quizás un corto recorrido por el dial para escuchar algunos programas de las emisoras de radio.

Lo más visible, partiendo de las casas de habitación es qué tantas verjas colocan la gente en las ventanas y puertas, cómo asegura el porche, si hay doble candado, si abundan los barrotes en los negocios y escaparates comerciales. Todo ello puede reflejar miedo. La primera necesidad de protección es asegurar los accesos a la vivienda con lo que sea posible: medios físicos, técnicos o electrónicos, perros, custodias, etc. Hay que ver si los muros se rodean de alambres de púas, serpentinas y cables electrificados. Si los patios o predios son bordeados con cercas, si se instalan cámaras, alarmas y proliferan los vigilantes privados con sus armas de fuego en casas particulares y empresas. Algunas personas hacen de sus modestas viviendas pequeñas cárceles de barrotes que han traído tragedias con consecuencias irremediables cuando sus habitantes quedan atrapados ante fenómenos sísmicos, explosiones internas o incendios. Este puede ser un síntoma evidente y tangible del “miedo por la delincuencia” que aqueja a los habitantes. ¿Cuál es el equilibrio entre las medidas derivadas de la prudencia razonables y las que son producto del temor? Una ciudad donde las verjas sean escasas y cuyo carácter sea decorativo, donde las casas pueden quedar con la puerta abierta y las personas, como en muchos pueblos aún ahora, pero más comúnmente antes, sacaban las sillas a las aceras y dejaban los ventanales en pampa viendo pasar y saludando a los caminantes, puede llevarnos a deducir que las personas en general se sienten seguras a pesar de lo que puedan decir las estadísticas y los comentarios oficiales. ¿Por qué la Catedral de Managua y otras iglesias católicas y de otras denominaciones han iniciado colectas económicas para rodear con un muro sus instalaciones?

Veamos los rostros, las actitudes de las personas cuando esperan el bus y caminan por las calles. ¿Las mujeres y hombres, jóvenes y adultos, toman con aprehensión el bolso, el maletín o la mochila…? ¿Se nota en su cara la precaución, la observación al otro para evitar descuidos, hay tensión en su espera o la gente está relajada? ¿Las personas se quitan el reloj, la pulsera, la cadena del cuello, esconden la billetera,…? Aquí tenemos otro síntoma visible de qué tan insegura se encuentran. Cuando son muchos(as) quienes se observan así, es indudable que la sensación de inseguridad y el temor ante el riesgo de ser víctima de un delito están subiendo. ¿Qué hace un conductor o pasajero cuando se acerca a un semáforo? ¿Cierra las ventanas y asegura la puerta? He allí una muestra del temor que le invade y obliga a protegerse.  Cuando la gente que realiza caminatas matutinas en los alrededores de su vecindario lleva un garrote o una varilla metálica ¿Saben ustedes para qué carga ese objeto?  Quizás para ahuyentar a los perros que encuentre, pero también puede ser una medida de protección ante un intruso que intente agredirle o robarle.

Si las altas autoridades, quienes se supone están mejor informadas y controlan los hilos del poder público, se mueven en las calles con excesivos y visibles dispositivos de seguridad o cuentan en sus lugares de residencia con ostentosos mecanismos de protección, cabría preguntarse ¿será porque hacen gala del poder como un viejo vicio no superado y recurrente? ¿O será porque, en el contexto de inseguridad creciente perciben, en un país cuyos niveles de inseguridad no son todavía extremos, una mayor amenaza a su seguridad de la que dicen existe? El ciudadano común al ver éste despliegue ¿Qué podrá interpretar? Pensará: ¿Qué haré para cuidarme de la delincuencia o las amenazas contra mi integridad ante el evidente despliegue que estos líderes o funcionarios muestran?

Los extremos de la tensión social pueden llevar a linchamientos de pobladores contra presuntos delincuentes, situación que afortunadamente no se da en Nicaragua, pero es común en Guatemala; al asesinato de policías y las asonadas contra entidades públicas y privadas destruyendo todo a su paso. El suceso ocurrido hace un año en La Paz Centro (15/09/08) donde vecinos enardecidos a partir de una errónea actuación policial, saquearon e incendiaron la delegación policial municipal, puede ser un campanazo de alerta que requiere atención temprana.

El grado de confianza entre las personas se puede notar en las calles; cuando es evidente, quiere decir que las relaciones interpersonales no se han perdido o deteriorado. La violencia criminal y la confrontación política lo primero que afecta es la confianza, condición indispensable para la convivencia social. Hagan la prueba ustedes, observen y comprueben. El riesgo objetivo y subjetivo a la violencia criminal son inseparables a la seguridad ciudadana; el segundo se basa en las percepciones en lo que la gente cree y siente; suele condicionar el comportamiento individual y colectivo, desde las ciudades y los pequeños pueblos del interior del país. Comparen cómo era hace diez o cinco años, ¿lo recuerdan? Y vean después si identifican cambio de actitud, precaución o preocupación más generalizada o exacerbada.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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