CARÁCTER CÍCLICO Y ESTACIONAL DE LA DELINCUENCIA
El comportamiento delictivo, al igual que otros fenómenos sociales y económicos, tiene un carácter cíclico y estacional; no es lineal durante el año. Hay meses en que las tasas delictivas suben y en otras bajan no necesariamente por la acción preventiva o coercitiva institucional. Estas variaciones no son iguales en los distintos tipos delictivos; tienen fluctuaciones que es posible estimar mediante observaciones de largo plazo, que, sin ser exactas, permiten estimar la variabilidad esperada a lo largo de un año típico. Algunos de los factores que pueden influir en estos cambios, siempre y cuando consideremos constante la cifra oscura (o la no denuncia) y no se presenten fenómenos extraordinarios, son: la temporada seca o lluviosa, las estaciones del año, temporadas calurosas o frías, tiempo de salida de la cosecha, fiestas religiosas o celebraciones cívicas, épocas de auge del comercio o turismo, etc. Estas circunstancias de carácter ambiental, económico o social, pueden aumentar o disminuir, facilitar o dificultar la movilización de las personas y pueden tener un efecto de propensión para algunos delitos más que otros. Aunque es posible deducir criterios generales criminológicos y su efecto en las tasas delictivas, pueden ser particulares y diferentes en las distintas regiones de mundo y entre los países y dentro de un mismo país, en los distintos departamentos, municipios o territorios, porque no son ajenos a la costumbre, la cultura, las condiciones del desarrollo humano y la capacidad de respuesta de las instituciones públicas. La capacidad del estado de disponerse a la prevención es mayor en algunos países y lugares que en otros, eso puede frenar la manifestación del delito partiendo del conocimiento del mayor riesgo y ocurrencia en algunas épocas o circunstancias.
En Nicaragua, en un contexto socioeconómico desigual, a partir de la segunda quincena de noviembre y durante el mes de diciembre se incrementa el riesgo a ser víctima de robos en la vía pública debido al incremento del flujo de dinero por el pago de aguinaldos y bonos, de objetos festivos por la Navidad y el fin de año. La publicidad genera “necesidad” artificial de comprar cosas inútiles, las promociones saturan el ambiente y contaminan a la población; muchas personas no tendrán capacidad de comprar, por lo que se genera creciente insatisfacción que puede despertar o desarrollar acciones ilícitas para obtener el dinero o el artículo ajeno. El consumo de licor aumenta durante, con ello también el riesgo de violencia.
En El Salvador, país que tiene la mayor tasa de homicidios de Centroamérica, por algún motivo, entre agosto y septiembre la tasa de homicidios tuvo un ligero descenso con respecto a meses anteriores, por lo que las nuevas autoridades gubernamentales ingenuamente o motivados por el interés de responder a la principal demanda de la sociedad salvadoreña, atribuyeron al éxito de su recién asumida gestión. Un fenómeno similar se había presentado en el 2008 previo a las elecciones generales. Terminado el periodo de descenso temporal de la tasa de homicidio que no necesariamente obedeció al accionar policial o gubernamental, sino que a otros factores sociales insuficientemente estudiados, se volvió a presentar algo parecido a lo visto a fines del 2008: la tasa volvió a subir con la tendencia creciente que ha observado lamentablemente durante la presente década en el país vecino.
Las variaciones de los índices delictivos no solamente deben compararse con el periodo anterior sino con igual periodo del año precedente. Algunos cambios (disminuciones o aumentos) pueden obedecer a fenómenos temporales que es necesario observar y analizar; no necesariamente son tendencias sostenibles. La ocurrencia de desastres naturales, asonadas políticas o sociales, revoluciones, cambios urbanísticos, etc., generan cambios bruscos.
Durante la presente temporada en Nicaragua y otros países productores de café, se levanta la cosecha del “grano de oro”. Los cortadores y obreros agrícolas se mueven en los cafetales y las zonas rurales y urbanas con el dinero recibido de su jornada y los hacendados o capataces con el dinero para pagar. Ambas circunstancias incentivan el robo de dinero y cosecha por parte de bandidos ocasionales o dedicados cotidianamente a estas lamentables “prácticas”, por lo que la policía organiza un plan especial de protección a la salida de la cosecha. Las fiestas patronales que conmemoran celebraciones religiosas conllevan gran movilización de personas, mayor consumo de licor y ferias o caramancheles que se instalan en las plazas municipales durante unas semanas. Ello trae violencia y obliga a planes policiales especiales. La temporada de playa entre enero y abril moviliza a gran cantidad de personas hacia las costas y balnearios. Esto se incrementa significativamente durante la Semana Santa que es el periodo de mayor ocurrencia de accidentes de tránsito y víctimas fatales.
Es común el incremento del delito entre marzo-abril y noviembre-diciembre. Suele haber una reducción de estos problemas entre enero-febrero y mayo-junio. Aunque estas referencias no son homogéneas en el territorio nacional porque hay lugares en donde las tasas pueden variar por situaciones particulares durante algunos periodos, es posible percibir, desde el análisis estadístico limitado, estos comportamientos que indudablemente requieren mayor profundidad en el análisis criminológico de causalidad.
Dado que estamos en una de las temporadas vulnerables por el fin de año, el pago de aguinaldos, la publicidad y las promociones navideñas, las celebraciones escolares, el incremento de la movilización de personas en los centros de comercio y la salida de la cosecha cafetalera, son recomendables algunas acciones preventivas. No solamente las que cotidianamente la policía organiza desde la celebración de la gritería hasta el inicio del nuevo año, sino medidas de sentido común y de responsabilidad de las personas que se mueven en la ciudad y el campo. La más importante es no ostentar ni llevar visible el dinero u objetos de valor que llaman la atención a los delincuentes; no dejar solas las casas. Para quienes efectúan pagos, traslados de dinero y otros bienes, que la información sea manejada con sigilo para que sólo estén enterados quienes deben saberlo. Informar a los pobladores sobre medidas de prevención en los centros de comercio, control sobre el transporte colectivo y selectivo, iluminación en los accesos a lugares concurridos, son acciones que las entidades encargadas de la seguridad ciudadana, los medios de comunicación y el sector privado deben promover. Desde las organizaciones comunitarias se puede promover la prevención según la problemática local. Ello puede asegurar una temporada más segura a pesar del riesgo que conlleva de manera cíclica, estacional y creciente.