Reflexiones

COMPRENDER LO INEXPLICABLE

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December 20, 2010

Hay cuestiones sobre las que no se puede decir ni explicar mucho, digamos mejor nada, si no lo sientes ni lo percibes, si no lo intuyes, es inútil decir casi cualquier cosa. Puede expresarse mucho de lo posible, pero entenderse poco. No lo sé, cada quien podrá comprenderlo de manera distinta.

El lenguaje que usamos restringe en palabras (escritas y verbales) los significados, son símbolos y convenciones, que sustituyen insuficientemente la experiencia (individual y colectiva; actual e histórica); sabiendo que la razón es incompleta, se necesita trascender a las palabras y a la lógica, recurrir  imprescindiblemente a la intuición, que según Jung, no es más que la percepción del subconsciente.

Esto es aplicable incluso a la gestión en las organizaciones, económicas, empresariales, sociales y políticas, en donde cada vez ha quedado mejor demostrado que el “homo economicus” que se supone actúa en base a la racionalidad absoluta, no existe, y cualquier supuesto basado en esa hipótesis, no es real (Zey, 1992). En realidad hay una muy limitada racionalidad en el proceso de toma de decisiones en cualquier ámbito donde interviene el ser humano, hay, a pesar de lo que se diga, mucho de intuición y olfato. Los tomadores de decisión en las entidades privadas y públicas no perciben algo que esté ocurriendo sobre lo que hay que decidir, hasta que el problema se equipara con otro con el que han tenido cierta experiencia (Hall, 1996). Es hasta que se hace o decide algo, que se desarrollan, con frecuencia, las razones que suenan racionales para justificar lo hecho, encaminado ya por la voluntad de quien puede, por el impulso y la motivación humana e intuitiva. La toma de decisiones es una actividad de búsqueda impulsada por símbolos (Masuch y La Potin, 1989) y por la subjetividad.

Se afirma que todo puede ser escrito y dicho o pretender ser explicado, pero no todo entendido ni expresado suficientemente, no es posible abarcarlo si no se imagina o vive más allá de los límites físicos, palpables y conocidos. Los creyentes hablan de la fe, se cree o no, no hay otro camino, pero más acá de lo trascendental, en lo cotidiano y simple, se requiere superar la restricción racional. Somos inseparablemente, en nuestra condición actual, razón, emoción e intuición, materia perecedera y espíritu.

Cuando me surge una idea o una sensación particular, una especie de certeza de algo que se siente y piensa, con frecuencia soy movido a escribirla. Cuando el texto está hecho, las palabras y los signos juntos en la manera y posición comúnmente aceptada, al volver al leer, a veces percibo, que aquella idea o sensación original apenas fue lograda. En otras ocasiones, creo que la aproximación de lo escrito con lo pensado e inicialmente sentido es alta, entonces, vivo el regocijo y la satisfacción del escritor al decir, en el alcance y profundidad buscado, lo que se quería. No siempre es posible, a veces quedo lejos, rondando, sin llegar al punto, me aproximo o, las palabras, como ocurre en no escasas ocasiones, hacen su propia trama, producen y reforman, toman el rumbo de sus creaciones. A veces las palabras sobran, pueden confundir, desvirtuar y desfigurar, en ocasiones, ellas se auto determinan ajenas a uno mismo.

Por eso es que Aquel no tiene nombre y cualquier sustantivo que se use para nombrarlo lo restringe, tergiversa y reduce a lo que no es. El Que No Tiene Nombre ES, a pesar de la multitud de títulos y características con las que se le pretende abarcar y describir, cuestión imposible por ser Quien Es: Todo, en donde evidentemente también esta última palabra, será defectuosa.  “Soy el que Soy”, dijo a Moisés en el Éxodo. En “El alma del ateísmo” (2006) el filósofo francés André Comte-Sponvilles escribió: si un ateo dice que puede demostrar que Dios no existe, es un incrédulo mentiroso, porque nunca podrá probar la inexistencia de Dios; si un creyente dice que puede demostrar la existencia de Dios, será un creyente igualmente mentiroso, porque tampoco podrá, con los argumentos de la razón, demostrar que Dios existe. Aunque algunos afirman que “la fe es razonable”, todo tiene a fin de cuentas sus argumentos.

COMPRENDER LO INEXPLICABLEDespués puede ser que el lector, como tantas veces he comprobado, a partir de su particular subjetividad y experiencia, impone sus propios paradigmas, interpreta la idea o la siente, le encuentra otros matices que, desde mi posición, ni siquiera sospeché ni imaginé. Así se recrea la vida y la literatura que es parte sustancial de ella y en la cual convivimos, mientras se pueda.  Lo mismo le ha de pasar al pintor, al escultor y al músico, con sus colores e iluminaciones, sus formas y bordes, sonidos, silencios y tiempos.

El aprendizaje, indudablemente tiene un camino andado antes que nosotros, es un conocimiento social, histórico, heredado, genético y cultural, que permite asimilar con prontitud a partir del antecedente que no siempre comprendemos pero permanece escondido en nosotros, en la colectividad humana. Nadie garantiza que lo aprendido no se olvidará, no es imperecedero de generación en generación ni en la propia existencia individual.

Para ensanchar nuestros horizontes interiores y exteriores, hay que desafiar la visión del mundo que nos restringe, esa concepción estrecha de lo que vemos y quizás tocamos, es necesario beneficiarse de nuevas ideas y estar anuentes a escuchar la intuición, porque tenemos que aceptar que no conocemos todo, que no podemos conocerlo todo, contrariamente, es casi nada lo que conocemos. No por desconocer quiere decir que ese algo o alguien no existen. Para explorar nuevas experiencias para profundizar nuestro desarrollo y aprendizaje, hay que evitar dejarse atrapar por la rutina del entorno del pequeño pozo en donde vivimos y que a veces creemos abarca la totalidad de lo posible y lo que existe. Para airear la habitación en donde permanecemos, no hay que perder la oportunidad de abrir las puertas y las ventanas para dejar que el aire corra y se renueve sin restricciones. Dejemos que lo sorprendente se acerque, que lo inesperado llegue.

Una vieja historia del budismo Zen recuerda al maestro y su discípulo caminando por la montaña. El joven discípulo, inquieto por aprender, pide al maestro que le enseñe todo lo que hay que saber, el maestro guarda silencio. El laurel silvestre estaba en flor y perfumaba el aire.  El maestro preguntó: “¿sientes la fragancia?”. El discípulo cerró los ojos, aspiró y asintió; dijo: “siento el aroma maestro”. Entonces respondió: “Ves, no te he ocultado nada”, no tengo nada que enseñarte.

COMPRENDER LO INEXPLICABLE¿Quién puede describir y transmitir suficientemente qué es el olor del jazmín, el aroma de los pinos al atardecer, o el de los eucaliptos agitados por el viento con su refrescante olor? ¿O la sensación de duelo, dolor de parto o gozo, un sentimiento, una sensación o un susto? Si no lo relacionas con lo conocido, por experiencia o semejanza, si no lo has comprobado o imaginado antes, es muy difícil poder aproximarse para comprender. Se requiere superar el instinto por la razón y la razón por la intuición. Si no lo sientes no lo entiendes plenamente. ¿Qué sentido tiene tratar de comprenderlo todo cuando sabemos que el Todo es incomprensible por la parte insignificante que somos?

En estos tiempos, cuando el lado femenino de la intuición es parte beligerante y requiere salir a flote para conocer y comprender, para vivir y transformar, surge la urgencia de la sensibilidad, los sentimientos y la solidaridad, prevalece, quizás lo sientes con la mente, los sentidos y el corazón abiertos, la oportunidad, en medio de las crisis que nos agobian, de un nuevo despertar de la humanidad.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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