Filosofía y Religión Reflexiones

SEGUNDAS OPORTUNIDADES POR LA SIMPLICIDAD ESENCIAL

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July 4, 2011

“La verdadera profesión de un hombre es encontrar el camino hacia sí mismo”. Hermann Hess

La pequeña, transitoria y fugaz vida humana, de la que Camus escribió era “una chispa en medio de dos grandes oscuridades”, tiene acontecimientos inexplicables o incomprendidos, cotidianos y desapercibidos. En nuestra brevedad es urgente la simplicidad esencial. Al nacer surge una oportunidad; cuándo, dónde y cómo nacemos, es parte del azar de existir al no escoger a nuestros padres ni nacionalidad ni posición socioeconómica. Algunas culturas y creencias, principalmente orientales, pero también presentes en occidente, aceptan la reencarnación, dicen que el alma existe desde siempre, escoge dónde nacerá en correspondencia a sus vidas pasadas, karmas y  necesidades de aprendizaje para avanzar hacia su plena realización.

SEGUNDAS OPORTUNIDADES POR LA SIMPLICIDAD ESENCIALPedagogos y sicólogos afirman que el recién nacido, después niño(a), adolescente, joven y adulto, comienza siendo como “una página en blanco” en donde asimilando el entorno, recibe información, asume comportamientos, lenguajes, costumbres, prejuicios… absorbe del círculo que le rodea, las mañas y virtudes, los miedos y certezas, las tristezas y alegrías. Es una incidencia social a partir de la herencia genética individual, hasta que, en cierto momento, comienza a despertar “el libre albedrío”, la  capacidad nunca plena, de decidir y discernir, de optar entre cosas y situaciones,  complejas encrucijadas sobre las cuales cambia de rumbo su vida (y también la historia). Sin embargo, esa capacidad decisoria, en ocasiones queda ahogada por las restringidas circunstancias o los aturdidores acontecimientos que ensombrecen y terminan apagándole.  Es posible que la persona termine siendo una barquita movida por la corriente de un río inmenso y turbulento, empujada por su fuerza hacia un lado y otro, habiendo perdido en algún momento o en la suma de momentos, la posibilidad de asumir una orientación propia.

Viviendo, algunos, poco a poco lo comprendemos, otros nunca o con mayor rapidez; encontramos un conjunto de disposiciones, personas, sucesos, talentos que nos rodean, poseemos o  adquirimos; teniendo en primer lugar vida y adicionalmente otras cuestiones, como familia, salud, inteligencia, unos pocos dinero y poder, muy contados naciendo en “cuna de oro”, no por mérito propio, sino por herencia, trabajo o aprovechamiento ajeno, llevan ventaja con respecto a quienes, viniendo del “fondo del pozo”, como dijo Thomas Mann, ascendieron por esfuerzo propio a constructivas posiciones científicas, académicas, artísticas, políticas y sociales, aunque quizás, no en todos los casos, pudieron encontrarse a ellos mismos.

SEGUNDAS OPORTUNIDADES POR LA SIMPLICIDAD ESENCIALEs común que, habiendo recibido la existencia y muchas cosas que se van descubriendo mientras se transita en ella, adquiriendo facultades para hacer bien, para ayudar, para aprender a amar y construir, hayamos hecho lo contrario, o incluso, haciendo lo correcto, hemos olvidado o descuidado algo: “la pequeña, transitoria y fugaz vida humana”, la hallamos creído grande y permanente. Esa forma de ver, sentir, hablar y hacer, manera tan humana, a pesar de la certeza de morir que debería ser común, confunde y nos hace creer imperecederos. Caemos en el error filosófico más común de apreciación que tiene efectos profundos en nuestra vida personal y que, en dependencia del poder real que acumulemos, influye de manera determinante en la época social en la cual nos ha tocado existir.

Todas las personas necesitan una segunda oportunidad a partir de una experiencia personal que le obliga a replantear todos sus conceptos. No me refiero a la de aprobar un examen en la escuela, volverse a casar, tener éxito en una empresa o ganar una elección política, esas son a fin de cuenta de menor importancia. Me refiero a la ocasión de identificar la profunda e íntima existencia, de abrir los ojos ante la propia temporalidad y reconocer, no necesariamente para decirlo en voz alta, quién eres, cuál es tu propósito, y asumirlo. Hay quienes, desaprovechando, no percibiendo y pasando por alto esa nueva puerta que abierta, tienen la dicha de tener otras. Hay quienes las desperdician todas y cuando están al borde de la muerte, tal vez allí, al final, en el último instante, ven con claridad la confusión, a veces ni ese tiempo fue posible. Entonces la vida se va como un desperdicio en la cañería ¡qué tristeza! ¿Para qué lamentarse ahora después de tantas oportunidades dejadas?

Hay quienes rectifican pronto y con poco, hay quienes nunca. Se requiere estar atentos con humildad para ver y dejarse influenciar positivamente, para sacudir las inutilidades, para diluir el velo que cubre lo esencial, para derribar las murallas que impiden avanzar, principalmente las cimas del orgullo humano y material sobre los cuales se pierde la perspectiva. Es un proceso interno, visible, no es lo externo lo principal, refleja la transformación interior que es la causa, requiere quietud y silencio.

SEGUNDAS OPORTUNIDADES POR LA SIMPLICIDAD ESENCIAL¡Qué es la vida si no un aprendizaje continuo para ser feliz! No a costa de otros sino para uno y otros, no la de apariencias suntuosas, sino esa que es discreta y que algunos erróneamente desprecian, hasta que un día, a quienes llega ese día, cuando las circunstancias ponen una segunda oportunidad, las cosas se revelan con obvia simplicidad. En un momento es posible que te des cuenta que pasaste tiempo y esfuerzo dedicado al trabajo y no a tu familia, a las cosas y no a las personas; que el tiempo fue absorbido inútilmente por todo lo ajeno y no escuchaste el murmullo que desde dentro te permita ver tu esencia existencial. Del Evangelio de Mateo: “… has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”. Ser sabios que son sencillos, hay ignorantes que no lo son; la verdadera sabiduría es sencillez.

El momento aprovechado, -porque el desaprovechado será irremediable desperdicio-, marcará un antes y un después, la manera de ver, entender el mundo y tu vida será distinta, el sentir, pensar y hacer será de naturaleza nueva. Los creyentes bajo cualquier denominación religiosa le llamarán “conversión” o “iluminación”, desde una visión ideológica se anunciará la utopía del “hombre nuevo”, algo que no necesariamente es colectivo, sino individual. El Dalai Lama afirmaba, que “la mejor religión es la que te hace mejor persona”. Podría decir que no hay mejor partido, ni oficio, ni empleo… el mejor partido político, la mejor ocupación y profesión para cada uno, es aquella que te hace ser mejor persona.

Cada uno tiene su instante, el instante llega y pasa, puede ser que lo tomes o dejes, allí entra en juego la libertad, la limitada capacidad de decidir, sesgada por influencias exógenas, predisposiciones y condicionamientos que desde pequeño el ser humano recibe hasta llevarlo a lo distinto y ajena a sí mismo. El acontecimiento que marca el antes y el después puede ser cotidiano, repentino, al despertarse, una palabra, una persona, un libro, … con frecuencia es un suceso dramático, trágico, que te sacude, la muerte de un familiar querido, un hijo, por ejemplo, el padecimiento de una enfermedad grave y quizás incurable, el deterioro personal por el alcohol, la droga y de otras dañinas dependencias, la quiebra económica que te arrastras a la miseria, la caída desde el poder político al olvido, el derrumbamiento de lo que creías y en lo que confiabas de manera absoluta. Se te muestra el acontecimiento, te absorbe. El suceso ocurre independiente de vos o a consecuencia de tus actos; lo clave es: ¿cuál será tu reacción? Puede ser angustia, desesperación, depresión u odio, o toma de conciencia de tu naturaleza perecedera y a la vez trascendental, te obliga a poner los pies sobre la tierra y mirar al cielo, te lleva a tirar las cosas inútiles y dejar tu casa y tu maleta con lo fundamental. El mundo de antes no será más igual.

Existen desde la historia y en la actualidad ejemplos de personajes en todos los ámbitos. Conocemos de personas cercanas, con facilidad podemos identificar a alguien que era de una forma antes y es distinto, para bien, ahora. Quizás alguno de nosotros pueda reconocerlo desde su experiencia. No tiene nada que ver con la fama, la riqueza ni el poder, podemos ser ausentes a pesar de todo, tampoco con la miseria y la ignorancia. Hubo un instante que le movió y, haciendo lo correcto, simplificó su vida. Veámonos nosotros en la intimidad en la cual, por mucho que pretendamos engañarnos, estamos necesariamente solos. Disminuyamos el ruido exterior y encendamos dentro la lucecita tenue y suficiente que alumbre para encontrarnos.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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