MENOS HOMICIDIOS, MAS MUERTES

El delito más grave y de mayor preocupación por sus consecuencias es el homicidio agrupando en esa categoría las formas delictivas que llevan a la muerte de una persona (asesinato, homicidio, homicidio imprudente, feminicidio, parricidio) en correspondencia a las distintas legislaciones penales. Es utilizado con frecuencia para medir el nivel de violencia delictiva de un país, tiene muy baja cifra oscura (difícil ocultar una muerte provocada). La ocasionada por accidente de tránsito, es de acuerdo a la ley penal nacional, un homicidio que la Policía registra como “homicidio por imprudencia de tránsito”. La “tasa de homicidios” en Nicaragua (incluye asesinato, parricidio y homicidio, pero no muertes por accidentes de tránsito), al concluir el 2011 fue de 12.9 x 100 mil habitantes, observó un descenso con respecto al 2010 cuando llegó a 14.2. Algunos estados incluyen en su registro todo, otros los separan; para compararlos debemos tomar en cuenta los diferentes criterios. Es razonable que se midan separados, pero también juntos porque ambos son delictivos, afectan la vida de las personas.

Hay tres situaciones que podrían esconder un porcentaje de muertes delictivas no conocidas.  Estos son:

1) La cantidad de desaparecidos, ¿Cuántas personas desaparecen y por qué?

2) Las lesiones graves o gravísimas con peligro de muerte.

3) Las aparentemente provocadas por accidente de tránsito, suicidio y otras presuntamente “naturales”.

En estos casos es probable que se produzca la muerte de una persona, o que el “accidente” esconda la acción delictiva deliberada. Muchas veces la información oficial no recoge el problema y más cuando los datos no son conciliados interinstitucionalmente. En Nicaragua, el registro de homicidios lo proporciona unilateralmente la Policía. En El Salvador, es derivado de la conciliación periódica de tres instituciones: Policía, Fiscalía General e Instituto Forense. Es recomendable, según se indicó en “Seguridad Ciudadana 1998-2010, Nicaragua: Riesgos, Retos y Oportunidades” (PNUD, agosto 2011) que los datos de los principales delitos, particularmente homicidios, sean construidos interinstitucional entre la Policía, el Ministerio Público y el Instituto de Medicina Legal, para disponer de información más consistencia. Actualmente cada órgano del sistema de justicia maneja cifras distintas, aunque es la Policía la que lleva la estadística más confiable y completa desde 1980.

Afortunadamente en 2011 la Policía de Nicaragua conoció menos homicidios: 761, es decir 7% menos que el año anterior (2010) que alcanzó la sorprendente cantidad de 826 víctimas, la mayor desde 1992 (840). Esta reducción, cuyo análisis de causalidad abordaremos en otro momento, se vio lamentablemente afectada por el incremento significativo de las muertes por accidentes de tránsito y los suicidios. El balance final de muertes violentas provocadas en Nicaragua entre 2010 y 2011 observó un ligero incremento al pasar de 1,598 en 2010 a 1,609 en 2011, es decir, 11 personas adicionales truncaron sus vidas.

Las victimas por accidentes de tránsito pasaron de 571 en 2010 a 613 el año pasado, un incremento de 7%. Sorprende que los suicidios pasaran de 174 a 201, ¿Por qué ese aumento? ¿Qué factores personales, familiares y sociales ocasionaron estas muertes lamentables en donde la mayoría son personas entre 16 y 40 años? Tenemos que analizar dicha situación desde la sociedad y sus instituciones. Hay reducción de la cantidad de homicidios sin embargo hay más muertes provocadas de manera violenta. En 2011 el 47% de las muertes violentas fueron por homicidios (52% en 2010), el 38% por accidentes de tránsito (36% en 2010), pregunto: ¿habrán sido todos realmente accidentes de tránsito? ¿Cuántos fueron encontrados atropellados en la calle donde el vehículo se fugó premeditadamente porque hubo intención?, y el 14.6% se registraron como suicidios (12.6% en 2010), sobre ello pregunto: ¿fueron valorados por el Instituto de Medicina Legal? ¿qué confirmó la investigación posterior? ¿Pudo existir detrás una muerte intencional provocada?

A partir del Código Penal nuevo, el dato policial que era: “lesiones” y “lesiones por accidentes de tránsito”, diferenció: “lesiones graves”, “lesiones leves” y “lesiones imprudentes” y “lesiones por accidentes de tránsito”. En “lesiones graves” (art. 152): la que “hubiera puesto en peligro la vida o dejara una cicatriz visible”, incluye las “lesiones gravísimas” (art. 153). Según experiencias en otros países, puede ocurrir que el 2% de las “lesiones graves y gravísimas” lleven a la muerte. En los últimos dos años, la Policía registró como lesiones graves 2,412 casos (2010) y 2,484 (2011). ¿Podríamos considerar que el 2% de las lesiones derivan en muerte pasando a ser homicidios?  ¿Cómo saberlo?  Ello requiere un seguimiento preciso que obliga indudablemente a una evaluación interinstitucional del fenómeno para el abordaje de la causalidad y la incidencia efectiva en la prevención que demanda acciones integrales sociales e institucionales, educativas, de salud pública, policiales y penales. Solo el conocimiento adecuado del fenómeno permitirá identificar las medidas efectivas y sostenibles que contribuyan a preservar la vida de las personas.

Tal y como lo hemos indicado antes es posible por el crecimiento de la economía nacional y los numerosos programas sociales impulsados por el gobierno desde 2006 que benefician a grupos vulnerables y contribuyen en reducir la pobreza (según distintas fuentes), mejore la seguridad ciudadana siempre y cuando dicho crecimiento económico fortalezca la equidad y la institucionalidad. Ello podrá reflejarse en la reducción de los delitos graves, principalmente el homicidio y ojalá el robo que es la preocupación social más común.

MUERTES VIOLENTAS