DINERO, LAVADO Y CRIMEN
Centroamérica ha sido testigo de dos hechos que han preocupado a la opinión pública. Uno a raíz del asesinato por error de Facundo Cabral (Guatemala, julio 2011), evidenció una amplia red delictiva organizada transnacional que ejecuta diversas actividades (narcotráfico, narcomenudeo, prostitución, soborno, evasión fiscal, lavado de dinero, corrupción, sicariato) y otra reciente, la captura de 18 mexicanos en 6 vehículos rotulados de TELEVISA (Las Manos, ag. 2012) con 9.2 millones de dólares y que transitaba con frecuencia por la región, se movilizaba de manera burda supuestamente para pagar y/o trasladar (¿?) dos toneladas de droga en Costa Rica. Los hechos desencadenaron diversas investigaciones ante la complejidad criminal organizado y las debilidades institucionales regionales. Es preocupación estatal y social lo poco que se sabe y lo mucho que se ignora sobre los enmarañados del problema. Se requiere mejorar la coordinación regional y repensar la estrategia global.
El propósito del crimen organizado es obtener beneficios económicos. Por sus características es la expresión del capitalismo salvaje en su decadencia. Las “utilidades” máximas las logra con el mínimo control, al margen de regulación legal, sin límites fronterizos ni restricciones. Si para evadir debe comprar poder político, económico, social, religioso, judicial, militar y policial, lo hará para asegurar sus operaciones ilícitas, garantizar impunidad, obtener información y protegerse de otros grupos. El dinero y los activos circulan para usufructuarse, comprar y pagar. Fluyen desde muchas fuentes operativas hasta los altos niveles de la organización mediante canales y métodos dinámicos, creativos y diversos adaptándose con flexibilidad al entorno.
Economías pequeñas tienen menor capacidad de movilizar dinero del crimen organizado que economías grandes. Las sociedades o territorios con más necesidades sociales son más propensas que las que tienen mejor desarrollo humano. Los países que cuentan con instituciones frágiles y muy limitadas, son escenarios propicios para la delincuencia organizada y el usufructo de sus beneficios que los Estados con institucionalidad sólida y estable. La posición geográfica es otro riesgo ineludible.
El “dinero” de la narcoactividad pasa por redes delictivas locales, regionales y globales, desde el pago por “bienes” y “servicios”, principalmente por drogas, armas, documentos, otros objetos y personas, influencia y protección. Interactúan víctimas y usuarios, distribuidores e intermediarios, en una cadena jerarquizada que tiene división del trabajo con especializaciones. Son distintos los que fabrican, los que embalan y transportan, los que cobran deudas o ejecutan a competidores o traidores, los que distribuyen y llegan al consumidor final. Hay quienes dirigen, aseguran la logística, buscan y utilizan información, compran y chantajean a funcionarios públicos y privados. Quienes administran y movilizan el dinero a legalizar en el mercado formal, utilizándolo e invirtiéndolo, no tienen “cara de matones”, no suelen hacer “violencia”, realizan actividades reconocidas en grupos económicos y sociales de “éxito”, se visten con elegancia, son prósperos empresarios que obtienen enormes beneficios al introducir el dinero en canales lícitos.
Los “negocios” del crimen organizado son diversos: narcoactividad, armas, personas, mercancías, vehículos, piratería, club nocturnos, etc. Cerca del cincuenta por ciento de los flujos financieros provienen de la narcoactividad; la otra mitad a otros “mercados subterráneos”. Las principales limitaciones para detectar los beneficios financieros del crimen organizado son:
- El dinero que proviene de la venta de drogas, armas ilícitas, prostitución, contrabando, etc. es idéntico al de un asalariado, un comerciante legal o un exportador de lácteos. Los flujos financieros se mueven y mezclan en la economía nacional y global.
- Las economías nacionales requieren recursos financieros. Fluyen a través de la banca, del sector público y privado, por lo que es difícil establecer regulaciones rígidas que restrinjan su movilización porque ahuyentarán la “inversión”. Ante la “necesidad” se prefiere ser “flexibles” porque el capital se asusta y huye del control.
- El crimen organizado, para asegurar la movilización de su dinero, compra y chantajea a quienes ejercen el poder.
- Cuando las personas tienen grandes necesidades insatisfechas y la informalidad económica es alta, buscarán la subsistencia en cualquier ocupación. Los límites entre lo ilícito e informal es tenue.
- La fragilidad institucional: insuficiente profesionalización, regulación laxa o incompleta, escasa presencia territorial, limitado control y corrupción.
Parte de las finanzas en las grandes economías y en las altamente informales, con gran déficit social, provienen de actividades ilícitas; la narcoactividad, forma predominante del crimen organizado, es mayor que el PIB de C.A. ¿Cuáles magnitudes se infiltran en las economías nacionales? No sabemos. Desde los indicadores macroeconómicos y los depósitos en la banca nacional, algo se puede especular.