Reflexiones

BASURA DE LAS FIESTAS Y NECESIDAD CÍVICA

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December 30, 2012

“La ciudad está opaca, cuando tiene tristeza, / se extiende y suena entre sus calles el rumor humano, /

la máquina hueca, el pavimento, el cemento armado, / las casas hacinadas, heridas y dispersas,…. (Desencuentro, Huellas del otoño).

 

Después de las fiestas, queda la resaca, aumenta la basura y el hedor en los cauces. Se acumulan en calles, cunetas, aceras y en los predios los desperdicios de la publicidad y el consumo, falta responsabilidad de quienes tiran los desechos por cualquier lado y en donde muchos otros buscan la subsistencia. ¿Nos acostumbramos a convivir entre la suciedad y el desorden? La falta de limpieza en la ciudad es responsabilidad principal de quienes la habitan, refleja la actitud de tirar las cosas en cualquier lado pero, también muestra las insuficiencias de los encargados de recolectarla, informar y educar a sus habitantes para crear hábitos y obligaciones. Managua es lamentablemente una capital que, a pesar de los atractivos que el Gobierno ha desarrollado en algunas plazas y avenidas, se opaca por la suciedad, gasta dinero para medio limpiar lo que rápidamente se vuelve a ensuciar. Cuando crece desordenadamente tiene el riesgo, además del insoportable tráfico, la contaminación ambiental, sonora y visual, aumenta la suciedad, a menos que la organización, educación y responsabilidad de sus pobladores, empresas e instituciones, atiendan con persistencia estas indeseables consecuencias del “crecimiento urbano”.

BASURA DE LAS FIESTAS Y NECESIDAD CÍVICAHace décadas, en la Colonia Centroamérica vivía un hombre amable, comprometido, comunicativo, de cabello blanco “como la piel del armiño” que cada semana, con los borrachitos de la vecindad, limpiaba las cunetas y aceras, era don Zacarías Chamberlain. En ocasiones desramaba y podaba el monte, blanqueaba las orillas de las cunetas, la base de los postes y árboles, daba gusto ver cómo quedaban las calles y callejones después del esfuerzo colectivo que contagiaba. Esa actitud ejemplar no solo nos llevó a admirar su comportamiento cívico, sino que, al igual que muchos niños y jóvenes que nos uníamos voluntariamente a esta labor –entusiasta jornada de responsabilidad comunitaria-, a asumir  la obligación social de preservar la limpieza y el decoro en nuestro entorno. Tenemos que asimilar y divulgar esta lección. Las jornadas voluntarias de limpieza promovidas en la década del ochenta, las que a veces impulsan diversas organizaciones comunitarias, deberíamos retomarlas como una práctica cotidiana y no ocasional. Limpiar y ordenar el vecindario es una obligación cívica ineludible, también es una necesidad social.

No cabe duda que si hubiera en cada una de nuestras ciudades cien Zacarías Chamberlain, los vecindarios serían limpios a pesar de las fiestas y sus consecuentes desperdicios. Orden y limpieza es seguridad, salud y desarrollo, mejora la convivencia y la tranquilidad social, es uno de sus síntomas más visibles. Repito lo que escuché numerosas veces decir al sacerdote Mauro Iacomelli, lo que también ahora expresa el padre Joselito Ramírez del Hogar Zacarías Guerra: “donde hay orden y limpieza, allí está Dios”.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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