La insignificancia
Literatura

La insignificancia

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May 17, 2013

“Sólo desde lo alto del infinito buen humor puedes observar debajo de ti

la eterna estupidez de los hombres, y reírte de ella”. Milán Kundera

La insoportable levedad del ser (1969) puede ser la novela -dicen filosófica-, más conocida del escritor checo, nacionalizado francés, Milán Kundera (Brno, 1929), La fiesta de la insignificancia (2014), ha sido la última publicada. Comenzó su diversificada obra escribiendo a favor del comunismo y después como disidente, sus libros fueron prohibidos en Checoslovaquia, emigró a Francia (1975) y sus creaciones recientes -esta novela-, fueron escritas en francés.

Una vez, un apreciado poeta nicaragüense, de muchos años recorridos, en el Centro Nicaragüense de Escritores, hablando de libros y autores, le dije que acababa de leer El Evangelio según Jesucristo de Saramago, comentó, casi escandalizado: “no leo autores comunistas ni ateos”, entonces nuestra conversación divagó alrededor de esa aseveración. Reconoció que leía, entre otros, a Kundera, que le gustaba la crítica contra los comunistas… He oído de otros afirmar: “no leo escritores de derecha”, o “a los autores gay”, incluso “a los de tal nacionalidad o creencia…” Pienso que los autocensurados lectores, excluyentes e intolerantes, limitan su conocimiento de la diversidad del pensamiento. ¡Imagínense de cuantas obras y autores se privan! Restringen su vista al universo que ve las cosas desde un punto de vista que coincide con el propio, empobrecen su visión del mundo cambiante; más allá de las convicciones personales, es necesario comprender al resto, identificar experiencias y argumentos, conocer las razones que impulsan a actuar de una u otra forma, divertirse y enriquecerse en la creación literaria. La literatura tiene belleza intrínseca, la armonía textual entrelazada con imágenes, proporciona placer particular, sin embargo, no es aséptica, responde a creencias y percepciones, a circunstancias e intereses, a la heterogeneidad inagotable e inconclusa de enfoques e incomprensiones, fundamentalismos y paradigmas, incluso los que tarde o temprano se derrumban, con la certeza que todo pasa y las verdades son relativas…

La insignificanciaLeo de todo y todos, no discrimino origen, credo, posición política ni estigmatizaciones ajenas ni opiniones críticas, leo con mente abierta cada libro que tengo oportunidad de conocer y que, en la brevedad del ser, donde el tiempo se nos va con velocidad imperceptible, puedo encontrar el tiempo para disfrutar el texto que recrea la imaginación y motiva los sentimientos. Dejo un libro cuando no me gusta, ni divierte ni enseña, cuando cansa y no atrapa. Suelo persistir cuando inicio la lectura, después de explorar la portada, contraportada, el índice y la introducción. Leo a Kundera y Márai, a Pessoa y Saramago, a Vargas Llosa y García Márquez, a Mo Yan y Gao Xingjan, a Grass, Hess, Borge, Galeano y Cortázar…

Dicen que esta novela, -talvez cierra la carrera del autor-, “proyecta su luz sobre los problemas más serios” sin pronunciar frases serias. Hay un viejo sueño estético del escritor, decir cosas importantes con humor y brevedad, evadiendo el tedio de la extensión en un mundo donde ni el tiempo breve alcanza. Personas se juntan y son distantes en espacios distintos y comunes.

El relato comienza presentando a los protagonistas. Alain pasa, en una calle de París, medita: ¿Dónde ve el hombre –o una época- el centro de la seducción femenina? ¿En los muslos, en los pechos, en las nalgas, o el ombligo? Ramón, cerca del Jardín du Luxembourg donde exponían la obra de Chagall, observa una interminable fila, ante los rostros aburridos, siguió de paseo. D´Ardelo va al médico donde le comunicarán el resultado de los exámenes sobre los sospechosos síntomas que no resultaron ser cáncer; faltan tres semanas para su cumpleaños Hace dos días falleció el amado de La Franck, mujer hermosa, de cincuenta, para quien “El ser humano no es sino soledad… una soledad rodeada de soledades”.

D´Ardelo dice a Ramón que organizará una pequeña fiesta por su cumpleaños; y sin saber por qué, mintió al amigo al decirle que el médico le confirmó cáncer; pide que no le cuente a nadie, “le encantaba su cáncer imaginario”. Ramón le regala a Charlie: Las memorias de Nikita Jrushchov y le cuenta sobre el cáncer que padece el amigo.

Conversan del libro. A Stalin, después de las largas jornadas, “le gustaba permanecer un rato más con sus colaboradores y relajarse contándoles anécdotas de su vida”, una de ellas dice que, al ir de caza, ve veinticuatro perdices, tiene doce cartuchos, disparó y mató a doce, regresa a casa a trece kilómetros, coge otra docena de cartuchos, vuelve, las perdices seguían en sus ramas, volvió a disparar y las mató. Todos, excepto Stalin, se reunían en un amplio baño; volvían a conversar y Jruschchov –se convirtió en jefe del imperio soviético- se atrevía a decir: “… al lavarnos las manos en el baño escupimos de desprecio. ¡Él mentía!…” No entendían la broma de Stalin, quien al otro lado del cuarto escuchaba los comentarios. Las memorias pueden ser “obra para el teatro de marionetas”.

Mijail Kalinin, “un pobre e inocente pelele” que fue presidente del soviet supremo, “era viejo y su próstata hinchada lo obligaba a mear con frecuencia”. Cuando inauguraron un teatro de ópera en Ucrania, pronunció un largo discurso por lo que se vio obligado a interrumpirlo varias veces y mientras tanto, la orquesta tocaba folklor y unas jóvenes rubias bailaban, al regresar al estrado, lo aplaudían. Stalin “le tenía ternura”, rebautizó la ciudad Königsbert como Kaliningrado (perteneciente a Rusia desde 1945) …

Alain sigue pensando en el ombligo… Una joven mujer sale de un coche, camina hacia el puente, se tira al vacío, cae en el rio. Uno se lanza detrás de ella, la arrastra a la orilla, el joven no puede sacar la cabeza. “El que quiso imponerle la vida ha muerto ahogado. Y aquel a quien ella había querido matar en su vientre sigue vivo. La idea del suicidio ha quedado anulada”.  Ella no quiere que se sepa, encuentra a Alain, su ropa está mojada. El padre de Alain respondió: “ya que insistes, te lo digo: tu madre nunca quiso que nacieras”. No sabe dónde vive. La encontró a los tenía diez años, a los dieciséis falleció su padre. “Desde siempre me ha aterrorizado traer al mundo a alguien que no ha pedido”. Charlie observa “una diminuta plumita blanca que, lentamente, planeaba, descendía, subía”. Su madre está agonizando…

El mundo puede representarse en multitud de formas, la gente cree cualquier cosa, hay “ilusión de la individualidad”. Para D´Ardelo tiene “valor la insignificancia”, es “la esencia de la existencia”. Ramón dice al amigo en un parque: “respira esta insignificancia que nos rodea, es la clave de la sabiduría, es la clave del buen humor”. ¡Hay tantas cosas tontas, tantos absurdos! Nos ahogan cosas inútiles, volvamos a la simplicidad, veamos lo grandioso de lo cotidiano y pasemos a la categoría de insignificante “la seriedad de las grandes verdades”.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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