Literatura

A veinte años de “Rostros ocultos”

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September 29, 2013

En 1993, hace veinte años, en el contexto de las protestas sociales que incluía el paro del transporte, cuando habían tranques en las calles y miles de personas se movilizaban a pie para sus casas y centros laborales, escribí lo que, doce años después completé y publiqué como una novela (2005), bajo el título de “Rostros ocultos”, lo cotidiano de la gente que se mueve en los buses del transporte colectivo de la capital. Según el poeta Guillermo Rothschuh Tablada (abril 2006): “materialmente descubre los rostros ocultos que a diario viajan en ese mundo trashumante de autobuses destartalados de Managua, en cuyo vientre se incuban desde amores furtivos hasta estudiantes pobres y vendedores pendencieros”. Es la misma rutina la que he percibido en la mayoría de las ciudades de América Latina que he tenido la oportunidad de visitar.

La novela, después de cinco ediciones, ha sido motivo de agradables conversatorios con centenares de estudiantes y maestros de secundaria y universitarios, he recibido numerosos mensajes electrónicos de quienes han recorrido sus páginas y se han identificado con alguno de los personajes que viajan en bus, al igual que ellos(as) y que, según la ficción, no tienen ningún nombre propio porque podrían asumir cualquiera.

Ernesto Cardenal escribió (noviembre 2008): “usuarios de buses son los que pueblan esta novela, contada por un modesto contador. Y su encanto es el de la vida ordinaria, la dulce y apacible rutina diaria en la que no se destaca ningún héroe (aunque en el fondo todas estas vidas anónimas son heroicas) y la poesía de lo prosaico”. Para Fernando Silva (2005) “las historias que se imagina están detrás de cada uno de esos rostros que describe y que resultan luego, que son los mismos rostros en la misma complejidad de la vida de cada uno de ellos, que simplemente llegan ahí y se acomodan en el asiento que ocupan todos los días que se van en el bus”. Francisco Arellano Oviedo dice que “se inscribe en el contexto de la calidad de la nueva novela nicaragüense y como en el caso de la arquería del arte románico, contribuye a darle profundidad y reciedumbre”.

En el prólogo, escribí (agosto 2005): “También en los buses he construido parte de lo vivido y a partir de esa existencia, escribo. Desde allí puedo entenderme y comprender a la gente que comparte conmigo la ciudad, ver los reflejos sociales y los comportamientos, recrear mi mente y escribir mi historia”.

A veinte años de “Rostros ocultos”Veinte años después de concebida y doce de haber visto la luz, a partir de un mensaje por Facebook de un lector anónimo: “Todo esto de las tarjetas TUC me hizo recordar el libro Rostros Ocultos! de Francisco Javier Bautista Lara… Ese libro será el mejor recuerdo que tendré de aquellas rutas que caminaban botando los tucos y de los 2.50 que pasarán a mejor vida la otra semana”, decidí dedicar unas horas del domingo para abordar varias rutas urbanas y rememorar mi publicación, en la víspera de mi próxima novela titulada “Manantial”.

Viajé con un ejemplar de la cuarta edición (Distribuidora Cultural, enero 2013) que dejé intencionalmente en un asiento de un bus. Sospecho que quien lo tome no lee la página donde escribo esta opinión. Cada domingo de los que faltan del año, mientras pueda, dejaré un ejemplar que esperará a un lector que suba al bus.

Ahora, es una flota renovada durante los últimos años gracias a las políticas gubernamentales, han iniciado el uso de tarjetas electrónicas para pagar el pasaje.  Hay muchas cosas distintas, la marca y el color, la limpieza del interior, la comodidad de los asientos, las rotulaciones internas, la pantalla, el aparato lector de las tarjetas electrónicas que ha causado incomodidades o incomprensiones (muchas por desconocimiento, desinformación o malas intenciones), es difícil vencer la  costumbre, lo conveniente del cambio seguramente será asumido plenamente con el tiempo, así pasa con las cosas nuevas. Hay algo que sigue siendo lo mismo, lo más importante, lo percibo con agrado, en ello radica lo extraordinario de nuestra ciudad desordenada entre la pobreza y las desigualdades, que sufre los embates de las lluvias y padece en su historia la amenaza sísmica, riesgos evidenciados en sus características urbanas particulares. A pesar de las dificultades, lo igual y extraordinario es su gente, sencilla, silenciosa (y bulliciosa), distraída (y curiosa), aparentemente indiferente, pero solidaria, vive y camina, sube y baja de las rutas de buses, continúa transitando con esperanzas…

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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