Nicaragua le debe mucho a La Salle, La Salle vive en la historia nacional
El Instituto Pedagógico, primera escuela normal de varones de Managua, y el Colegio en León, antes Beato Salomón, iniciaron sus cursos el 16 de junio de 1913, diez años después de la llegada de la primera comunidad de seis Hermanos de las Escuelas Cristianas a León (cuatro franceses y dos catalanes) el 15 de noviembre de 1903, cuando se hicieron cargo del Hospicio San Juan de Dios, obra del padre Mariano Dubón, gracias al apoyo del Dr. Máximo Zepeda y la gestión de monseñor José Antonio Lezcano, en ese entonces Vicario de la Diócesis de Nicaragua.
Ante la reconocida contribución a la educación de los niños en el Hospicio, desde fines de 1911, en el contexto de los acontecimientos políticos y militares que envolvieron al país, se inició, por intermediación del doctor Zepeda, ante el ministro de Hacienda don Pedro Rafael Cabrera y posteriormente ante el ministro de Instrucción Pública don Diego Manuel Chamorro, la gestión para fundar en Managua un colegio de primera calidad con la vasta experiencia de los educadores cristianos, quienes coincidieron durante la “restauración educativa” impulsada por los gobiernos conservadores desde Adolfo Díaz.
El 31 de mayo de 1912 se firmó el contrato de fundación del Instituto Pedagógico de Varones de Managua entre el ministro de Instrucción Pública y el Hno. Helión, Visitador de los Hermanos, el que quedó refrendado el mismo día por el presidente Díaz y el 5 de julio en Bélgica, por el hermano Gabriel María, superior de la Congregación. Contaba con veinte clausulas, en la primera expresaba el compromiso de “fundar en la ciudad de Managua un Instituto de Varones con cuatro cursos de estudios profesionales o sea para maestros normales, cursos que comprenderán las asignaturas que indica la Ley Fundamental de Instrucción Pública… Dicho Instituto tendrá anexas una Escuela Preparatoria en la cual se enseñarán los grados cuarto, quinto y sexto de enseñanza primaria…”.
La inestabilidad política, la guerra civil a Mena, la intervención norteamericana, la lucha antiimperialista de Benjamín Zeledón, demoró obviamente la implementación del Contrato. Al “restablecerse la paz” en las elecciones (2/11/1912) con participación unilateral del partido conservador –liberales estaban proscritos-, en donde fue escogido Díaz, único candidato (tomó posesión el 1/1/1913), se permitió que fuera retomado el proyecto del Pedagógico.
El 28 de enero fueron destinados a Nicaragua los hermanos Venero Carlos -primer director del Instituto-, y Argymiro Urbano, quienes, junto al hermano Armando Miguel, que estaba en el Hospicio, integraron el primer núcleo religioso del Colegio. En 1916 en la comunidad de religiosos había catorce Hermanos, la mayoría franceses.
El 2 de junio iniciaron las matriculas y el 16 los cursos con ciento veinte alumnos en los tres grados superiores de la enseñanza primaria y treinta para el primer año de estudios normales, de los cuales, cuatro años después (1917), egresaron los primeros trece maestros. El 1ro de mayo (1917), Diego Manuel Chamorro, Presidente de la República, refrendó otro Acuerdo con el Hno. Venero “para establecer y dirigir una Escuela Superiores de Varones con personal docente… y al menos cuatro maestros graduados en el Pedagógico”. Cuatro de los primeros egresados pasaron a la nueva Escuela: Adolfo Calero, Fulgencio Báez, Leopoldo Ibarra y Francisco Granados. Refiriéndose a estos jóvenes educadores, Calero, reconocido narrador, escribió la novela “Éramos cuatro”.
En noviembre de 1913, las comisiones especiales conformadas por el Gobierno para efectuar los “exámenes de tanteo” a los estudiantes, expresaron estar “plenamente satisfechos”, consideraban que “los métodos de enseñanza no dejan que desear por su base científica y desarrollo gradual”. Los evaluadores eran los académicos: Modesto Barrios, Felipe Ibarra, Gerónimo Ramírez, Trinidad Cajina y Pedro González.
El 8 de febrero de 1916, cuando el país se conmovía por la muerte de Darío, los Hermanos presentaban en Granada, en una conferencia científica, mapas, cartas murales, ábacos y otros medios educativos, en donde, según El Diario Nicaragüense, “el uso del método gráfico y comprensivo que es la base de su recomendable método de enseñanza” conquistó la admiración general de lo más importante de la sociedad granadina. La educación lasallista, desde sus comienzos, impactó por los innovadores métodos pedagógicos, el uso de gráficos y la síntesis, los medios cinematográficos, la formación integral que incorporaba el conocimiento científico y humanístico, la promoción cultural y deportiva, la formación religiosa y ética, la capacidad de reflexionar, aprender y crear.
Para el inicio de los institutos en Managua y León, aunque se contó, a pesar de la política anticlerical, con la autorización de Zelaya para que los Hermanos vinieran a Nicaragua (1903-1909) y después con la aceptación y subsidio de los conservadores para instalar y desarrollar ambos colegios (1911-1929), estuvo lleno de obstáculos e incomprensiones, sujeto a la vorágine de la vida nacional. Iniciaron en el contexto de guerra civil e intervención militar en donde Díaz, como indica J. E. Arellano, representó “la consolidación de la tutela estadounidense”, por cuanto la administración gubernamental del país estuvo sujeta al control político-militar norteamericano hasta 1933.
