Casi todo tiempo futuro es mejor
Suele decirse que “todo tiempo pasado ha sido mejor”, sin embargo, tal afirmación, desde la existencia y experiencia actual de la humanidad, vista en el largo plazo, no es consistente, es falsa. Lo cierto es que casi “todo tiempo futuro ha sido mejor”. El presente, el futuro del pasado histórico, tiene desde la mayoría de los puntos de vista, según la evidencia científica y no tanto las percepciones humanas que suelen tener vigencia de corto plazo, mejores indicadores que antes.
La esperanza de vida de las personas al nacer, ha pasado de ser cercana a 40 años a mediados del siglo XIX, a mayor de 70 a inicios del siglo XXI. La capacidad de diagnosticar y prevenir enfermedades se ha incrementado. Las facilidades para vivir, trabajar y divertirse son crecientes. En el siglo XVI las personas, para cruzar de un extremo a otro del mundo, necesitaban al menos tres meses, y antes, una parte de la Tierra, era desconocida por la otra. La comunicación estaba restringida, el acceso a la información, la cultura, el conocimiento, era en extremo limitada.
Incluso desde la violencia delictiva, un estudio comprobó, a partir de datos de varios países europeos, que las tasas de homicidio en relación con la población existente, entre el siglo XII y finales del XX, eran diez veces mayores a las actuales, los grupos humanos e individuos solían aplicar la “justicia por sus manos”, no había capacidad para investigar los crímenes y el ordenamiento normativo e institucional era más frágil. No dudo que resultados similares pueden confirmarse en cualquier región del mundo.
Es necesario superar el pesimismo que suele alimentarse de una visión de corto plazo, sesgarse por las predisposiciones ideológicas, por las frustraciones personales, para ver más allá del corto tiempo de nuestra vida, valorar que a pesar de todo, la humanidad tiene un rumbo positivo de cambio y desarrollo que fácilmente puede identificarse cuando comparamos períodos largos, que es posible un mundo mejor por el que podemos trabajar y contribuir con nuestros esfuerzos, más allá que veamos o no la mejoría, vendrá, como ha venido, afortunadamente la historia humana la confirma.
Hay algo fundamental que no debemos olvidar. El desarrollo humano puede graficarse en una curva parabólica, estamos subiendo por la pendiente, continuamos subiendo, mientras la población mundial crece en nuestra casa común que tiene espacios, capacidades y condiciones limitadas, podemos prolongar el ascenso sobre la parábola o podemos llegar a la cúspide, después de la cual, irremediablemente, viene el declive precipitado. Quizás estamos por alcanzar la cima; ¿nos damos cuenta de la necesidad de equilibrio, de racionalidad, prudencia y armonía con la naturaleza?, la convivencia con nuestros semejantes por ser más numerosos, puede generar más conflictos. Hemos convivido, sin superarlo, con exclusión, intolerancia, iniquidad y violencia diversa. Allí radica el riesgo, el desafío humano global y local, individual y colectivo. Prolongar el ascenso en la pendiente depende de la capacidad para convivir entre nosotros y con el medio ambiente, natural y cambiante, para hacer posible que “todo tiempo futuro será mejor”.