Aprendizajes en treinta minutos de una tarde
A las 5 p.m. de un día reciente, después de una brisa fugaz en este invierto que nos atormenta por su escurridiza presencia, el cielo limpio contrastaba con el tráfico vehicular que congestiona y contaminan Managua, decidí caminar el trecho de la carretera a Masaya que va de la rotonda Rubén Darío (Metrocentro) a la de Santo Domingo (Jean Paul Genie).
Inicié la marcha sobre los andenes -existen en parte de la vía, no en toda*-, mientras a la par, sobre la carretera, circulaba un camión con numerosas personas en el volquete*, detrás y adelante, una larga fila de dos carriles, de autos particulares, taxis, microbuses, camionetas y buses de transporte colectivo, y en consecuencia, el ruido de motores, pitos y silbidos, los gritos de la gente*, el humo de los escapes, el molesto olor a aceite y combustible quemado*… no faltó un “escupitazo” de largo alcance* que, desde la ventanilla de un bus, un pasajero –presumo masculino-, lanzó sobre el andén, a un metro de donde iba; otro incidente fue, desde un microbús alguien tiró una lata de gaseosa* que rebotó en el suelo, salpicó y pasó de lejos… Mientras tanto, en la aglomerada y contaminada vía, numerosos motociclistas se colaban entre los vehículos, adelantaban, subían cunetas y pasaban temerarios*, sin restricciones, los obstáculos del tráfico…
Ubicando al camión mencionado, caminando con paso ligero, me percaté que lo dejaba atrás, pasé la plaza de las Victorias y continué, llegué a la rotonda de la Centroamérica y crucé, donde fue posible -ante la escasa amabilidad de los conductores para ceder pasada a los peatones*-, avancé por el Camino de Oriente, vi al camión aproximarse, finalmente llegué a la rotonda Santo Domingo, la meta propuesta, por donde, dos minuto antes, pasó el camión. El trecho lo recorrí en 30 minutos; en vehículo, a esa hora, es igual el tiempo, dicen quienes utilizan con frecuencia esa vía, que un rato después serán 45 minutos.
Comparto mis conclusiones:
1) peatones, conductores y pasajeros necesitamos aprender mucho cuando circulamos en las vías, existe irrespeto cotidiano – ¿somos conscientes? -, se manifiesta de distintas maneras,
2) durante horas pico es mejor –en algunas vías-, caminar que ir en vehículo, las ventajas son: llegarás primero, harás una “saludable” caminata –a pesar del ruido y el aire sucio-,
3) contribuirás a reducir la contaminación ante tanto combustible y aceite quemado, tanto bullicio tóxico,
4) a pesar de las impertinencias, es posible en Managua caminar con optimismo, tranquilo y seguro.
En varias ciudades nórticas vi con agrado a decenas de hombres y mujeres, elegantemente vestidos, ir y regresar de sus trabajos en bicicletas. ¿Qué hacer para reducir el tráfico y la contaminación urbana creciente? (en algunas horas mayor): estimular a caminar – ¿más andenes?-, usar bicicleta – ¿ciclovías?-, descongestionar el tráfico en horas picos – ¿horarios escalonados?-. ¿Qué es posible desde la política estatal y municipal, en la ciudad que se expande? En la que, a pesar de todo, percibo en la gente esperanza y confianza en un presente y futuro mejor.
(*Irrespetos cotidianos)