El Canal y Walker, argumentos y personajes de ficción
“Tome la vida en sus propias manos y ¿qué sucede? / una cosa terrible: no hay nadie a quien culpar. Erika Jong (1942, USA).
Comenzaré diciéndoles algo que parecerá un sacrilegio, pienso – ¿quién nos quita lo pensado?-que Walker nunca existió ni el Canal tuvo posibilidad de existir, sin embargo podemos crearlos, desde la ficción, a nuestro gusto y antojo. La historia es una multitud de accidentes de ficción, sus acontecimientos y personajes recurrentes parecen verídicos, se convierten en supuestos, porque a lo verídico (apenas sabemos), le agregamos mitos y fantasías en el típico complot de la fábula haciendo pasar como reales sucesos que no ocurrieron y atribuyendo rasgos a sus personajes elaborados por nuestras elucubraciones. El Canal y Walker son inseparables, han sido procesados por nuestra prolífera imaginación de contadores de historias, escritores y lectores, por eso existen novelas y cuentos, es una manera de distraer las complicaciones de la vida real. Supuestos e intereses salpican la “veracidad histórica” y de sus fuentes, enturbian los lentes de quienes la observan.
La ficticia historia de Nicaragua –sin pretender favorecer a los novelistas y cuentistas-, ha estado marcada por el “paso codiciado” por otros y “ansiado” por nosotros (y por quienes nos antecedieron), son dos caras –frecuentemente contradictorias- de la misma moneda, cuyas motivaciones a veces se mezclan o confrontan. Está determinada por su privilegiada posición geográfica, el lago y los ríos, que unen los océanos, desde la llegada de Gil González (1523), desde que Diego Machuca y Alonso Calero exploraron el río San Juan (1529) o Desaguadero del lago, desde Pedrarias (1528-1531),… estuvo el interés de España, sumado después el de Francia, Inglaterra, Japón y Estados Unidos… Y ahora el de la República Popular de China, segunda potencia económica y primera en el comercio mundial desde 2008, y el de la Federación Rusa, superpotencia emergente, entre otros…
El pasado nacional no se explica sin el “ansiado canal” –accidente geopolítico y argumento de ficción-, la presencia de William Walker (1824 – 1860) y las consecuencias de sus actos, fueron permitidas por la “ruta del tránsito”, la movilización de ejércitos de la Región y la beligerancia de Costa Rica en la segunda mitad del siglo XIX, fue ante la amenaza filibustera en el Istmo… Pasaron siglo y medio de la Guerra Nacional en Centroamérica, en la que participaron los generales Joaquín Solares (Guatemala, falleció en Masaya), Florencio Xatruch (Honduras; en el cementerio San Pedro, Managua), Ramón Belloso (El Salvador) y José Rafael Mora (Costa Rica). Las intervenciones, condicionamientos y tratados, no estuvieron ajenos a esta circunstancia. El escritor salvadoreño Manlio Argueta, compartió algunos párrafos de su próxima novela, cuyo nombre piensa será “La sierpe de agua”, girará alrededor del Río San Juan, la ruta del tránsito, la participación de Costa Rica y la guerra anti filibustera.
El escritor venezolano Nicomedes Zuloaga (1949) publicó la novela “Epitafio para un filibustero, el paso codiciado de William Walker” (1989) en donde, desde la propia voz de Walker -accidente de la historia y personaje de ficción-, explora la historia, su vida y convicción para justificar sus acciones: “Yo, William Walker, acusado de pirata, filibustero y asesino he decidido escribir esta obra sui géneris… Tenía esperanzas que, con el tiempo, Centroamérica comprendiera… Deseo darle descanso a mi alma y salvar quizás a mis soldados que viven todavía en la sangre indómita de los nicaragüenses…”. Con las mismas pautas de la obra anterior, el diplomático español León de la Torre se atrevió a publicar recientemente su primer novela asumiendo como título la línea inicial de la anterior: “Yo, William Walker” (junio 2014); vuelve a decir: “… yo, William Walker, soy mucho más que eso”… Y deja entrever –lo que es probable por la genética (sin confirmarlo) y la ficción (que todo lo sabe)- que en Nicaragua corre, bajo otros apellidos, también la sangre del filibustero.
“A 150 años de la Batalla de San Jacinto” (Bautista, 2006), incluyó el relato: “En una mañana de septiembre del año MMVI, a 150 años…” sobre un reencuentro inexplicable, el regreso de “el predestinado de los ojos grises” para conversar con personajes de la época, en los corredores de la emblemática hacienda, justificar en el presente, los asuntos pasados: “Nos dicen filibusteros, no me molesta ahora ese calificativo, solo quiero afirmar que vine a Nicaragua para hacer negocio y política, lo hice de acuerdo con las leyes norteamericanas y las leyes de Nicaragua, siempre me preocupé para que nuestras acciones se ajustaran a la legalidad, hice lo que creí justo en el momento que me tocó venir, hice lo que creía hasta el momento de mi muerte”.
Simón Consalvi escribió en “Epitafio para un filibustero”: “Nicomedes Zuloaga-Pocaterra hizo su propia expedición a las innumerables páginas del rompecabezas de la historia del Istmo Centroamericano, tras las huellas de William Walker, el más novelesco y el más arbitrario de los personajes que por allá han ido derramando sangre de manera incesante.”
Recientemente, Francisco Mayorga publicó “El filatelista” (2014), que desde la curiosidad histórica, combina una historia de amor del pasado con el presente del proyectado canal interoceánico, “sucesos que están todavía en proceso de desenmarañarse” desde un bufete de abogados en Nueva York, las negociaciones con el gobierno de los empresarios chinos, el reencuentro en Las Vegas de una pareja que se conoció en León y fue separada por las circunstancias de la guerra, entre escenarios coloniales y urbanos de un país que pretende un megaproyecto sumergiéndose en las complejidades de las finanzas y la política internacional… En el relato, “la famosa estampilla de 1900 con el volcán Momotombo humeante”, evidenció que el territorio nicaragüense tenía actividad volcánica, fue utilizado como argumento por los senadores estadounidenses que defendían la ruta por Panamá. El agente francés Philippe Bunau-Varilla se encargó que fuera el punto final en contra del tránsito por Nicaragua en 1902 al enviarles a todos ellos una tarjeta postal con el sello en referencia.
El Canal en la ruta interoceánica genera grandes expectativas, desconfianzas y esperanzas, por su impacto en la Región, cambiará el rumbo de la historia. Despierta inquietudes literarias y políticas, hasta que la realidad se revele como una sombra que nos persigue. De lograrse, tendrá relevantes consecuencias geoeconómicas –además de medioambientales y socioculturales-, tanto como las tuvo, en la geopolítica, la Revolución Popular Sandinista (1979) que dividió la historia en antes y después. Pondrá al país en la vista mundial. Los ensayos, estas publicaciones novelescas y las por venir, mostrarán de la “historia” nacional pasada y futura otros ángulos, mitificándola y desmitificándola, quizás seguiremos soñando y escribiendo ficción para divertirnos.