Prohibiciones y regulaciones necesarias olvidadas
Me referiré a un asunto que he visto con frecuencia en Nicaragua y Centroamérica, según la información pública: ante una tragedia o problema de cualquier naturaleza que despierta preocupación nacional o local, recordamos que hay una disposición o ley vigente que regula o prohíbe determinadas cuestiones –o corremos a hacer una nueva- que, si se atendieran y las entidades encargadas asumieran su deber, no tendrían las consecuencias del descuido u omisión y, lo que renovó el interés colectivo, no hubiera ocurrido.
¿Por qué regulaciones cotidianas importantes, expresadas en normas exigibles se olvidan? Las olvidamos nosotros, los que debemos conocerlas y cumplirlas, argumentamos ignorancia y necesidad, buscamos atajo, evasión y soborno, parentescos, relaciones políticas y personales, complicidades y favores, algunos recurren al argumento de libre empresa y otros apelan a la pobreza que los margina, realmente, a fin de cuentas, la raíz radica en la irresponsabilidad, falta de educación, nivel de desarrollo humano, nuestra miseria material, social, institucional y humana marca la diferencia, requiere, para superarse, un largo camino, superar la desigualdad socioeconómica de un modelo insostenible. “Hecha la ley, hecha la trampa”, refrán que escuché en Bolivia. A veces no hay trampa, solo olvido o descuido, omisión intencional, por necesidad, urgencia o incapacidad.
Las olvidan o dejan de exigir las instituciones encargadas, por carecer de personal y recursos, porque están en otras obligaciones prioritarias, porque no tienen competencia, porque no pueden exigirla, porque hay grandes necesidades que justifican obviarlas, por los que tienen y los que no tienen, para evitar conflictos con sectores sociales, religiosos, políticos y empresariales, porque proliferan riesgos que dispersan las limitadas capacidades, consecuencias del insuficiente desarrollo institucional con mucho camino por andar, a pesar del esfuerzo reciente por atender las necesidades sociales, por el tiempo perdido por conflictos, violencia, desastres naturales, guerra, intervención, dictadura, relaciones económicas y políticas nacionales e internacionales injustas, por nuestra intolerancia que dificulta ponernos de acuerdo.
Hace años, ocurrió la muerte por accidente de unos jóvenes en Rivas, venían de una fiesta en la tina de una camioneta, después del dramático suceso, la Policía anunció que prohibiría pasajeros en las tinas de vehículos de conformidad con la ley de Tránsito. Meses después, todo seguía igual, como ahora, pueden ver en las calles camionetas y camiones con pasajeros en la tina o volquete, en el toldo de los buses, el transporte colectivo con más ocupantes que la capacidad autorizada, motocicletas que circulan con tres o cuatro personas…
Hace pocos días, varios cauces de la ciudad colapsaron por las abundantes lluvias y las fuertes corrientes, en parte consecuencia de las urbanizaciones que proliferaron, más allá de estrictas regulaciones urbanísticas y medioambientales, por la cantidad de basura que botamos y se acumula, … derrumbaron el muro de un residencial, cayó sobre paupérrimas viviendas de varias familias que, sin conocer ni atender normas habitacionales ni riesgos, sin exigencia municipal y policial oportuna, fueron soterradas nueve personas. La tragedia fue provocada por la pobreza, el insuficiente desarrollo humano del país y el no cumplimiento de la regulación urbana vigente.
Mencionemos más regulaciones olvidadas por nosotros y las instituciones. Las recordamos intermitentes, cuando nos asusta alguna circunstancia: basura, basureros, derecho de vía, aceras convertidas en estacionamientos, negocios improvisados, invasión de espacios públicos, regulaciones de tránsito, estándares de construcción, tala de árboles, ruido, contaminación, etc. Podemos agregar otras, no solo para señalar a otros, sino, principalmente, para ver cuáles, nosotros ciudadanos, con derechos y obligaciones, obviamos. No esperemos las consecuencias de lo que no hacemos o hacemos mal, conozcamos y asumamos lo que estamos obligados, es ineludible para el desarrollo, la seguridad, la convivencia y la paz.