Errores comunes sobre obra de Darío
Por costumbre o desconocimiento, el verso: “Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña.”, se ha utilizado con diversas “variaciones” en tres impresos observados: dos en la sala Dariana de la Biblioteca Nacional Rubén Darío y una frente a las ruinas de Catedral. Es un error que no solo está en Nicaragua.
Recientemente en Guatemala, caminando sobre la avenida Reforma, pasando por el Obelisco y tomando Las Américas, recorrí las plazas dedicadas a El Salvador, Costa Rica, Chile… y llegué, en la Zona 13, a la plaza Nicaragua, bendecida en 1995 por el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala Juan Gerardi, asesinado en 1998, dos días después de presentar el informe de la verdad Guatemala: Nunca más. Es un sobrio espacio arquitectónico de concreto pintado de blanco, con una enorme esfera, una pirámide y un pórtico o arco del triunfo que conmemora el centenario de la publicación del poema Marcha Triunfal (mayo 1895; isla Martín García, Río de la Plata, Argentina) e incluido en Cantos de Vida y Esperanza, los Cisnes y otros poemas (1905). A la izquierda, sobre el portal rectangular, hay una placa de bronce incrustada con el rostro en relieve de Rubén Darío, y la inscripción en mayúscula (sin acentos): “NACIO EN METAPA HOY CIUDAD DARIO, EL 18 DE ENERO DE 1867. FALLECIO EN LA CIUDAD DE LEON EL 6 DE FEBRERO DE 1916. PADRE FUNDADOR DEL MODERNISMO LITERARIO.” Debajo, el mismo error de las inscripciones de Managua, el famoso verso dividido en dos: “SI LA PATRIA ES PEQUEÑA / UNO GRANDE LA SUEÑA.”, anota primero “PATRIA” y omite la coma (,) después de “PEQUEÑA”.
Otra falta común es obviar los puntos suspensivos (…) en el título de la obra que el poeta llamó “primigenia” y publicó en Valparaíso, Chile, en 1888: Azul…
Cuando Darío decidió contar su historia, -con las imprecisiones cronológicas que Edelberto Torres, Valentín de Pedro (1961), Jaime Torres Bodet (1966) y otros han identificado-, la tituló: La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (Argentina, 1912), sin embargo, en numerosas ediciones que se han editado, simplificaron el nombre, muchas sin aclaración, escribieron simplemente: Autobiografía. Es realmente un relato autobiográfico cuyo título el autor definió.
Nos equivocamos cuando repetimos alguno de sus versos, al declamarlos o comentar sobre ellos, la memoria traiciona y la costumbre, sin que nos corrijan, se impone. Entre los primeros poemas de Darío que aprendí en primaria y declamaba en los actos cívicos de la escuela estaban: Los motivos del lobo, A Margarita Debayle, Oda a Roosevelt, Marcha Triunfal, La cabeza del Rawí y La rosa niña. En las escuelas comenzamos conociendo algunos de sus poemas más populares, antes de saber sobre el poeta.
Recientemente un amigo del Instituto Pedagógico La Salle de Managua, Enrique Berrios, me contó una simpática anécdota que relató su madre Margot Castellón Solís, quien se bachilleró en el Colegio Bautista (1950). Cuenta doña Margot que a finales de los cuarenta le asignaron a su grupo de clase memorizar y declamar el poema “Marcha Triunfal”. Al llegar el día indicado, cada uno de los estudiantes fue pasando. El primero comenzó: “La Marcha Triunfal…”, el profesor lo mandó a sentarse y siguió el otro…, todos fueron repitiendo lo mismo… Al final, los reprobó; el maestro dijo que no perdonaría el error de nombrar el poema que Darío tituló “Marcha Triunfal”, como “La Marcha Triunfal”. Si este maestro nos calificara ¿cuántos quedaríamos reprobados? El poema tiene ritmo particular, fue escrito con musicalidad de marcha, si alguien lo escucha en español y no conoce nuestro idioma, percibirá el sentido marcial de sus versos.
A veces nos cuentan algo y sin verificar, repetimos la equivocación, no consultamos libros ni comprobamos hechos ni fuentes. Actuamos por prejuicio, costumbre o percepción, cometemos, según argumentó el economista y psicólogo, Nobel de Economía 2002, Daniel Kahneman, en Pensar rápido, pensar despacio (2011), errores frecuentes por la ligereza de nuestros juicios, por el menor esfuerzo para pensar.