Interpretación teatral en el Día Internacional del Libro
Manantial es una novela, no es obra de teatro ni historia ni biografía, no es ensayo, pero se sustenta en la historia, el pasado y el presente se juntan en la sociedad y la vida de un personaje cuyo nombre se menciona con frecuencia en nuestro entorno, como institución y referencia, para indicar direcciones –en la manera particular que lo hacemos en Nicaragua-, como parte de las anteriores y la actual Managua, la de antes de 1931, la que sepultó el terremoto en 1972, tres ciudades sobrepuestas cuyas señas soterradas la memoria persiste en rescatar, y que acertadamente el paseo Xolotlán ilustra lo más representativo, atrae a los visitantes por nostalgia y esparcimiento. A pesar de eso ignoramos quien era José, olvidamos cuáles fueron sus circunstancias y cómo sustentó el propósito de su vida y el legado que le trasciende. Me refiero a José Zacarías Guerra, cuya herencia es el Hogar que lleva su nombre, casa y escuela de generaciones de niños y adolescentes que encontraron una oportunidad para vivir y aprender.
El teatro tiene virtudes particulares. Es más breve que la novela, puede divertir. Mientras necesitas quince horas para leer la novela en referencia, en una hora, podrás apreciar algunas escenas claves que permitirán comprender parte de lo que la obra abarca. Los sociodramas en las escuelas promueven el aprendizaje, son un buen método para motivar y atraer la atención de los jóvenes.
A pesar de las limitaciones de vestuario, luces y escenografía, el grupo de diez jóvenes aficionados del Teatro Experimental de la UCA (TEUCA), bajo la dirección de Alicia Pilarte ha logrado interpretarla y adaptar nueve episodios, trasladando parte del contenido y compartiendo a través de imágenes, en un escenario simple, utilizando diálogos y monólogos, el sentido de la narración, despertando emociones y provocando a la imaginación.
Un particular personaje de la novela es una mujer, la sirvienta de José, mujer sencilla, analfabeta, inteligente, trabajadora, madre soltera, campesina de las Sierras; “Matilda” ha sido representada con acierto por Reyna Gutiérrez, joven actriz y estudiante, del grupo teatral, que atrapa la simpatía de los espectadores jóvenes y adultos. Hay dos niños abandonados –sustentan el propósito de José-, que son interpretados con soltura por los universitarios Norwin Guevara e Israel Reyes, quienes junto a José, -personaje principal-, en la actuación de Bryan López, sobrio, moderado, silencioso, y otros, llevan, en la dramatización, el mensaje novelado al universo de espectadores. Hay algunos personajes ausentes. Particularmente el perro, Lobo, relevante para comprender la característica solitaria y huraña del personaje principal, la fidelidad y honestidad del animal, sereno y triste, como su amo, su compañero.
Cuando como autor de la novela observé las prácticas entusiastas de los estudiantes y vi la primera función, tuve la impresión sobre la capacidad del grupo, su compromiso y pertinencia en la representación para captar con brevedad partes esenciales del mensaje del texto.
El 23 de abril, en el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra, en conmemoración del Día Internacional del Libro, la obra será nuevamente presentada.
