Personajes

Contador de historias: entre poesía y narrativa

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May 28, 2015

Los seres humanos estamos diseñados para escuchar y contar “historias”, que no son más que nuestra manera de interpretar lo que nos rodea y lo que nos sale de adentro, lo que imaginamos y soñamos, lo que requerimos olvidar, lo que recordamos y percibimos, es una necesidad hacerlo, en caso contrario, se nos atragantará la garganta, se entumecerá el cerebro y explotará el corazón, es imposible vivir sin contar, sin expresarnos de cualquier forma. Buscamos maneras diversas para hacerlo: con gestos, con dibujos y colores, labrando sobre la piedra, fundiendo y manipulando los metales, con los sonidos, a través de la música, con la palabra hablada y a través del texto escrito que puede ser prosa o verso, o una diversificada combinación según las convenciones de los que se dedican a clasificar y catalogar. Así ha sido a lo largo del tiempo y así seguirá siendo, cambiarán los métodos, sean estos mecánicos o automatizados, audios, videos, impresos, electrónicos y virtuales, directos o indirectos… en esencia el propósito es el mismo, comunicarnos para contar y seguir contando… Contaremos siempre mientras existamos.

José Vladimir Soto Alegría (Managua, 1968), por su naturaleza, que es la misma nuestra, no es ajeno a esa necesidad común. Nos presenta, como consecuencia del imperioso flujo interior y como prueba evidente que está vivo, por partida doble, dos textos mellizos –el autor tiene la virtud de tener en su descendencia trillizos-, impresos en tiempos similares, aunque elaborados en fechas distintas: diez cuentos que reunió en lo que tituló Zanganarra, sin el “da” pero con el “rra”, que en el fondo deja la insinuación de: zángano, zanganada, bandido, bandidencia…, son “zanganadas narradas” y Entre fuego y hielo, con cuarenta y nueve poemas y siete breves prosemas, para un total de cincuenta y seis escritos, agrupados en tres apartados –volvemos a ver trillizos-: Noches Blancas, ¿Acaso el amor es un ocaso? y Bandas y bandoleros, en donde el título evidencia su intención de confrontar opuestos y extremos que viven en  uno y afuera, y de ese encuentro contradictorio, brota la comunicación, se paren versos y estrofas, entre el calor y el frío, entre la serenidad y la ansiedad.

El primer texto es de cincuenta y ocho (58) páginas, y el segundo de setenta (70) ambos con el sello de Ediciones Pensar de nuestro amigo escritor y poeta Henry Petrie. Dice Jorge Eduardo Arellano que un libro es a partir de cien páginas, menos de esa extensión es folleto, por eso me pregunto, ¿por qué Vladimir no imprimió sus cuentos y poemas en un solo libro cuyo volumen hubiera llegado a ciento veintiocho páginas?  Todo depende “del gusto del cliente”, un folleto no es menos que un libro ni un libro más que un folleto, así como un poema no es menos que un cuento y viceversa, todo depende de la calidad que contienen y la manera de decir lo que cuenta. Un refrán reza: “para gustos, los colores”; aquí estamos en una cuestión de preferencias, es decisión del autor; talvez atendió consejos de amigos o del editor. Tenemos por lo tanto dos libros que talvez pude ser uno; es más fácil manejar uno que dos, seguro hubiera sido más barato; esa es una importante razón a considerar en un país donde algunos piensan que “comprar libros es un lujo”, por los costos, dicen, pero creo que es principalmente por  falta de hábito, por la “cultura del subdesarrollo”, algunos no leen aunque se los regalen, no faltan escritores ni libros, lo que escasean son lectores. ¡Hay crisis lectores amigo Vladimir!, también vos enfrentarás esa realidad ¿Cómo capturar su atención escurridiza? Hay que decir cosas nuevas y atender el consejo del joven Darío en una carta literaria en El Salvador en 2890: “escritor no regales un libro. No lo regales”.

Contador de historias: entre poesía y narrativaSobre los cuentos, fechados entre junio de 2009 y diciembre 2014, el escritor leonés Pedro Alfonso Morales (Telica, ener0 2015) comentó que “expresan de una manera sencilla y lineal, una variedad de acontecimientos trágicos y heroicos”, “con lenguaje espontáneo y directo”, afirma que “son historias de las cosas de la vida, contadas con la franqueza y la sencillez del narrador, donde más que proveernos de técnicas narrativas, busca acentuar la luz como de fotografía para guardar y preservar las imágenes de los eventos que originaron sus relatos que son en algún modo, las grandezas de la vida del autor”. Los escenarios y personajes son nacionales, los sucesos y el lenguaje son populares y se suscriben al ámbito local, la narración fluye para una lectura fácil y concluye sin trauma, es casi esperada.

Su amigo y editor Henry A. Petrie le recomendó con severidad, cuando expresó su intención de “trabajar a fondo” sus narraciones -al igual que yo también diría-, que lea, lea y lea, es condición ineludible para escribir; a ello agrego: observa, observa y observa. No ser ajeno al entorno, abrir la capacidad de percibir e interiorizar, es la otra condición necesaria. Hay que rumiar el entorno: los sucesos y lo que vemos: personas, naturaleza y cosas, lo evidente y lo que no es, digerirlo, y después, volcarlo sobre la página en blanco sedienta de textos. Con esas dos prácticas, más las actitud persistente para emprender y la humildad para aprender, tendrás el camino abierto para cualquier propósito. El editor de Entre fuego y hielo escribe: “Soto Alegría ha ido perfilando su obra poética como una constante de vida, donde el conflicto yace desde su yo interno y se extiende en aventuras y compromisos, sabores y sin sabores que han ido erigiendo su voz, a veces reposada pero en general agitada, por la inquietud de ser y su transcurso por escenarios que han ido desde el placer hasta la decepción”.

Mencionaré a Darío por la proximidad de conmemorar el centenario desde que se quedó para siempre bajo las garras del león doliente de la Catedral de León de Nicaragua. En Azul… su libro primigenio que publicó en Valparaiso, Chile, en 1,888, incluyó once (11) cuentos y seis (6) poemas; fueron sólo ciento treinta y cuatro páginas (134), suficientes para causar un impacto trascendente en Hispanoamérica e iniciar el Modernismo en la lengua castellana.

Contador de historias: entre poesía y narrativaEl célebre crítico, académico y novelista español Juan Valera, cuando se refirió a esa publicación dijo: “En este libro no sé qué debo preferir: si la prosa o los versos. Casi me inclino a ver mérito igual en ambos modos de expresión del pensamiento de usted. En la prosa hay más riqueza de ideas; pero es más afrancesada la forma. En los versos, la forma es más castiza”; más adelante agrega: “Los cuentos en prosa son más singulares aun” y concluye: “su librito de Ud., titulado Azul… nos revela en Ud. a un prosista y a un poeta de talento”. Valera fue el primero en señalar que la originalidad mayor de Azul… estaba en los cuentos y no en los poemas.

Aunque a Darío y Valera nos une el idioma y el interés por la literatura española, y con Darío más aún la nacionalidad común, es claro que ni Vladimir Soto es Darío, -aunque algo de la herencia Dariana tendrá-, ni yo soy Valera, -aunque haya escrito  novelas y leído “Pepita Jiménez”, la clásica obra española del siglo XIX-, tomaré de él esa idea breve para referirme a los dos libros –obviando las extensiones- que Vladimir Soto comparte con lectores y lectoras, amigos y compañeros, a quienes quiere contar, desde el verso y la prosa, lo que necesita expresar.

De estas dos obras, prefiero, sin lugar a dudas la de versos. No tienen los dos méritos iguales. En los versos hay más riqueza de ideas, una forma precisa y más universal. En los cuentos hay cotidianidad y localismo, me recuerdan los tradicionales relatos radiales de “Pancho Madrigal”, divertidos y picarescos pero sin innovar la forma ni el contenido, dicen un poco más de lo mismo, preservan el  regionalismo, necesario pero abundante y tradicional. Los poemas son más singulares. Según estos dos libros, usted es poeta más que prosista, tiene más desarrollado el talento poético y debería seguir trabajando por el de narrador para soltarse con la imaginación libre sobre el texto, sin ataduras en lo evidente, viendo más allá, trascendiendo, como logra hacerlo en los versos que comparte Entre fuego y hielo. Allí está evidenciada, según percibo, mejor la originalidad para comunicarse y para contar, en la brevedad es capaz de condensar; en un verso puede esconderse la extensión de una página, logra fugarse de la restricción local y material y vuela, juega con la palabra y la idea, con el sonido verbal y el significado. En algunos de sus versos, más allá de la intención del autor, hay flexibilidad y versatilidad, son como plastilina, pueden moldearse, leerse de arriba a abajo y de abajo para arriba, conservando el sentido poético (ejemplo: Fortunas inciertas, pág. 11). Conocemos que Rayuela, la notable novela de Cortázar, puede en su complejidad, ser leía en distinto orden, si él pudo, ¿por qué no poder también nosotros?

Por lo antes expresado, justifico la decisión de imprimir por separado estos dos folletos o libros –no importa cómo quieran llamarlo-, porque la elaboración lograda que muestran los versos es superior a los cuentos que comparte en “Zanganarra”. No es casual, ya que este no es el primer libro de poemas que publica el autor, le antecedieron los poemarios Agitación en silencio (2010) y Estampida de fuego (2011).

El camino de la literatura es incierto e inagotable, como inagotable es la necesidad que tenemos de contar y comunicarnos e inciertos los rumbos por los que te llevan los libros. Aquí José Vladimir, después de incursionar con intensidad en el compromiso político, de vivir las experiencias que, en el trayecto recorrido, de leer y estudiar códigos jurídicos y manuales de administración y negocios, cumple con el deber de contar, insiste en su propósito de expresar sus historias, en poema y en prosa. Escuchemos y leamos lo que nos quiere decir…

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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