De principios o de finales
La Cruz del Paraíso, 11/9/2017
Desde un esquema simplificado que no estoy interesado en demostrar, dicen que, de cada diez personas, una hará siempre lo correcto, aunque no la controlen, aunque no hayan cámaras vigilándolo ni policías observando, aunque los distintos mecanismos de supervisión, control interno y auditoría laboral, social, familiar no estén presentes, no los necesitan para hacer lo que por convicción creen que deben hacer, por razones religiosas, cívicas, ideológicas, etc. Ellos son, sin dudas “de principios”, hacen lo correcto (desde lo que creen, aunque estén equivocados), ¿Cuáles principios? ¿Qué es lo correcto? En todo caso están convencidos que hacen lo correcto, según convicción o convención social, sin que nadie se los recuerde ni exija, aunque estén solos y nadie los vea. No necesitan premios ni castigos. Algunos, los otros, dirán “es tonto”, “raro” o “loco”.
Hay, dicen, no me crean a mí, ocho de cada diez personas, que tratarán de hacer lo correcto siempre y cuando tengan algún control, supervisión, exigencia, reconocimiento o sanción, si los dejan sueltos tarde o temprano, cometerán algún desliz en cualquier ámbito, con distinta gravedad, en la vía pública se tirarán la roja o desatenderán la raya amarilla y adelantarán, en asuntos laborales, se aprovecharán de algún recurso (combustible, viáticos, impuntualidad, influencias, etc.), de manera discreta u ocasional, en la calle quizás tiren la basura en lugares inapropiados, en la vida familiar, descuidarán sus responsabilidades, serán, como la mayoría, imperfectos, pecadores, aprovechando la ocasión, podrán ser autores de “travesuras”, o quizás “raterías”, y si se sienten fuera del control (institucional, social, familiar, etc.), se les puede ir la mano y caerán en abusos de mayor categoría, aunque después rectifiquen, corrijan y se arrepientan. Algunos dirán “es vivo”, no desaprovecha oportunidades, talvez tenga “prosperidad” o termine mal. Esta categoría prevalece en las sociedades que integramos las personas imperfectas, que andamos caminando por allí, cayendo en varios rumbos, mejorando y empeorando a veces.
¿Y qué pasa con el otro que queda? Dicen que, una de cada diez personas, harán hasta lo imposible por evadir el control y la supervisión de cualquier naturaleza, siempre pensando en inventar, frente a la norma, “la trampa”, para zafarse con el menor riesgo, pero incluso, a veces, sin importarle los riesgos y las consecuencias, es decir, según su actitud y comportamiento, siempre estarán pendientes de identificar las fisuras para colarse y aprovechar lo posible. Algunos dirán son “malvados” otros “hábiles”, algunos escalan posiciones de poder, fama y riqueza sin escrúpulos pasando encima de quien sea, mintiendo, manipulando y aparentando, atropellando a cualquiera, sin importar (a veces sin percatarse, por la costumbre de hacerlo), del daño que causen a su paso, sin inmutarse ante el dolor ajeno, mostrado distintos rostros, con discreción o descaro. Estos últimos, que están en el extremo, como en el extremo están los primeros, son personas “de finales”, no les importa el medio, la forma, la circunstancia, la manera de obtener lo que buscan, tienen el ojo puesto en el fin, lo demás será un asunto oscuro o invisible, que no les interesa.
Los del medio, la gran mayoría, ocho de cada diez, son “de principios relativos”, a veces se vuelven frágiles, se oscurecen y aclaran, se consolidan o se vuelven porosos, y de “finales”, que a veces sobresalen y en otras se opacan, en esa combinación de corrección e incorrección, de aprendizaje y error. De lo que se hace y no se quiere, de lo que se quiere y no se hace. Las personas con fines y sin principios serán malvadas, las de principios sin fines quizás inútiles, sin resultados, ¿pasar por la vida sin dejar nada?
Esta clasificación limitada no necesariamente es homogénea en cada individuo, puede cambiar según diversos ámbitos y experiencias; algunos pueden ser muy correctos en su vida profesional y no en su vida privada o familiar, y viceversa. Estas proporciones no son rígidas ni exactas, se modifican con las épocas, según lo que se cultiva, difunde y transmite, según la cultura prevaleciente, cambian en distintas sociedades y dentro de ellas, entre los grupos sociales. Quizás sea ésta una referencia útil. Las personas necesitamos algún control y supervisión, si este no existe, tropezamos o caemos. Cuidémonos, controlémonos, en el sentido constructivo, unos a otros. ¿Amigo y amiga lectora, dónde estamos, dónde tratamos de estar? ¿Ha pensado en qué categoría se suscriben la mayoría del entorno familiar, laboral y social?