Conferencia – Conversatorio UNAN, Managua, Facultad de Humanidades, 3 de noviembre de 2018.
Muchas gracias por invitarme a conversar, me dieron la palabra conferencia, me gustaría hacer una conversación para reconocer, la voz, los puntos de vista, que se complementen por ustedes, y que, por lo tanto, no son la última palabra Compartiré el tema titulado: “Aprender para emprender e innovar”. Conversación, no para fines académicos, sino de la vida, todo el aprendizaje es, en primer lugar, un aprendizaje personal, para la vida, la familia, la comunidad, la sociedad. La academia podrá asumir esos aprendizajes. La dinámica se convertirá en tres partes, la primera parte, unos quince minutos, la segunda y la tercera también, en el medio de la conversación, las preguntas o comentarios de ustedes, así como nadie, ni yo hablando, ni ustedes escuchándome seguido.
Parte 1 de 3: Tres aprendizajes y prácticas fundamentales para aprender
En esta primera parte conversaremos, desde mi experiencia personal y profesional, sobre los aprendizajes y prácticas fundamentales.
Usted puede remontar a su propia memoria personal, creo que todos los que estamos sentados aquí hablamos español como lengua materna. ¿Hay alguien que no hable español como lengua materna? Todos, pregunto: ¿por qué hablamos español? ¿Cuál fue la base que nos ayudó a aprender a hablar español? ¿Dónde está su título para hablar español? ¿Qué escuela o universidad nos acreditó o certificó para hablar español? Hablamos español como lengua materna, pero no hay ninguna escuela que lo haya certificado.Les aseguro que nosotros, aunque fuéramos morenitos, pelo negro, si hubiéramos nacido en Pekín, hablaríamos perfecto chino mandarín, aunque fuéramos morenitos y ojos rasgados, y la gente se extrañaría: mira este negrito, pelo chirizo, no sé, y habla mandarín, o viceversa, Un chinito que nació aquí puede hablar perfectamente español sin acento. La pregunta es: ¿qué me importa hablar español como nica, con nuestro acento? Me refiero a esta conclusión, que se trata de un personaje muy conocido por nosotros, Rubén Darío, publicación de dos tomos en la ocasión del centenario de la muerte, y de los 150 años de nacimiento.nuestro compatriota, tan próximo y tan desconocido, tratar de escarbar sus obras y puntos de vista, su experiencia de vida, tratar de descubrir más allá de lo que los textos dicen.
Siempre habíamos dicho que Darío aprendió a leer temprano, y siempre enfatizábamos en las escuelas que Darío aprendió a leer, pero: ¿ese fue el aprendizaje fundamental, inicial, primario de Rubén Darío? Pues es cierto que leyó, y leyó siempre, sí, es cierto. Entonces, voy a la autobiografía de Darío, “La vida de Rubén Darío escrita por él mismo”, Conocido como su autobiografía, “Lo que he leído”, “Lo que he leído”, “Lo nuevo”. capítulos, que dice más o menos así así: “En la casa de las cuatro esquinas de León …”, ¿quiénes son de León aquí, la casa de las cuatro esquinas, deberíamos conocerla todos, esquina opuesta al colegio La Salle, hoy? El Museo-archivo Rubén Darío, dice: “en la casa de las cuatro esquinas todas las noches se reúnen una tertulia”,en esa tertulia llegaban políticos, intelectuales, vecinos de León, profesores de la Universidad de aquel entonces, y estudiantes, se reunían, dice Darío, en una tertulia todas las noches; ahí está un elemento primario: había una reunión todas las noches que llamaban “tertulia”.
El segundo elemento que Darío da en la autobiografía que el invito a releer es: me quedaba ahí, en el regazo de la abuela hasta que los párpados se me ha dicho … Esa afirmación es la clave, dicha por Darío. Fíjense, primero hay una tertulia, es una cosa que está ahí dicha, perfecto, en León, segundo elemento importante: se refiere a los personajes importantes de León a hablar, ¿por qué se reunían a hablar? Porque bueno, no había internet, no había luz eléctrica, ni televisión, ¿qué hacían? Con un candil, una luz, un reunirse, un conversar, un rosquillas, un café de tomar, así fue.
Tercer elemento importante: dados Darío que ahí estaba él, en los brazos de la abuela, era tiernito significa, no era un muchacho de ocho, era un niño, de dos años tal vez, o tres, no lo sé, pero era un niño porque estaba en el regazo de la abuela, dice él, de la tía-abuela que lo crío, y dice: me quedaba ahí, hasta que los párpados me caían … Significa que ahí se quedaba todas las noches, y la señora lo Dormía y dormía en su cama. Y al día siguiente, otra vez Darío ahí, en la tertulia de los viejos que hablaban. ¿De qué hablaban esos?Indudablemente de la política, de la economía, de la unión centroamericana, del habla de liberalismo, de la guerra nacional, de Ubiquémonos en los años, Darío nace en 1867, Entonces, tal vez fue posiblemente en 1868 – 1871, es decir estamos hablando en las inmediaciones de la Guerra Nacional, que había participado en la Guerra Nacional, esposo de doña Bernarda Sarmiento, la tía abuela que criaba a Darío; Ramírez y Bernarda, era una pareja con opiniones políticas, él militar, ella muy leída, reunían a los vecinos y se encontraban; Dice Darío: ahí estaba yo, hasta que los párpados se me ha dicho. Surge una pregunta viendo el texto, son tres líneas que ustedes pueden leer, son tres líneas que revelan algo importante. ¿Cuál fue el aprendizaje fundamental del genero literario Rubén Darío? Ahí está enunciado, ¿Qué decía? “Escuchar”. Igual que nosotros aprendimos a hablar, el título de hablar español como la lengua materna, o el mandarín como la lengua materna, el alemán como la lengua materna, el libro idioma que hablo de nacimiento, ¿Qué idioma me enseñó quién? Mi papá, mi mamá, mis hermanos, mis vecinos desde el vientre materno, cuando estaba ahí, cuando ustedes estaban ahí, y escucharon en su entorno un idioma, que es el español, por eso le dicen el idioma materno, porque lo escuchaste de Oídas, introducidas por los oídos. ¿Por qué a un sordomudo le cuesta hablar? No porque no funcionen las cuerdas vocales, porque no se escuchan las cuerdas vocales. Es el escuchar, el aprendizaje fundamental de las personas, todos cuando nacemos aprendemos a oír, se nos abre el oído, y somos, “todo oído”, porque ni vemos bien, lo que ocurre en el entorno en los primeros meses de nuestra vida , en los primeros días de nuestra vida, tra de manera extraordinaria y nosotros vamos a grabar en el cerebro voces y sonidos del entorno.
Escuchar, todos aprendimos a escuchar, es una verdad que demostrable, todos aprendimos a escuchar, porque todos hablamos aquí, sin embargo, hay una situación lamentable del ser humano, es el tiempo, ilustremos en un plano cartesiano la idea, la capacidad de escuchar. El tiempo, en el eje horizontal, en el eje vertical la capacidad de escuchar; la capacidad de escuchar a medida que nos hacemos más viejos escuchamos menos, alguien puede decir: “Entonces, si tiene más años se escucha menos”. No es un asunto orgánico, no es porque la edad atrofie el oído, ¿saben qué es lo que se atrofia? La capacidad de absorber lo que escuchas, porque bloqueas tu cerebro con paradigmas, y prejuicios, con desinformación, bloqueas. Entonces la capacidad del niño de escuchar, del recién nacido que escucha cien por ciento, cuando tenés diez años, quince años, o treinta años, se redujo a cuarenta, cincuenta, sesenta por ciento, no sé, el resto está bloqueado por paradigmas y prejuicios, por información que has acumulado, de tal forma que ahora que hablo con ustedes, no sé cuál es el parámetro de escucha, sé lo que estoy diciendo, pero no sé lo que ustedes están escuchando o entendiendo, es problema de ustedes, no mío, no es porque alguien sea medio sordo, es que en la mente hay bloqueo, si soy hombre o mujer, estas prejuiciado con los hombres o con las mujeres, si soy gay, estas prejuiciado, o soy sandinista o antisandinista, te predispones, o si soy profesional de la carrera x o y, si soy negrito, feíto, o simpático, es decir, esos prejuicios visibles, humanos, cotidianos imponen bloqueo, pero a un niño no le importa, él escucha aunque se distraiga, no le importa que seas del partido x o y, escucha sin prejuicio, a medida que el tiempo pasa escuchamos menos.
Los invito a evaluar la capacidad de escuchar, hagan una línea de cero a diez, y marquen con una x dónde están ustedes, si alguien marca diez, escucha al cien, es un niño de un año, perfecto, y si alguien dice escuchar tres, hay que limpiar el basurero de la cabeza para escuchar más, estas lleno de prejuicios, inconvenientes, preocupaciones. Estoy hablando, y ustedes, ¿dónde están?, pensando en el desayuno, en su mujer o marido porque les hizo mala cara en la mañana, o en el almuerzo, en cualquier cosa; recordando un libro, no estás aquí, estas en otro lado; recordando, mirando la camisa que el expositor compró en Masaya; no importa qué, todas esas cosas están presentes en la mente: “Caras vemos, corazones no sabemos”, no sé qué escuchan; hay otra frase: “Yo sé lo que dije, no sé lo que entiendes”. Hay que identificar los bloqueos personales, mentales, emocionales que tenemos.
Entonces, aprender está vinculado a la primera variable: escuchar, escuchás más, aprendes más, es la regla, la pueden comprobar en la vida cotidiana. Aunque esto parece una tendencia común, la verdad es que las personas siempre tenemos la capacidad de modificar las tendencias, los genios, los emprendedores de éxito, los innovadores en cualquier ámbito del conocimiento, revisemos al detalle las biografías, se van a dar cuenta que esta variable tuvo un comportamiento distinto, es decir, en vez de ser una caída pronunciada, mantuvieron una capacidad de escucha mayor. Aquí se abre una brecha que nos impide ser genios, que nos impide emprender e innovar y transformar. Me voy a referir al mismo personaje, Rubén Darío, ya viejo, un amigo, Osvaldo Basil, de República Dominicana, crítico literario de la época, escribe un texto, y en la crítica, más o menos dice: “Rubén Darío tenía la capacidad de dirigir una conversación y hacerla interesante sin decir una sola palabra”.
Dos realidades a reconocer en Darío, primero: no era un orador, no era de grandes discursos, al contrario, prefería no hablar mucho; segundo, era de gran atención y escucha, por eso escogí en las portadas de mis libros la foto con la mano sobre el rostro, pensativo, meditabundo, escuchando, no era de discursos largos, pero sí de grandes escuchas. En la tertulia de León aprendió, su primer aprendizaje, el niño en el regazo de la abuela, ¿qué opinión podría dar sobre política, economía, la guerra o lo que fuera? Ninguna. ¿Qué hacía? Escuchar, aprendió a escuchar ahí. ¿Saben cuál es la virtud? Aprendió a escuchar y siguió escuchando siempre, es el secreto. ¿Ustedes quieren ser genios? ¿emprendedores de éxito? ¿innovadores? ¿investigadores? Punto uno: aprendamos a escuchar y escuchemos siempre.
Segundo, quiero enfatizar que escuchar no es solo una facultad del oído, debemos de verlo más amplio, es del oído, pero también los ojos escuchan, la mente escucha, voy a usar una expresión: “Escuchar como actitud”. ¿Saben qué es común entre nosotros? Escuchar para responder, no escuchamos por el simple criterio de escuchar, si al final de escuchar querés decir algo, decilo, pero no estés pensando desde la primera palabra que la otra persona dice, lo que vas a debatirle, a responderle, eso es una gran barrera. Escuchar como actitud personal, familiar, social, política, académica, etc.
Segundo punto, los que estamos aquí sabemos leer, pregunto: ¿todos leemos? Eso es otra cosa, ¿todos leemos siempre? Por ejemplo, en el caso de Darío se dice: a los tres años aprendió a leer y escribir, pero ¿qué importancia tiene que lo hiciera a los tres o a los diez? Ninguna. José Saramago, portugués, Premio Nobel de Literatura, aprendió a leer tarde, fue a la escuela a los catorce años, campesino, ¿entonces? ¿Si hubiera aprendido a leer a los dos? Es que aprendió a leer y siguió leyendo siempre. Estamos en el mes once del año 2018, han pasado diez meses, un lector normal, no un gran lector, sensato, profesional, debería haber leído diez libros, y está comenzando el once. Les pregunto a amigos, estudiantes, profesores: ¿hemos leído ya diez libros? No importa de qué, diez libros, no levanten la mano, porque pueden avergonzar al otro, entonces sepan que, si no lo han hecho, están por debajo de las perspectivas de un aprendizaje realmente responsable; podrían leer novelas, cuentos, historia, filosofía, ciencias, no sé cuál es un interés, no importa, pero si no lo han hecho, ahí tienen un punto a superar. Puede ser que alguien haya aprendido a leer a los siete años, y otro a los tres años y se sienta orgulloso por haber aprendido a los tres años, soy un sabio, dirá, sí, pero ¿cuánto lees ahora? Justificaciones: es que no tengo riales, la primera excusa común y falsa, hay internet y bibliotecas; es que no tengo tiempo, segunda mentira, ¿cuántas horas le dedicas al Facebook o a las redes sociales? ¿Cuántas horas a perder o matar el tiempo como dice la gente? ¿Cuántas horas viajas en buses o taxis, o a otros países en avión o tren? ¿Cuántas horas? ¿Por qué no llevas un libro? He tenido la oportunidad de viajar a un montón de lugares, ¿saben qué es común en Centroamérica, cuando uno va en bus, avión, tren o en lo que sea? Nadie lee. En Europa, en España, Italia, Suecia, u otros, cuando uno viaja, casi todos van leyendo algo, Es común que la gente lleve un libro. De las veces que he subido al bus, a veces me gusta viajar así, solo en una encontré a alguien leyendo, ¿qué leía? ¡la revista cinematográfica! ¡Leemos tan poco!
Cuando publiqué la novela, Rostros Ocultos, quizás algunos la conocen, cuando cumplió 20 años la primera versión de esa novela ahora cumple 25 en 2018, compre veinte ejemplares, en de Distribuidora Cultural, y me subí a los buses, porque la novela trata de la gente que viaja en los buses, y entonces en cada bus dejaba un libro, con una dedicatoria al lector que lea este libro, nunca encontré a nadie que había llevado el libro, hasta hace tres años en una universidad, una muchacha estudiante de psicología dice que me había visto subir al bus, y que yo había dejado un libro, dice: “Parecía un señor de esos que no suben a los buses con frecuencia”, no sé qué cara pone uno, pero es cierto que no subo a los buses con frecuencia, me subo a veces. Subí al bus, me senté, me pongo a hojear el libro, porque quiero transmitir una actitud distinta, aunque no es tan fácil hacerlo, y después me bajo y dejo el libro; dice la muchacha que vio que salí y deje un libro, entonces ella se acercó, tomó el libro, me lo quiso dar, pero ya había salido, esa noche lo leyó, le gustó, se sintió identificada, y en esa universidad me lo comentó, me tomé una foto, contenta la muchacha y yo. Leer, aprendimos a leer, cierto, y ahí si nos dieron una nota en el colegio, pero por escuchar no, ni por hablar no nos dieron nada, pasamos el primer grado y aprendimos a leer, pero ¿leemos aún? Los genios, los emprendedores de éxito, los innovadores de éxito aprendieron a leer como nosotros y siguieron leyendo siempre, es lo que puede hacer la diferencia. Lectores siempre, devoradores de libros como Darío. ¿Cuántas horas viajamos en buses? ¿Cuántas horas en las salas de espera del hospital, la clínica, de donde sea? ¿Cuántas horas nos sentamos en el inodoro? Podríamos tener un libro al lado, ¿por qué no? ¿Cuántas horas perdemos y podríamos leer? “Es que el Facebook me distrae bastante”, es cierto. El segundo punto clave es: leer.
Hay un tercer elemento clave, un tercer aprendizaje y práctica fundamental, sobre esas tres cosas pueden montar el edificio que quieran. No es el título de licenciado que van a obtener, olvídense no es eso, como diría Darío, podría decir: de los licenciados “líbrame señor”, Darío decía: “De las academias líbrame señor”, porque no es cierto que porque tengas más títulos, sabes más, te equivocas, los currículo pueden ser más largos, pero ahora incluso en las empresas, en la contratación de los empleados, no interesa tanto lo que el papel tiene dicho, o las hojas que escribiste, interesa cuando entrás en contacto con la persona, lo ves a los ojos y ves la capacidad que tiene para resolver cosas, y eso es un aprendizaje que no lo dan los títulos, eso lo da otra cosa que no la enseñan en las universidades en general, tal vez en la UNAN si, ¿saben qué es?: observar, hagan una revisión rapidísima sobre los grandes descubrimientos, y los grandes descubridores de la ciencia, ¿Qué van a encontrar en todos? Esa observación en el detalle, la capacidad de percibir el entorno, lo que les permitió encontrar la solución de un problema, la observación, la investigación científica. La observación es comprobar la evidencia, “Es que dicen que andan robando”. Dicen… ¿adónde? ¿Quién? ¿Cómo? “Es que dicen”, estás condenado al fracaso, estás montando tu verdad en la falsedad. “Es que dicen que fulano es mala persona”. ¿Quién dice? ¿Por qué? “No sé, es que así dicen”. ¿Cómo? Observa, observa la evidencia, observa lo consistente, lo sólido, pero muchas de nuestras verdades, de nuestros paradigmas, de nuestras convicciones, están montadas sobre falsedad, sobre mentira que no resiste ninguna comprobación científica, ninguna observación, no existe, pero creemos. “Es que mi marido anda con otra”. ¿Por qué? “No sé, es que lo veo raro”. ¿Qué? No, a lo mejor el hombre está preocupado, no sé, a lo mejor tiene un problema, quizás el hombre es fiel hasta la muerte, no desconfié así no más de él. Creemos y punto, nadie nos saca de eso, es imposible remontarse contra esa convicción que se metió en la cabeza y en las emociones, a partir de un supuesto. En Nicaragua hoy podemos comprobar eso fácilmente, ¿cuantas cosas se dicen que son ciertas y no son ciertas? No soporta la evidencia, las creemos y punto, nuestra mente se cierra, nuestras emociones se cierran, bloqueamos la posibilidad de observar, y condenamos la verdad.
Capacidad de escuchar
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0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
nula máxima
Capacidad de leer
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0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
nula máxima
Capacidad de observar
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0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
nula máxima
Hay montón de anécdotas y metáforas. De Newton, todos conocen la historia, que le cae una manzana, no importa si fue una manzana, o un jocote, es un acto de observación, y no tenés que ir al laboratorio a hacer pruebas complicadas, a veces en lo cotidiano está la observación que revela la verdad, obsérvala simplemente, hay una fuerza de la gravedad, la manzana cae, el detalle del hecho, de la circunstancia, es cotidiano, no fue la complejidad de un laboratorio sofisticado. Otro ejemplo, han oído hablar del Big Bing, aquella teoría que plantea el origen del universo, los científicos que trabajaban en el observatorio, que por primera vez anunciaron esa teoría, estaban en el observatorio, cuando escuchan un ruido que penetra de manera intensa y creciente, mandan a limpiar de caca de pájaro, de basura, vuelven a escuchar y el sonido está ahí, mandan a calibrar otra vez y ajustar todo, y el sonido está ahí, y entonces se dan cuenta que hay que buscar otra explicación, que no es ni los pájaros, ni la suciedad, ni el desajuste, y ahí formulan la teoría del Big Bing, graban el sonido, ese sonido lo pueden encontrar en internet, pongan ustedes en internet: “Sonido del Big Bing” y les va a aparecer, lo captaron y grabaron. Pregunto, ¿qué hubiera pasado si no hacen la observación? ¿Si no se percatan de la evidencia que observan? ¿Si no logran analizar y profundizar el fenómeno que está frente a ellos? Pasa desapercibido. ¿Cuántas cosas pasan frente a nosotros y no las vemos? ¿Por qué? Porque no observamos. La observación es la tercera actitud, aprendizaje y práctica fundamental, que, como un edificio, está aquí: escuchar, leer y observar, todo el conocimiento viene encima, si esto no es sólido, todo esto no va a resistir el tiempo.
Aprendizajes y prácticas fundamentales para aprender | ||
1. Escuchar | 2. Leer | 3. Observar |