Favorezcamos la solución del problema
Canal Extraplus 37.
Programa Adelante Nicaragua
Entrevista de Néstor Espinoza a Francisco J. Bautista Lara
Managua, 19 de marzo de 2019.
(Transcripción corregida):
“Es necesario salir de la isla, ver la isla. Que no nos vemos, sino nos salimos nosotros de la isla”, fragmento de La isla desconocida del escritor portugués, premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago. Nadie puede ver una isla si está dentro: para ver una isla tenés que salirte fuera de la isla. Para ver un problema, tenés que salir del problema para tener la capacidad de verlo desde afuera, para abordarlo y resolverlo; ese es un punto básico de una mesa de negociación.
Me voy a referir a algo que va parecer muy técnico al principio, pero llamo al sentido práctico del asunto: hay un conocido método o modelo de negociación universalmente aceptado y usado durante al menos 40 años, diseñado por expertos de la Universidad de Harvard, a fines de los años 70. Ese método de trabajo, funcionó como método de negociación en distintos escenarios nacionales, regionales, locales, etc., parte de cuatro fundamentos, el primero: la persona.
Guardar distancia del problema
Las personas que entran en un proceso de diálogo o negociación tienen que asumir, en primer lugar, un punto clave: guardar distancia del problema, es decir, lo que escribió Saramago: salirse del problema para ver el problema. Porque mientras estás ahogado, engullido, asfixiado del problema, perdés la capacidad de identificarlo, de visualizarlo y percibirlo.
Uno de los elementos claves de un proceso de negociación es que los negociadores, adecuadamente identificados y designados, adquieran la serenidad, la sensatez y la responsabilidad de separarse del problema, para ver el problema, para abordar el problema y trabajar en la solución del mismo.
Capacidad de discernir
Hay otro segundo punto que se formula y también es conocido: las personas que llegan a la mesa de negociación suelen tener “posiciones”, pero las posiciones habría que valorarlas, y deben ser desechadas, y hay que tener la apertura para desecharla, para enfocarse en los intereses y en los asuntos fundamentales. Si vos llegás con veinte planteamientos, tenés que tener la habilidad de diferenciar: ¿qué es importante? y ¿qué es más importante?, ¿qué es secundario y qué es de naturaleza primaria? ¿Qué es posible resolver en el corto plazo y de manera inmediata? y ¿qué hay que esperar con el tiempo? Si nadie te saca de tu posición y te encerrás en tu actitud, ese es un asunto que debés superar en un proceso efectivo de negociación y de diálogo, es decir: identificar ¿qué posiciones son?, ¿cuáles son las posiciones flexibles?, ¿cuáles son de naturaleza secundaria? y ¿cuáles son los asuntos de naturaleza fundamental y primaria, e intereses fundamentales? Es legítimo que los grupos que van a las negociaciones tengan posiciones e intereses cuando lleguen, pero es sensato saber discernir y diferenciar cuáles son secundarias y cuáles fundamentales en las que un grupo y otro son capaces de iniciar a hablar.
Y, además, uno tiene que entender al otro en esa realidad, eso es importante: uno tiene que ponerse en el sombrero del otro; puedo tener una posición y un interés determinado, pero la otra persona también puede tener otra posición y un interés determinado, y no tengo por qué imponer una posibilidad X o Y cuando veo que choca de manera fundamental con el interés del otro. Por lo tanto, un segundo aspecto clave es: la capacidad de discernir, dejar las posiciones y quedarse con los intereses fundamentales.
Como decía el Nuncio, quien participa como testigo en el proceso de negociación iniciado el 27 de febrero: “Qué pidan sabiduría al Espíritu Santo” y los que son creyentes que están en la mesa de negociación, deben de tener sabiduría para entender entre lo fundamental y lo que no es fundamental, entre lo que son los intereses primarios y lo que son las posiciones de carácter secundario, que perfectamente pueden cederse en un proceso de negociación.
Beneficio mutuo
Hay un tercer elemento clave: puedo plantear una solución, pero la solución que plantee o que el otro plantee tiene que tener un factor común: beneficio mutuo. Porque si planteo una solución que me beneficie solo a mí, el otro no la va aceptar, legítimamente no la va aceptar. Las soluciones y alternativas que se planteen deben tener algún beneficio mutuo, sino, no son viables. Eso también requiere serenidad, madurez y sabiduría.
Basarse en lo objetivo
Finalmente, un cuarto elemento o fundamento para un proceso de negociación es: ¿Cuál es la base de la información sobre la cual sustento mis decisiones y mis propuestas? Debe ser objetiva, sólida y contundente. No puedo basar mis decisiones y posiciones en supuestos, en especulaciones, en los fake news, ni en lo que dicen, porque si mis argumentos y mis intereses los sustento con esos elementos tan frágiles, profundamente subjetivos, emotivos e impulsivos: no tiene sentido un proceso de negociación, no son sólidos los planteamientos.
Una negociación debe basarse en intereses y en argumentos lo más objetivo posibles, de un lado y otro. “Dicen que están golpeando a los presos…” Veamos en concreto: ¿Cuáles? ¿Cuándo?… “Que están violando tal derecho…” ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Cuál es la evidencia? “Es que dicen las redes sociales” o “es que dicen…” Eso no puede ser válido como argumento.
Por lo tanto, un proceso de negociación legítimo, si pretende solucionar problemas, a partir de las buenas voluntades de las partes, requiere cuatro fundamentos básicos: primero, separar a la persona del problema; segundo, establecer claramente lo que es fundamental y lo que es secundario, entre lo que son posiciones que perfectamente podés modificar y lo que son intereses fundamentales; tercero, esos acuerdos deben ser de beneficio mutuo, ganamos todos, pero si solo uno está ganando, si solamente uno quiere imponer sus posiciones, no funciona; y finalmente lo que digan se basa en elementos sólidos, objetivos y claros, no en la subjetividad, emotividad e impulsividad irresponsable.
Las partes tienen que tener la inteligencia, madurez y sensatez para alejarse del conflicto, y no alimentar sus posiciones con espectaculares y arrasadoras fuentes de información informal de las redes sociales, porque si esas son tus fuentes, estás fregado.
Déficit democrático en la representación de las partes
Me parece que ese déficit democrático, más bien es un déficit de legitimidad de una de las partes. El gobierno está a cargo de la administración pública y del Estado, y los que están participando ahí, representan con legitimidad a la autoridad política, gozan con un respaldo político popular determinado. Esa representatividad es funcional, está ahí y tiene facultades del grupo político gubernamental a quien representa. Sin embargo, el otro, es muy fragmentado: son muchas siglas, muchas organizaciones, no necesariamente orgánicas, ni legítimas o constituidas, muchas son informales; algunos son pequeños grupos que se juntaron por una inquietud, una inconformidad, o una posición política.
Muchos de ellos se comprometieron en acciones violentas, lamentablemente; algunos tienen posiciones cívicas y quisieran una solución apropiada para el país, otros quieren irse al despeñadero y arrastrar a todo mundo; unos están abiertos a la discusión política, y al entendimiento; otros no quieren saber absolutamente nada, son propiciadores de caos y violencia.
Esa diversidad presenta un problema claro: ¿A quién mando para que hable en nombre de esa diversidad tan contradictoria que representa ese grupo opositor? Y, además, no solamente contradictoria en cuanto al pensamiento, sino en cuanto a la práctica: mientras unos quisieran sentarse a hablar, otros quisieran incendiar las calles; mientras unos quisieran expresarse en un debate político legítimo, otros prefieren tirar piedras, y echarles fuego a ciertas instalaciones. Esa contradicción es real, y crea una dificultad para el proceso de diálogo.
El punto clave para dialogar son las personas; y personas que sean capaces de salirse del conflicto, y verlo, con la mayor objetividad posible. Pregunto: “¿A quiénes?” … Desde mi opinión práctica, no es tan fácil resolver eso: no es tan fácil pensar que ese grupo opositor, tan heterogéneo, y tan contradictorio, va a encontrar un grupo de personar que los represente de manera suficiente, pero sí me parece posible que ese grupo representativo que se siente a dialogar puede representar la intencionalidad de la mayoría de los nicaragüenses que quieren encontrar solución cívica al conflicto.
Hay que reconocer algo, y ese es el punto de partida: ¿Por qué se negocia?, ¿Por qué hay un conflicto?, ¿Por qué hay un problema? Si no hubiera un conflicto, no tiene sentido negociar. Evidentemente, las partes que están sentada, me refiero al gobierno y sus organizaciones políticas, y a la otra parte opositora, son consciente que en el país hay un problema: un problema de entendimiento entre nicaragüenses por distintas posiciones, y ese problema requiere un espacio legítimo de negociación que encuentre soluciones de interés mutuo en los fundamentos que dije antes, la capacidad de abordar y resolver el problema.
Además, requiere un criterio importante: este problema no se resuelve solo si te sentás a las 8 de la mañana, y a las 3 de la tarde, ¡asunto resuelto!, no. Hay que tener una visión del plazo necesario, es decir, el tiempo necesario, el esfuerzo necesario: hay procesos que pueden durar 30 días, o 6 meses. Pero, ¿Quién pone los tiempos? Los tiempos los ponen las mismas personas, el ambiente social, el ambiente político, la gravedad y complejidad del asunto que deben resolver.
De las personas que se sientan, creo que es clave efectivamente: ¿cómo alimentan, como negociadores, como participantes, como representantes de un grupo, sus posiciones? ¿Con qué sostienes sus argumentos? Debe ser con objetividad. También es importante que los actores externos internacionales, ONU, SICA, OEA, no exacerben los conflictos, sino que promuevan la solución, que fortalezcan la actitud y la capacidad política y legítima, y el liderazgo, de los que están ahí representando un proceso de discusión; y no descalificar, porque el que descalifica, el único propósito que tiene es desmontar un proceso de negociación, e irse por lo tanto a las opciones irresponsables, que no van a solucionar absolutamente nada, y que más bien, agravan el problema.
Eso es lo que, en distintas experiencias se ha hablado, y son imposibles de obviar. Creo que las partes que están sentadas, y el Nuncio Apostólico en particular, que ha sido de alguna forma mediador, o como observador, es consciente de este proceso, y la gran responsabilidad que tiene él como embajador de El Vaticano, pero también como religioso, y representante del Santo Padre, me parece que tiene un pensamiento coincidente en la solución de este conflicto.
Decía el Nuncio: “La opción es negociar, lastimosamente hay fuerzas que quieren minar el campo de esas negociaciones”
Las redes sociales son un instrumento contemporáneo muy fuerte, y como tienen gran amplitud, irresponsable a veces, de todo hay en las redes sociales. Proliferan las ofensas, los insultos, y las descalificaciones, también hay buenas intenciones y mensajes positivos. Aquí sucede, como sucede con la nota amarillista: si vos ponés la primera plana con una nota amarillista, escandalosa, ese día el periódico se vende más. Y si los titulares son más moderados, más balanceados, se venden menos. Igual sucede en las redes sociales, si el mensaje es incendiario, se despiertan los ánimos, se desbordan las emociones inadecuadas de las personas, y sale lo peor de la gente: sucede de manera inmediata.
Eso es lo que está pasando: una negociación que se desarrolla en un escenario real, que es donde predomina la información virtual y las redes sociales, lo cual, obliga a las partes mantener serenidad y sabiduría para no contaminarse con esa inusitada, y contemporánea, e imposible de evitar avalancha de fake news, de opiniones y descalificaciones que no contribuyen. Algunos lo hacen por figurar, “por el peso de la lengua” dicen cualquier cosa. Otros porque están convencidos de eso, pero, creo que ahí está la clave: no contaminarse: ¿Cómo mantener la serenidad? Ver el problema desde fuera para poder resolver el problema es un asunto fundamental.
Encontrar alternativas
En esa lógica, tenemos que buscar alternativas, porque no necesariamente lo que plantea A o lo que plantea B, es el único camino posible. A veces hay tres variantes distintas, o tres soluciones distintas, por eso hay que sentarse. Si llego a la mesa de negociación con la variante A, y el otro llega con la variante B, a lo mejor es posible encontrar una variante C, y es legítima; y logra satisfacer parcialmente mis intereses, y parcialmente los intereses del otro. Y a lo mejor la variante C es mucho más sensata que la variante A de uno, o la variante B del otro. Encontrar alternativas en los procesos de discusión es posible hacerlo.
Legitimidad, factibilidad
Otra cosa importante es que lo que se plantee tenga legitimidad, factibilidad, es decir, no puedo plantear cosas en el aire y absurdas. No puedo plantear cosas que son arbitrarias e ilegales, en el fondo, que no pueden ser resueltas desde el punto de vista lícito. En ese proceso puedo encontrar alternativas diversas factibles, posibles, realistas; eso requiere que las personas que entran al proceso de discusión tengan sensatez, serenidad, inteligencia y responsabilidad para encontrar esas variantes.
Ni “A” puede plantear que “el otro” se suba en un avión y abandone el país, y deje el país, porque son muchos, ni “B” puede plantear que “A” se vaya y que no quede ni uno aquí, porque también somos muchos: somos nicaragüenses y vivimos aquí, en este territorio, en este tiempo común, en el año 2019. Aquí tenemos nuestro origen, nuestra vida, y tenemos derechos comunes, por lo tanto, tenemos que entender que vamos a vivir juntos en este territorio, y vamos a tener pensamientos distintos, creencias distintas, prácticas distintas, pero en esas diferencias vamos a tener profundas coincidencias, y esas coincidencias son posibles plantearlas como alternativas de solución al problema común que estamos llamando a negociar ahora.
Los representantes de la mesa de negociación deben de poner al margen las opiniones que buscan descalificar e insultar al otro por su posición, porque si vas a estar dependiendo cada vez que haces algo, “a conciencia”, algo bueno, que estás convencido que es correcto, y si cada día vas a estar valorando lo que opina el vecino sobre lo que estás haciendo, no vas hacer nada en tu vida nunca. Tenés que arriesgarte, y arriesgarte con convicción de que estás haciendo algo bueno, y lo haces con conciencia sana, responsable, cristiana (si sos cristiano), cívica; y te comprometés con un proyecto o un proceso que crees que es el rumbo correcto, y lo asumís con la mayor responsabilidad.
Un sacerdote amigo, Mauro Jacomelli, italiano, de la Orden de Frailes Menores, decía: “¿Cuándo se yo que algo es bueno? o ¿Cuándo se yo que algo es malo?, cuando lo bueno hace el bien, y no hace daño a nadie; y cuando lo malo hace daño a alguien, aunque parezca bueno hoy, es malo”. Entonces si estoy tratando de resolver en esa mesa de negociación, para hacer el mayor bien posible, es bueno lo que estás haciendo; y si lo haces con buena intención, a conciencia, sin buscar beneficio personal. está bien lo que estás haciendo, ese es el camino correcto, debés seguir haciéndolo. Ahora, si te tiran piedras en el camino, ¿te vas asustar? Si tenés convicción que lo que hacés es correcto, tenés que seguir haciéndolo: “Haga bien el bien”.
A los negociadores, también: si creen que lo sensato y lo responsable es hablar por el bien del país, no pensando en el hoy, sino en el mediano o largo plazo, hay que hacerlo. A veces hay decisiones que uno toma en un momento determinado, y alguien puede pensar que son incorrectas, pero la historia dice que fueron correctas: cinco años después, diez años después te decís: “Hicimos lo correcto”; decisiones personales, decisiones familiares y sociales.
Y a veces sucede lo contrario: no lo hiciste en el momento apropiado, y se pasó el tiempo. Y tres, cinco, o diez años después te das cuenta que cometiste un error en el pasado por no haber decidido lo correcto, y pagaste las consecuencias por tu decisión incorrecta. ¿Y entonces qué? No vas a lamentarte del pasado: pensemos en el futuro, pensemos en el presente, y hagamos correctamente lo que tenemos que hacer hoy, en el presente; y sin lugar a dudas hoy, en el presente, la solución es una negociación sensata, responsable, para resolver nuestros conflictos comunes, porque vivimos en este país que es de todos, y tenemos aspiraciones, y además, queremos seguir viviendo en nuestro país, y queremos seguir construyendo.
Siempre, en esa mesa, habrá alguno que no esté de acuerdo, sí, pero ¿qué culpa tiene uno que no esté de acuerdo el otro? Si la mayoría encaminamos el país hacia ese rumbo, siempre habrá alguien que quiera el caos absoluto, el pensamiento incendiario y confrontativo, que disfruta con la desesperanza, que disfruta con la agonía de la gente, que disfruta porque hay más desempleo y los negocios están vacíos: siempre habrá alguien que piense así, que disfruta con el mal ajeno, y con el mal propio, además, hay gente que tiene una capacidad extraordinaria para lamentarse en todo lo que ocurra, bueno o malo, y nunca le verá lo bueno y siempre verá en cualquier cosa lo malo, el detalle, el “pero”, la inconformidad. Pero no pensemos en los desafortunados que viven en la desesperanza, pensemos en la mayoría del país que quiere esperanza, que quiere trabajo y salir adelante.
A los negociadores, a nosotros que generamos opiniones en estos espacios, no olvidemos que estamos en este tiempo concreto, y tenemos una obligación moral, cívica, y espiritual frente a lo que creamos, y estamos obligados a trasmitir ese mensaje. Bueno, si hacés lo contrario, asumí los costos y las responsabilidades personales, como diría San Pedro: “Si pudieras hacer el bien, y no lo hacés, cometés pecado”.
Lo mejor que podemos hacer los ciudadanos es…
Lo mejor que podemos hacer los ciudadanos es tener paciencia y serenidad, no tenés porqué precipitarte. Los ciudadanos responsables debemos emitir una opinión constructiva, y favorecer la solución de los problemas. Siempre va a haber ciudadanos que no quieran favorecer las soluciones, que quieran agravar los problemas, que quieran agravar la confrontación. Yo pienso: serenidad, que se sienten y hablen. No hay que socavar los procesos de negociación y de diálogo. No hay que socavar las oportunidades de solución al conflicto, hay que pensar que el conflicto (como todo conflicto), tiene solución.
Las soluciones tienen que generarlas las partes de manera legítima, y no la solución de una parte que desconoce la existencia de la otra, no es posible. Es la solución de uno y otro, en que ambos sientan que salen beneficiados, que el país sale beneficiado. Ese es el camino sensato que creo que los nicaragüenses, los ciudadanos y la comunidad internacional deberían apostar, y deberían apoyar. Aquel que sea incapaz de promover un proceso sensato de solución, de relación, de tolerancia, me parece a que estaría cometiendo un grave error en el presente. Pero creo que la mayoría queremos soluciones cívicas.
Compromiso
El compromiso es un aspecto importante y clave. Negociar puntos comunes que nos beneficien, acordar puntos comunes y comprometerme a cumplir lo que acuerden.
¿Estoy comprometido o estamos comprometidos los participantes en este proceso en la solución del problema?, o ¿simplemente llegamos ahí por figurar? El compromiso de las partes es fundamental; el compromiso de los mediadores o de los testigos, es fundamental.
La imparcialidad y el balance del mediador o de los mediadores es fundamental, porque si eso no existe: si no existe imparcialidad, si hay un sesgo evidente, si no existe objetividad en la información, si se dejan llevar por toda la red contaminada de desinformación que fluye en Internet. Si no hay actitud de responsabilizarse del compromiso que asumen, eso no tiene perspectiva. Pero creo que ese es el objetivo: compromiso, cumplir lo que acuerden; compromiso, asistir a las reuniones y discutir; compromiso, tratar de buscar alternativas creativas, a la diversidad de posibilidades que tiene el conflicto para la solución.
Comunicación
La comunicación hoy está condicionada por esta multitud de vías de la comunicación social, ya no es solamente la comunicación que tengo con vos de manera directa y personal, sino que la multitud de influencias que llegan por esa vasta, amplia, y a veces irresponsables fuentes y canales de comunicación, por eso es que los medios de comunicación, en particular como instituciones formales, están obligadas a compartir un mensaje que ayude. Pero las partes tienen que tener una correcta comunicación, de tal manera que lo que yo diga lo entendás en los términos que lo estoy diciendo, y viceversa. A veces decimos palabras, pero las palabras no se entienden necesariamente de la misma forma por el otro. Creo que es necesario dimensionar el significado de nuestras frases, de nuestras expresiones, con el otro que está en el proceso de discusión, pero también el efecto de las frases que uso, de las expresiones hacia fuera para que tengan un efecto correcto.
Aquí hay algo clave: aquel que tenga más poder, religioso, social, económico o político y que, por lo tanto, está en una posición de poder y que transmita un mensaje social desafortunado, irresponsable, adquiere una gran responsabilidad por las consecuencias de las palabras que está usando. Entre más poder tengo, cada frase mía, cada expresión, cada mensaje, puede ayudar a construir o a destruir, puede construir esperanza o desesperanza. Y por eso hago un llamado a los líderes religiosos de Nicaragua, a los líderes empresariales, a los líderes sociales, a los líderes políticos, a los líderes de cualquier organización nacional, incluso a los líderes de organizaciones internacionales, que midan el peso de sus expresiones, de sus palabras y de sus mensajes, a través de los medios de comunicación y a través de las redes sociales. Que no seamos irresponsables de trasladar mensajes de desesperanza, de intolerancia, de confrontación y de descalificación, porque si lo hacemos no solamente, estamos nosotros contaminándonos, sino que difundiendo la contaminación a una amplia multitud de personas que nos escuchan.
¿Condicionar un proceso de negociación?
Es irresponsable un planteamiento de condicionar un proceso de negociación con un requisito, es decir, uno llega a negociar precisamente para contribuir en la solución de problemas. Me parece que la OEA podría estar renunciando a su legítimo papel y a su rol, realmente, de ser un articulador, deslegitimándose porque no tiene por qué haber condiciones: nos sentamos a hablar y hablando, llegamos a los puntos de coincidencia, a los planteamientos mutuos legítimos de las partes.
La desconfianza
Hay desconfianza, se agudizó a partir de abril de 2018. Siempre una sociedad tiene niveles de confianza y de desconfianza, pero creo que, en 2017, el nivel de confianza interpersonal que prevalecía en la sociedad era alto, este se desgastó, se deterioró desde abril. Se cultivó mucha desconfianza, intolerancia, odio, resentimiento, ánimo de venganza, incluso. Afortunadamente, eso comenzó a decrecer, todo parece indicar, según distintas encuestas de opinión, que empezó a disminuir, pero todavía está en niveles altos, no hemos llegado a los niveles positivos que había en el 2017. La desconfianza es un factor clave que debemos atender y superar.
¿Cómo reducimos la desconfianza?
Creo que hay tres elementos para reducir la desconfianza: primero, hablando, así de simple: conversando; segundo, comprometiéndonos; y tercero, no alimentando la desinformación. Eso ayuda a reducir la desconfianza, y la confianza mutua comienza a crecer. Si hablo, y si vos tenés una duda, vos me preguntás y yo te respondo. Y si me comprometo a decir: “Llego a las 10”, cumplir, llegar a las 10, eso construye confianza. Además, no estoy diciendo información paralela, subterránea, que distorsiona y crea inquietudes, y no comienzo a filtrar cosas al margen, debajo la mesa.
“Blancos” de crítica
En esta relación de dialogar y hablar, indudablemente las personas que participan son “blancos”, es decir están en la esfera pública, y la gente deposita en ellos una gran responsabilidad: lo que diga y lo que no diga, lo que haga y lo que no haga, se convierte en ataque personal, a veces. Aunque eso es injusto, porque las personas están cumpliendo un rol nacional en beneficio del país, también debemos de entender que eso es insalvable: las personas que están ahí serán objeto de ataque y halagos, serán objeto de señalamiento, pero les digo que debemos guardar serenidad y responsabilidad, si creemos que lo que estamos haciendo es lo correcto, porque ese es el camino, no hay otro.
Inteligencia emocional
Este es un último elemento importante: inteligencia emocional, en los que dialogan, para que, ante el planteamiento del uno, no se te salga “el indio”; para que, ante el planteamiento del otro, en las redes, no te deprimas, no te pongas a llorar, no te angusties, no te desesperes. Inteligencia emocional: serenidad, el mayor equilibrio posible. No permitamos que esas reacciones negativas o positivas, te contaminen emocionalmente, te depriman o exacerben los ánimos de manera irresponsablemente. Sino que, respirar profundo, y seguir por el camino correcto.
El camino correcto, en Nicaragua, hoy y siempre, será negociar. El camino correcto, para la humanidad, hoy y siempre, aquí o en cualquier lado, siempre será negociar. Si estoy convencido que ese es el camino correcto, voy en ese camino, independientemente de los costos, independientemente de las piedras que tiren. Si somos cristianos, estaremos convencidos que ese es el camino. Si somos ciudadanos con una alta responsabilidad cívica, estaremos convencidos que ese es el camino. Entonces creo que no hay donde perderse: serenidad, responsabilidad, compromiso, salgamos del problema, veamos el problema para resolverlo.
¿Quién no ha tenido un problema con un amigo?…
… ¿Con un vecino?, ¿con un compañero de clases o de trabajo?, ¿compañero o compañera de vida? Esas son negociaciones cotidianas. La vida está montada en las negociaciones cotidianas a lo largo de su existencia: desde pequeño tenés que negociar con tu padre el permiso, en el trabajo, en la iglesia, en la calle, es decir, siempre tenés que negociar con el otro una solución para tu interés y para el interés del otro, y esa es la ruta de la vida. Sino la vida no tendría posibilidad de existir. Como nosotros vivimos en una comunidad de personas, donde las personas tienen un espacio territorial, tienen una opinión, tienen una existencia concreta, y tenemos diferencias y tenemos similitudes; en eso estamos obligados cotidianamente a negociar. Y la negociación es una práctica inteligente de las personas que quieren vivir en paz con otros.
Existen personas que es imposible convivir con ellas, puede ser un vecino, o un compañero, porque no desarrollaron la habilidad de negociar cotidianamente. Todo en la vida tenés que negociarlo, desde que nacés, cuando te casás, ¿qué es el casamiento? un proceso de negociación entre dos personas que quieren compartir su vida; ¿qué es entrar a trabajar? No es más que un proceso de negociación entre un empleado y un empleador para cumplir una función, una tarea concreta. Todo en la vida es así: en el vecindario, la comunidad se pone de acuerdo en cosas cotidianas, la vigilancia, la arborización, la vida comunitaria, y tenés que ponerte de acuerdo en esos espacios: ceder y que te den cosas para tu beneficio y para el beneficio colectivo.
Aquí lo que tenemos es un proceso de negociación, no en la magnitud de una familia, ni de un barrio, ni de un centro escolar, ni de un centro laboral, pero es la misma lógica, no es una empresa, no es un espacio limitado, es la negociación de un país que quiere la solución a un problema, que efectivamente existe, y que queremos que el problema se resuelva, no se agrave: queremos encontrarle soluciones. Y no necesariamente, las soluciones que uno plantea, o que el otro plantea son las correctas, de repente, hay un tercer punto, o un cuarto punto, o una variante determinada, que efectivamente es la solución que nos satisface a ambos, y a lo mejor ese es el camino que vamos a seguir.
Nicaragua, tiene un potencial extraordinario para el beneficio de todos
Creo que Nicaragua, en este año 2019, va a tener la oportunidad de construir una solución sensata, responsable, para el futuro. Nicaragua tiene un potencial natural extraordinario, explotémoslo para el beneficio de todos.
Nicaragua tiene unas personas, nosotros los nicaragüenses, somos extraordinarios, somos personas con una gran capacidad de hospitalidad, de comunicación, entusiastas, afectuosos, con gran tradición cultural, es decir, tenemos un caudal extraordinario. Nicaragua, con sus nicaragüenses, con sus territorios y sus riquezas, es y puede seguir siendo, y puede ser mejor que la región centroamericana.
Tenemos el territorio más grande Centroamérica, y ese territorio está en el centro, con una posición geográfica privilegiada; tenemos la oportunidad de aprovechar nuestros recursos por el bien común; tenemos una situación de seguridad ciudadana, en cuanto a riesgos de seguridad de violencia delictiva, muy favorable. Aquí el conflicto que nos acoge es de naturaleza social y política, y nos ha llevado a posiciones extremas que se han convertido en hechos de violencia delictiva, pero que son solucionables. Este problema es importante, pero no pensemos que este problema es fatal e imposible de resolver: es posible de resolver.
Invito a todos los nicaragüenses, y principalmente a los negociadores que están sentados hablando, principalmente a los líderes de las instituciones religiosas, económicas, políticas, sociales y de comunicación social, a que nos salgamos del problema, veamos el problema, observemos el problema, lo abordemos con responsabilidad y seguro que le encontramos solución.
Este año 2019 es la oportunidad para que los nicaragüenses encontremos soluciones sensatas, duraderas, para hacer de este país un gran país que aproveche todas las oportunidades que tiene.