Managua, 1ro. de junio de 2019

Entrevista a Francisco J. Bautista Lara por Canal TN 8, Managua.

 

Gracias comisionado por brindarnos esta entrevista a TN8: partiendo de ciertas publicaciones que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha realizado en sus cuentas en Twitter y en Facebook. ¿Cuál es su lectura?

 

Bueno, a mí me parece que las personas en América Latina y Nicaragua, esperaríamos de organizaciones serias, respuestas serias, y de organizaciones sensatas, respuestas razonables. Esperaríamos que sus planteamientos no fueran en la línea de agitaciones políticos ni sesgadas. Una organización de investigación tiene que partir de evidencias, de verificaciones, para poder afirmar o negar algo, y no puede a la ligera sacar una conclusión sin haber llegado a la identificación de las evidencias.

 

Me parece que es una irresponsabilidad, pierde credibilidad una organización de ese tipo, se desnaturaliza. Adopta una posición estrictamente partidaria, no política en el sentido amplio, sino que partidaria con intereses externos y geopolíticos, alineada a un planteamiento totalmente contraproducente, incongruente que no ayuda a la solución del problema, porque la verdad, la evidencia, te lleva a aproximarte a la verdad, aproximarte a una solución sensata de la situación.

 

Creo que más que ayudar, perjudica, más que aclarar, confunde, más que ilustrar en la búsqueda de la verdad, continúa enfatizando la manipulación de las emociones que desbordan en actos de violencia, irracionales e instintivos.

 

¿Cómo se le puede llamar, desde su punto de vista, a esas publicaciones que de alguna que otra manera están justificando la violencia, la destrucción, las muertes y los heridos?

 

Por las características, veo que parecen más bien, tics de naturaleza política, sesgada, para fortalecer una posición asumida previamente, sin interés de asociar la evidencia, sin interés de buscarla, ni identificar las circunstancias concretas, es decir, no hay interés para una solución sensata y equilibrada, que construya paz, que construya convivencia, sino que, todo parece ser que el ánimo es confrontar, el ánimo de agravar y continuar lesionando las heridas que se han producido en la sociedad nicaragüense durante el último año.

 

Llama mucho la atención que estas publicaciones, donde claramente están justificando la violencia, salen esta semana en un contexto en que se revelaron pruebas contundentes, cámaras desde el estadio, evidencias claras en respuesta a ciertos trabajos investigativos a profundidad, ciertos documentales y ahora una Comisión Interamericana que se dice ser apolítica…

 

Lo que pasa es que está renunciando a la responsabilidad del análisis racional, recurre nuevamente al análisis emotivo instintivo, que fue lo que realmente desencadenó la confrontación que se abrió en Nicaragua, es decir, vos podés agarrar un hecho que es falso, o parcialmente verdadero, lo presentas en imágenes y mensajes a la gente para manipular sus emociones, de tal forma que, la gente se desborda en comportamientos irracionales e impulsivos.

 

Entonces, el día de las madres tiene mucho simbolismo, en términos emocionales, en Nicaragua, particularmente, en otros países, no, pero aquí es muy fuerte, por lo tanto, manipular esa marcha, los resultados de esa marcha, y continuar remarcando el efecto de las circunstancias, sin detenerse a buscar las evidencias concretas, objetivas y racionales, me parece que ese es el punto, es decir, los elementos contundentes y objetivos, los obvió, y continúa enfatizando lo emotivo instintivo, reactivo, que es aquello que provocó el conflicto.

 

Hubo dos marchas el día 30 de mayo, una marcha provocado por la oposición, sin autorización, pero se permitió, y una marcha convocada por el gobierno en la Avenida Bolívar. Ambas marchas separadas por dos o tres kilómetros de distancia: no había ninguna posibilidad de que las marchas se cruzaran. Pregunto ¿Por qué un grupo de la marcha opositora, no cívica, se desprende desde Metrocentro al concluir la marcha opositora sin incidentes, y se dispersa alrededor de las áreas aledañas, para provocar conflictos y quemar la radio Ya, y el Estadio? Eso no tiene sentido: alguien tuvo que azuzar dentro de la marcha, crear un grupo de disidentes, exacerbar sus odios, exacerbar sus ánimos y lanzarlos en una provocación a partir de información especulativa y falsa, o exagerada, que es ese momento se desborda y se pierde de vista la razón. Ahora, esa evidencia está ahí, es fácilmente identificable, hoy, un año después, sin embargo, negarse a hacerlo creo que es renunciar a la razón y a la responsabilidad institucional de una entidad que está obligada a trabajar con evidencia, y no con especulaciones.

 

¿Se le podría llamar apología del delito a estas justificaciones del por qué incendiar esas instituciones?

 

Hay una complicidad absoluta: la CIDH no está actuando como una entidad según su naturaleza, en su esencia lo que le corresponde hacer, sino está desnaturalizada, y por lo tanto se convierte en un actor irresponsable, cómplice de las circunstancias de violencia y que no está contribuyendo en la solución del problema de Nicaragua. Eso debería de llevar a pensar a la OEA, y los organismos internacionales, en los países, pero necesitamos tener instituciones creíbles, profesionales, capaces de buscar el balance y la solución de las cosas, y que basen sus argumentos, sus expresiones públicas, en alegatos sustentados en la razón y no en expresiones emotivas instintivas que provocan.

 

Aquí lo que están haciendo es activando las emociones, ahí se desbordan los que están a favor y en contra, los que creen y no creen, pero el problema no es de creer o no creer, de que te guste o no te guste, el problema ¿cuál es la evidencia? La evidencia obliga a recurrir a la razón, ese es el punto. Así que, si hay 10 a favor, y hay 100 en contra, que te gusta o no te gusta, ¿te detuviste a valorar las evidencias? No, y me parece que ahí está el grave problema, desnaturalizar su función, desnaturalizar su rol, el rol fundamental, y meterse en el mismo barco de las irresponsabilidades y de no sustentar sus afirmaciones con evidencias, esa es una gran responsabilidad.

 

Contextualizando un poco sobre lo que está pasando en la región, hemos visto que esta semana, y semanas anteriores, hay una crisis en Honduras, porque el presidente Juan Orlando Hernández está solicitando la privatización de los servicios públicos, pero la CIDH no ha hecho ningún tipo de pronunciamiento y hemos visto còmo se han vulnerado los derechos de la mayoría en Honduras…

 

Lo que pasa es que tenés una organización que tienen el mismo sesgo político claro, una intencionalidad, y descalifica y ataca a gobiernos que no son afines políticamente a sus intereses, independientemente de las evidencias y favorece, obvia, u omite a gobiernos que si son afines a sus intereses políticos. Creo que aquí, la CIDH, se deja arrastrar por los intereses geopolíticos de la región, por los dictados de actores claves en la política regional, y por lo tanto renuncia a su rol fundamental, que es una entidad profesional, investigadora, que ayuda al fortalecimiento de los derechos humanos.

 

Lo que hay es irresponsabilidad absoluta, una auto descalificación, me parece que eso no es sano para el sistema de naciones, no es sano para la región, para la OEA ni para los derechos humanos, estos se deben defender con firmeza, con evidencia, y con racionalidad, no tenés que caer en la trampa de la demagogia política, de la demagogia partidaria, de los sesgos por emociones y por intereses particulares como se está cayendo aquí. Eso es lamentable. Espero que la madurez prevalezca, porque ahora salen muchas cosas que son más claras, en el momento de los hechos a veces uno pierde de vista la veracidad, porque las redes sociales abundan con desinformación y con tics improvisados que circulan masivamente, y entonces contaminan con imágenes, mensajes, sonidos rápidamente a la opinión pública, y de repente, las personas comienzan a detenerse en el camino, y decir “Bueno, ¿qué pasó exactamente?” Ya la serenidad te permite encontrar las evidencias, sin embargo, ha pasado un año, y esta organización no ha sentado cabeza en tal sentido como entidad profesional para sentarse a revisar con objetividad las circunstancias.