CUARENTA AÑOS de la Policía Nacional de Nicaragua (1979- 2019)
Managua, Nicaragua, viernes 25 de octubre de 2019.
Entrevista de la comisionada mayor Flor Pichardo al Com. Gral. en retiro Francisco Javier Bautista Lara.
¿Qué es lo más significativo del surgimiento y desarrollo de la Policía Nacional de Nicaragua?
La Policía Nacional de Nicaragua, no es un fenómeno aislado del desarrollo político, social, cultural e histórico de Nicaragua, es decir, es producto de ese proceso de desarrollo. Alguien puede preguntarse por qué la policía es de una forma u otra; debemos asumir que las características de las instituciones, y de esta en particular, es consecuencia de esas circunstancias que fueron ocurriendo en el transcurso del tiempo. Así como las personas somos consecuencia de realidades concretas, vínculos genéticos y socioculturales, padres, familias, sociedad, época… la policía también es hija de esos procesos.
Partiendo de eso, podemos identificar cuáles han sido esos procesos evolutivos, los contextos que han marcado los cambios que la institución policial ha tenido a lo largo de 40 años. Plantearé, como hipótesis, una clasificación de las etapas transcurridas.
Creo ha habido seis grandes etapas, incluyendo la actual, que han marcado el rumbo de la Policía, y caracterizan comportamientos, organización, normativas, demandas sociales y diversas circunstancias, los fenómenos que debe enfrentar y la manera de responder frente a las necesidades de seguridad y convivencia del país.
1.La fundación (agosto 1979 – diciembre 1980)
La fundación de la Policía ocurre a partir de agosto de 1979, -aunque la Policía establece oficialmente la fundación el 5 de septiembre, fecha simbólica por el aniversario de la caída de Ajax Delgado-. Realmente la fundación comienza con los procesos organizativos en agosto, dos o tres semanas después del triunfo de la Revolución. Y concluye, en sus acciones fundacionales, en diciembre de 1980. Esa etapa de casi año y medio, significó convertir las Milicias Populares Sandinistas que habían luchado contra la Dictadura Somocista, y los grupos armados que se levantaron contra Somoza, que estaban concentrados en distintos cuarteles de la Guardia o localidades diversas, comenzaron a registrarse y concentrarse, a definir mandos, estructura organizativa básica, y a desmovilizar los excesos de combatientes que había en los cuarteles.
Recuerdo un dato de diciembre de 1979, el inventario de policías, de milicianos trasformados en policías o combatientes trasformados en policías, ascendía a unos 13 mil en el país. Esa cantidad, donde la población era mucho menor que la actual, se consideró excesiva, y se comenzó a hacer un proceso de desmovilización, que ocurrió entre fines de 1979 y principios de 1980. Se desmovilizaron los que eran de mayor edad o no estaban en buen estado de salud, quienes se destinaron a otras funciones, por ejemplo, a la defensa militar, a la actividad estatal y política, algunos fueron enviados a organismos sociales o sindicales, otras instituciones del Estado, municipalidades, etc., y fue quedando un contingente más reducido, que en aquel momento anduvo cerca de la mitad de la cantidad inicial. A principios de 1981, los integrantes de la Policía, cuyo nombre que asumió fue Policía Sandinista, eran unos 6 mil integrantes.
Esta primera etapa, la fundación de la Policía, se desarrolló desde agosto de 1979 a diciembre de 1980. En ese período también ocurrió la regionalización del Ministerio del Interior, y la Policía pasó a ser parte del Orden Interior en las regiones del país. En ese entonces se desarrolló la Campaña Nacional de Alfabetización, donde la policía fue parte. Se iniciaron los procesos de capacitación y asesoría internacional, se conformó la Escuela de Policía Walter Mendoza Martínez, hubo asistencia técnica inicial de policías panameños y venezolanos, después llegaron los cubanos.
Fue la etapa fundacional. Podemos decir que, en diciembre de 1980, en Nicaragua existe policía, como cuerpo independiente del Ejército, por primera vez en la historia. Un órgano con características propias, parcialmente normado, con cuerpo físico, instalaciones y capacidad para atender las necesidades de orden interior en contra de la delincuencia común y organizada, por la convivencia comunitaria.
- Fortalecimiento institucional durante el período revolucionario (1981-1990)
Desde enero de 1981 hasta principios de 1990: es la etapa donde ocurre la guerra de agresión contra Nicaragua, la Policía de Nicaragua recibe asistencia de Europa Oriental y Cuba en particular, se dispone de asesores, se formalizan los procesos técnicos, organizativos y normativos más importantes. Se crean perfiles de formación y programas de formación, la Escuela de Policía tiene funcionamiento regular, muchos oficiales viajamos fuera para recibir capacitación en diferentes países, particularmente en Cuba, la Unión Soviética, Bulgaria, Yugoslavia, Alemania Democrática y Checoslovaquia, sobre distintos temas: administración policial, investigación, criminalística, inteligencia, seguridad del tránsito, etc.
La Policía logra definir un perfil, y prácticamente ahí se define con claridad el enfoque doctrinal comunitario de la Policía, que estaba apenas insinuado en la etapa fundacional. El enfoque doctrinal está vinculado con el origen de la revolución incluso, hacemos una revolución para la participación ciudadana y vincularnos a las necesidades de la gente, para negar el sistema policial anterior de la Guardia Nacional; el nuevo modelo se termina de concretar en esta etapa que llamaré de la Revolución Sandinista, de 1981 hasta principios de 1990. En 1987 entró en vigencia la Constitución Política del país desplazando el Estatuto de Derechos y Garantías promulgado en 1979.
Al concluir 1990, Nicaragua tenía unos 7 mil policías, la población había crecido, durante la década pasada la guerra desgastó los esfuerzos institucionales, la Policía no fue ajena a eso. Las fuerzas policiales estaban en las principales ciudades del país, tenían dificultades para movilizarse en el interior, el ejército operaba ahí, había acciones armadas de la contra revolución. Fueron momentos históricos de gran tensión, la Policía fue parte de eso. Hubo una característica importante: entusiasmo, mística y enorme compromiso del personal, los miembros de la institución no pedían beneficios, la mayoría de la gente entregaba sus mejores esfuerzos al servicio de la Revolución y de la comunidad, para fortalecer la Policía. Fue admirable. Los valores humanos que la institución adquirió se asentaron en esa etapa.
- Transición (1990-1996)
Después viene una tercera etapa que está marcado por un cambio político importante: finalizó la guerra, vino el Acuerdo de Transición en marzo de 1990. Ese acuerdo planteó que se preservaba la Policía y el Ejército después de la derrota electoral del gobierno sandinista y la victoria del gobierno de la Unión Nacional Opositora. No se desmontaban estas organizaciones porque tenían virtudes y fortalezas, pero se harían cambios organizativos, normativos y del liderazgo. La Policía inició modificaciones en su funcionamiento. Esta etapa va desde marzo de 1990 hasta fines de 1996.
La característica más importante de esta etapa era el gran nivel de incertidumbre. La Policía fue considerada, hasta cierto punto, por las autoridades políticas, los gobiernos de la época, como una institución política partidaria y fue afectada en su funcionamiento económico y el apoyo a su gestión, de tal forma que su situación interna y frene al servicio, fue difícil. La consecuencia de ese proceso fue que la fuerza policial se redujo en un 15 %, el presupuesto y los medios técnicos se redujeron, el salario quedó estancado. Estaba en una situación de inanición, de profundo estancamiento, lo cual dificultaba la capacidad operativa para enfrentar los problemas de la delincuencia común, y el crimen organizado.
Si me preguntan, ¿cuál ha sido la etapa más difícil de la historia policial? Además de la reciente, fueron esos seis o siete años que van desde 1990 a 1997, quizás, por esas características. Hay orfandad en la Policía, en cuanto a la autoridad gubernamental y la autoridad política nacional, no reconoce suficiente a esta institución, y la van relegando a pesar de la necesidad de preservar la seguridad pública.
Ese período comienza a terminar con la reforma constitucional de 1995, y con la primera Ley Orgánica de la Policía en 1996. Disponiendo de una ley orgánica, existe un panorama jurídico institucional más sólido, que permite replantear las circunstancias de la Policía. Sin embargo, eso no necesariamente modifica el comportamiento político gubernamental hacia la institución, pero hay una plataforma jurídica mejor definida que ofrece un nuevo escenario.
- Reforma y reorganización institucional (1996-2006)
La otra etapa de 1996/7 a 2006, la califico de reforma y reorganización institucional; coincide con los procesos de reforma del Sistema de Integración Centroamericana, porque entra en vigencia más o menos en ese tiempo, el tratado Marco de Seguridad Democrática que establece un nuevo concepto de la seguridad: identifica la seguridad de carácter civil, que los problemas de seguridad ciudadana no solamente son la delincuencia, sino también la pobreza, la pobreza extrema, el crimen organizado, la corrupción pública y privada; hay una nueva visión de la seguridad que es asumida por Centroamérica, y Nicaragua es parte de este sistema de integración.
La Policía tiene un marco jurídico con el cual comienza a trabajar y se comienzan a superar los prejuicios del poder político y gubernamental hacia la institución policial, que demuestra capacidades y competencias que había acumulado durante la década pasada
En ese tiempo se reactiva la Academia de Policía Walter Mendoza, la Policía introduce reformas y comienza a revertirse la tendencia de deterioro, la fuerza policial comienza a crecer, y a mejorar el salario real de los policías, se formula un plan estratégico de modernización y desarrollo, hubo un primer plan de 3 años, un segundo plan de 5 años, y un tercer plan de 5 años más, que se retomó como dinámica institucional, y se cumplió con la asistencia técnica del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, particularmente hay que reconocer que la principal colaboración internacional y el principal voto de confianza externo fue de Suecia. Fue quien más aportó más dinero y asistencia técnica para los procesos internos, puso su confianza en que la Policía tenía la capacidad para modernizarse y actualizarse a las demandas globales de la seguridad que se perfilaban a nivel mundial, y también a las necesidades del país, preservando sus cualidades históricas, y tratando a adaptarse a los nuevos tiempos.
Hay que reconocer la colaboración de otros países como España, Noruega, Francia, la Unión Europa y Estados Unidos, pero creo que el liderazgo del quien más aportó fue Suecia, creo que hay que reconocerlo en aquel momento histórico. Esa etapa concluye, desde mi opinión en 2006.
- Nuevo período de gobierno sandinista
En 2007 inicia una nueva etapa histórica en el país; no depende precisamente de la policía, sino que el gobierno cambia, los gobiernos liberales y conservadores que retomaron el poder en 1990 – 2006, perdieron las elecciones, ganó una alianza política Nicaragua Unida Triunfa que lidera el Frente Sandinista, e inicia una nueva etapa revolucionaria, con nuevas características en el contexto de los modelos democráticos que subsisten en el mundo. Esa etapa desde 2007 hasta 2018, plantea nuevos escenarios: la policía inicia procesos de reforma y cambio; hay un replanteamiento organizativo, una segunda ley orgánica se formula en 2014; se replantea la carrera policial y las normativas; la policía crece de manera importante junto a la cantidad de recursos materiales y humanos; se fortalece la confianza y se retoma de manera sólida el enfoque de policía comunitaria que se reasume como estrategia fundamental.
Creo que lo más importante en ese tiempo es que se entiende un concepto importante en la seguridad, que no es responsabilidad única de la policía, sino que responde a variables sociales, económicas, culturales y comunitarias, es decir que la sociedad y el estado, mejorando las condiciones de los más vulnerables, mejorando las condiciones de convivencia comunitaria a nivel local, puede mejorar la seguridad ciudadana. Es absurdo y limitado pensar que los méritos de la seguridad ciudadana de Nicaragua son responsabilidad total de la policía, tampoco podemos decir que los defectos o problemas de inseguridad sean sólo de la policía. Eso es “policiar” la seguridad: la seguridad es integral, indivisible e inseparable de su dimensión humana como dice el tratado Marco de Seguridad Democrática, de tal forma que la vulnerabilidad medioambiental, la pobreza, la pobreza extrema, la infraestructura urbana y rural, las vías de comunicación, la iluminación pública, la manera de resolver los conflictos cotidianos en la comunidad, son claves para el nivel de seguridad ciudadana del país.
Me parece que en este tiempo el gobierno de Nicaragua promovió una política de desarrollo comunitario en general, y es evidente, las cifras lo confirman: mejoró la estructura urbana, los centros recreativos, los parques, se redujo la pobreza en casi 17 puntos porcentuales; mejoró el desarrollo humano según informes de Naciones Unidas; mejoró el empleo, el acceso a la seguridad social, la educación y la salud pública; todos esos elementos juntos tienen consecuencia positiva en la convivencia, y mejoran la seguridad ciudadana; entonces, la policía está inserta en ese concepto global que me parece correcto, es decir, no se le puede atribuir a la policía la responsabilidad absoluta en la seguridad y la convivencia del país, en ello contribuyen diferentes mecanismos sociales e institucionales.
En ese tiempo, ocurren fenómenos regionales que no es posible obviar: incremento de pandillas, particularmente en el norte de Centroamérica, el crimen organizado, y Nicaragua enfrenta esos fenómenos nuevos, que no existían en la década del 80, y a principios del 90 eran incipientes. Pero en la década del 2000 para adelante comienzan a ser problemas serios que afectan la convivencia y aumentan el riesgo.
En 2007, la tasa de homicidios en Nicaragua fue cercana a 13 x 100 habitantes, había un incremento de la violencia delictiva; dicha tasa subió hasta 14, en los dos o tres años siguientes, Sin embargo, a partir de 2011, en Nicaragua comenzó a observarse una reducción importante en la violencia delictiva en general y la tasa de homicidio en particular, que es el principal indicador de la violencia delictiva, y llegó a 2017 a la tasa más baja de Centroamérica: 7 homicidios por 100 habitantes, la menor de los últimos 30 años en Nicaragua. Eso es extraordinario, y fue reconocido por todo mundo, distintos organismos que estudian estos asuntos identificaron que Nicaragua tenía una privilegia condición de seguridad ciudadana.
La prosperidad socioeconómica y la seguridad alcanzada se vio afectada por una circunstancia histórica que no podemos obviar: entre abril y julio del año 2018, se produjo una crisis que tuvo motivación social, pero que se trasformó en un conflicto de violencia urbana y adquirió connotación de intento de golpe de estado porque pretendió quitar al gobierno legítimo constituido con medio de la violencia. Esto afectó a la Policía porque está en el escenario público, es el primer eslabón que enfrenta los conflictos sociales y delictivos. Creo que la etapa de reorganización iniciada en 2007, concluye en abril 2018.
- Etapa actual
Después de abril de 2018, la Policía entró a una nueva etapa institucional que requiere replanteamientos normativos, organizativos y funcionales, porque hay un fenómeno ocurrido que requiere respuesta y ajustes, la seguridad fue afectada, y es necesario replantearse cómo este escenario a futuro, debería ser valorado; se provocó una grave alteración al orden público, que modificó, -aunque temporal-, la tendencia histórica de reducción de violencia delictiva que bajó hasta 7, sin embargo, en 2018 concluyó con 11 homicidios x 100 mil habitantes, es decir un incremento significativo; pero que parece no es sostenible en 2019, puede bajar a 8 o 9 x 100 habitantes. Aun así, se fracturó la confianza social, y la policía pagó costos importantes, no solo en víctimas, daño humano y moral, sino que también en recursos, materiales, y se deterioró la convivencia ciudadana comunitaria, porque se provocaron conflictos en diferentes sectores.
El problema es de naturaleza política, sin embargo, la Policía está obligada a enfrentarlo cuando pasa a la esfera de orden público, y estará obligada a restaurarlo, dentro del marco de la ley, cuando es alterado.
En estos 40 años que está cumpliendo la Policía de Nicaragua en 2019, está entrando a una nueva etapa. ¿Cómo debería visualizar para el futuro? El fenómeno ocurrido ha marcado el comportamiento social y político de Nicaragua y ha generado daños en la institución policial. Sin embargo, tampoco podemos pensar que este fenómeno va a estancar e impedir el desarrollo de la policía, institución necesaria para el país y sus ciudadanos. Son 40 años de experiencia, es decir, la Policía no es una niña, sino que tiene experiencia en la vida: pasó la crisis de la guerra en los años 80, pasó la crisis de la desconfianza y la inestabilidad de los años 90, pasó los efectos del crimen organizado y las pandillas de los años 90 y 2000, es decir, hay un montón de conflictos y cambios electorales vividos y ahora enfrenta una nueva circunstancia de la que tendrá que aprender para resolver y adaptarse.
Esta difícil etapa institucional requerirá redefiniciones según el avance de los acontecimientos en el que los nicaragüenses debemos encontrar la solución cívica y legítima a nuestras diferencias, sin injerencias externas, con sentido patriótico y responsabilidad social, con equidad y solidaridad y por el bien común.
Factores fundamentales a considerar en el trabajo de la Policía
En el proceso político actual no hay una solución que la Policía sola puede plantear, debe asumirlo el gobierno, las autoridades políticas y la sociedad en Nicaragua. Creo que las perspectivas en mediano plazo y para los próximos cinco años para cumplir 45 años, deberían encaminarse a tres factores fundamentales:
1.No descuidar el modelo comunitario
Es un asunto fundamental, independientemente de las circunstancias, y las crisis, de las dificultades económicas, política y sociales, el vínculo con la comunidad para la prevención, para el restablecimiento de la seguridad, es el eslabón fundamental que tiene su origen en la fundación misma de la policía, y por lo tanto la policía debe trabajar siempre para que los conflictos locales puedan resolverse mediante la interacción con la gente en el nivel local. La participación comunitaria es clave. Si la Policía pierde ese vínculo perderá las perspectivas; es inseparable de su esencia original.
- El recurso humano
Son las personas las que hacen la diferencias, no son los medios técnicos, no son las patrullas nuevas, no son las computadoras ni la tecnología, todo es importante, pero es complementario. Son los seres humanos, los policías y las policías lo más importante, de tal forma que la formación de los policías es clave, la formación en valores es clave: la honestidad, la transparencia, la solidaridad, el servicio. Creo que la segunda prioridad estratégica que no debe perderse de vista, que no es independiente de la primera, es que la policía debe tener claro que el recurso humano es lo principal. Hay que darle condiciones de vida y de trabajo, unidades aptas para el trabajo, salarios dignos, beneficios sociales apropiados, reconocer la dignidad de ser policía, de tal forma que se sienta orgulloso del servicio que presta. No puede ser ajeno a la dinámica cotidiana y al entrenamiento interno. Incluso, (a lo mejor debería poner esto en primer lugar), cualquier proyecto, enfoque, objetivo y estrategia, son las personas las que lo hacen posible. La visión de policía comunitaria es posible solo si el recurso humano policial está convencido y motivado para eso.
- La organización policial y la sociedad cambian
El cambio es constante: cambian las circunstancias delictivas del entorno, los modus operandus, se modifica la tecnología, hay que considerar que el Internet y las redes sociales son una realidad; hace 20 años no era así. Los métodos del crimen organizado se modifican, hay conflictos sociales y políticos que afectan el comportamiento de la policía; los ciudadanos demandan diferentes cosas; esas demandas no son homogéneas, hay particularidades en cada territorio, el departamento de León tiene necesidades distintas al municipio de Muy-Muy, por ejemplo. Las realidades locales son diferenciadas. Inclusive los misquitos y los sumus en el Caribe tienen intereses y motivaciones distintas a la gente del Pacífico de Nicaragua, a los campesinos y habitantes de áreas rurales y urbanas. Creo que el tercer punto importante que hay que entender es que la sociedad es cambiante, los intereses diversos, y la institución policial tiene que generar capacidades organizativas, operativas, metodológicas para adaptarse, con inteligencia y flexibilidad, a los cambios históricos de cada momento.
¿Cuál fue el papel que le tocó desempeñar en los años de agresión? Usted mencionaba que en la montaña estaba el ejército: ¿Hasta dónde eran los límites de la policía y en qué se enfocó?
La Policía se centró en las áreas urbanas principalmente, y en otros territorios que no estaban afectados por la guerra. Jugó un papel auxiliar a la defensa nacional. Cuando hay un conflicto de esa magnitud, todo el Estado se integra al sistema de defensa. La Policía no era ajena a esa realidad histórica, sin embargo, afortunadamente no perdió su naturaleza: siguió siendo policía y resolviendo los problemas delictivos; siguió trabajando por la creación de un perfil propio en la capacitación de sus funcionarios y oficiales, por el establecimiento de normativas, de regulaciones internas, metodologías de trabajo, etc., pero se desgastaba por el conflicto armado que afectaba al país.
Las víctimas de la policía son unos cuantos centenares en esa época: policías afectados, unidades de policías dañadas, emboscadas en carreteras, fue una guerra que todos conocen, aunque la policía no fue el eslabón más importante, sino que fue el Ejército de Nicaragua, las milicias, los batallones de reserva, la Policía estuvo coadyuvando con el esfuerzo nacional por la defensa del país. Creo que todos los procesos institucionales claves de la organización policial, me refiero a la investigación, la inteligencia, la seguridad pública, la seguridad del tránsito, todos se crearon en la década de los 80. La esencia de lo que hoy existe es consecuencia del esfuerzo realizado en esa, que se actualiza después de 1996, porque del 90 al 96 la policía casi no pudo hacer nada, porque quedó relegada y postergada en términos económicos, políticos e institucionales, después de esa fecha comienza a reafirmar su propio proceso.
¿Qué tan difícil fue para la policía en la década de los 90 cuando precisamente se da el cambio de gobierno, el Frente Sandinista se convierte en oposición y empieza a gobernar desde abajo? ¿Cómo se cumplió con el deber constitucional?
Ahí se da un trauma emocional, psicológico, mental y funcional, es como si vivías con tus padres que te criaron y después te adoptó otra familia, y empezas a adaptarte a esa otra familia que tiene otros estilos, y hubo muchas incomprensiones y muchos intereses, el modelo de policía comunitario que se gesta en 1980, no coincide con el pensamiento político de otros grupos políticos, cuando se concibió “una policía democrática en término populares”. Chocan intereses elitistas y oligarcas que prevalecen en ciertas etapas históricas de Nicaragua, pero, en este caso, se logró un equilibrio. Se alcanzó un consenso y hubo madurez entre los oficiales de la policía para adaptarse a los cambios y de la clase política gubernamental para preservar las bondades del proceso policial en marcha, y las competencias profesionales de sus oficiales.
¿Que permitió a la institución policial permanecer después de las crisis de 2018?
En general, es la esencia del modelo, no solo para la policía sino para la sociedad: si la sociedad simpatiza con un enfoque comunitario prevalecen las instituciones. Me pregunto, por ejemplo, en el caso de Chile con lo que acaba de ocurrir, ¿por qué Chile sacó de inmediato al ejército a las calles, y por qué hubo estado de excepción y toque de queda? ¿Por qué en Nicaragua no ocurrió a pesar de la violencia de abril-julio? el gobierno bien pudo hacerlo a la semana siguiente: sacar al ejército y decretar estado de excepción, no lo hizo. Creo que la diferencia es que hay un modelo distinto, aquí la policía es de naturaleza civil, tiene que enfrentar los problemas de orden público, como se acostumbra y acepta a nivel internacional.
Los problemas de seguridad pública son de naturaleza civil, y tiene que resolverlos una policía. ¿Cuándo únicamente se podría justiciar sacar al ejército a las calles para enfrentar un fenómeno de ese tipo? ¿O imponer una ley de excepción? Sólo en dos circunstancias: cuando hay intervención de un ejército enemigo, hay intervención extranjera; y la segunda cuando estás enfrentando grupos armados que rebasan la capacidad militar, la capacidad ofensiva de la policía. Entonces eso se puede justificar.
Pero en el caso de la policía, creo que el gobierno de manera responsable le dijo a la policía que tenía que resolver el problema de la seguridad pública de conformidad con la ley. Y la policía lo hizo. Ahora pregunto: ¿Qué hubiera pasado si la mayoría de los ciudadanos no aceptaba eso? Simplemente desaparece la policía, es insostenible. Entonces creo que la fórmula es: cuando tenés un vínculo comunitario, puede lesionarse con la crisis ocurrida, pero que no se extingue. Alguien se puede pelear con su papá o su mamá, pero no deja de quererlos, y fácilmente puede recomponer esa relación. Creo que lo clave está ahí. ¿Cuál es la estrategia que hay que seguir? Hay que fortalecer el vínculo comunitario de la policía, hay que entender que la seguridad ciudadana es una solución que parte del nivel local y comunitario, y que la policía no puede perder ese vínculo, ni en su actuación, ni en su metodología operativa, ni en su formación, es decir, la cultura que hay que inculcarle a los policías siempre, desde que entran, es el servicio a la comunidad, el vínculo comunitario como estrategia clave e indispensable.
¿Qué tanto considera que esta situación del 2018, el aparente rechazo a la Policía Nacional, vino a afectar al principal capital de la población?
Sin dudas se lesionó la confianza hacia la institución policial, se lesionó la confianza interpersonal entre los ciudadanos, la confianza social en general: no es a la policía solo, es que la sociedad se fragmentó y fragmentó la confianza que es clave para la convivencia.
Aquí se provocó violencia exacerbada, agudizando las diferencias entre las personas, exagerando esas diferencias con mecanismos falsos y manipuladores, y creó lesiones entre hermanos, en la familia, entre vecinos. Afortunadamente, pienso, y lo dicen las encuestas, a fines del 2018, esa desconfianza había disminuido, no se ha extinguido, siempre va a existir desconfianza social razonable, pero creo que los niveles de confianza que había al finalizar 2017, se deterioraron mucho a mediados de 2018, pero se ha recuperado la menos la mitad de la desconfianza generada. Hay que trabajar por recuperar la confianza.
También hay que valorar los factores objetivos que generaron desconfianza, si las razones fueron subjetivas, y exacerbadas por circunstancias falsas, comenzás a ver la evidencia y la verdad de las cosas, y la serenidad vuelve a la cabeza. La gente sensata comienza a decir “no es tan así”, no era tan cierto, las cosas fueron diferentes. Ocurre el fenómeno del que se ha hablado muchas veces: manipular el aspecto instintivo emocional de las personas, explotar eso y la persona se ciega ante la razón. Pero, las personas sensatas, creo que la mayoría del pueblo nicaragüense, al ver la evidencia comienza a madurar, con responsabilidad y recurrirá a la razón, entonces el aspecto emocional instintivo comienza a reducirse.
El gran problema es que las redes sociales son una realidad, que tienen capacidad extraordinaria de provocar emociones, divulgar mentiras y hacerlas virales, mentiras o verdades alteradas, que llegan de inmediato a todos lados y afectan el comportamiento emocional instintivo de las personas.
¿Es deber de la policía recuperar esa confianza que se perdió?
No solamente es una responsabilidad, es una necesidad indispensable para la Policía, para el Estado, para las organizaciones políticas, las comunidades y la sociedad, recuperar la confianza y construir una cultura de paz. Hay que trabajar en la cultura de paz. La realidad dice que nunca podemos obviar el riesgo de las confrontaciones, siempre están presentes, porque el ser humano es como el increíble Hulk, de repente está tranquilo, pero de repente se pone verde y horrible, suele suceder en el individuo y en los entornos sociales. Nadie es ajeno ni inmune a “explosiones” repentinas por circunstancias diversas: hasta al más sereno de repente se le sale “el indio”. La cultura de paz hay que trabajarla siempre, en la educación, en los medios de comunicación, en la relación comunitaria cotidiana.
La policía es parte de eso, quiero insistir: recuperar la confianza social no es una responsabilidad total de la policía, ha sido como la seguridad ciudadana no es una responsabilidad total y única de la policía. La policía es un actor, social e institucional; le compete al estado, a las organizaciones políticas y sociales, a las comunidades, a los medios de comunicación, a todas las personas sensatas y de buena voluntad.
¿Cumplió la policía su deber constitucional en abril 2018?
La Policía de Nicaragua no estaba preparada para una circunstancia extrema como la ocurrida; fue sorprendida por los hechos, como todos los nicaragüenses. Nadie se prepara para lo inesperado, uno se prepara para lo posible. Lo ocurrido, en circunstancias totalmente inesperadas, no estaba en las posibilidades de ningún análisis profesional y técnico, no se apreciaba en el escenario ninguna explosión de ese tipo, con el nivel de manipulación y de violencia extrema. Tuvo que replantear su actuación en el escenario que se presentaba. La respuesta policial ante los hechos, primero es improvisada, por inesperada, no hay plan listo, es normal. Segundo, sobre la marcha fue madurando las decisiones operativas, y el gobierno fue responsable en sus decisiones: no sacó al ejército ni declaró estado de excepción.
La Policía fue acuartelada, obedeció a una decisión del estado, si el gobierno dice que se acuartelen se acuartelan, si el gobierno dice que salgan, salen, es su obligación. Si el gobierno dice: restablezcan el orden público, con su esfuerzo, sus medios, sus aparatos de inteligencia, sus fuerzas auxiliares, la Policía está obligada a cumplir en el marco de la ley. Pregunto: si no es la policía, ¿quién debe actuar? ¿Vas a llamar a los bomberos?, ¿al ejército? Caerían en la trampa de los excesos. O dejar que el caos se desborde, o llamar a la entidad responsable para que asuma su responsabilidad. Creo que a la Policía le tocó “bailar con la más fea”, y cumplieron su deber, porque restauró el orden público, si no el país estaría desbordado en un caos de manipulación, desinformación y violencia que no beneficia a nadie.
La Policía internamente y el Estado a través de sus entidades competentes, tendrán que evaluar sus acciones y resultados, identificar dónde hubo errores y excesos, dónde incapacidades organizativas, dónde falló la actuación y por qué no se previó algo, cuál fue el nivel de desgaste, por qué fueron heridos y muertos policías, por qué se provocaron daños humanos diversos, es decir, la evaluación propia interna y profesional es indispensable, y a partir de ello, en esta etapa identificada a partir de los sucesos de 2018, reflexionar para asumir replanteamientos organizativos, normativos, funcionales, de capacitación, etc.
Todo es cambiante, en toda época; hoy podrías decir que tus habilidades son extraordinarias, pero esas habilidades se desfasan rápido. La preparación, actualización, fortalecimiento científico técnico no se pueden obviar. Si la policía deja de actualizarse e incorporar procesos técnico-administrativos durante 3 años, en tres años estará desfasada. Eso pasa con los sistemas, medios técnicos, celulares y computadoras. Eso tiene costos, creo que invertir en la modernización es importante. Modernización no es un estado, es un proceso, nunca concluye, es constante, la vida se sigue moviendo, sigue cambiando.
Cambian los modus operandis de la delincuencia común y organizada, cambia la tecnología y los medios que el mundo tiene para actuar, cambian los comportamientos sociales, la población, cambia el diseño de las ciudades, hay inventos nuevos, la policía tiene que monitorear eso y adecuarse, eso es caro. Si queremos una buena policía hay que invertir, hay que invertir en capacitación del recurso humano y en tecnología para la gestión y actuación eficiente.
Cuando dirigía la policía ¿cuáles eran los principales retos?
Fui subdirector general desde 2001 a 2005. En ese período se lograron avances importantes en el plan de modernización de la policía, el presupuesto a la policía subió de manera significativa. Se revirtió la tendencia de reducción de la fuerza policial, se inició la remodelación y la construcción de nuevas instalaciones policiales, que todavía continua porque eso es permanente; la adquisición de medios policiales se amplió, el salario de los policías mejoró; se crearon instituciones que benefician la seguridad de los policías, los comisariato, una serie de mecanismos internos, los servicios policiales administrativos, con un servicio simplificado, ágil para atender los trámites de la población, certificados, licencias, etc. Desde mi opinión, y si ustedes analizan desde el punto de vista técnico-administrativo, esa época fue importante. Diría que esa parte, de la cual afortunadamente fui parte junto con otros compañeros, marcó el inicio de una tendencia positiva en la institución policial.
El tema de la atención integral a las mujeres y la atención integral a la juventud, son dos pilares del modelo de la prevención de la policía.
Eso se incorpora en los años 90 de manera formal, aunque informal estaba visto desde los 80, porque es parte del modelo comunitario. Del tema de género se habla por primera vez en 1993, después se formaliza a fines de la década del 90 con una serie de normativas sobre la participación de la mujer porque era una realidad, había muchas mujeres en la policía, aunque en la década de los 90, esa cantidad fue reduciéndose, sin embargo, se logró incrementar a un 30% en la década siguiente. Sobre los jóvenes, el problema de pandillas inicia en los 90; mientras al norte de Centroamérica se les salió de las manos, en Nicaragua, no se desarrolló; la policía asumió una acción preventiva y reinserción.
¿Por qué no se desarrollaron las pandillas en Nicaragua? ¿Fue por la acción policial?
No, insisto, la policía no tiene el mérito absoluto en ello, es que la sociedad tenía ciertas fortalezas que impedían que ese fenómeno se desarrollara. Creo que aquí hay factores culturales, la comunidad, los vecinos tienen muchas relaciones de afecto, hospitalidad, y confianza, la relación comunitaria está ahí, y tiene sus orígenes desde la época revolucionaria, o antes: eso impide que ciertos comportamientos, tipo pandillas que se desarrollaron en El Salvador, no prosperaran aquí.
La policía coadyuva con eso, creando mecanismos organizativos, la fuerza policial no tiene énfasis coercitivo, represivo, excluyente, sino que es fundamentalmente preventiva, integrando a los jóvenes en las comunidades, de tal forma que eso tiene efecto positivo, no fue lo que ocurrió en el norte de Centroamérica. Los programas de “más mano dura” de El Salvador fracasaron, los programas de prevención y reinserción comunitaria en Nicaragua prosperaron bien.
¿Atención a las víctimas mujeres?
La violencia intrafamiliar también es un problema que comienza a desarrollarse o visibilizarse para el abordaje especializado en la segunda parte del 90. También fue un fenómeno nuevo, incluso cuando vemos las estadísticas centroamericanas, en las denuncias por violencia intrafamiliar, alguien puede cometer un error, porque las cifras de denuncias por delitos de violencia intrafamiliar en Nicaragua, son más altas, y en Guatemala o en El Salvador son más bajas. Entonces, uno podría suponer erróneamente que hay más hechos aquí que allá. Lo que pasa es que la cifra oscura es muy alta, y la capacidad de detección y captación de esta denuncia no se ha promovido. En Nicaragua, esta denuncia es mucho más alta porque se han creado mecanismos que captan la denuncia de manera más eficiente, los espacios de atención a la víctima mujer, fueron mejor desarrollados aquí que en el norte de Centroamérica.
En general, hay delitos que tienen cifra oscura extremadamente alta, por eso es que el indicador más objetivo para medir la violencia es la tasa de homicidios porque la cifra oscura es muy baja. Pero si midiéramos, por ejemplo, hurto o violencia intrafamiliar, encontraremos diferencias importantes porque depende de la confianza y capacidad de captación del delito. La comisaría de la mujer fue un mérito importante la Policía de Nicaragua, y los programas especiales para atender esa violencia, son importantes.
Aunque insisto, esto es un problema social, no es un problema que la Policía pueda resolver sola. La Policía puede interactuar y coadyuvar a que este problema se resuelva, pero es la sociedad, las comunidades, las organizaciones sociales, los medios de comunicación, el estado en su conjunto, quienes crean elementos culturales, sociales, organizativos para enfrentar este problema que es global.
El principal usuario de las redes sociales y de la información virtual, son los jóvenes. Los menores de 35 años. Ellos no compran periódicos, leen pocos textos impresos, la lectura de los textos es menor. Una persona menor de 35, y también de manera creciente los mayores de 35, las noticias las leen en las redes sociales. Entonces, ¿cuál es la calidad de las noticias? ¿Cuál calidad de información? La explosión de violencia de abril-julio 2019, es montada sobre la plataforma de redes sociales, desinformación y manipulación, para incidir en emociones instintivas y postergar la razón. El principal usuario: los jóvenes.
Creo que hay que trabajar en una realidad que no podemos cambiar: hay Internet, tecnología, celulares y redes sociales; esas prevalecen y crecen. Es una realidad. ¿Cómo el sistema institucional, la policía, trabaja con esa realidad? Hay que generar espacios de información de calidad, desde la educación, menos dependencia de las redes sociales, promover espacios sociales que promuevan educación, información de calidad, etc., no es tan fácil, pero hay que trabajar en ello. Los jóvenes menores de 30 años, tienen mucho entusiasmo y fuerza, ¿cómo canalizar esa energía? Es el reto para la sociedad de Nicaragua y el mundo.
La sociedad de Nicaragua ha creado mecanismos de convivencia, históricos, de interacción, que permiten que ciertos fenómenos que prosperan en otras latitudes, y en otros entornos sociales, no prosperen aquí. La Policía es un actor que contribuye a eso, pero es la sociedad la que crea esos mecanismos. Si el gobierno descuida la atención a los sectores vulnerables, los programas sociales y la organización comunitaria, no hay forma que ciertos fenómenos no se desarrollen en nuestro espacio territorial. Hay que combinar todo, la acción de la policía coercitiva y preventiva, la atención a sectores vulnerables, la organización comunitaria, la mejora de estructura social, urbana y rural, el acceso a educación, a salud, etc.
Un ejemplo: supongamos que tengo gripe y estornudo. A lo mejor alguno de los que tengo enfrente amanezca en cama, y el otro no. ¿qué hizo la diferencia? Estornudé, los dos recibieron los virus. La diferencia está en que uno tenía fuerte su sistema inmunológico, por lo tanto, el virus que llegó lo anuló. Pero el otro, tenía el sistema inmunológico bajo, y el virus que entró lo vulneró. Creo que la sociedad debe crear mecanismos para fortalecer su sistema inmunológico social para enfrentar los riesgos del mundo global, que son reales, que están ahí. Se logra creando mecanismos internos educativos, informativos, de convivencia, de equidad, de fortalecer la confianza y la policía tiene un rol, pero no es único ni absoluto.
Finalmente digo a la Policía: sean buenos cumpliendo su deber, no olviden su origen, ni el fin: la gente.