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Circunstancias y claves en el camino de éxito de Rubén Darío

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January 23, 2020

Paraninfo UNAN-LEÓN, Nicaragua.

Lunes 20 de enero de 2020

Charla-conversatorio en el XVIII Simposio Internacional Rubén Darío.

Para la Policía Nacional del departamento de León y docentes y estudiantes de la UNAN-León.

 

Trataré de pintar con palabras la personalidad, el impacto y la trascendencia de este personaje de León de Nicaragua, que hoy es un reconocido literato universal. No voy a referir los aspectos físicos, ni los detalles cronológicos de su vida, sino que mencionaré con brevedad aspectos fundamentales, de fondo, que creo son los que marcaron la diferencia, le permitió ser lo que fue y sigue siendo hoy.

 

Dividiré la conferencia en tres partes, cada uno definida por una pregunta: en la primera referiré las circunstancias. Decía el filólogo español José Ortega y Gasset (1883 – 1955): “yo soy yo, y mis circunstancias”. ¿Cuáles son las circunstancias de Darío? Esas circunstancias que uno puede aprovechar o desaprovechar. En la segunda parte puntualizaré: ¿Cuáles son los aspectos claves de la ruta de Darío?; y tercero, para concluir: ¿Por qué hoy aún hablamos de Darío?

 

Para simplificar estos tres elementos a compartir, elaboré una forma aritmética simple: [6 + 10 + 4 = 20], es decir “6 circunstancias”, “10 aspectos claves del camino”, “4 resultados fundamentales”, ese es el que defino como el camino de Darío, el que trataré de sistematizar para ustedes, apenas son ideas preliminares que les invitarán a conocerlo mejor para aprender de él.

 

El primer punto, la primera pregunta: ¿Cuáles son sus circunstancias? Todos nacemos en ciertas circunstancias, con los padres que fueron nuestros padres, en el lugar que es el lugar de nacimiento, ese no lo escogimos, ni a la mamá, ni al papá, ni el apellido, ni la casa donde naciste, ni el hospital, ni el pueblo, ni la familia, ni el entorno, ni la riqueza o pobreza de origen, ni el color de la piel, absolutamente nada de eso fue determinado por nosotros: fueron las circunstancias. La pregunta es ¿qué haces con tus circunstancias? Algunos pueden pasar toda la vida quejándose y angustiándose de las circunstancias en donde nacieron, y otros, las aprovechan.

 

La primera conclusión que tengo sobre Darío, y que me gustaría que ustedes valoraran en todo su alcance, es que Rubén Darío tuvo la posibilidad, la decisión, de aprovechar sus circunstancias, las cuales no todas eran favorables, pero esas circunstancias donde vivió y nació, le fueron dadas, son sus circunstancias, no las podía cambiar. La única opción que le quedaba es, aprovecharlas o ahogarse en ellas y desperdiciarlas.

 

Todos ustedes aquí, nosotros, lo más seguro es que seamos de familias pobres, y algunos quizás no tengan papá o mamá, o no lo conozcan. Pregunto: ¿te vas a quedar sufriendo toda la vida, angustiado, llorando, resentido, atormentándote por esa realidad que no podés cambiar? Porque naciste en un pueblito del rincón de León, en un barrio marginado, en la miseria, o en las circunstancias familiares que sean…

 

Seis (6) circunstancias de Darío

 

Adversidad de origen

 

La adversidad de origen de Darío, quien nació circunstancialmente en una carreta que va de tránsito hacia Metapa, Matagalpa. Ese nacimiento sin papá, porque el papá se había separado y había abandonado a la madre o ella se había alejado de él, de Manuel García; la mamá embarazada en los últimos días viajaba en la carreta por el interior del país. Así que nace en una finca de Metapa, lo que hoy es Ciudad Darío. Pasados los cuarenta días viene a León. No tiene al padre a su lado, al poco tiempo también es separado de la madre. Se queda sin ambos. No conoce a la madre hasta cuando tenía como veinte años. Lo crio su tía abuela, quien queda viuda y sin recursos cuando todavía era un niño. Así que queda a cargo de la abuelita, quedó huérfano del que creía era su padre, pero era su tío abuelo: esas fueron las circunstancias de su familia. No hay abundancia económica, tampoco estabilidad familiar, ni vínculo afectivo de mamá y papá, porque no existen, y ahí crece Darío.

 

La pregunta es ¿qué harían ustedes ahí? O se ponen a llorar y se estancan para toda la vida, o ponen la cara de frente y siguen adelante, ante esa realidad que no depende de ustedes, que les ha sido dado y que no pueden cambiar.

 

Esa realidad que a Darío atormenta, que talvez afecta el subconsciente por las carencias, sobre la que talvez tiene preguntas sin respuesta, que en el fondo lo angustia, y ahí aprovechando o viviendo en esas circunstancias, quizás consciente o inconsciente; pero esas carencias son adversas y esas adversidades en él se convierten en retos: voy a transformar mi realidad, voy a salir adelante a pesar de eso. Y eso le genera una condición fundamental para la posterioridad, y es la búsqueda.

 

Darío desde chiquito emprendió la búsqueda, por aquellas carencias, por aquellos vacíos de origen. Buscar, es decir sin quedarse sentado, comenzó a pensar en el futuro, a buscar aquello que no sabía qué era. A buscar. A buscar afecto, fama, prestigio, conocimiento, a buscar el mundo y descubrirlo, a buscar los libros, la discusión, el aprendizaje, a buscar…

 

Pero también ese origen generó a Darío una profunda insatisfacción, no estaba contento. Eso le lleva a cultivar en él la capacidad de cambio, es decir, ese contexto familiar, lo lleva a la necesidad de renovar, que había que cambiar, que había que modificar, le genera de alguna forma un sentimiento de rebeldía e inconformidad, pero es un sentimiento rebelde que no se manifiesta en vagancia ni irresponsabilidad, sino que se manifiesta en la necesidad de transformar cosas, de impactar, de darle fama a su nombre, de asumir una posición, de reivindicarse, la rebeldía, la capacidad de cambio, de innovar, creo que sale de la adversidad, es consecuencia de la búsqueda.

 

Otro elemento que surge en esas circunstancias fue la curiosidad: Darío fue curioso desde niño y fue así toda su vida. Porque tiene una búsqueda, está insatisfecho de su entorno, comienza a ser curioso como todos los niños son curiosos, y que con el tiempo dejan de ser curiosos porque la sociedad los obliga a no serlo, los frenan, y pierden la capacidad de descubrir y buscar, porque cuando se apaga la curiosidad se apaga el aprendizaje. Un punto relevante es que Rubén Darío, saliendo de la adversidad de origen, es capaz de remontarse a ella y sacar provecho.

 

Tertulias de León

 

Rubén Darío vivió su infancia, niñez y adolescencia en León, vivió en segunda mitad del siglo XIX, en ese entorno no había luz eléctrica, ni radio, ni cine, ni televisión, ni Internet, así es que ¿qué es lo que le quedaba a la gente? Juntarse y hablar. Aquí era tradicional la tertulia. Darío nace en medio de las tertulias de León: las familias, los vecinos y amigos se reúnen se reúnen para platicar, todas las noches, con una tasa de café, con un plato de rosquilla, con una tortilla con queso, con gallopinto, están ahí en la noche desde las seis quizás hasta las ocho, o más tarde, platicando, tocando guitarra, cantando canciones, declamando poemas, platicando de política, de la sociedad, de religión, de todos los aspectos que suelen platicar en las comunidades, barrios, vecindarios, entre las familias de León de la segunda mitad del siglo XIX.

 

Lo cuenta en su autobiografía, La vida de Rubén Darío escrita por él mismo, dice que todas las noches, en la casa de las cuatro esquinas, lo que es hoy la Casa-museo Rubén Darío, se reunía un grupo de personas, militares, políticos, académicos, y comenzaban a platicar, era la tertulia de León, y dice Darío, estando chiquito, su tía abuela lo chineaba y él se quedaba ahí escuchando a todos los que hablaban. Se quedaba ahí hasta que los párpados se le caían. Parece era una rutina de todas las noches, entre la diversidad de adultos asistentes.

 

Este punto es importante, enfatizo: la tertulia existía, y él nace en esa circunstancia de la tertulia, en la discusión de adultos, de viejos, hablando de política, de historia, y un montón de cosas, pero él se queda ahí todas las noches hasta que el sueño lo vencía. Ahí se generó un gran aprendizaje, diría que fue su aprendizaje inicial y principal: escuchar. Aprendió a escuchar en la tertulia de León, y ese aprendizaje fue para toda la vida. Pregunto a ustedes ¿Quiénes saben escuchar? Todos aprendemos a escuchar chiquitos, porque para que hablemos el idioma que hablamos, la única forma de aprenderlo es que desde pequeñitos escuchemos a nuestros padres, familiares, vecinos o familiares, así aprendés. Aprendimos español no en la escuela, lo aprendieron en casa, con mamá, papá y hermanos, entre las personas con quienes estuvimos los primeros años de vida.

 

Pero cuando crecemos, cuando nos hacemos más viejos, los oídos se nos van cerrando, pero no porque nos hagamos más viejos, sino porque la cabeza se nos va cerrando, porque pensamos que lo sabemos todo, la capacidad de descubrir y de aprender se va reduciendo, nos volvemos más orgullosos, pensamos que nadie puede decirnos nada, olvidamos que la base del aprendizaje, del genio literario como Darío, y todo genio de la historia humana, comienza con escuchar. Guardemos silencio y escuchemos primero.

 

Yo estoy hablando ahorita, no estoy seguro quiénes me estarán escuchando, porque como dice el refrán “caras vemos, corazones no sabemos”, a lo mejor ustedes, alguno de ustedes está pensando que quedó con hambre después del desayuno, o que se peleó con el jefe, la novia, o con la esposa, o que durmió mal, es decir, es posible que yo esté hablando de Darío, pero algunos de ustedes están aquí y otros allá, o más allá que aquí. La capacidad de escuchar es fundamental para aprender, y Darío, en esa circunstancia que se llama tertulia de León, aprendió a escuchar. El primer aprendizaje del infante no fue leer como dice la gente, fue escuchar.

 

Dice el escritor y crítico Osvaldo Bazil, dominicano, “Rubén Darío tenía la capacidad de dirigir una conversación y hacerla interesante, sin decir una sola palabra”, es decir, hay una cualidad que Darío conservo durante toda la vida, no era hablantín, no era conferencista, por ejemplo, él no podría estar haciendo lo que hago ahorita, era de pocas palabras, de diálogo, corto, pero escuchando siempre. Ese era Darío, el que está atento, escuchando, y está aprendiendo de lo que escucha, como en la famosa foto que aparece pensante, sosteniéndose la cara con la mano, la fotografía refleja lo aprendió temprano en la tertulia leonesa.

 

Y siguió aprendiendo en la tertulia de Managua, y en la de San Salvador, y en la de París, Barcelona y Madrid, y en la tertulia de Santiago de Chile y Buenos Aires, es decir, en todos los espacios donde se movió, a partir del aprendizaje inicial de León, aprendió a escuchar. Eso lo hizo autodidacta. Podría decirse que se dio cuenta desde el inicio de su vida, que una manera de aprender fácil, sencilla y cotidiana, es escuchando; después aprendió también a leer, y aprendió otras cosas, y a organizar su estudio, a su manera, pero esa semilla inicial ocurrió aquí, en esta colonial ciudad de Nicaragua.

 

¿Cuántos de nosotros tenemos enfrente la oportunidad de aprender algo y no escuchamos? Cerramos los ojos y los oídos al aprendizaje. Nos lamentamos por las circunstancias en las que estamos, y no nos levantamos en esas circunstancias, porque ellas están dadas, y te podrían ofrecer la oportunidad para ser aprovechadas, sin embargo, a veces no nos percatamos y las dejamos de lado.

 

Efervescencia política, social y cultural de León

 

En este León, donde Darío nace realmente (Metapa fue transitoria), porque no nació en París, ni en Buenos Aires, ni en México, nació en Metapa y vivió su niñez y adolescencia desde los 41 días en León de Nicaragua. Él pudo haberse lamentado toda la vida, “es que como nací en León”. Pregunto: ¿Cuántos se quejan porque nacieron en El Sauce? ¿O en el Guasaule? ¿O en cualquier pueblito del rincón de Nicaragua? ¿Cuántos se quejan y lamentan y no son valientes de decir, vengo de una mamá que es tortillera, y un papá carpintero? ¿Cuántos nos avergonzamos del origen o preferimos obviarlo? Darío nunca dijo que no era de León, en París, en España, en Argentina o Chile, nunca dijo que no era de León, y siempre lo afirmó con orgullo y afecto. Dijo, en aquel poema Retorno, en 1907, que León, era para él, esta ciudad era como París o Roma. Es decir, pensaba que no había nada que ambicionar de Roma, ni París, porque era su León, el León que amaba. Estuvo en el contexto de la efervescencia política, cultural y social de aquella época, después de la Guerra Nacional. Ya existía la Universidad Nacional, tenía más de 70 años de existencia cuando Darío comenzó a crecer.

 

De tal forma que, en estos contornos, había estudiantes y maestros procedentes de Guatemala, El Salvador, Honduras, de toda Centroamérica, y profesores honorables, académicos destacados, intelectuales, es decir, la intelectualidad de Centroamérica se reunía aquí a estudiar, a hablar, y aquí hablaban de la unión centroamericana, por ejemplo, de las revoluciones, del pensamiento liberal, del centroamericanismo, del hispanoamericanismo, de la paz, de la guerra, y eso lo escuchó Darío en la tertulia. Lo vio en las calles, y conoció a Máximo Jerez, por ejemplo, quien fue su padrino. Estuvo vinculado a los políticos de la época, desde pequeño, conoció las historias y anécdotas, visitó los rincones del León legendario, vio la catedral que está ahí enfrente.

 

Esas circunstancias sociales, políticas y culturales de León, fluyeron en el pensamiento de Darío, no huyó de ellas, sino que fue capaz de asimilarlas, de aprenderlas. La capacidad de innovación de Darío no es ajena, por lo tanto, a esa esencia efervescente política, cultural, social, histórica que estaba viviendo León, que despertó en él, profundas inquietudes. Sin huir de ellas, observándolas, atendiéndolas, asimilándolas, y transformándolas en su inquietud literario de búsqueda y renovación.

 

Durante su vida pasó numerosas dificultades y rechazos

 

Aquí, en León, tenía un acordeón y una libretita, donde anotaba siempre poemas mientras recorría las calles, no era un alumno muy puntual en sus clases. Tenía un primo, quien tocaba muy bien el piano, era de su edad. Un día organizaron un concierto en su casa, no lo invitaron, pero él llegó, estaba en la calle, el lugar estaba lleno. En aquel tiempo no había cines, no había televisión, así que cuando había un concierto en algo así, todo el pueblo llegaba. Él primo tocó el piano muy bien, y todo el mundo aplaudió. Un amigo de Darío le dijo: “Ya viste cómo aplauden a tu primo”. Y Darío dijo: “Si, mi primo toca muy bien, y merece los aplausos, pero…” (miren esta propuesta que hace un muchacho de catorce años) “a mí primo lo aplaude León, a mí me va aplaudir el mundo”.

 

Alguien puede decir, pero cómo va a decir este muchacho eso, no tiene reales para viajar a ningún lado, no va a las clases porque no es tan buen alumno. Este muchacho está soñando en el aire, es decir, ¿qué está pensando? Está loco, es absurdo, porque en medio de las dificultades que tiene piensa y aspira muy alto.

 

Después le ofrecieron la posibilidad de ir a estudiar a Europa, pero los diputados conservadores no le aprobaron la beca; lo mandaron a Granada. Imagínense ustedes, la Granada de fines del siglo XIX, donde un leonés no es bien visto, y Darío era leonés. Al final no fue a Granda, se quedó estudiando aquí. Se sintió triste, pero siguió.

 

Cuando fue a España, un escritor y académico español Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, al ver que este nicaragüense, que proviene de un lugar que no sabe ni dónde queda en el mapa, llega a España, y comienza a decir cómo se escribe el verso y la prosa española. Miguel de Unamuno, académico e intelectual escribió o comentó algo despectivo, dijo: “Ese, que todavía se le ve la pluma debajo del sombrero”. ¿Saben lo que significa eso? ¡Es un indio! “Todavía se le ve la pluma debajo del sombrero”, que nos va a decir a nosotros los españoles, intelectuales y académicos españoles, este indio. Darío escuchó eso o se enteró de la frase y se puso triste. Pero no tiró toalla, siguió adelante. Su vida está llena de desaires y dificultades económicas, vive sin riales: cuando se fue a Chile, Juan José Cañas, diplomático salvadoreño, autor del himno nacional, le dijo, andáte a Chile, aunque sea a nado. Y se fue como pudo, con una maleta, una carta de recomendación, un traje que le habían regalado o prestado.

 

En Chile publicó el libro que inauguró la revolución de la literatura española, e inició el modernismo literario, Azul…, 1888, en Valparaíso.

 

Es decir, si ustedes analizan cada adversidad, y otras muchas que no menciono, parece que Darío las convirtió en triunfo, cada rechazo lo convirtió en oportunidad en su vida. Eso es relevante en Darío.

 

Tenía memoria privilegiada

 

Darío nació con una memoria privilegiada e inteligencia fabulosa. Alguien puede decir, “Ah, entonces, por eso Darío llegó alto”. En parte. Pero ustedes saben que ese no es mérito de Darío. Todos nacemos con una capacidad humana, la pregunta es ¿La aprovechamos? Entonces, el mérito está en qué hacés con los talentos que tenés. Rubén Darío tenía esos talentos en la mano, ¿qué hizo con esos talentos? Alguien puede que no tenga padres, ni dinero, así que qué afirma que no puede hacer nada. No es cierto. Él agarró esos talentos y los usó; se hizo autodidacta, lector, observador y comenzó a acumular conocimiento en su memoria privilegiada, y a usar para su propósito su inteligencia, con esa inquietud de renovación e innovación de la lengua española, para transformarla. Aprovechó los talentos que recibió al nacer.

 

Aprender y aprovechar cada oportunidad

 

En la vida uno puede estar siempre en distintos lugares, y se relaciona con distintas personas, y tiene la oportunidad de tener distintos contactos, como el que tenemos hoy aquí. La pregunta es ¿dejas pasar esos contactos? ¿Dejas pasar esas experiencias? ¿O las vivís y aprovechás?

 

Esa es otra virtud de Darío. Él viajó mucho, conoció muchos lugares y a muchas personas, estuvo en muchas circunstancias, y todas las aprovechó al máximo según la posibilidad del momento. Las tertulias las aprovechó, y cuando viajaba leía y escribía. Siempre llevaba libros en la mano, y leía. No sé cuántos están aprovechando esta conferencia, a lo mejor algunos sí, a lo mejor algunos no. Lo que estoy hablando tiene importancia más allá del interés literario, tiene importancia para la vida porque es el aprendizaje sobre un individuo que llegó alto; la pregunta es ¿Cómo lo hizo? Y tratamos de escarbar a ese individuo, más allá de leer el texto de Azul…, o más allá de leer Cantos de vida y esperanza, sino escarbemos en la persona. Aprendamos de cada circunstancia, de cada momento, y no desaprovechemos ese momento, porque ese momento que se nos ofrece ahora, se va.

 

Diez (10) claves de la “la ruta del Genio”

 

¿Cómo aprendió Rubén Darío? Esa pregunta es importante, porque saben ustedes que él no llegó a tener ni el título de bachiller. No tenía título de ninguna universidad. Entonces ¿cómo aprendió? ¿cuál es el camino? ¿Cuál es la fórmula rubendariana?

 

Escuchar

 

Por muchos títulos que tengas, si no escuchas, tenés muy pocas posibilidades de aprender. Escuchar no solo cuando somos niños; escuchar de adolescente, de viejos, escuchar siempre, escuchar antes de hablar y antes de decidir, escuchar antes de hacer, y escuchar como Darío. Aprendamos de ese Darío escuchando siempre, con atención, para aprender, es el primer paso de Darío, su primera enseñanza clave de vida.

 

Observar

 

Ese mismo Darío era un agudo observador. Atento y observando. No se le pasaban desapercibidos los detalles, porque estaba viendo el entorno, sorprendiéndose, estaba atento, no distraído, estaba atento en la conversación, ante la persona, observando. Sus crónicas reflejan la virtud del observador acucioso e informado.

 

Lector

 

Lector incansable, siempre leyendo. Les pregunto a ustedes jóvenes, y a los no tan jóvenes, ¿cuántos libros leyeron en 2019? El que se leyó un libro al menos algo leyó; el que no leyó ningún libro, tengan la plena seguridad que está limitando su aprendizaje. Darío leía siempre, leía de todo, tanto clásicos como literatura contemporánea, leía poesía y ensayos, y novelas; siempre leyendo. Leía de gente famosa, y de principiantes.

 

Una de las grandes mentiras que a veces nos creemos es que no leemos porque “no tengo tiempo”. Pero siempre tenés tiempo, cuando viajas en bus, cuando estás en la sala de espera, cuando te levantás y vas a inodoro, podrías leer. La otra gran mentira para no leer es que “no tengo riales” para comprar libros, pero hay bibliotecas, hay personas que pueden prestar libros. ¿Cómo hacía Darío si era palmado? Darío andaba en las bibliotecas de León y prestaba libros. Cuando trabajó en la Biblioteca Nacional en Managua, devoró los libros que pudo. Cuando viajaba, le prestaban o intercambiaba; no había internet ni nada de eso, tenía que llevar el libro impreso para leerlo. La verdad es que Darío estaba leyendo siempre.

 

Autodidacta

 

Organizó su propio aprendizaje según sus prioridades, lo que quería conocer, lo que quería descubrir lo organizó para aprenderlo. De tal forma que no se matriculó en ninguna universidad, aunque asistió como conferencista, o invitado, como fuera. Ser autodidacta fue una actitud asumida que lo llevó a descubrir y conocer con maestría la poesía y prosa española que renovó.

 

Visión y propósito

 

Recuerden el comentario sobre el primo cuando fue aplaudido en León, ¿qué demuestra eso? Una visión: a mí me va aplaudir el mundo, y el mundo aplaude a Darío ahora. Pregunto, ¿quién se acuerda del primo? Nadie. El primo murió, no trascendió. Darío pudo haber estudiado una licenciatura en derecho en esta universidad, y a lo mejor hubiera sido un buen maestro, se hubiera muerto, y se hubiera olvidado. Pero Darío no quería eso, él quería trascender. Su decisión era volar alto, lo decidió y lo asumió en sus circunstancias. Pudo decir: “es que soy pobre”, “como mis padres me dejaron abandonado”, “no tuve el cariño de mis padres”, “como me gusta el guaro…”, “entonces no puedo”. Él dijo: “Puedo”, y lo hizo. El filósofo y matemático francés Renato Descartes (1596-1650), es el autor de una famosa frase: “pienso, luego existo”, debes primero crear en tu mente lo que quieres ser, asumirlo, convencerte y emprenderlo.

 

Persistente

 

Fue persistente y obsesivo, no se cansó frente a los obstáculos, las dificultades no le impidieron avanzar, los impedimentos los enfrentó y salió adelante. Pregunto: ¿cuántos ante el primer no, se rinden? Si sos persistente, y decís que vas a lograrlo, lo hacés. Si no querés vas a tener justificaciones siempre. Si querés, si es realmente tu decisión, podrás ser persistente y lo lograrás.

 

Sensible

 

Darío era sensible; un amigo de su época decía, “era sensible como una mujer e ingenuo como un niño”. Era elegante en su forma de vestir, parecía serio, orgulloso, pero se reunía con todo mundo y era capaz de platicar con cualquiera. No escatimaba las relaciones solo con gente encumbrada o gente inferior, desde el punto de vista económico, social o intelectual, era amplio en ese sentido, abierto. Era sensible, lloraba; y cuando lo maltrataban y ofendían, se sentía mal y se encerraba, aunque no para siempre, sufría, y luego salía adelante, otra vez adelante, hasta su muerte.

 

Humilde

 

¿Saben dónde se ve la humildad de Darío? Cuando está abierto para escuchar al otro.

 

Aunque sea un policía de línea de reciente ingreso, aunque sea el barrendero de la universidad, un ciudadano común del pueblo, debemos escuchar. No se encumbra, porque él es un poeta famoso, reconocido, no, él habla también con los poetas nuevos, con quienes apenas van surgiendo.

 

Hay un caso muy conocido, es Rafael Eliodoro Valle, uno de los grandes poetas de Honduras; y otro poeta, también de Honduras, Juan Ramón Molina, otro de los grandes, discípulos de Darío. Eliodoro Valle le escribió una carta. Era un muchacho de 17 años, nadie lo conocía, escribió un librito de poemas, y se lo mandó a Darío, quien recibió el libro y lo leyó. Darío le escribió a Eliodoro Valle felicitándolo por el libro, le escribió una frase célebre: “El talento es joya de Honduras”.

 

Ese muchacho después llegó a ser un gran escritor hondureño, un importante académico, reconocido en México, pienso, que las palabras que le envió en aquella carta, cuando el muchacho apenas estaba comenzando, lo entusiasmaron y motivaron, contribuyeron a que llegara a ser destacado en la literatura latinoamericana. Pero si Darío, imagínense ustedes, hubiera sido orgulloso, recibe el libro y lo tira porque viene de un desconocido. ¿Cuántos hoy son así? ¿Cuánta gente ligada al poder económico, político o académico son así? ¿Cuántos comisionados no son capaces de atender a un agente que llega a plantearle una idea, pero como apenas es un agente y acaba de salir de la academia, “¡qué va a saber este chavalo! ” ?. Pero no. Darío no era así, era humilde, estaba dispuesto a escuchar al otro, aunque fuera insignificante, estaba dispuesto a aprender de todos. La humildad, una virtud fundamental en el camino rubendariano.

 

Curioso

 

Dicen: “Era ingenuo como un niño”, ¿ustedes saben que, para ser curioso, uno debe ser ingenuo como los niños? Porque si ya no sos ingenuo como niño, pensás que todo lo sabés, entonces vas a tener limitación para aprender, porque pensás que nadie te puede enseñar nada: ¡error! Darío era curioso desde chiquito, por eso le gustaba viajar, leer, hablar con otros, escucharlos, por eso escarbaba en la literatura para descubrir cosas que otros no veían porque era curioso, y fue curioso hasta el final.

 

Agradecido

 

Nunca, alguien que le hizo un favor a Darío, se quedó sin agradecimiento. Todos recibieron lo posible, un poema, una frase, una palabra o un gesto, lo que sea. Pregunto, ¿dónde está cada uno de nosotros hoy, a cuántas personas tendríamos que agradecer cada día, a cuántas realmente les agradecemos? Darío adonde llegó, llegó alto porque tuvo un montón de personas que a lo largo de su vida le ayudaron, y a estas personas él les tiene que agradecer. A su abuela de crianza, mamá Bernarda, a sus primeros profesores aquí de León, a Francisco Gavidia, un salvadoreño escritor, que le dio las pautas de la literatura francesa, del verso francés, y que le permitió descubrir que la musicalidad del verso alejandrino francés no estaba en el español y podía aplicárse al idioma español. De Juan José Cañas que le dijo “andate a Chile”, y le dio una carta de recomendación. A muchos otros. A todos agradeció. Era consciente que donde habían llegado era imposible sin las cienes de personas que le fueron dando un empujoncito a lo largo de su vida. ¿Cuántos empujoncitos hemos recibido nosotros? ¿Y a cuántos les hemos agradecido eso? La única forma de crecer es agradecer siempre. Si olvidas agradecer, te quedarás ahí, porque el agradecimiento genera beneficios incalculables.

 

Si alguien quiere aprender debe tener dos cualidades básicas: curiosidad y humildad. Eso genera aprendizaje. Si alguien quiere provocar cambios en el ámbito que sea, tiene que agregar al aprendizaje, la persistencia, porque las cosas no se logran sin esfuerzo ni al día siguiente.

 

Cuatro (4) resultados: ¿por qué hablamos hoy de Darío?

 

¿Qué hizo Rubén Darío para que más de cien años después de su muerte (1916 – 2020) se siga hablando de él? Se habla de él aquí, en México, en Argentina, en España, en Costa Rica, en Honduras, en Cuba, en República Dominicana, en Estados Unidos, Japón, Alemania, etc. ¿Por qué este hombre nacido en León de Nicaragua, nuestro compatriota, por qué?

 

Innovó, renovó, transformó la poesía y la prosa española

 

Confrontó la hegemonía española en la literatura, es decir, dijo a España: “Un momento señores, la poesía y la prosa se puede escribir distinto”. ¿Y saben qué es lo peor? (o lo mejor, para nosotros, lo mejor para el idioma) Que lo hizo desde aquí, desde América Latina, desde Centroamérica, desde León de Nicaragua; dijo con sus actos: “No españoles, el verso y la prosa se puede escribir distinto”, y fundó el movimiento modernista. Se impuso en la lengua española, generó nuevas palabras, nuevas estructuras gramaticales, nuevos ritmos poéticos, nuevas formas de escribir, una nueva estética literaria.

 

Solo un ejemplo: ahora casi todos usamos “mochila”, mochila es sustantivo, el que usa mochila podría llamarse “mochilero”; entonces el verbo podría ser “mochilear”. Esa estructura es rubendariana. Otra palabra, “Perla”. Perla es sustantivo, y él escribió algo así: cuando el cielo se pone opaco, se perleó el horizonte, es decir transformó el sustantivo en adjetivo calificativo: “perlear”. Entonces, esa manera de transformar el sustantivo en calificativo, o un verso con adjetivo calificativo, esa transformación de palabras en su naturaleza es un aporte rubendariano. Hoy la hacemos todos, pero antes era una aberración, Darío impuso eso en la norma del español, y lo impuso desde aquí, desde la periferia, desde León. No desde el centro, porque él no venía del centro, de Madrid, venía de aquí, y desde aquí su influencia fue impactante, transcendente, es decir, hoy cualquier persona en el mundo que hable español, aunque no conozca de Darío, aunque no sepa quién es este personaje, cuando habla, cuando escribe, ahí está Darío, porque él dejó huella en la lengua, impuso la transformación en la lengua. Cualquier poeta que quiera escribir poesía tiene que tener como antecedente a Darío. Cualquier cronista que escriba, o cualquier texto, aunque no sepa nadie de Darío, él está presente porque es un antecedente indiscutible del idioma común.

 

Todas las universidades del mundo, todos los cursos que se vinculan al español, mencionan a Darío. En casi todas las ciudades hay una plaza, un parque, una biblioteca, una calle, una escuela, un monumento, una placa, lo que sea, con el nombre de Darío.

 

Lo he encontrado en San Salvador, Guatemala, Costa Rica, México, Barcelona, Madrid, en otras ciudades de España, en Buenos Aires, en Chile, en Colombia, en todo Centroamérica están los monumentos que rinden homenaje a Rubén Darío. Y cuando pasas por ahí, y encontrás esa referencia, uno siente orgullo, “¡es mi compatriota!”.

 

Rescató la identidad hispanoamericana

 

Hasta ese momento, nosotros, que veníamos de la colonia española, hablábamos español, y todo lo que se decía en español, se regía bajo dictado hegemónico de España. Darío es capaz de crear renovaciones en el idioma, desde fuera. Hoy es una realidad que el español que hablamos es el español nuestro, y los que influimos en el español realmente somos los latinoamericanos. Darío se impuso en un momento histórico, estableció la identidad en la lengua hispanoamericana. Enfaticemos de dónde venía, de la periferia, de la adversidad, no estaba en la cumbre, ni del poder económico, ni político, ni cultural. Desde ahí subió, impactó y transformó el idioma, recuperó una identidad propia, para Hispanoamérica, para Centroamérica, un nicaragüense influyó en el idioma que hablamos.

 

Emprendedor de éxito

 

Debemos reconocer que Rubén Darío fue emprendedor de éxito, desde abajo llegó arriba. Tuvo éxito en el camino que emprendió, se enfrentó con las dificultades y siguió adelante. Estableció un propósito y lo alcanzó. Si alguien es ingeniero y quiere tener éxito, ¿saben qué le recomiendo? Fíjense en el camino rubendariano, independiente de que no vaya a escribir poesía, si sos médico, ese camino es ejemplar, es una ruta ejemplar de éxito, de emprendimiento. Los diez puntos que les dije al principio, más las circunstancias de origen que aprovechó, y todos nosotros tenemos circunstancias particulares, comunes y adversas ¿saben qué hay que decir con claridad? Es la adversidad la que es capaz de producir los grandes éxitos. Si las adversidades son más profundas, las posibilidades de éxito pueden ser mayores. ¿Pero de quién depende eso? De uno, si uno quiere. Darío quiso y lo hizo.

 

Fue un cisne negro

 

“El cisne negro” es una metáfora que se hizo popular en Londres del siglo XVIII. Resulta que en Europa todos los cisnes eran blancos, pero descubrieron que en Australia había cisnes negros, entonces un barco llegó a Londres con un montón de cisnes negros. En Londres, antes de que llegaran la metáfora: “Cuando aparezca el cisne negro”, era una manera decir Nunca, imposibilidad absoluta, ¿cuándo vas a leer este libro? O ¿Cuándo me pagarás la deuda? Cuando aparezca el cisne negro. Significa “no lo leeré nunca” o “no pagaré la deuda”.

 

Esa metáfora parece era común en la capital británica en aquella época, llegaron los cisnes negros de Australia, entonces la metáfora entró en crisis, ahora se interpreta así: el cisne negro es un suceso improbable, imposible de pronosticar, pero que ocurre repentinamente y provoca gran impacto.

 

Entonces, Rubén Darío es un cisne negro, nuestro Cisne negro, es un suceso improbable, imposible de pronosticar, que ocurre repentinamente y provoca un gran impacto.

 

Finalmente concluyo:

 

Hubo al menos seis (6) circunstancias que aprovechó Darío, circunstancias que la vida le dio, buenas o malas; diez (10) puntos claves en el camino rubendariano emprendido y cuatro (4) resultados por los que resulta imposible obviarlo: innovó la poesía y la prosa, estableció una identidad hispanoamericana, emprendió con éxito desde la adversidad y es un cisne negro.

 

Es una formula simple que puede ser recordada con facilidad: 10 + 6 + 4 = 20, veinte claves o referencias a considerar sobre Rubén Darío en este año 2020.

 

Muchas gracias.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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