Último año de Rubén Darío: lugares y circunstancias
Managua, 6 de febrero de 2020
Charla con el Clan Literario del Adulto Mayor
Esta conversación la dividiremos en tres partes: dos contenidos a compartir al inicio: itinerario de lugares y circunstancias que afectan a Darío, y al final, preguntas y comentarios que ustedes quieran hacer. El título: “Último año de Rubén Darío: lugares y circunstancias”, trataremos de recorrer el camino desde el comienzo del desenlace hasta el final en la vida de Rubén Darío.
Desde mi opinión, el principio del fin de Darío comienza en París, Francia, en junio de 1914. Estaba residiendo en Francia, era director literario de las revistas “Mundial” y “Elegancias”, publicaciones que habían adquirido cierta fama en el mundo hispano y aportaban los ingresos económicos del poeta. Tenía un equipo de trabajo, realizaba algunos viajes promocionales al extranjero, pagaba su casa, tenía ingresos estables, había una producción literaria importante. “Elegancias” era una revista enfocada a la moda, al mundo artístico, y la otra era para artículos literarios y culturales de Hispanoamérica. Estaban posicionándose bien a nivel hispanoamericano en esa época desde su reciente fundación unos dos o tres años atrás.
¿Por qué junio de 1914 es el principio del fin de Darío?
Los tambores de guerra comienzan a sonar de manera inminente en Europa. En Julio 1914 estalló lo que se llamó la Gran Guerra Europea, no era Primera Guerra Mundial como decimos ahora. Conocemos la historia de ese lamentable conflicto armado. Consecuencia de eso fue que, la empresa donde Darío trabajaba cerró, los empleados (la mayoría franceses) quedaron sin empleo, algunos fueron reclutados para la guerra. Eso causó en Rubén Darío gran impacto emocional, económico, personal: él es, por convicción, amante comprometido de la paz.
Lo que ocurría en Francia, le asusta; se da cuenta que el problema es en toda Europa, los tambores de guerra suenan en todos los países, el mundo está amenazado con extender el conflicto con graves consecuencias. Darío no sabe nada qué hacer porque no es militar ni político, es poeta, tenía un espacio para ese propósito en París que ahora desaparece, “queda colgado de la brocha”, sin ingresos, sin poder pagar la renta de la casa, etc., está obligado a salir de Francia.
Lo que decían las noticias:
Del libro Último año de Rubén Darío, primera parte, algo así era lo que decían las noticias de la época:
“Los cables traían los ecos de la gran guerra, desde sus antecedentes y el detonante en Sarajevo, por el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria, por un joven serbio de 28 años de edad”.
“La crisis diplomática desencadenada y fracasada, el desembarco de los aliados, la ofensiva de los ejércitos, los vuelos y bombardeos aéreos, los refugiados, las invasiones, las muertes, las condiciones de Francia para aceptar la paz, la devolución de Alsacia y Lorena, las noticias de Berlín, las amenazas por el control del canal de Suez, las operaciones rusa y alemana, el avance turco búlgaro, el gran ejército austro alemán de un millón de hombres que avanzó sobre Italia, el hundimiento del buque lusitano con numerosos pasajeros en las costas de Irlanda por un submarino germano que provocó la condena mundial”.
Esas los cables internacionales que inundaban los titulares de los diarios impresos en la segunda parte del año 1914 y en 1915, esas noticias impactan a Darío.
Después de París ¿a dónde va Darío?
Se dirige a España. En Barcelona vive Francisca Sánchez del Pozo, se podría decir que es la única mujer con quien se aproximó a tener una “vida matrimonial”, sin llegar a serlo. La única con quien estuvo 15 años. En él prevaleció la intermitencia del hombre que no se podía quedar anclado en un solo espacio. También vive ahí con su hijo, Güicho, en aquel entonces de 7 años. Regresa a Barcelona, sin riales. También España está sacudida por los efectos psicológicos, económicos, políticos y diplomáticos de la guerra, aunque España “no participa”, se declara neutral en el conflicto, se verá afectada por el entorno conflictivo.
Entonces, Darío permanece en Barcelona, desde julio hasta octubre de 1914, cuatro meses sin riales: no tiene para pagar la renta ni cumplir las obligaciones para mantener a su familia. Entendamos que él no es una persona que acumula capital para lo que va a venir después, no es quien tiene cuentas de ahorro o reserva de activos, para disponer de ellas y sobrevivir, no es de los que guarda para el futuro, por el momento no tiene nada. Nunca tuvo activos. Lleva cuatro meses, y ¿con qué paga la renta?, ¿con qué paga la comida y los consumos de la casa?
Eso tiene un impacto emocional grave, es decir, al niño que está con él, al único que jugó como hijo, no le puede dar nada. Pongámonos en su lugar: a la mujer que está ahí, a la cual quiere y lo acompaña, no le puede resolver sus necesidades fundamentales, por lo tanto, esa familia está desprotegida en términos económicos, y Darío tiene que vivir de la caridad de otros para subsistir; parece que nadie está interesado en ese momento histórico en la literatura y la poesía porque la guerra es latente y se desencadena de manera preocupante en Europa.
Llegó un amigo de Darío: Alejandro Bermúdez, nicaragüense. ¿Dónde conoció a Alejandro Bermúdez? Es un escritor de Masaya. Cuando Darío vino a Nicaragua a fines del año 1907, en aquella visita apoteósica, donde fue recibido por toda Nicaragua después de 15 años de ausencia, en el apogeo de su gloria, lo recibió el gobierno, las autoridades, los intelectuales, e hizo una gira por León y Chinandega, y por los pueblos de Oriente en tren. Pasó por Masaya, Catarina, Diría, Niquinohomo, llegó hasta Diriamba y Jinotepe.
En 7 de diciembre, día de la Gritería la pasó en Masaya. En ese contexto, los que organizaron la gira por Masaya, prepararon una recepción y un almuerzo, donde estuvieron ilustres vecinos de la zona, ahí estaba Alejandro Bermúdez, en ese entonces funcionario de Educación; hicieron amistad. Bermúdez es escritor, intelectual y empresario.
Así que, en Barcelona, en aquella ocasión, Darío recibió la visita a fines de 1914 de Alejandro Bermúdez, el amigo de Masaya. Alejandro le dice algo así: ¿qué estás haciendo aquí Darío? Sin trabajo, con la guerra europea encima, ¿qué haces? A nadie le interesa en esos momentos la literatura, es la verdad. Alejandro le expresa algo que lo ilusiona: ¿por qué no salís a hablar de la paz mundial? Vamos a Estados Unidos en campaña por la paz, busquemos otros escenarios. Estados Unidos no se ha involucrado en la guerra todavía, participará unos tres años después. Estamos en 1914, la guerra terminará en 1918, más de cuatro años de confrontación bélica.
Alejandro Bermúdez lo convence: “Vámonos a hablar de la paz”. Hay que ubicarse que, en el contexto europeo, algunos clásicos de la literatura de principios del siglo se involucraron en el conflicto bélico, como, por ejemplo, el reconocido poeta italiano del que Darío reconoció era uno de los mejores de su época, Gabriele D´Annunzio; una vez alguien le preguntó: ¿Quiénes son los mejores poetas? Dijo: D´Annunzio, otro, y este que está aquí (señalándose a él), es decir, Darío se comparaba con los grandes de su tiempo; entre esos grandes mencionó al poeta italiano.
Al arranque de la primera guerra mundial, D´Annunzio se involucró en la política fascista, hizo arenca política literaria a favor del ejército italiano, que es un ejército aliado de los alemanes. Incluso Darío se enteró por las noticias que D´Annunzio, en los aviones italianos, elaboró papeletas con unos poemas y los tiraron por el aire a los pueblos y a las tropas; arengaba por el “patriotismo italiano”, por una serie de criterio que tenían un propósito político en el contexto de la guerra para fortalecer el sentimiento nacionalista frente al conflicto.
Entonces, Bermúdez y él coinciden: vamos a hablar de la paz, no a favor de la guerra, no queremos la guerra. Darío está sin trabajo, sin opciones, desanimado, preocupado, encuentra en aquella idea una ilusión; es una oportunidad de ingresos, pero es principalmente la esperanza para disertar desde la literatura sobre un tema que le gusta y en el que está convencido: la paz. Representa la necesidad de sentirse útil, hacer lo que puede y le gusta hacer.
Darío no tiene el dinero para hacer el viaje. Alejandro tampoco tiene para financiarlo, así que buscan apoyo de gente que le ayuda; al final consiguen el pasaje para ir a Nueva York. Salen en octubre de 1914 en barco. Debo hacer una reflexión: Francisca Sánchez. Pónganse ustedes en el lugar de Francisca, la señora con la que vive, no es la esposa, sino la compañera de vida, con su hijo. ¿Ustedes creen que ella estaría de acuerdo que Darío se embarque? Claro que no. Ella tiene la percepción que el hombre se va para siempre, que no volverá
Me imagino que ella le insistió que no se fuera, pero Darío no era de esos de quedarse anclado, se sentía prisionero e inútil. Por lo tanto, Francisca está en desacuerdo con la decisión, tiene la intuición que lo perderá para siempre. Pero, además, fíjense (esto es un asunto humano y emocional), “Francisca Sánchez es la otra”; la esposa legal sigue siendo Rosario Emelina Murillo, está en Nicaragua, no se han divorciado. La otra, aunque no es la esposa, lo quiere, pero es “la otra”. Entonces Francisca piensa que Alejandro está aliado con la esposa, que lo está sacando de Barcelona para llevarlo donde ella; eso genera conflicto emocional alrededor de esa familia que se está fragmentando; es en parte consecuencia del fenómeno militar, político y económico que afecta al Continente.
¿Qué hay de cierto en eso? Algo de cierto hay. Efectivamente, Alejandro Bermúdez, quería que regresara a Nicaragua. Ahora, si estaba de acuerdo con la esposa o no, no hay evidencia suficiente, pero él quería que viniera para acá; él veía allá a Darío sin futuro, y que, además, ya no era un joven, era un Rubén Darío golpeado por la vida, enfermo, de 48 años de edad. Uno puede decir, ¡apenas 48 años de edad!, pero la realidad es que la esperanza de vida en esos tiempos era baja, a principios del siglo XX apenas llegaba a 40 años; pasar los 40 era llegar a viejo, hace más de 100 años, por lo tanto, hay que verlo en términos relativos. Hoy tener 60 es estar “chavalo” todavía. Antes, tener 60 años, era ser anciano.
Quinta vez en Nueva York
Darío ya es un hombre viejo, en decadencia, con la salud deteriorada, sin posibilidades de apoyo en el entorno donde está, así que Bermúdez lo convence con la esperanza de una campaña por la paz, contra la guerra, desde Estados Unidos. Así es que se montan al barco y llegan a Nueva York.
Rubén Darío, llegó a la ciudad de Nueva York por quinta vez el 12 de noviembre de 1914. Al día siguiente fue el cumpleaños de su hijo mayor, Rubén Darío Contreras, a quien conoció pocos meses antes, en París. A la urbe cosmopolita, la más grande de Estados Unidos, la primera visita que Darío hizo fue en 1892, cuando iba a España a la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América y, en esa ocasión se encontró con José Martí, poeta y prócer de la independencia de Cuba, quien al verlo le dijo “hijo”, y lo abrazó.
La segunda visita fue en 1893, cuando viajó a Buenos Aires, cuando Colombia lo nombró Cónsul en Buenos Aires. Agarró la ruta más larga para ir a pasear; en vez de ir directo al sur, fue primero al norte, pasó por Nueva York. Ahí escribió Salutación a la Madonna de la libertad: “Pero, ¿sabés?, se te ha herido mucho en el mundo, divinidad, manchando tu esplendor”.
La otra visita fue cuando partió para Río de Janeiro como delegado de Nicaragua en la tercera cumbre panamericana en 1906. La cuarta visita cuando vino a Nicaragua en 1907.
Darío llamaba a Nueva York la “ciudad del cheque”, y en un verso del canto a la Argentina, dijo: “Nueva York, la babélica”. En diciembre de 1914, publicó “La Gran Cosmópolis”, y en su primera estrofa: “Casas de 50 pisos, servidumbre de color, millones de circuncisos, máquinas, diarios, avisos, y dolor, dolor, dolor…”
Así que Darío llegó a Nueva York en noviembre de 1914, se hospedó en un modesto lugar que le han financiado; comenzó a buscar “la tribuna” desde donde va hablar de la paz. Pasó noviembre, diciembre y enero, esa tribuna no existe, parece que no hay nadie interesado en hablar de paz en aquellos momentos de guerra. Además, está delicado de salud, enfermo de pulmonía, por lo que estuvo interno en el Hospital Francés y, por casualidades de la vida, lo atiende un médico nicaragüense, Andrés Zelaya, hijo del expresidente José Santos Zelaya.
Por fin Darío tuvo posibilidad, a principios de febrero de 1915, de presentar “una conferencia” en la Universidad de Columbia. El millonario empresario y filántropo norteamericano Milton Huntington se enteró de él y quiso ayudarlo, le prestó la plataforma para promoverlo, le dio una distinción, y el espacio en la Universidad para que compartiera sus ideas por la paz. Aquí tengo una advertencia: ¿es Darío conferencista? No. ¿Es orador? No. No era la palabra oral su virtud, su virtud era la palabra escrita. No era de grandes discursos ni agitadas y prolongadas arengas, esa es la verdad. Incluso, algunos amigos, como Froilán Turcios, comentó en sus Memorias, que a veces daba pena ver al maestro cuando se le veía hablar, porque se le trababa la lengua. Sabemos que la cualidad principal de Darío, -viendo su foto lo percibimos-, era escuchar atento, mucha escucha y gran memoria, en silencio.
Así que, la pregunta es ¿qué conferencia va a dar Darío en un auditorio de la Universidad de Columbia? Lo único que Darío puede hacer bien es escribir un poema, y leerlo. Eso es lo que hizo. “Voy a hablar de la paz”, sí, pero, ¿qué discurso? Darío es poeta y prosista, pero lector, mejor que se lo lea otro, desafortunadamente no hay grabación de Darío hablando, en ese tiempo, eso era incipiente; un discurso de Darío, por lo que cuentan los amigos, no era “movilizador”.
En la Universidad de Columbia, ¿cómo es el auditorio que prestaron? no era inmenso. Hablaría en español ante una audiencia hispanohablante o que entendiera español. Cuando algunos admiradores de Darío escriben, se refieren a una “multitud”, pero no se ajustan a la evidencia. Multitud no hubo porque el espacio no da tanta gente. Ubiquémonos, estamos en Nueva York, la conferencia es a inicio de febrero, es frío, que no puede hacerse en un parque al aire libre, por lo tanto, este Darío decadente y enfermo, sin riales, encuentra un mínimo espacio para expresar su pensamiento poético; lo que dirá es el poema titulado: “Pax”. Leyó después de una introducción. Logró, a través de los amigos, difusión en diarios latinoamericanos y en las publicaciones de Centroamérica.
Cuando uno comienza a precisar cuál era el tamaño del auditorio y cuántas personas podrían caber en él, según mi estimación (pueden leerlo en el libro si tienen paciencia para leer más de mil páginas), en ese local cabrían quizás unas 70 personas. Esa fue la única ocasión para su pretendida campaña por la paz. Entonces, ¿qué dijo Darío? Leyó su poema. Versos que después corrigió, podría ser uno de los últimos grandes poemas de Darío, a principios de 1915, desde Nueva York, no fue publicado en ningún libro, se incluyó en ediciones póstumas.
Leeré a continuación algunas crónicas en un periódico de la época. Este fue en el Diario de Centro-América, Guatemala, el sábado 27 de marzo de 1915, casi dos meses después:
“Luego se levantó Rubén Darío, y no pudo empezar a leer la lectura de su poema, sino después de varios minutos de espera, hasta que se extinguió el último eco de los aplausos con que el público lo recibía, luego con mucho reposo, empezó de esta manera:
Voy a dar lectura a un poema de paz, en medio de tantos ecos de guerra, encontraréis en él, un marcado carácter religioso, de cual queda bien en este inmenso país, que a pesar de sus bastas conquistas prácticas, y de su constante lucha material, es el único que tiene un “Thanks-giving day”. Sé que, para alguna gente, como decía el famoso Buloz, director de la “Revue des deux mondes”, Dios no es de actualidad, yo creo, sin embargo, en el Dios que anima a las naciones trabajadoras, y no en el que invocan los conquistadores de vidas, “Atila, dios & Cia. LImited”. A medida que la ciencia avanza, el gran misterio aparece más impenetrable, pero más innegable, un Puincaré, un William James y un Bergson, son los “pioneros” del infinito. En cuanto a la poesía, debe tender a un ambiente de eternidad, so pena de no ser. Edgar Poe, que solamente ha escrito unas dos veces en toda su obra, en nombre de Cristo, adopta una definición de dios tomada de Granwill, quien seguramente recordó a Santo Tomás: dios no es sino una gran voluntad que penetra todas las cosas por la naturaleza de su inmensidad, yo creo en ese dios…”
Después comenzó a leer su poema Pax, del cual publicamos las siguientes estrofas:
En sangre y en llanto está la tierra antigua
la Muerte cautelosa, o abrasante, o ambigua
pasa sobre las huellas,
del Cristo de pies sonrosados
que regó lágrimas, inquieta,
ve la muerte de un Papa y el nacer de un cometa
como en el año mil.
Y ve una nueva torre de Babel
desmoronarse en hoguera cruel
el estampido del cañón y del fusil.”
¡Matribus detesta! Madre negra
a quien el ronco ruido alegra
de los leones: Palas,
odiosa a las dulces mejillas,
puesto que das las flechas y las balas:
abominada seas
por los corrientes siglos y fugaces edades,
porque a pesar de todo, tus fuertes potestades,
sucumbirán al trueno de oro de las ideas!
Amontonad bibliotecas,
poblad las pinacotecas,
con los prodigios del pincel
haced la evocación de Homero, Vinci, Dante.
Pues para que vean el
Espectáculo cruel
desde el principio hasta el fin:
la quijada del rumiante
en la mano de Caín
sobre la frente de Abel..!
Le aplaudieron los asistentes. La mayoría era público latino, que vivía allá y hablaba español, otros norteamericanos. Es el espacio que tuvo.
Así fue reportado en las crónicas la presencia de Darío en la Universidad de Columbia. El poema publicado en el Diario tiene ligeras diferencias a la versión corregida y publicada después.
Darío salió de la conferencia para el hotel y no sabe qué más hacer. Sin dinero: su problema recurrente o constante ¿quién lo mantiene? Los amigos ayudan, pero todos sabemos que no te pueden ayudar ni acompañar siempre, ¿qué hacer? Piensa ir a Argentina, de donde tiene positivos recuerdos. De allá salieron “Prosas Profanas” y “Cantos de Vida y Esperanza”. Estuvo allá muchos años, desempeñó el primer puesto importante: cónsul de Colombia. Es cercana a sus afectos, su segunda patria, dijo. No tiene riales para ir a Argentina ¿quién lo ofrece recibirlo?
Con su país ocurrieron algunos conflictos económicos, políticos y personales que lo afectaron: cuando era ministro de Nicaragua en España (1908-1910), el presidente era Zelaya fue obligado a renunciar en 1909, el poder lo asumieron los conservadores; Darío tenía pensamiento liberal y simpatía por Zelaya, el que lo nombró. Quedó “colgado de la brocha”, por así decirlo. En 1910, cuando Darío va de tránsito a México, designado para participar en el Centenario de la Independencia, se enteró, al pasar por Santander, de la salida de Madriz, sucesor de Zelaya y la llegada de los conservadores con la complacencia norteamericana.
En aquel entonces las noticias llegan tardías, viene en barco; durante la escala se enteró que el gobierno fue sacado. Hizo una reflexión simple, no política, porque las reflexiones de Darío, aunque tiene posición política, carecen de habilidad política práctica, no es su oficio. Piensa que no debe haber ningún problema, porque va como representante de Nicaragua. Así que continuó el viaje. Llegó a Veracruz, es septiembre de 1910. Las autoridades mexicanas le notificaron que no podía pasar a la capital ni participar en los actos oficiales por no ser representante de su gobierno. Justo Sierra, amigo y ministro de Instrucción de México, supo de su presencia y le facilitó apoyo. Hubo algunas actividades en Veracruz. Fue recibido como huésped de honor y no como representante de Nicaragua.
Ocurrió algo interesante, la población de Veracruz salió a las calles, estudiantes y sindicatos le expresaron solidaridad. Hubo manifestaciones porque identificaron aquello como un desaire; Darío era reconocido y contaba con el aprecio de muchos. Algunos estudiosos mejicanos especulan, sobre lo ocurrido en Veracruz apoyando a Darío, un latinoamericano al que el gobierno mexicano maltrataba porque no quería entrar en conflicto con el vecino del Norte, quien quitó a Zelaya y puso a los conservadores, por lo tanto, permitir que llegara a los actos oficiales, podría interpretarse como apoyo al gobierno depuesto y molestaría a Estados Unidos; la presencia de Darío generó un problema político diplomático y desbordó expresiones de solidaridad popular.
La gente participó en las marchas con entusiasmo por Darío (hay fotos en periódicos de la época), fue un símbolo latinoamericanista y antiimperialista; es interesante, porque dos meses después, noviembre de 1910, estalló la Revolución Mexicana. Así fue percibido por los mexicanos en aquel momento histórico.
Tuvo que regresar. Hizo escala en La Habana, y aquí ocurrió un episodio dramático: dicen que quiso suicidarse. Lo cierto es que “se pegó una gran borrachera”; estaba desmotivado, decepcionado. Dice Torres Bodet, mexicano: “fue un genial suicida”, porque desde el primer trago, estaba construyendo su suicidio, no tenía que suicidarse en un momento en concreto, en su vida estuvo cultivando el fin.
Volvamos a donde se encuentra: está en Nueva York, sin dinero y solo. Hizo la conferencia, leyó el poema “Pax”, ¿quién le ofrece algo más, adónde ir? Él es de los que necesita que lo inviten con todo incluido.
El presidente de Nicaragua es Adolfo Díaz, conservador, por lo tanto, no tiene interés real en apoyar a un crítico del gobierno conservador. La posición del poeta fue evidente cuando Zelaya salió del gobierno en diciembre de 1909, al año siguiente llegó a Barcelona y se encontró con Darío. Zelaya escribió un libro contra la expulsión de su gobierno y la intervención norteamericana; Darío ayudó a promover el texto y escribió sobre ello. Lo divulgó en Francia y España, fue instrumento importante en la denuncia internacional. Por lo tanto, el gobierno conservador tiene “interés reservado” en apoyarlo, es una realidad política que no podemos obviar.
Agrego otro elemento: cuando todavía era embajador, le pagaban un sueldo y le enviaran dinero para los gastos: alquiler de la casa, gastos de la delegación diplomática, etc., pero, cuando se va Zelaya, incluso, meses antes por la crisis que vivía el país le dejó de llegar el dinero; en aquel tiempo las transferencias no eran tan fáciles como ahora; el dinero no llegó durante cierto tiempo. Mientras tanto, Darío se sostuvo y mantuvo la embajada con ayuda de amigos, prestando, etc.
Estando en Nueva York mandó carta al Ministro de Nicaragua en Washington, exigiendo el pago de los honorarios pendientes. Hizo sus cuentas. El gobierno de Nicaragua, reconoció que se le debía dinero. Debido a su situación personal el Congreso de Nicaragua, de mayoría conservadora, aprobó una ayuda por $200. El poeta respondió que solo aceptaba el dinero como abona a la deuda pendiente. Darío mantuvo una posición digna; estaba en su derecho de exigir el pago de los sueltos que le debían. Haciendo cuentas y calculando el dinero, si lo trasladamos a valor presente son unos 180 mil dólares.
Darío en Guatemala
Darío no tiene a donde ir y no quiere venir a Nicaragua. Están las razones referidas antes: el gobierno no le simpatiza, además lo atacó por las razones expuestas. Por lo tanto, Nicaragua, no es la opción que ve en el corto plazo. Piensa ir a Argentina. Pero nadie allá le está ofreciendo asumir los gastos. Ocurrió un hecho importante. Un amigo intelectual y político guatemalteco, Máximo Soto Hall, trabaja en el gobierno de Estrada Cabrera en Guatemala.
Soto es uno de los autores del “Libro Azul”, que recoge la historia del país y elogia la obra del presidente Estrada. Soto admira a Darío; él fue uno de los que persuadió a su presidente para que lo llevara como huésped de honor. A Estrada Cabrera no le interesa la literatura, es político, está postulándose para la cuarta reelección presidencial, aunque no dudamos que aprecia, como centroamericano y liberal, al laureado poeta. Ve la oportunidad de aprovechar la presencia del destacado literato como parte de su campaña electoral. Mandó a Darío la invitación con todos los gastos. Es la única invitación concreta que recibió en Nueva York gracias a la gestión de su amigo Soto Hall. Aceptó sin más opción.
Guatemala se convierte en el cuarto destino de esta etapa final de Darío. Empezó en París, luego Barcelona, Nueva York y ahora Guatemala. Llegó Darío a Guatemala a fines de abril de 1915.
Identifiquemos brevemente lo que Guatemala significó en la vida de Darío. En primer lugar, aquí se casó por la iglesia con Rafaela Contreras en la catedral. Cuando salió de El Salvador, por el golpe de Estado huyó a Guatemala. Fue el único país centroamericano que publicó una edición de sus obras célebres: la segunda de Azul…, su libro primigenio. En Guatemala fue director del Diario de la Tarde, y escribió en el Diario de Centro-América. Hay una relación cercana y de afecto con Guatemala desde muchos años atrás.
Fue recibido con elogios, hospedado en un hotel del centro de la ciudad, -que ahora es un bar y lugar cultural-, fue recibido, en nombre del gobierno, por el ayudante del presidente quien le expresó el mensaje del gobernante y todo su apoyo durante el tiempo que quiera permanecer en Guatemala. El día que llegó Darío al hotel hubo una multitud de gente y muchos jóvenes, escritores, intelectuales, que llegaron a saludarlo y a rendir homenaje al visitante ilustre. Posiblemente estuvo, de 16 años: Miguel Ángel Asturias, único premio Nobel de Literatura de Centroamérica, y le estrechó la mano, sin que Darío supiera quién era, porque era un muchacho todavía desconocido. Ese vínculo particular impactó al joven escritor. En la novela “Señor Presidente”, hay un capítulo donde refiere, sin mencionar su nombre, a Darío, lo critica por el vínculo y los elogios que expresó al dictador Estrada Cabrera.
En Guatemala le pagan los gastos, permanece enfermo la mayor parte del tiempo; escribió el poema “Palas Ateneas”, en saludo al gobernante y en ocasión de las fiestas de Minerva en Guatemala.
¿Qué ocurre en ese tiempo? Aumenta la decadencia de Darío, no tiene dinero, está solo. Hay una carta de saludo a Mons. Lezcano, Arzobispo de Managua. Supuestamente Lezcano insistió después en persuadir a Darío para que regresara y recibiera a su esposa Rosario Emelina. Las preguntas frecuentes eran: ¿Qué hace en Guatemala? ¿Porque no regresara a Nicaragua? Darío sabe que está solo; en Guatemala lo aprecian, pero ya no produce con el ánimo ni la lucidez del pasado: su salud está deteriorada y sin recursos.
Lezcano lo convenció que reciba a la esposa en Guatemala. Recordemos que Darío llegó a Guatemala a fines de abril. Entonces, más o menos en junio, ya han pasado dos meses. Ella llegó y lo acompañó hasta su regreso a Nicaragua. Lo terminó de convencer de regresar a la tierra natal. El deterioro de la salud es irreversible. El diagnóstico fue Cirrosis Hepática, el abdomen se le inflama, acumula mucho líquido, esta emocionalmente decaído. No hay nada más que hacer. Debe regresar en noviembre en barco a Nicaragua.
Escala en Acajutla, El Salvador.
Hubo una pequeña escala en el tránsito cuando va en el barco: salió de Guatemala y pasó por el puerto de Acajutla; Darío no quiso bajarse; en el puerto hay amigos salvadoreños que esperan saludarlo; el escritor y poeta Arturo Ambrogi narró sobre el encuentro con el poeta, a quien conoció años atrás.
Ambrogi describió a Darío: siempre vestía elegante, con sombrero, una camisa de lino, pantalón oscuro, zapatos oscuros, traía una bufanda, tal vez por el frío, camina lento, habla pausado, y conversa en el barco. Ambrogi ve que el maestro va al fin de su vida. Decaído, sin la lucidez que conoció. Recordó cuando lo visitó en París, Darío le habló del último libro que publicó en 1912, “Todo al vuelo”, recopilación de crónicas publicadas en La Nación. Ambrogi se da cuenta que está frente a un hombre moribundo, demacrado, con la mirada apagada. Termina la escala del barco y continúa para llegar al puerto final, Corinto, Nicaragua.
Llegada final a Nicaragua, la tierra natal.
En Corinto, dicen que, como no hubo aviso previo, solo había algunas personas esperándolo, pero no quiere saludar a nadie, se dirigió en tren a León, a su casa, a su cama. Va con Rosario, su esposa, en el barco, y hasta León. Llegó a fines de noviembre, a León. Y se quedó ahí.
¿Saben que Darío quería participar en la última Gritería de León? Así es que se quedó el 7 de diciembre; las griterías por las que tenía profundos y afectuosos recuerdos; le decían que fuera a Managua a un tratamiento especial, pero quizás él no se quería ir antes, se fue a Managua hasta el 9 de diciembre.
Pasó la Navidad en la capital: la última navidad precisamente en Managua. Darío, hizo memoria de las viejas canciones, de los villancicos; había uno en particular que le gustaba y tarareaba, un villancico español que ya no se escucha y que le traía buenos recuerdos, se llama “Carrasclás”.
Pasó el fin de año en Managua y regresó en los primeros días de enero a León. Estuvo en León hasta su muerte el día 6 de febrero de 1916, un día como hoy hace 104 años.
Itinerario final
De tal forma que, ¿cuál es el itinerario de Darío en el último año de su vida? Comienza en París, estalla la guerra europea, se queda sin empleo y por lo tanto sin recursos; pasa por Barcelona, y abandona allí a su compañera, Francisca Sánchez, y su hijo Güicho, sin opción económica; salió para Nueva York a una campaña por la paz que no prosperó; tuvo la posibilidad de compartir el poema “Pax” en la Universidad de Columbia; arribó a Guatemala, la única opción que le ofrece una invitación completa por el presidente Estrada Cabrera, donde pasó unos 6 meses; salió en noviembre y el barco hizo escala en Acajutla, donde se encuentra con amigos salvadoreños, y finalmente, en su retorno definitivo a Nicaragua, llegó a Corinto, pasó para León, estuvo unas semanas en Managua, quedó definitivamente en León en donde murió al concluir su tiempo.
Impactos que lo derrumban
Ahora sintetizo con brevedad: ¿cuáles son los elementos emocionales y afectivos que impactan en Darío y traen como consecuencia su muerte? Los enumero, ya los hemos mencionado en esta conversación:
- Quedar sin empleo e ingresos produce una frustración personal profunda en la persona, principalmente cuando tenés una familia que dependen de vos.
- Alejarse de la única familia real que tenía: Francisca Sánchez y Güicho, significa una renuncia grave en la vida.
- La pérdida de la paz en el mundo, la guerra, que le produce angustia e imposibilitado de hacer nada; observa un fenómeno que no puede detener; años antes lo había expresado: “un gran vuelo de cuervos, mancha el azul celeste; / un soplo milenario, trae amagos de peste; / se asesinan los hombres, en el extremo oeste”, etc. Es, desde la sensibilidad de Darío, un escenario dramático y trágico al que el mundo se avecina.
- Hay poco interés en escucharlo, pasó su tiempo, o el contexto histórico y político del momento, no da para hablar de poesía y literatura, pocos le prestan atención, no hay escenarios disponibles; el mundo está envuelto en otra cosa. Eso lo hace sentirse inútil sin hacer lo que quiere y puede hacer bien.
- Su salud cae al piso; el desánimo, lo emocional generan efecto grave e inevitable en la salud física, eso lo sabemos, la depresión es emocional y moral.
- La fe: Darío vuelve. Desde antes y en “Pax”, un poema con muchos elementos de vuelta a la fe simple, sin complicaciones, sin elaboraciones intelectuales. Todos en la vida, posiblemente de niños nos llevaron a la iglesia y nos acercamos a Dios, a lo que fuera, después, en el camino de la vida, nos alejamos y, después del recorrido, volvemos al punto de partida. Darío vuelve al inicio.
- Aunque las opciones son limitadas, él tiene una satisfacción al final de su vida: retorna al querido León de Nicaragua, es decir, aunque no tiene a la familia cercana, a pesar de la presencia de la esposa que lo acompaña en los últimos meses, cuenta con la satisfacción de estar en León.
- Y finalmente, la muerte. Esa muerte de Darío, única para cada quien. Aquí cuestiono los diagnósticos: la opinión de los médicos, de los que lo vieron, dicen que Darío muere por Cirrosis Hepática, lo que está bien: el hígado estaba destruido. La pregunta de ¿Por qué se destruyó el hígado? La conclusión más simple, pero menos exacta, es que murió porque consumió licor en exceso, pregunto ¿cuántos borrachos mueren a los 80 años con el hígado intacto? Entonces, debe haber otra razón: ¿cuántas personas (mi abuelo, por ejemplo) nunca tomaron un trago, y murieron de Cirrosis Hepática a los 40 o 60 años? Estos casos dicen que no todo el que toma se muere de Cirrosis, hay quienes no toman y mueren de así, debe haber otros elementos vinculados.
Conflictos personales en la causa de su muerte
Recurriré a una polémica teoría médica moderna, el doctor alemán Ryke Hamer, formuló una teoría: “La Nueva Medicina Germánica”; estudió sobre el asunto durante casi cuarenta años y cuestionó a la gran industria farmacéutica y médica: afirmó, que la quimioterapia y radioterapia lo único que hacen es destruir el organismo, y planteó una hipótesis lógica y simple, la menciono:
El ser humano en su vida enfrenta distintos conflictos, desde que nace, incluso desde las condiciones en que fue concebido por su madre (¿violada? ¿abusada? ¿golpeada o maltratada?), todas las circunstancias influyen en el feto, en el niño que nace y crece: accidente de tránsito, pérdida del empleo, pérdida de recursos, pérdida del esposo o de un hijo, pérdida de la casa, etc.; vivimos distintos conflictos cotidianos, graves y menos graves. Cada persona, frente a esos conflictos, los percibe, aborda y resuelve de manera distinta.
La hipótesis de Hamer, de manera escueta, es que las enfermedades, como el cáncer, o la cirrosis, son consecuencias biológicas del comportamiento celular frente a un conflicto de naturaleza psico emocional, que se manifiesta en descomposición celular, de tal forma que no tiene sentido atacar la descomposición celular sino logra el equilibrio psico emocional frente a los conflictos.
Le pregunté a Hamer por correo electrónico en 2015 sobre el caso de Darío, (me contestó la secretaria), ¿cómo interpreta el diagnóstico de Darío con la teoría de Hamer? Hay publicaciones disponibles que indican que la Cirrosis Hepática tiene dos causas generales: la primera es ausencia de recursos e incapacidad de mantener a las personas que dependen de vos, eso provoca un conflicto emocional psicológico que en consecuencia genera una deformación en las células hepáticas. Segunda causa: el conflicto con la patria o con el padre, o con el territorio, es decir, pérdida de la identidad del territorio, o padre (porque no existe o aun sabiendo que existía no podía contar con él), o por conflicto con la patria, eso también genera complicación adicional. La carencia de afecto, el sistema emocional lo interpreta como la falta de algo principal, entonces las células acumulan líquido para protegerse de lo que falta; esta es en general, de manera incompleta, la hipótesis.
En el caso de Darío, hubo conflicto con los padres y con la patria; una relación afectuosa, de encuentro y desencuentro, pero también de decepción por las razones antes dichas; eso va calando en la vida; la última gota que derramó el vaso: la pérdida de Francisca Sánchez y Güicho; no puede mantenerla, está ahogado y entra al desencadenamiento final de su vida. La pérdida de opciones y del sentido de su vida para hacer lo que sabe y le gusta hacer.
Voy a cerrar con un comentario final: es meritorio en Darío, extraordinariamente meritorio que, desde la adversidad, desde la imposibilidad de éxito, logró escalar a un nivel de impacto trascendente en la literatura española. Las probabilidades, si veías al niño de 12 o 14 años, en un contexto familiar disfuncional, sin soporte económico, proveniente de un país de la periferia política y económica, por lo tanto, sin plataforma de lanzamiento eficaz. Si vemos al niño, es asistente irregular en clase, es un alumno inteligente pero no disciplinado en la asistencia, que no logró título de bachiller y mucho menos universitario: si analizas ese escenario a simple vista, el pronóstico ligero es que va a fracasar.
Pero ese joven dijo “voy a llegar alto”. Es conocida aquella anécdota cuando estuvo en el concierto de piano de su primo: todos aplaudían al primo porque ejecutaba el piano de manera magistral, Darío dijo a un amigo: “Mi primo ha tocado bien y se merece un aplauso. A mí primo lo aplauden en León, a mí me va a aplaudir el mundo”. Esa es la grandeza inmortal del genio. Ese es Darío.
Muchas gracias.