A la memoria de Nicho Marenco. A medio siglo de emblemática protesta (1966-2016)
Francisco Javier Bautista Lara
En el Estadio Nacional, en el juego inaugural del Campeonato de Béisbol Profesional, la noche del jueves 27 de octubre de 1966, “a la altura del octavo inning”, ocurrieron los trágicos sucesos hace cincuenta años (1966-2016). Novedades (viernes, 28/10/1966), definió la protesta como “acción combinada de las células social-cristianas y comunistas, infiltradas en el C.U.U.N y el C.E.U.U.C.A.” (Centro Universitario de UNAN y Centro Estudiantil de UCA), quienes “se lanzaron al campo de juego con un gigantesco letrero, inmediatamente después que el Presidente Lorenzo Guerrero había lanzado la primera bola”. El Estadio se convirtió “en escenario de una espantosa tragedia”, la represión de la Guardia Nacional, “dejó un infausto balance de doce muertos –4 menores-, y aproximadamente cien heridos, fracturados, golpeados o con síntomas de asfixia”, informó el diario oficialista dirigido por Luis Pallais Debayle. El 29 de octubre La Prensa tituló: “Cronología de Una Brutalidad”, indicó cómo, “una demostración cívica, correcta, juvenil y alegre”, se convirtió en una estampida, preludio de la masacre en el Estadio, por la manera en que la policía somocista arremetió al grupo pacífico de jóvenes y al público. Brenda Ortega, presidenta CUUN, dijo en Radio Mundial, que pretendían aprovechar la aglomeración pública para protestar contra Somoza. Desplegaron una larga manta que decía: NO MÁS SOMOZA Centros universitarios.
Unos treinta estudiantes universitarios incursionaron ante una “concurrencia de unas 25 mil personas” en graderías y ante varias bandas de guerra escolares que desfilaron. Novedades calificó de “agitadores comunistas”, y “turbas agüero-comunistas” a los que protestaban. A cargo de la “operación Estadio”, estaban: Brenda Ortega (UNAN) y Dionisio Marenco (UCA), junto a Casimiro Sotelo. Fueron detenidos, golpeados y conducidos a El Hormiguero, ocho: Luis Medal, Bismark Fernández, Julián Roque, Francisco Pérez, Federico Cerda, Ernesto Leal, Casimiro Sotelo, Dionisio Marenco. Según Nicho Marenco, -uno de los tres detenidos sobreviviente después de cincuenta años- (además de Medal y Bismark), ellos entraron, de dos en dos, entre 5.30 y 6.30 p.m., por gradas del left fielder que tenía caída la malla, se colocaron detrás del campo, cruzaron el terreno previo a la inauguración y desplegaron la manta. La Guardia pretendió capturar a todos los participantes de la protesta entre la multitud, por lo que cerraron las puertas del Estadio; el juego comenzó, pero la gente se agitó ante el abuso policial que terminó en masacre. Los detenidos, fueron primero encerrados en celdas de Tránsito, no se percataron de la represión desencadenada, hasta que recibieron visitas esa noche; cayeron presos otros: Dionisio Marenco Palacios (visitaba a su hijo) y Luis Javier Marenco (13 años), Danilo Aguirre, Eddy Khül y Roberto Arévalo.
Novedades, viernes 28 de octubre 1966. (foto de la izquierda: Casimiro Sotelo, Dionisio Marenco y Federico Cerda)
La Prensa, sábado 29 de octubre 1966
Entre aquel grupo, estaba el dirigente revolucionario, estudiante de último año de Derecho, Casimiro Sotelo Montenegro, símbolo de la juventud rebelde, expresidente del CEUUCA, destacado militante del FSLN. Cayó asesinado un año después, al ser otra vez capturado, en el barrio Monseñor Lezcano, a los 24 años, el 4 de noviembre de 1967, junto a Hugo Medina, Roberto Amaya y Edmundo Pérez, cuatro jóvenes que asumieron un compromiso hasta la muerte frente a la demanda popular por derrocar a la Dictadura Somocista.
Cuarenta años después, en noviembre de 2007, cuando el Ing. Dionisio Marenco Gutiérrez era Alcalde de Managua, compañero de universidad y copartícipe en la emblemática gesta del Estadio -como presidente del CEUUCA-, develó el busto de Sotelo en la Avenida Universitaria, frente a la UCA, dijo: “Lo mejor que he hecho es hacerle un reconocimiento a Casimiro, mi amigo, hombre coherente, solidario y excelente estudiante, un revolucionario inigualable”. Juan Bautista Arrién, presente en el homenaje, recordó que siendo sacerdote, fue a la morgue para identificar los cadáveres de los estudiantes que la Guardia había asesinado, dijo que Casimiro tenía 18 o más impactos de bala.
Cuando estudiaba Economía en la UNAN, en 1987, fui condecorado, veinte años después de su muerte, por la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), con la máxima distinción “Casimiro Sotelo”, como mejor alumno de la educación superior, no pude obviar entonces ni ahora, casi treinta años después de aquel reconocimiento, su valor y ejemplaridad como estudiante de la UCA. Guardo con gratitud esta distinción académica, por lo que representa, por el nombre que lleva.
Publicado en El Nuevo Diario, Managua, Nicaragua, el 25 de octubre de 2016:
https://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/408272-medio-siglo-emblematica-protesta/