De la traición al patriotismo heroico de Sandino. Crónicas de mayo de 1927
“Augusto C. Sandino eleva a categoría política la lucha por la `dignidad nacional durante`,llamándola `honor nacional`, y la defiende siete años en guerra absolutamente desigual…” Aldo Díaz Lacayo (2004)
En memoria del general Cabulla Francisco Sequeira Moreno
y su compañera María Conchita Alday,
asesinados por la ocupación militar americana (26.05.1927).
Augusto C. Sandino nació para Nicaragua y para el mundo en su heroica e imperecedera trascendencia, en la plena identidad política de dignidad, conciencia y acción patriótica, social, nacionalista y antiimperialista, nacional, latinoamericana e internacional, a principios de mayo de 1927, a la edad de 32 años, más allá del natalicio ocurrió el sábado 18 de mayo de 1895 en Niquinohomo, cuando Margarita Calderón, desde las conocidas adversidades de origen, lo dio a luz.
En mayo comenzó su existencia humana, material y temporal y, tres décadas después, en mayo nació para superar el espacio y el tiempo abriéndose con ímpetu hacia la inmortalidad…
Sandino comienza a ser Sandino, dejando atrás al hombre común limitado a su entorno inmediato, quien estuvo viviendo, buscando y aprendiendo de las circunstancias particulares de su existencia, construyéndose y moldeándose desde las experiencias del tiempo en que le tocó vivir.Fue impactado desde el instante cuando fue testigo, en los inicios de la ocupación militar norteamericana del siglo XX, el 4 de octubre de 1912, del macabro convoy fúnebre en el que “un piquete de caballería, seguido de una carreta”, en aquella tarde nublada, por Catarina y Niquinohomo, pasó con el cuerpo acribillado del general Benjamín Francisco Zeledón Rodríguez, -asesinado el día del cumpleaños 33-, cuando era llevado para exhibirlo “como trofeo de guerra” por los agresores y cómplices, sin embargo, cuenta Lisandro Zambrana Muñoz (04.10.1913): “El general Zeledón, con una sonrisa en los labios, parecía que se burlaba de la muerte” (Navarro, 2012).Entre la muchedumbre que fue dispersada por los soldados, algunos curiosos y otros indignados, estaba Augusto Calderón, un adolescente de 17 años, quien se mostró con ímpetu para el mundo quince años después, asumiendo con justicia histórica, desde la lucha inclaudicable que emprendió, el reconocimiento a Zeledón como precursor antiimperialista.
Rendicion bajo amenaza e inesperado rechazo
El 6 de mayo de 1927 The New York Time publicó en primera plana: “Rebeldes de Nicaragua se rinden bajo amenaza de guerra por parte de EE.UU. General liberal después de ver a Stimson dice que estamos listos para deponer las armas”. La acción político-diplomática de Henry L. Stimson, enviada personalmente por el presidente de Estados Unidos Calvin Cooligde, obtuvo dos instrumentos imperiales: la amenaza militar y el halago, recompensa o pago para atemorizar, comprar, someter e imponer la voluntad de dominio.
La primera noticia divulgada al mundo y al público norteamericano, después de la reunión y pre-acuerdo entre Moncada, jefe del Ejército Constitucionalista liberal y el delegado plenipotenciario ad-hoc, coronel Stimson, el miércoles 4 de mayo en Tipitapa, especiales: “no ha llegado a un acuerdo de paz definitivo, el general José María Moncada, comandante de los ejércitos liberales, anunció esta noche que ante la insistencia de Estados Unidos estaba listo para deponer las armas…”. Agrega que “Mr. Stimson me habló”, de que “el gobierno de Estados Unidos intenta restaurar la paz en Nicaragua inmediatamente y usará la fuerza si es necesario. Soy enfático y definitivamente en anunciar que los Estados Unidos harán eso”.
Dos días después, el corresponsal de TNYT Richard V. Oulahan publicó: “Confirmada amenaza contra Nicaragua. Abre nueva política”. Agrega que “La evidencia ahora muestra que Stimson obligó a los liberales a ceder o enfrentar los rifles de los marines”, reafirma que aplicaron “la idea del brazo fuerte” y que ello refleja la adopción de la política que se ha de aplicar “en pequeños países latinos perturbados”. Afirma: “No parece haber duda de la información obtenida en la investigación de hoy de que el Gobierno de los Estados Unidos ha intervenido en Nicaragua…”. El jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el republicano William E. Borah, se expresó “satisfecho por los términos” del acuerdo.
La revista Time publicó el 16 de mayo: “NICARAGUA: No a la guerra. El presidente Calvin Coolidge les pareció a los nicaragüenses la semana pasada que había asumido franca e incluso conscientemente el papel de dictador en los asuntos de Nicaragua”… El 23 del mismo mes: “NICARAGUA: Poder Superior.Las actividades del presidente Coolidge, actuante a través de su representante personal en Nicaragua, Henry Lewis Stimson, provocaron la semana pasada un comentario del senador estadounidense Robert Marion LaFollette (republicano): “La admisión por parte del Departamento de Estado de que el Sr. Stimson, hablando en nombre del presidente Coolidge, amenazó con una guerra abierta contra los liberales de Nicaragua es una revelación sorprendente de que el presidente, al llevar adelante su política de imperialismo despiadado en América Central,
El TNYT (7.05.27), con el titular: “La tregua en Nicaragua la gana Stimson”, difundió los términos del “acuerdo”:
…/… El programa para el establecimiento de la paz y su continuidad fue incluido en el comunicado del Departamento de Estado como sigue:
-
- Completar el desarme de ambos lados.
- Paz general inmediata para permitir la nueva cosecha en junio.
- Amnistía general para todas las personas en rebelión o exilio.
- Retorno de todas las ocupaciones o propiedades confiscadas a sus dueños.
- Participación de los liberales en el gabinete de Díaz.
- Organización de una constabularia nicaragüense, no partidaria, comandada por oficiales americanos.
- Supervisión americana de las elecciones de 1928.
- Continuación temporal en el país de una suficiente fuerza americana de marines como garantía de orden mientras se organiza la constabularia.
De esto se ve que la política de supervisión que los Estados Unidos ha estado operando en los países del Caribe insular, en la República Dominicana y Haití, se extiende a Centroamérica.
Esto es de extrema importancia en tanto que no implica una nueva política en las pequeñas naciones latinoamericanas que han sufrido los efectos de frecuentes revoluciones políticas armadas. Indica una intención por parte de la Administración Coolidge de aplicarlo de manera más general con miras a prevenir disturbios que podrían significar problemas para los Estados Unidos en sus relaciones internacionales. …/…
Esta precisa enumeración de “acuerdos” tiene, para la historia una connotación relevante. En particular, el punto 6, sobre la “organización de una constabularia”, estaba dando origen, desde la disposición norteamericana, a la Guardia Nacional, instrumento de dominación al salir los marines en 1933 y soporte de la Dictadura Somocista que se prolongó por más de cuatro décadas.
Según JE Arellano, aunque la “Constabulary” (anterior) fue una “institución efímera” que se disolvió “por haber negado el expresidente Solórzano a pedir marinos norteamericanos para recuperar la Loma de Tiscapa, tomada por Chamorro” (El Lomazo, 25.10.1925 ), es “la antecesora de la verdadera Guardia Nacional creada por Henry L. Stimson el 11 de mayo de 1927, cuando se reunió con José María Moncada por segunda vez bajo el Espino Negro de Tipitapa”. “La GN consistía en una maquinaria militar, organizada y dirigida por oficiales de la USMC ( United States Marine Corps ) para combatir a Sandino y supervisar las elecciones de 1928. Concebida por Stimson, fue la herencia de la intervención a Somoza García, su quinto jefe director (sin incluir dos interinos) y el primer nicaragüense”.En la visita de Stimson a Nicaragua (mayo 1927), Somoza García, por la facilidad con el idioma inglés, su cercanía y parentesco con Moncada, fue uno de sus interlocutores (Simpson escribió en su diario: “es un joven liberal, franco, agradable y amistoso, cuya actitud me impresiona positivamente más que la de ningún otro” -Arellano, 2019-).
Cuando Stimson llegó por última vez a Tipitapa para hablar con Moncada sobre el asunto del desarme pronunció el discurso que El Comercio publicó (24.05.27) con el titular: “Mr. Stimson ante el general Moncada en la última conferencia de Tipitapa. Frases de Mr. Stimson para el Gral. Moncada y sus oficiales”:
“General Monada:
He venido aquí a saludar a Ud. y sus oficiales porque los respeto y admiracion. No solamente ha luchado con valentía y abnegación por la causa en que cree sino también porque su conducta desde nuestra conferencia del 4 de mayo, ha demostrado que pone la felicidad de su patria por encima de todo éxito personal, de partido o militar.
ud. me dijo en nuestra última entrevista que su ejército quería tener la seguridad de que mi país, los Estados Unidos, haría todo cuanto pudiera para garantizar una elección libre en Nicaragua en el año de 1928. Yo le contesté que, a mi presidente, el señor Coolidge, le animaba el mismo deseo y que se esforzaría por asegurar al pueblo de este país una elección libre, equitativa e imparcial sin favoritismo hacia ningún partido.
Eso lo considero yo como un compromiso solemne que se debe a los hombres que han dado sus vidas en los campos de batalla en que su ejército ha luchado con tanto valor. Voy a informar en este sentido a mi jefe, el presidente de los Estados Unidos, y es mi ferviente deseo que de nuestro encuentro surja para Nicaragua una era nueva, una era de paz, duradera y de libertad, una era de verdadera prosperidad.”
Pasados diez días de la primera reunión (fueron varios encuentros) en Tipitapa donde se formuló el llamado “Pacto del Espino Negro”, TNYT (14.05.27) divulgó: “Nicaragua declara final de la revuelta”:
…/… “ El coronel Stimson dijo que planeaba salir para Nueva York el lunes después de recibir ayer el mensaje del general Moncada, el líder militar liberal, y de once de los generales que aceptaron los términos del desarme y la reconstrucción .
Solo un general liberal, Sandino, rechazó los términos, y ha partido con una pequeña banda de hombres. Los problemas que pueden plantear grupos como el encabezado por Sandino ocuparán la atención de la policía local, que se formará según los términos del acuerdo, y de los infantes de marina americanos, que erradicarán por la fuerza, si es necesario, el bandolerismo en el país” …/…
El mensaje de Stimson que hizo público el Departamento de Estado el 12 de mayo dice:
“A las 4.30 de la tarde, recibí el siguiente telegrama de Boaco: Los jefes militares del Ejército Constitucionalista, reunidos en hoy sesión, están de acuerdo en aceptar los términos de la declaración hecha por el general (coronel) Henry L. Stimson, representante personal del presidente Coolidge de los Estados Unidos, y consecuentemente han resuelto declinar las armas. Ellos esperan que sean recibidas inmediatamente las armas por una fuerza suficiente para garantizar el orden, la libertad y la propiedad.
Fue firmado por Moncada y una vez generales, incluyendo a todos los jefes destacados excepto Sandino. Me informan que estos últimos salieron con un pequeño grupo de hombres. Creo que esto marca definitivamente el final de la insurrección. Camiones con escoltas de infantes de marina partieron esta mañana para recibir las armas.” …/…
“La 43 compañía de marinos fue ordenada de ocupar Boaco esta mañana en acuerdo con el general Moncada. Los marinos fueron acompañados por oficiales comisionados autorizados para recibir las armas de las fuerzas del general Moncada y en nombre del Gobierno de Nicaragua para pagar 10 córdobas por cada rifle y arma de fuego entregada”.
“El presidente de Nicaragua ha nombrado al Teniente Col. RY Rhea del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos como director de la Guardia Nacional quien asume inmediatamente”.
La revista Time publicó el 30 de mayo: “Seis mil doscientos rifles, 272 ametralladoras y 5.000.000 de municiones fueron entregados la semana pasada a las fuerzas estadounidenses en Nicaragua por los ejércitos liberal y conservador, hasta ahora involucrados en una guerra civil (TIME , 17 de mayo de 1926). El coronel Henry Lewis Stimson, representante personal del presidente Coolidge, supervisó esta operación y cablegrafió: “La guerra civil en Nicaragua ha terminado definitivamente”. El 6 de junio, la misma revista escribió: “NICARAGUA: Transición a la Paz. Un abogado de Manhattan que había desarmado a la República de Nicaragua en 60 días con la ayuda de 3.000 marines estadounidenses llegó la semana pasada a la Casa Blanca e informó al Presidente.Oficialmente, el abogado Henry Lewis Stimson no había ocupado ninguna carga, aunque se le llamó por cortesía “Representante personal del presidente Coolidge” (TIME, 18 de abril). En realidad, con el presidente detrás de él y sin el Congreso en sesión, el Sr. Stimson había ejercido el poder de vida o muerte. Por persuasión y amenazas de fuerza había obligado a los asediados ejércitos Conservador y Liberal de Nicaragua a deponer las armas y someterse al control estadounidense de Nicaragua hasta 1928, cuando los Estados Unidos garantizaran supervisar una elección imparcial”.
Moncada cedió ante la amenaza de usar contra él y su tropa rebelde la fuerza militar y los halagos que el representante del poder imperial norteamericano le consiguió, no tenía interés en confrontar a los americanos, no solo por la capacidad bélica que exhibían en el país bajo control, sino porque guardaba afinidad político-ideológica con sus intereses, en general hay proximidad y dependencia entre oligarquía e imperialismo, si acaso solo contradicciones temporales y circunstanciales.Al ceder ante el extranjero, en condiciones de ocupación y control hegemónico, apartar los principios constitucionales y patrióticos que pueden motivar la lucha, aceptar con docilidad la continuidad de ese estado de cosas, actúa opuesto al patriotismo, cede soberanía e ignora la independencia frente a la potencia extranjera, se opone al bien común legítimo, se somete a los dictados externos, se doblega ante la voluntad del invasor, es, por lo tanto, él y sus seguidores, traidores a la patria. La decisión política de consecuencias jurídicas al aceptar el “acuerdo” o someterse a él, es un vergonzoso acto de traición, cesión de soberanía y renuncia a la independencia que seguirá manifestándose como una triste conducta de los grupos libero-conservadores.
Al concluir la Guerra Constitucionalista con el Pacto del Espino Negro, se cerraron de manera definitiva –renunciaron para siempre- los últimos vestigios progresistas del liberalismo del siglo XIX, del que fue parte, Cleto Ordoñez Bermúdez, líder mulato granadino de la primera Revolución Popular, Antioligarca y Antiimperialista de la historia nacional (1823-26).
Aunque el primer encuentro de Tipitapa ocurrió el 4 de mayo, fue una semana después, el 12, cuando Moncada, se reunió en Boaco con los generales del Ejército Constitucionalista que comandaba para explicarles los alcances del acuerdo y persuadirlos de aceptar los términos del desarme, convenció a once de ellos y lo comunicó a Stimson mediante telegrama. Aquí Stimson y sus superiores conocieron que “ Solo un general liberal, Sandino, rechazó los términos, y ha partido con una pequeña banda de hombres”. La noticia del rechazo fue incluida en el comunicado del Departamento de Estado y divulgado por The New York Time, fue la primera difusión internacional de la “gesta imposible” iniciada fuera de previsión, cuando surgió un personaje agigantado que comenzó a ser visible ya asumir un creciente protagonismo patriótico de dignidad que, al principio, aunque fue subestimado por el poderío norteamericano, no dejaba de ser una preocupación indeseable.
Desde cualquier análisis político y militar, fue un acto temerario, una locura. Fue una decisión suicida y absurda porque carecía de la mínima probabilidad de éxito. Es la evidencia del heroísmo sustentado en la convicción y el compromiso. No se cree posible que un individuo con un grupo de rebeldes inexpertos con logística limitada, se atreviera a oponerse a la decisión de Estados Unidos y pretendiera enfrentar al ejército más poderoso que tenía bajo control militar, político y económico al pequeño país centroamericano en la continuidad de la segunda etapa de la ocupación militar (diciembre 1926 – enero 1933). Según JE Arellano “la hegemonía estadounidense era total. Nicaragua estaba intervenida militar, política y financieramente”. (2019).\
Ocupacion militar de Estados Unidos
Desde el vergonzoso y simbólico momento que los americanos se instalaron en la Loma de Tiscapa, sede del poder político-militar, arriaron la bandera nacional para izar la de EE.UU. hasta mayo 1927, había sido desplegada en el territorio nicaragüense la mayor fuerza militar norteamericana en América Latina en aquel tiempo.
El 12 de mayo se anunció el desembarco de 800 marines más: 400 vienen de Quántico, 100 de la isla de París y 300 de Puerto Príncipe, para reforzar las tropas al mando del contralmirante Latimer que tienen unos 3 mil hombres llegando hasta 5 mil durante los meses siguientes.
TNYT (12.05.27) refiere la presencia de infantes de marina y de “chaquetas azules”: “Durante la etapa inicial de la guerra civil en Nicaragua, varios barcos de guerra estadounidenses desembarcaron infantes de marina y marineros que formaron parte de sus tripulaciones. Posteriormente se producirán unos 2000 infantes de marina desde los puertos de Estados Unidos, y por el momento se mantendrán allí. Uno de los términos de la tregua de Stimson entre conservadores y liberales nicaragüenses era que los infantes de marina estadounidenses se quedarían para supervisar las elecciones del próximo año y ayudarían en la formación de una constabularia”. Según TNYT (19.05.27): “El submarino Argonne pasó a través del canal ayer y navegó la noche anterior para Corinto con 300 marines de Haití.El portaaviones Aroostook, con 100 marinos embarcados en Charleston, arribaron a Cristóbal esta mañana y cruzaron el canal hoy. Traen seis aviones y personal de aviación”.
El diario El Comercio (25.05.27), refirió la llegada a Managua de seis aviones. Las piezas fueron transportadas del ferrocarril al campo de aterrizaje para ser armados. Los nuevos aeroplanos, más siete que tenían los marinos y tres del gobierno, sumaron dieciséis, convirtiendo a Nicaragua en la república centroamericana con mayor fuerza aérea. Los tres aviones nacionales fueron utilizados por los pilotos Mason y Brooks para bombardear con dinamita Chinandega durante la Guerra Constitucionalista (feb. 1927), expandiendo el incendio, provocando daños humanos y materiales hasta convertirla en “Ciudad mártir”.
Los aviones recién llegados protagonizaron en Ocotal, la tarde del 16 de julio de 1927, el segundo bombardeo aéreo, el primero organizado en picada ya baja altitud en apoyo de tropas terrestres: “habían sido armados con bombas livianas de fragmentación y fajas completas de municiones para ametralladoras”, el mayor Rowell comandaba el escuadrón (Magee, V.). Tanto la incursión en Chinandega, -en la Guerra Constitucionalista-, como la de Ocotal, -con la resistencia de Sandino-, cambiaron los resultados de la acción militar: en el primero, las fuerzas gubernamentales conservadoras, apoyadas por marinos, estaban por perder Chinandega, y en el segundo, era inminente la caída de la guarnición que comandaba el alcalde Hatfield ante el asedio de los revolucionarios.En ambos casos, la inesperada intervención de la aviación americana sembró destrucción,
Para mayo de 1927 todas las plazas de las principales ciudades estaban ocupadas por guarniciones de marines, las rutas y estaciones del ferrocarril de Nicaragua, el puerto de Corinto y las principales vías de comunicación, estaban bajo control de los destacamentos militares de los invasores.
Oposición de Sacasa
Juan Bautista Sacasa, vicepresidente liberal depuesto por el golpe de estado conservador al presidente Carlos Solórzano, quien renunció y, por lo tanto, quedó Sacasa como presidente constitucional, al asumir el gobierno el conservador Adolfo Díaz por designación de EE.UU. se desencadenó la Guerra Constitucionalista (noviembre 1926 – mayo 1927). El Ejército Constitucionalista era dirigido por Moncada.
Sacasa se instaló con el gabinete depuesto en Puerto Cabezas, protestó contra la permanencia de Díaz, rechazó el desarme impuesto por Stimson y decidió por Moncada. TNYT (15.05.27) dice que Sacasa “Deplora nuestra imposición” y “decide mantener su propio gobierno alejado de Managua”. El 22 de mayo El Comercio informa: “Líder liberal sale con gabinete para Guatemala y pone fin al gobierno de Puerto Cabezas. Espera regresar en 1928”: “según un oficial norteamericano quien vino de parte del general Logan Feland a comunicarnos la noticia de que el doctor Sacasa había salido antenoche de Puerto Cabezas con rumbo a Costa Rica”.
Esta posición inicial de Sacasa, la denuncia que hizo sobre la inconstitucionalidad del “acuerdo”, la inconformidad con el desarme que Moncada y la mayoría de generales aceptaron, tuvo coincidencia con la resistencia que Sandino inició. Además, había sido por la causa constitucionalista, el derecho de Sacasa a ocupar la presidencia, que Augusto Calderón se sumó a los rebeldes siete meses antes. Aunque la ruta de la lucha que emprendió Sandino se alejó de manera radical de las posiciones entreguistas, mediatizantes y oligarcas que la cúpula libero-conservadora impulsaba. Seis años después, al asumir la presidencia Sacasa el 1ro.de enero de 1933 y con la salida de los marinos del territorio nacional el 2 de enero, tuvo, a pesar de la desconfianza, la posibilidad de aproximarse al gobernante –asunto que los americanos sabían ocurriría,
Jefes liberales celebran
El 17 de mayo, después de anunciada la aceptación del “acuerdo” Moncada-Stimson, los jefes liberales se concentraron en el hotel Lupone, Gran Hotel (El Comercio, 18.05.27 ) : “Hay una compacta masa de curiosos frente al portón ya lo largo de sus barandales erizados de púas. Los curiosos no sienten nada, y, solo cuando los policías norteamericanos llegan a espantarlos esgrimiendo sus inquietadoras clavas”. Entre los que celebran en mesas y conversan en pasillos están, oficiales americanos y nicaragüenses, entre otros, los generales Augusto Caldera, Carlos Castro Wassmer, Francisco Parajón, Crisanto Zapata, Juan Escamilla (mexicano), general Herr Miller (alemán), Salvador Sobalbarro , Alejandro Plata, Luis Beltrán Saldoval, Daniel Mena, Alejandro Cerda.
El Comercio publicó en primera plana una fotografía (muy borrosa) con el titular: “NUESTRA NOTA GRÁFICA DE HOY. El Gral. Moncada con los otros jefes de su Ejército”. Pie de foto: “En Tipitapa, antes de venir a la capital, el objetivo detuvo por un momento en esta “pose” al general José María Moncada que aparece en el centro de la fila de adelante. En la misma fila de derecha a izquierda los generales Juan Escamilla, Miller, Alejandro Plata y la señora María de Vittoff. Después de los generales Francisco Parajón y Daniel Mena. Arriba, de izquierda a derecha, los generales Augusto Caldera, Alejandro Cerda, Santiago Callejas h., Salvador Sobalvarro y Carlos Pasos. Detrás, don Hermann Vittoff y el coronel Cordero”.
El espectáculo de la rendición y la sumisión ante el poder extranjero fue evidente y vergonzoso cuando el domingo 15 de mayo, firmado y aceptado el acuerdo-imposición por todos los generales, excepto algunos, -en particular, a esa fecha, Sandino en el norte y Cabulla en occidente, quienes están ausentes de la celebración-, ingresaron a Managua Moncada con los jefes liberales, una parte del ejército desarmado, la custodia de marines y altos representantes americanos. El Comercio describió así los acontecimientos (18.05.27):
…/… “Desde las primeras horas de la mañana del domingo pasado se supo en esta capital que por la tarde ingresaría el general José María Moncada, los jefes de la revolución y una parte del ejército. Como a las nueve de la mañana entraron los primeros, a bordo de varios autos, vivando al Partido Liberal y con divisas rojas. La ciudad empezó a agitarse, gran expectación había por doquier.
Varios pelotones de marinos norteamericanos salieron de su campamento del Campo de Marte, dirigiéndose hacia la Quinta Niña para ejercer vigilancia. Muchos de ellos iban armados de ametralladoras “Thompson”. Los pelotones fueron distribuidos en las esquinas y formando una valla, con largo intervalo entre un soldado y otro. A lo largo de la calle de La Momotombo, millares de personas acudieron a tomar sitios para ver pasar al ejército. Multitud de mujeres vestían de rojo, otras ostentaban lazos encarnados en la cabeza y en el pecho. Hasta señoritas de nuestra sociedad vestían de púrpura. Como a las 5 pm. una corriente humana invadió los alrededores de La Momotombo.
A las seis menos diez minutos entró por La Momotombo el desfile de autos. Primero iba un carro con dos americanos debidamente armados presidiendo a los otros carros. Después iban a bordo de la limusina que perteneció al general Chamorro, el Ministro Americano Mr. Charles Eberhardt, el contralmirante Julián L. Latimer y el general José María Moncada, un oficial sentado junto al chofer, dos marinos en cada guardafangos y otro en el porta-llantas traseras. En otro carro, junto con dos oficiales, iba don Ramón Solís, y en otros autos, oficiales norteamericanos y miembros de alta graduación del ejército revolucionario.
La muchedumbre prorrumpió en vivas y hurras. El general Moncada saludaba con la mano. Así recorrieron sobre la calle La Momotombo hasta el Hotel Lupone. Seguía el carro de la Legación Americana, llevando al general Henry L. Stimson, su señora esposa, Mr. Dawson, el secretario de la Legación Mr. Mc`Veagh y un oficial. Al llegar los autos al Lupone, la gente se lanzó sobre ellos ovacionando a los recién llegados. Cuando el general Moncada bajó del auto, un grupo de entusiastas le arrojó pétalos de flores, entregándole numerosos ramos.
Momentos después, el general Moncada recibió una invitación del general Feland para que pasara a su residencia en la Escuela de Artes en donde fue obsequiado con una copa de champaña. Concurrieron también Mr. Stimson y señora, Mr. Eberhardt, Mr. Dawson, Mr. Mc`Veagh y alta oficialidad americana.
En distintos autos llegaron al Lupone, el general Miller vestía pantalón y camisa blanca, sombrero de pita con divisa roja, botas altas y portaba al hombro un bolso de cuero. Es delgado, de regular estatura, trato afable, habla bastante español, tiene la dentadura calzada de oro. El general Francisco Parajón vestía uniforme kaki, fino sombrero de fieltro con amplias alas. Es bastante moreno, de aspecto sencillo, mirada serena, un poco robusto: es el Caballero de la Guerra. Alguien gritó al llegar al auto: ¡El general Parajón! Una ola humana se lanzó a ovacionarlo. Todo el mundo quería estrechar su mano. Entre un torbellino de gente penetró al hotel el Caballero de la Guerra. General Luis Beltrán Sandoval, moreno, bastante robusto, vestía de paisano, traje crema, fina corbata y sombrero “Stenson”. Fue aclamado. General Salvador Sobalvarro; vestía uniforme kaki de campaña, amplio sombrero de fieltro. Sus numerosos amigos lo recibieron con muestras de vivo cariño. General Alejandro Plata, de alta estatura, bastante moreno, vestía traje kaki, sombrero de fieltro. General Daniel Mena; también iba uniformado de kaki con amplio sombrero de fieltro.Después llegaron los generales Alejandro Cerda y Eliseo Duarte, quienes, junto con los anteriores, fueron calurosamente ovacionados.
Como medida de orden se dispuso que esa tarde no entrara el horrible del ejército, quedando acampado en el Hospicio Zacarías y en otros sitios, quedando los generales Carlos Castro Wassmer y Juan Escamilla, al mando de la infantería el primero, y de la caballería el segundo.
…/… En patrullas de cincuenta individuos, custodiadas por marinos, el lunes fueron conducidas a la estación las fuerzas de Occidente. El general Carlos Castro Wassmer estuvo en la estación del ferrocarril a embarcarlas en un tren especial que salió a las diez y media de la mañana. Todos los soldados llevaban su divisa roja. También la caballería penetró por pelotones a la ciudad custodiada por marinos americanos. La mayor parte de los soldados montaban en mulas y buenos caballos.
…/… El delegado Mr. Stimson y su señora esposa, el ministro Eberhardt, Mr. Dawson, Mr. Mc`Veagh y la alta oficialidad americana, llegaron hasta Tipitapa a traer al general Moncada. …/…
Sandino sin rendirse
De la columna de Jinotega han llegado a Managua, para conferenciar con Moncada, los generales Samuel Santos y Fernando González. Al concluir la conversación con los generales liberales, “el general Moncada salió en automóvil hacia la Escuela de Artes, residencia del general Logan Feland, en donde dio cuenta de la última determinación de los soldados liberales”, después volvió al hotel Lupone para continuar partiendo (19.05.27). En el informe que Moncada hace al comandante de la ocupación militar americana sobre la posición rebelde de Sandino, incrementa, a medida que transcurre el tiempo, la preocupación de liberales e invasores. Es de suponer que Feland, insistió ante el futuro presidente designado por los americanos (1929 – 1932),
Según González, el general Sandino cuenta con “unos mil hombres o un poco más” y “tenemos 4 ametralladoras”, que “Sandino no conoce los arreglos del general Moncada y todavía sabe elevar sobre las almenas de su patriotismo, la muestra evidente de su protesta armada”. Dice: “Sandino está dispuesto a volarle plomo aun a los mismos americanos, si las condiciones del arreglo no le agradan. Nosotros haremos lo que nos ordene el general Moncada”. Comentario: “El general Samuel Santos y yo, hemos venido para consultar con el general Moncada los detalles y condiciones del arreglo. Santos y yo estamos dispuestos a obedecer las órdenes de Moncada, pero allá en Jinotega, quien sabe”.Se dice que, después de los generales Santos y González, “permanecen todavía con el rifle en la mano, los generales Augusto C. Sandino, Paulino Norori, Benito López,
Ese 18 de mayo se comenta que “El general Feland irá con el general José María Moncada a Matagalpa”, viajarán en autos acompañados de un destacamento de marines “con el fin de terminar con las columnas liberales que han quedado en aquel departamento”. Se dice que “irán a Jinotega a recoger las armas del general Augusto C. Sandino quien ocupa aquella plaza al mando de 800 hombres”.
Acompañado de varios oficiales y marinos americanos, Moncada estuvo viajando a Jinotega el lunes 23 de mayo: “Como hay proposiciones delicadas que no pueden resolverse por medio de delegados, el general Moncada resolvió ir personalmente a tratar el asunto con el general Sandino” .. .. “A las 10 y minutos de la mañana de ayer salía el general Moncada y compañeros de esta ciudad con el fin de lograr la pacificación y el desarme de los revolucionarios en aquella zona”. ( El Comercio , 24.05.27).
Moncada va con la misión de tratar con Sandino las condiciones del desarme, lo acompañan oficiales americanos, Anastasio Somoza, el lugarteniente de Moncada coronel Heberto Correa y don Gregorio Sandino, padre de Sandino ( El Comercio , 25.05.27): “Parece que este jefe no está muy de acuerdo con el hecho de tener que entregar las armas, pero el general Moncada le explicará la situación y la conveniencia de que cesa toda acción armada en el país para dar comienzo al nombramiento de autoridades liberales en los seis departamentos de que habla el convenio Moncada-Stimson”. Dicen que “El papá de Sandino fue también con el fin de hacer ver a su hijo, la inutilidad de toda resistencia, ya que la lucha con los americanos no daría por resultado más que el destrozamiento de otro montón de hombres nicaragüenses”.
Según las noticias “el general José María Moncada llegó a Jinotega ayer en la mañana acompañado de varios marinos norteamericanos. Con el general Augusto C. Sandino estuvo partiendo largamente sobre el desarme de las fuerzas liberales que permanecieron acampadas en aquella plaza. El general Moncada explicó al general Sandino los términos del desarme que había convenido para cesar las hostilidades que tanta sangre ha costado al país”. Se espera que pronto comience el desarme de las tropas y que “el estado de sitio será levantado tan pronto como el general Augusto C. Sandino entregue las armas del ejército revolucionario acantonado en Jinotega”. Algunos dicen que “el jefe Sandino ha de haber firmado ayer su compromiso de desarmarse él y los suyos para asegurar de este modo la pacificación de todo el país”.
Sandino, quien hasta abril de 1927 no tuvo relevancia en la opinión pública nacional e internacional, ni estaba en la cúpula del Ejército Constitucionalista al que se incorporó desde octubre de 1926 junto a un grupo de hombres bajo el mando del Gral. Moncada, a partir de mayo de 1927 comienza a convertirse en una figura clave, destacada e imposible de obviar que preocupa por su disidencia a sus antiguos jefes liberales, al gobierno conservador de Díaz, a las fuerzas de ocupación americana ya los representantes de los intereses geopolíticos americanos quienes inicialmente percibieron, al igual que el general Francisco Sequeira (Somotillo, 1903 – El Viejo, 26.05.1927), alias Cabulla, en occidente (participe de batallas relevantes en la Guerra Constitucionalista), como un joven rebelde (24 años) fácil de engañar y eliminar, pero,
Los diarios nacionales y extranjeros comenzaron a trabajar con Sandino de manera constante. El Comercio publicó en primera plana, por primera vez, en el incierto contexto sobre el desarme o no del rebelde de Niquinohomo:
“ La nota gráfica de hoy.
Jefes de la Revolución.
General Augusto C. Sandino, jefe de la columna revolucionaria de Jinotega
con quien ha estado conferenciando el general Moncada para obtener el desarme
de esas fuerzas. Sandino es el último jefe armado de la revolución”.
Aunque en el lenguaje común, periodístico y político se calificó de “revolucionario” a los alzados liberales en la Guerra Constitucionalista, en aquel momento de mediados de mayo de 1927, el titular y el pie de página publicado, es una premonición sobre el surgimiento inminente de un líder revolucionario que, quizás sin percatarse todavía, estaba cambiando el carácter y el sentido de la lucha, en la profundidad esencial de nuevos propósitos nacionalistas, patrióticos, indo hispanos y antiimperialistas, de soberanía e independencia.
Gustavo Paguaga, líder conservador segoviano, comentó que la plaza de Ocotal tuvo tres intentos de toma. El primero el 25 de agosto por el general Juan Simón Padilla con novecientos hombres. El segundo el 31 de diciembre con los generales Camilo López y Aguilera, y el tercero, el 17 de enero, cuando los mismos generales se volvieron a presentar. Finalmente, en marzo de 1927, la plaza fue tomada, cuando la guarnición gubernamental fue reducida, “los revolucionarios, sabedores de la evacuación de El Ocotal, ocuparon la plaza sin ninguna resistencia al mando del jefe liberal, general Sandino” (El Comercio, 25.05.27). Esta última fue quizás la acción militar más visible, aunque poco relevante que, durante la Guerra Constitucionalista, protagonizó Sandino. Ahora, su rechazo al “acuerdo-impuesto”,
Aunque, como él solía afirmar “no era ni militar ni político”, se demostró durante los seis años siguientes, con sólido liderazgo político, evidente destreza militar y habilidad natural para comunicar un mensaje político-ideológico claro, contundente y movilizador. Según Aldo Díaz Lacayo (2010) “le bastaron seis años para completar su formación político-ideológica en la universidad de la vida”, cuando salió de su pueblo natal, entre junio de 1920 y volvió a Nicaragua en junio de 1926, después de su paso por Centroamérica (1921-23) y principalmente su estadía en México (Tampico y Veracruz, 1923-26), en la efervescencia sociopolítica y antiimperialista de la Revolución Mexicana.
Los siete meses anteriores a mayo de 1927, como partícipe en la Guerra Constitucionalista y su interacción con los grupos liberales, sumados a su sensibilidad social y lo experimentado en México, fueron importantes insumos para incursionar con vigor en esa encrucijada de su vida que impuso una nueva etapa histórica para Nicaragua y Latinoamérica, desde una férrea y auténtica convicción que se fue consolidando en el transcurso de la lucha, siendo testigo de la penosa sumisión al invasor extranjero, la evidente complicidad entreguistas de los partidos tradicionales y las demandas sociales insatisfechas para la la mayoría de la población excluida.
El coronel, abogado y político republicano Henry L. Stimson, -futuro Secretario de Estado (1929-33) y Secretario de Guerra (1940-45) de los Estados Unidos-, después de recibir el Doctorado Honorario de la Universidad de Granada, múltiples manifestaciones y reverentes saludos de muchos que demandaban verlo para estrechar la mano con pleitesía, salió de Nicaragua el 18 de mayo, presumiendo del cumplimiento de la misión atendida.
Era el día del cumpleaños 32 del único líder rebelde que no se rindió y al que se sumó un grupo de patriotas y después una multitud de héroes conocidos y desconocidos en lo que Gabriela Mistral llamó “Pequeño Ejército Loco de voluntad y de sacrificio” (1931) ), locura y voluntad contagiada por Sandino desde la audaz y temeraria decisión nacionalista, digna y soberana que parecía absurda en mayo de 1927.
Stimson llegó a Washington el 22 para presentar ante Calvin Coolidge, presidente de EE.UU., el informe de la pacificación y control de Nicaragua conforme a los intereses norteamericanos. Sin embargo, en el país, había quedado sembrada, frente a la amenaza y los halagos que llevaron a la sumisión, la resistencia con dignidad de quienes “no se venden ni se rinden”, por la soberanía, la autodeterminación y la independencia de Nicaragua que Sandino, “hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no me toque ver otro” -dijo Mistral-, héroe de la patria, Padre de la Revolución Popular y Antiimperialista, instauró como bandera irrenunciable y principio nacional fundacional.
Principales fuentes bibliograficas
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