DOS SUCESOS CLAVES DE LA PATRIA
El cronista Fernández de Oviedo refiere la grandeza de un cacique en un territorio de población importante que se sitúa al lado de una laguna que desagua en la de Granada y que tiene un estrecho…: “en aquel cacique de Itipitapa había tres mil quinientas ánimas y eran en ellos ochocientos arqueros”. El cacicazgo del pueblo indígena a orillas del Xolotlán está relacionado, según investigación arqueológica e histórica, al sitio San Cristóbal de Managua (Ruppert, Goodstein, Wiss, Espinoza). El asentamiento data de unos dos mil años y, aunque perdió relevancia durante la Colonia por la supremacía de Granada y León, esconde bajo tierra veinte siglos de existencia humana.
Tipitapa, del náhuatl, “lugar de los petates de piedra”, territorio y río que desagua de un lago al otro, puente de paso, puerto hacia el norte y al este, conexión que junta y separa, ventana que asoma el pasado para ventilar la historia y construir porvenir.
De aquel nombre, invocación de multitud de vidas que allí pasaron, con luchas, resistencias, sufrimientos y victorias, por los desastres naturales, adversidades y esperanzas, en la proximidad donde fluye energía de conciencia colectiva y aliento a pesar del olvido, quizás proviene la esencia vital de dos acontecimientos claves: sucesos que iniciaron dos períodos de lucha por la liberación nacional, por la soberanía y la reafirmación de la independencia.
Batalla de San Jacinto – Guerra Nacional de Centro América
El domingo 14 de septiembre de 1856, en la hacienda San Jacinto, Tipitapa, ocurrió la emblemática batalla de los patriotas nicaragüenses en contra de los filibusteros. Fue entre el fin de la guerra civil entre liberales y conservadores e inicio de la Guerra Nacional de Centro América para expulsar a los invasores. Aunque ha sido calificada de escaramuza porque no tuvo la magnitud de las posteriores batallas de Masaya, Granada y Rivas, por las circunstancias, por el impacto moral en los agresores y en los heroicos defensores, tiene mérito para ser conmemorada en sí misma.
La batalla rechazó a las tropas de Walker quien permanecía en Granada desde la toma de la ciudad (octubre 1855) y dos meses antes se proclamó presidente (12 de julio). Según Walker: “la presencia del enemigo en San Jacinto era un serio inconveniente para el abasto de víveres, y cuando fue conocida en Granada, un gran número se presentó voluntariamente para ir a desalojar a los legitimistas –conservadores- en la casa que ocupaban”. Salieron el 12, pasaron por Masaya, llegaron a Tipitapa en la mañana del 13. Al mando iba el Tnte. Cnel. Byron Cole, el que obtuvo la “concesión de colonización” de Castellón para traer a los filibusteros (dic. 1854) y endosó después a Walker.
Ante el ataque, la guarnición acantonada en la hacienda, a pocos kilómetros del pueblo de Tipitapa, al mando del coronel José Dolores Estrada, venció. Walker escribió: “El ataque debió hacerse por tres puntos diferentes… Así casi simultáneamente y cuando los hombres se encontraban a pocas varas de distancia de la casa, todos los jefes y casi un tercio de la fuerza, quedaron muertos o heridos. Entonces los demás viendo que ya nada podía hacerse con lo que quedaba se retiraron llevándose sus heridos, y en pocos minutos estaban en plena retirada hacia Tipitapa”. Dice el filibustero: “En la atrevida, pero inútil carga que dio sobre San Jacinto, pereció Byron Cole, cuya energía y perseverancia había contribuido tanto a la venida de los americanos a Nicaragua”.
El cabo Faustino Salmerón, quien se encontraba de vigía en la nublada mañana, divisó las tres columnas que avanzaban y dio aviso oportuno. Después del enfrentamiento fue enviado en persecución de los que huían, alcanzó en San Ildefonso, como a 6 kms. de San Jacinto, a Cole a quien ejecutó con machete. Fue “el principio del fin” de los filibusteros.
La derrota de los americanos parecía imposible, la victoria de los patriotas fue heroica; retomaron la acción ofensiva; la muerte de Cole tenía alto valor para los invasores y su jefe filibustero, la batalla ocurrió dos días después del Acuerdo entre líderes nacionales en conflicto y representantes militares de Centro América (12 septiembre) para enfrentar unidos al invasor, lo que cambió la naturaleza de la guerra, planteó que, aunque la guarnición y su jefe eran legitimistas, la acción reafirmó el nacionalismo-centroamericano contra el invasor extranjero.
La batalla de San Jacinto es preámbulo de la Guerra Nacional de Centro América, aunque sucedió dos días después del Acuerdo que finalizó una etapa e inició otra, inaugura la ofensiva victoriosa, abre un histórico capítulo primordial, reafirma valores de patriotismo, dignidad, soberanía e independencia, no solo de Nicaragua sino de Centro América unida. Configura la conciencia de nación y nacionalidad que venció a los filibusteros y los expulsó el 5 de mayo de 1857 –4ta. independencia-, reafirmando el proceso de independencia iniciada el 15 de septiembre de 1821.
Pacto del Espino Negro – Dignidad patriótica: Lucha Antiimperialista.
En Tipitapa, en donde está la Plaza Dignidad, el miércoles 4 de mayo de 1927, el jefe del Ejército Constitucionalista, el liberal Gral. José María Moncada, se rindió ante la amenaza y halagos del enviado especial del presidente de Estados Unidos, coronel Henry Stimson.
El general Augusto C. Sandino, subordinado de Moncada, operaba en las Segovias y ante aquel acto de sumisión, con el país bajo ocupación americana desde 1912 y vergonzoso control militar, político y ecónomo extranjero, se reveló asumiendo una posición firme de dignidad patriótica e iniciando la Guerra Antiimperialista que rompió los fuegos, después del Manifiesto de San Albino (1ro. de julio, 1927), con la heroica acción en Ocotal (16 de julio), que, aunque fue una derrota militar, representó un triunfo político de compromiso de lucha y resistencia por la soberanía, evidenció la arbitraria ocupación militar imperial norteamericana y activó la denuncia internacional.
En Tipitapa ocurrieron: la batalla de septiembre 1856, en la que, frente al agresor, hubo la acción heroica-victoriosa, y 70 años después, mayo 1927, ante la ocupación extranjera-traición entreguista, surgió fortalecido el patriotismo. Son acontecimientos fundacionales de nación y nacionalidad. El primero, juntos contra los filibusteros, y el segundo, rechazando la ocupación americana y la complicidad libero-conservadora. En 1856 con la unidad nacional-centroamericana, y en 1927 rescatando la dignidad patriótica antiimperialista en la conciencia histórica que representó Sandino.
En Nicaragua soberana e independiente, la nacionalidad persiste porque fueron posibles la Guerra Nacional de Centro América en contra de la invasión filibustera y la Guerra Antiimperialista por la soberanía nacional. La primera tuvo referencias: Acuerdo del 12 de septiembre y la Batalla de San Jacinto, y la segunda, el pacto entreguista del 4 de mayo, evidencia de la traición que despertó la conciencia nacional de lucha, dignidad y patriotismo antiimperialista.
