Comunidades cristianas: el Dios del Amor es posible
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Comunidades cristianas: el Dios del Amor es posible

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October 20, 2023

El sociólogo nicaragüense Félix Jiménez (Ávila, España, 1943), quien recién ordenado sacerdote en 1968 llegó a Nicaragua para quedarse y, desde la parroquia San Pablo Apóstol (Colonia 14 de septiembre, Managua), fue partícipe de una extraordinaria experiencia comunitaria que perdura. Tuvo con las Comunidades Eclesiales de Base un intenso proceso cristiano en la simplicidad y el compromiso de aquella realidad temporal y trascendente, en la búsqueda del encuentro con el Dios de los Pobres, con Jesús cotidiano, sencillo, radical y profundo del Evangelio que con frecuencia ha sido ocultado por la extravagancia del poder, la parafernalia de los ritos y dogmas de similar estirpe que las normas de fariseos y escribas de todos los tiempos. El artífice del Amor se ha quedado deambulando en nuestros barrios y caminos, permanece en el patio y en las casas, se sienta o recuesta en las bancas del parque y de las paradas de buses, viaja en el transporte colectivo, está en las salas de los hospitales y en los pupitres de las escuelas públicas, recoge los desechos de los basureros y transita a pie los andenes y las calles para acompañarnos a volver al origen esencial de la fe. El autor es testigo de aquel inédito proceso, rescata la memoria para reflexionar sobre la vigencia personal, social y eclesial contemporánea de la fidelidad cristiana y ecuménica, nos entrega, como lectura para compartir en el dinámico silencio acogedor de la comunidad, un libro, “escrito como un deber moral y de gratitud”: Las comunidades eclesiales de base: celebrando la vida en comunidad (246 pp.; julio 2023). Reconoce que “Las Comunidades Eclesiales de Base… son una de las mejores experiencias de fidelidad al Evangelio de Jesús, que es la buena nueva del Amor de Dios por los pobres y por su liberación”.

Comunidades cristianas: el Dios del Amor es posible

“De la comunidad al poder” es uno de los capítulos iniciales, que, desde la evolución histórica, señala la decisión del Imperio Romano que, como necesidad política de cohesión, declaró al cristianismo como religión oficial (s. IV). Aquello comenzó a cambiar de manera radical la naturaleza original del movimiento de creyentes que alrededor de la Buena Nueva de Jesucristo, convivían y compartían en comunidad. Estar bajo la tutela del poder, convertirse en útil instrumento imperial, despojó al cristianismo de lo esencial y contaminó la doctrina y la práctica de los siglos venideros.

 

Estas Comunidades Eclesiales de Base (CEB) ¿son un fenómeno en extinción o siguen siendo la semilla viva de la esperanza que subsiste a pesar del predominio de un modelo clerical, centralizado, dogmático y enquistado desde hace siglos en múltiples formas de poder que opacan o desvirtúan la esencia del Evangelio de Cristo para el Pueblo de Dios?

 

Comunidades cristianas: el Dios del Amor es posibleEsta manera comunitaria de compartir y vivir el Evangelio surgió con los aires que ventilaron a la Iglesia Católica con el Concilio Vaticano II. Tiene la intensa simplicidad cotidiana del cristianismo primitivo, asume el compromiso por los pobres desde “un espíritu misionero y solidario” y está fortalecida en la necesidad histórica de cambios frente a la exigencia ineludible de que un mundo mejor es posible.

 

Quizás el peligro de la extinción radica en la falta de relevo generacional y en la marginalidad con que las estructuras formales asumen su existencia, sin embargo, es imposible no reconocer que las CEB son la reserva moral del mensaje evangélico “con las ansias de encontrar a Dios” a partir del encuentro con el hermano en la utopía de que otro cristianismo es posible. Lo más importante, como alguno de los santos contemporáneos dijo: “es servir y amar como Jesús”.

 

Este libro para ver, juzgar y actuar, es el testimonio colectivo e histórico en la voz de Félix Jiménez, uno de los protagonistas que fue sorprendido por las circunstancias del tiempo que le ha tocado recorrer. Tiene tres partes. La primera: “Qué son las CEB”, la segunda: “Cómo funcionan las CEB” y la tercera: “Ahora quiero hablarles de los santos”, según los versos de Leonel Rugama. Esta última reflexiona sobre lo que es “Ser santo aquí y ahora”. Para el apóstol Pablo es el llamado a todos, es gracia divina a conservar y acrecentar en la fe en Jesús en las comunidades, trasciende al reconocimiento eclesial que no está despojado de lo político y formal. Jiménez escribe: “no hay un solo modelo de santo, como tampoco hay un solo modelo de ser cristiano” y “el modelo de santidad ha variado en el transcurso de la vida de la Iglesia”. Para ser santo, no hace falta ser “canonizado”, cuyo significado viene de “canon”: conjunto de normas y preceptos, es decir conforme a un prototipo preestablecido que está sujeto a preferencias, intereses y decisiones humanas. El autor recuerda desde la multitud de historias de vida a algunos sencillos hombres y mujeres cristianos, comprometidos con la comunidad, consecuentes hasta el fin, unidos a las causas justas, inclaudicables, fuertes, luchadores y orgullosos de su origen, servidores, fieles, unidos en la oración alrededor del Evangelio de Cristo en su misión profética. Entre ellos: Rafael Valdés, Julio Sequeira, Amélida Amador, José Pérez, Marta Monge, Perfecto Arróliga, Octavio y Chepita, Cristina y Víctor, Emilio Zapata, Rodolfo López, Wilfredo y Rosita, Fermín, Torres, Carlos Ortega… Otros son también santos, los esposos Felipe y Mary Barreda de Estelí, el sacerdote de origen español José de la Jara en su dedicación pionera de servicio a la comunidad y el humilde padre Theo Kolomberg, de origen holandés, con su legado de amor incondicional a los pobres… “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres” (Lucas, 4:16-18).

 

Comunidades cristianas: el Dios del Amor es posibleAl concluir la lectura del libro que es guía para la reflexión y la oración en comunidad para el encuentro con Jesús y el prójimo, desde el contexto próximo y universal en el que vivimos, a partir de la pregunta del autor del texto: “¿Crees que en nuestra iglesia hay más comportamiento de poder que de servicio?” me pregunto sin esperar respuesta: ¿Es posible liberar a Dios de las ataduras del poder imperial, colonial y clerical, de los intereses excluyentes y de las egoístas ambiciones humanas que han prevalecido en la historia? O será que el solo hecho de pretender hacerlo ¿lo llevaría a la extinción?

 

En realidad, creo que ese Dios ha sido falsificado o diseñado a su medida, el que citan los billetes y muchas constituciones políticas de los estados, el que refieren en los discursos los poderosos líderes que protagonizan, deciden y promueven conflictos, en cuyo nombre agreden e invaden naciones, bloquean, amenazan y exterminan pueblos, reclaman de manera absurda y anacrónica “la tierra prometida”, justifican la superioridad e interpretación conveniente como instrumento de poder y dominio que han utilizado para ejecutar la conquista y colonización, el tráfico de esclavos, la destrucción y contaminación del medio ambiente, la usurpación de recursos ajenos y cualquier otra atrocidad histórica y contemporánea por la que algunos, -aunque sin enmendar el daño causado: lo hecho, hecho está -, han pedido disculpa pública, o señalado al menos lo que debió decirse y nunca tuvo que ocurrir. Una de las últimas, desde la Santa Sede en el Vaticano, fue realizada de manera tardía, 530 años después (1493 – marzo 2023): la “doctrina del descubrimiento” que concedió “derecho” en varias bulas papales a España y otros para tomar posesión de los nuevos territorios, riquezas y gente que el pontífice, por mandamiento divino y sin ser dueño, entregaba, aunque ahora reconoce que “no forma parte de la enseñanza de la iglesia”. Sin embargo, sobre esa aberración jurídica e inhumana, en el nombre de Dios, justificaron los crueles actos de conquista, expropiación y exterminio.

 

En octubre de 2020 tuve la afortunada oportunidad de conversar con el Papa Francisco, recuerdo, entre otras, una de sus afirmaciones: “hay que superar en la Iglesia el clericalismo”. ¿Qué implicaciones tendría eso? –pensaba-, él agregó, “hay que darle más poder a los laicos en las comunidades y menos a las jerarquías y clérigos. No es un proceso fácil. En ese camino estamos”. Creo que es indispensable asumir que “otra Iglesia es posible” porque, sin lugar a dudas, “otro Dios es posible”, otro fue el Dios que nos enseñó Jesús.  ¿El Sínodo de la Sinodalidad 2021 – 2024 (XVI Asamblea Ordinaria, octubre 2023, Roma) será capaz de avanzar en ese camino?

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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