SANDINO: de la muerte a la resurrección. NICARAGUA: de la lucha a la victoria popular.
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Elecciones: y “Siempre Más allá”

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May 10, 2024

Visto en perspectiva de cuarenta años transcurridos (1984 – 2024) con ocho elecciones generales desde la primera en 1984 y la última en 2021, ocho elecciones municipales  (de 1990 a 2022) y siete regionales (de 1994 a 2019) –son ocho si incluimos la de marzo 2024-, suman veinte tres (23) procesos de elecciones después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista en julio de 1979, ello evidencia una sistemática voluntad política institucional soberana para complementar con este instrumento del estado de derecho forjado por la revolución para preservar y consolidar la independencia e impulsar una democracia popular con participación comunitaria y por la restitución de derechos.

Las elecciones en Nicaragua durante el período referido no solo han sido para que los ciudadanos escojan entre una opción política popular y revolucionaria contra una neoliberal conservadora, entre la oportunidad de construir para la prosperidad común con equidad y solidaridad y la de preservar los privilegios excluyentes y egoístas de grupos de poder tradicional y oligarca, sino que son en realidad el debate y la contradicción entre la alternativa política patriótica por la independencia, la soberanía y la autodeterminación del pueblo nicaragüense y la de mantener la dependencia y la sumisión con la que estuvo marcada la mayor parte del siglo pasado.

En el siglo XX, desde el fin del liberalismo nacionalista y progresista con la salida forzada de Zelaya en 1909 por la injerencia extranjera, el establecimiento de la contrarrevolución conservadora bajo el amparo norteamericano expansionista, de 1912 hasta 1933 la ocupación directa se aseguró un absoluto control militar, político y económico, y en esos años las elecciones no solo fueron supervigiladas por los marinos americanos, sino que también dirigidas, organizadas y asumieron el conteo de los votos para designar según su conveniencia al candidato liberal o conservador que mejor preservara sus intereses. Aquellos procesos fueron una descarada burla a los nicaragüenses que indignaron a los patriotas y a los pueblos soberanos del mundo.  Los extremos de aquella repudiable y sumisa dependencia, en contra de la cual se alzó Sandino en su rebeldía popular y antiimperialista entre 1927 y 1933, están suficientemente demostrados por la historia.

Las elecciones generales de 1924, 1928 y 1932 fueron ejecutadas con manipuladas modificaciones legales e imposiciones organizativas para conceder al invasor autoridad total ante la imperturbable complicidad libero conservadora. La Ley Electoral de Nicaragua “Ley Dodd”, aprobada en marzo de 1923, fue formulada por el senador norteamericano Chris Dodd, asesor presidencial especial para las Américas, en ella se creó el Consejo Nacional Electoral.

Para 1924 el presidente de los Estados Unidos Calvin Coolidge designó, según dijo, “a un desinteresado ciudadano estadounidense” -que no hablaba español-, para dirigir la elección de presidente, vicepresidente y representantes para el Congreso en Nicaragua.  En junio de 1927 el presidente Adolfo Díaz, -fiel empleado norteamericano-, aceptó la decisión de Coolidge: “que el presidente del Consejo Electoral Nacional debería ser nominado por el presidente de los Estados Unidos y designado por el presidente de Nicaragua”. El 2 de julio de 1927 fue designado para esa función un amigo de Henry Stimson, el general brigadier Frank R. McCoy (1874-1954), quien había participado en la guerra contra España en 1898 y prestando servicios en la Primera Guerra Mundial.

El 13 de marzo de 1928 fue presentada al legislativo una “versión mejorada de la Ley Electoral” que había sido aceptable por el gobierno de los Estados Unidos y el de Adolfo Díaz, pero, al ser rechazada por el Congreso, el ejecutivo decidió suspender las sesiones sin establecer fecha de reanudación. El 17 de marzo el subsecretario de Estado norteamericano Frank Kellogg y el Sr. Joaquín Gómez, entonces presidente del Consejo Nacional Electoral, comunicó su renuncia, fue designado como Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua por Díaz y mediante acta de la Corte Suprema de Justicia, fue nombrado el Gral. McCoy como presidente del Consejo Nacional Electoral. Cuatro días después se publicó el decreto presidencial No. 74 para investir al Consejo Nacional Electoral con autoridad plena y general para supervisar las elecciones de 1928. Se concedió al presidente extranjero poderes extremos como el que para constituir quórum bastaba con su sola presencia y para la validez de las decisiones era suficiente su propio criterio.

En julio de 1930 el presidente liberal Gral. José María Moncada decretó que las jefaturas de los Consejos Electorales debían ser ciudadanos de los Estados Unidos nombrados por el contralmirante Clark H. Woodward, jefe de la Misión Electoral nombrado por el mandatario estadounidense Herbert Hoover.

Los gobernantes nicaragüenses Díaz, Moncada y Sacasa se mostraron complacidos por la autoridad que ejercían los invasores americanos en todos los ámbitos de la vida nacional. Controlaban la fuerza militar, la organización política e institucional, la gestión económica, las aduanas, los puertos y el ferrocarril. La soberanía había sido cedida.

Cuando Sacasa tomó posesión de la presidencia el 1ro. de enero de 1933 y los últimos contingentes de marines salieron del país al día siguiente, se iniciaron las pláticas para el fin de la guerra por lo que Sandino aceptó el Convenio de Paz el 2 de febrero de ese año. El inmortal líder guerrillero fue asesinado un año después con lo que pretendieron frustrar el proyecto popular, antiimperialista, patriótico y soberano que representaba.

Anastasio Somoza García se consolidó como el más fiel aliado al frente de la Guardia Nacional, el disfrazado instrumento de nuevo tipo creado por la ocupación extranjera para preservar los intereses americanos, asegurar el control geopolítico en la región y permitir las aspiraciones expansionistas y canaleras imperiales. En junio de 1936 propició el golpe de Estado contra Sacasa, -su tío político-, para despejarse el camino hacia la presidencia y ante esas pretensiones, una vez más, los expresidentes Emiliano Chamorro, Adolfo Díaz y Juan B. Sacasa, el 22 de octubre de 1936 visitaron el Departamento de Estado para pedir al Secretario Sumner Welles otra intervención en Nicaragua y que Somoza depusiera sus aspiraciones presidenciales.

Los políticos ignoraban o se hicieron los que no sabían, que Somoza, desde su designación al frente de la Guardia en noviembre de 1932 –decisión en la que participaron- y por el asesinato de Sandino en febrero de 1934, ya contaba con la plena complacencia americana. Logró cerrar las fisuras para asegurar la instauración de la Dictadura Somocista gracias a la tutela norteamericana la que habría de prolongarse durante más de cuatro décadas hasta cuando la Revolución la derrumbó y comenzó a sentar las bases de un nuevo proceso político institucional.

Las elecciones de 1936 fueron una prolongación de las anteriores, aunque ahora bajo el control de la Guardia Nacional y Somoza, legítimos herederos y continuadores de las fuerzas de ocupación extranjeras. En esa primera elección después de la de 1932 con la presencia directa de los marines, Somoza se proclamó ganador según lo declaró el Congreso que controlaba: “Calificar de correctas las elecciones de Autoridades Supremas verificadas el 8 de diciembre corriente y declarar electos Presidente y Vice-Presidente de la República a los Sres. Gral. don Anastasio Somoza y don Francisco Navarro, respectivamente, para el próximo período constitucional que principia el 1º. de enero de 1937 y termina el 31 de diciembre de 1940”. Dos años después, el 5 de mayo de 1939, el gobernante norteamericano Franklin D. Roosevelt recibió como huésped de honor en la Casa Blanca a Somoza como presidente, le ofreció un majestuoso desfile militar en Washington para consagrarlo de manera pública y oficial con el más fiel aliado en Centroamérica y el Caribe.

La última elección general de la Dictadura Somocista fue el 1º. de septiembre de 1974, para el período de 1974 a 1981. Fue proclamado presidente, como estaba previsto, Anastasio Somoza Debayle, fue el último de esa dolorosa etapa histórica, el “último marine” que salió del país el 17 de julio de 1979 ante el empuje victorioso de la Revolución. Cinco años después la nueva Nicaragua siempre libre, heredera de Sandino, inauguró el primer proceso electoral propio, auténtico, legítimo y democrático, sustentado en “la Revolución como fuente de derecho”.

La empresa M & R Consultores publicó, en ocasión del 40 aniversario del primer proceso electoral de la Revolución desarrollado el 4 de noviembre de 1984 el libro: Nicaragüenses. Comportamiento electoral. Elecciones nacionales. Período 1984 – 2021 (430 pp.; versión digital de mayo 2024: https://www.myrconsultores.com/wp-content/uploads/2024/05/LIBRO-ELECCIONES-NACIONALES_DIGITAL.pdf ). Esta publicación elaborada por un equipo multidisciplinario, es una meritoria obra documental que invito a consultar y que incluye valoraciones, referencias históricas, normativas y resultados de veintitrés (23) procesos electorales desarrollados en las últimas cuatro décadas y se convierte en una obligatoria referencia académica y política para la historia, que complementa la voluminosa obra en dos tomos que publicó en 2011 el historiador Antonio Esgueva Gómez: Elecciones, reelecciones y conflictos en Nicaragua (1821 – 1963). El libro muestra de manera contundente la dinámica legítima de los procesos institucionales electorales instaurados a partir de la Revolución Sandinista una vez superada la dependencia extranjera que prevaleció en el siglo XX y que habiendo sido restaurada la soberanía, la independencia y la autodeterminación, permite la prevalencia de un modelo democrático y popular, patriótico, comunitario, por la restauración de derechos, la equidad y la solidaridad.

Fuentes bibliográficas principales:

Bautista Lara, Francisco Javier. (2024). Somos lo que recordamos. Seamos dueños de nuestra historia. Segunda Edición, marzo 2024, Managua, Nicaragua.

Esgueva Gómez, Antonio. (2011). Elecciones, reelecciones y conflictos en Nicaragua (1821 – 1963). Tomo 1, primera edición, IHNCA, Managua, Nicaragua.

Esgueva Gómez, Antonio. (2011). Elecciones, reelecciones y conflictos en Nicaragua (1821 – 1963). Tomo 2, primera edición, IHNCA, Managua, Nicaragua.

Obregón, Raúl; Obregón, Gabriela; Téllez, Julio; Muñoz, Josseline; otros. (2024). Nicaragüenses. Comportamiento electoral. Elecciones Nacionales período 1984 -2021. M&R Consultores; primera edición (sin fecha), Managua, Nicaragua.

Toynbee, Arnold J. (2003). Los Estados Unidos, México y Nicaragua. Sandino, Diomedes de América. Introducción por Aldo Díaz Lacayo. Aldilá Editor, Managua, Nicaragua.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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