Mensaje a las Campanas
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Mensaje a las Campanas

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November 4, 2024

Las campanas que han sobrevivido al tiempo o que se han erigido y suenan para evitar el olvido, tienen la memoria mística de la conciencia histórica y sus repiques evocan mensajes imperecederos de esperanza y compromiso en el caminar de nuestra existencia humana.

Antes, cuando no había emisoras de radio ni cadenas de televisión ni cable ni internet ni teléfonos celulares, eran las campanas de diverso tamaño, instrumentos sonoros de metal fundido, huecos, con un badajo que golpea sus bordes y emite un oscilante sonido que se expande con facilidad, las que daban el aviso para las buenas y malas noticias, anunciaban la hora cuando los relojes de pulsera y en las casas eran escasos, fueron la única señal pública de aviso, alarma, fiesta y duelo. Ahora han pasado a ser objetos del recuerdo o monumentos, algunas todavía repican en las viejas iglesias y catedrales católicas, porque en las nuevas suelen usar parlantes o mecanismos electrónicos para anunciar el inicio de sus oficios religiosos y demás festividades.

Mensaje a las CampanasCuando en 1650 llegó de Tenerife a Antigua Guatemala en 1650 el santo hermano Pedro de San José de Betancourt (1626 – 1667) –canonizado por Juan Pablo II en 2002; fundador de la Orden de Hermanos de Belén en Guatemala en 1653-, solía recorrer desde la Iglesia de San Francisco el Grande la calle nombrada después como “paseo del Hermano Pedro”, se detenía en cada esquina, tocaba una campanita llamando a los vecinos a concentrarse para transmitirles su mensaje cristiano.  Ahora es símbolo de fe, representa la buena nueva y la caridad que el fraile misionero terciario franciscano compartía con la fuerza de su vida ejemplar. Si al Hno. Pedro predicara hoy, seguramente también lo haría desde un canal de televisión, por Internet, Facebook u otra red social, quizás tendría un grupo en WhatsApp o Telegram, un canal en YouTube y/o Tik Tok.

Sor María Romero Meneses (Granada, 1902 – Las Peñitas, 1977), la beata salesiana nicaragüense, utilizaba una campanita para pedir el auxilio divino y ahora, con ese objeto que algunos llevan en el cuello o la muñeca como reliquia, los fieles desde su devoción popular llaman su intercesión. A través del sonido claman por socorro espiritual y físico desde la fe cristiana que asumen.

A principios del siglo XIX, hace más de doscientos años, las campanas también fueron las primeras que anunciaron la independencia de Centro América, se han convertido en símbolos históricos que, aunque yacen medio olvidados y pringados de suciedades de pájaros y murciélagos, con manchas por oxidación o marcadas por la contaminación ambiental, allí permanecen; podrían repicar a veces, pero ya casi no se les toma en cuenta.

La hermosa campana que cuelga en el interior de la vieja torre de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced en San Salvador, la única parte que permanece en pie del viejo templo católico, fue reconstruida en 1931 y restaurada en 1995.  Desde el campanario, el presbítero rebelde doctor José Matías Delgado (1767 – 1832), dio el Primer Grito de Independencia de Centro América el 5 de noviembre de 1811, cumpliendo en 2011 doscientos años de ese importante acontecimiento, expresión visible del movimiento insurgente en Centro América en contra de las autoridades españolas coloniales.  Fue alrededor de este comprometido clérigo que giraron las ideas y movimientos revolucionarios que resultaron en la declaratoria de separación de España diez años después.  Según el historiador nicaragüense Tomás Ayón en aquella fecha San Salvador se sublevó: “quitó al Corregidor Intendente y a todos los empleados que había europeos, poniendo en su lugar criollos que eligieron en el mismo acto”.

Mensaje a las CampanasEs en aquel contexto de rebelión que las campanas repicaran, era el mecanismo de aviso para el llamado público. Algunos afirman que la vieja campana de La Merced no fue tocada y que tal acontecimiento se comenzó a mencionar un siglo después como un gesto simbólico y representativo. La Asamblea Nacional Legislativa de El Salvador declaró el 19 de septiembre de 1930 (decreto 172) Monumento Nacional a la torre de la Iglesia de la Merced por “un alto valor histórico, por ser la misma desde la cual el Padre de la Patria José Matías Delgado, anunció a toques de campana, que era llegada la hora de proclamar la independencia política de Centroamérica”.  La historia está llena de símbolos y ritos, erige monumentos y héroes, reales y ficticios, magnificados o disminuidos, a veces olvidados y otras veces recordados como parte de la necesaria construcción identitaria que suele determinar paradigmas, discriminar o dejar de lado.

En el interior de la iglesia donde se erige una edificación reciente al ser destruido sus últimos vestigios por el terremoto de 1986, fueron sepultados los restos de Manuel José Arce (1787 – 1847), parte del movimiento independentista iniciado en 1811 con Matías Delgado. Arce llegó a ser el primer Presidente de Centroamérica (26/4/1825 – 14/2/1828) y según algunos descalificó con sus actos los principios liberales unionistas como señaló el mulato granadino Cleto Ordoñez –líder de la primera Revolución Popular, Antioligarca y Antiimperialista de Nicaragua (1823-1826): “¡Abajo los dones!”-, quien fuera Inspector General de las Provincias Unidas de Centro América. Se opuso a la anexión al imperio mexicano (1822 – 1823) y formó parte de la delegación diplomática salvadoreña que viajó a Washington para solicitar la unión de El Salvador a los Estados Unidos de América. Sus restos permanecieron allí hasta septiembre de 2002 cuando fueron trasladados al Monumento Conmemorativo de los Próceres Salvadoreños de la Independencia erigido en ocasión del Primer Centenario del Grito de Independencia (1911), en el Parque Libertad de San Salvador.

Mensaje a las CampanasEn la Catedral de León de Nicaragua, el templo católico más grande de Centroamérica –declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, París, 8 de julio de 2011- , en el lado este de la torre derecha, entre una de sus columnas, cuelga la relativamente pequeña “Campana de la Libertad”, la misma que repicó tardía y temerosa ante las informaciones que llegaban de la Capitanía General de Guatemala y la posición colonial de sus principales autoridades civiles, eclesiásticas y militares. Tres funcionarios: el gobernador don Miguel González Saravia, el obispo Nicolás García Jerez y el ganadero latifundista español coronel Joaquín de Arrechavala –muy conocido como el personaje de la “leyenda de Arrechavala” con su yegua “La Cordobesa”-, desestimularon las celebraciones populares. Según J. E. Arellano: “aceptaban una independencia conservadora sujeta a una concepción monárquica”, cuestión que fue contraria al entusiasmo promovido desde Granada por el liberal oligarca don Crisanto Sacasa, ello profundizó la contradicción histórica, afortunadamente superada entre León y Granada, que tuvo su origen incipiente desde la fundación por los conquistadores encabezados por el capitán Francisco Hernández de Córdoba (1524) hace quinientos años.

La Declaración de la Independencia de 1821, -aunque inauguró el proceso independentista en Centro América que ha requerido ser reafirmado, profundizado y defendido-, fue un acta inicial para preservar el estatus quo de los criollos, un arreglo político para limitar la incomodidad popular y promover cambios moderados, fue indudablemente un replanteamiento o reacomodo de los esquemas de poder ante una nueva correlación de fuerzas ante las nuevas condiciones históricas, políticas, económicas y sociales. El Salvador fue el primero en celebrarla y jurarla solemnemente el 22 de septiembre, al día siguiente lo hizo la Provincia de Guatemala. En León de Nicaragua, bajo el control de funcionarios españoles de pensamiento monárquico, la reacción del 23 de septiembre fue rechazada tajantemente, sin embargo ante lo irremediable de los acontecimientos, cinco días después, fue reunida la Audiencia por el gobernador Miguel González Saravia, la Diputación Provincial elaboró la célebre “Acta de los nublados”, declarando en sus puntos iniciales: “La independencia del Gobierno español, hasta tanto que se aclaren los nublados del día, y pueda obrar esta Provincia con arreglo a lo que exigen sus empeños religiosos y verdaderos intereses”.Mensaje a las Campanas

Fue después de aquella tímida declaratoria que la pequeña campana repicó y todo León la escuchó, aunque fueron opacadas las manifestaciones de júbilo de algunos sectores progresistas ante el trascendental acontecimiento. La campana de distintiva silueta, fue llevada a León en 1808 y tenía entonces el nombre de “Campana de san Antonio”, después de los repiques sonoros pero temerosos y discretos del 28 de septiembre de 1821, pasó a ser llamada “La campana de la Libertad”.

Mensaje a las CampanasEn la mañana del 20 de julio de 1979 en el primer acto popular para celebrar con alegría y compromiso el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, la reafirmación contundente de la independencia, autodeterminación y de la soberanía de Nicaragua, las silenciadas campanas de la terremoteada catedral de Santiago en Managua, erigida al costado Este de la Plaza de la República, llamada ese día Plaza de la Revolución, fueron repicadas de manera vigorosa frente a la multitud heroica de entusiastas combatientes populares quienes, procedentes de todos los rincones del país celebraban la victoria: “¡Viva Nicaragua libre, viva Nicaragua libre …!

Cuarenta y un años después, el 19 de julio de 2020, repicó por primera vez una nueva y enorme campana de bronce, fabricada en Holanda -76 quintales y 1.76 metros de diámetro-, que se instaló en una torre de veinte metros de altura ubicada frente al monumento del combatiente popular, a unos cien metros de la histórica plaza.  Cada día avisa con un repique las horas desde las 6 a.m. hasta las 10 p.m., y suena durante cinco minutos a las 6 de la mañana, a las 12 meridiano y a las 6 de la tarde de manera sostenida para anunciar el ángelus. Esta Campana de la Paz lleva grabada la leyenda que dice: “Siempre más allá… como hermanos y hermanas tocaré las horas para mi Patria Nicaragua”.

Al escuchar el eco sonoro y vibrante de esas campanas se evocan desde la profundidad de los recuerdos imperecederos en la conciencia individual y colectiva: la victoria, la esperanza, la libertad y la paz.

 

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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