Sandino creador de realidades Transformando sus circunstancias
El filósofo español José Ortega y Gasset, autor de “Meditaciones del Quijote” (1914), escribió: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Creo que es más pertinente reconocer: “Yo soy mis circunstancias y yo”, porque son primero las circunstancias de origen y después yo, cada uno de nosotros, con la capacidad para identificarlas, abordarlas y cambiarlas. Nadie puede ser comprendido fuera de su tiempo y entorno, de allí surgirá la manera de pensar, sentir, hablar y vivir, a partir de ello podrán entenderse sus actos. Cada quien decide cómo abordarlas, si se deja llevar o si “tomando el toro por los cuernos”, las transforma y crea una nueva realidad cambiando el escenario heredado, produciendo el futuro personal, social e histórico.
Augusto C. Sandino, es, como Rubén Darío, uno de esos personajes indispensables del siglo XX que adquieren estatura monumental, dejan una huella profunda para trascender a su tiempo, porque, habiendo existido en una época y lugar concreto, fueron capaces, interpretando sus propias e ineludibles circunstancias, de percibir y asumir con entereza una visión que marcará un antes y un después. Darío en la literatura como Prócer de Independencia Cultural y Sandino como Héroe por la defensa de la soberanía nacional desde la dignidad patriótica. Son “dos caras de una misma moneda” en la identidad de Nuestra América. Ambos surgieron desde la adversidad y la periferia política, económica y social, remontándose “Siempre más allá”, superando lo imposible, uno imponiéndose contra la corriente como líder del movimiento renovador de la poesía y la prosa española, y el otro, fuera de todo pronóstico, como artífice de la primera derrota militar y política del ejército invasor norteamericano en Nicaragua para instaurar como principio irrenunciable de la nación la dignidad, la soberanía y la independencia. Son creadores de una nueva realidad que deja un legado profundo y trascendente.
Estas fueron 15 circunstancias que superó Sandino:
1.- La exclusión como hijo natural y la pobreza en su niñez y adolescencia desarrollaron en él sensibilidad social. Nació el 18 de mayo de 1895 (1894 según José Román en “Maldito país”) en la pequeña villa de Niquinohomo, en aquel entonces jurisdicción de Granada, hijo natural de Margarita Calderón y su patrón Gregorio Sandino, comerciante y agricultor. Vivió en la miseria y la marginalidad social con su madre y su abuela materna hasta los doce años después de los cuales don Gregorio se hizo cargo del muchacho quien estuvo “como hijo de casa” y fue trabajador en las labores agrícolas y comerciales de la familia paterna.
2.- Testigo de la intromisión extranjera y de la intervención militar. En 1909 por la injerencia norteamericana fue depuesto el gobierno liberal de José Santos Zelaya y se impuso la contrarrevolución conservadora. En 1912, cuando Sandino tenía 17 años, a solicitud de Adolfo Díaz, inició la intervención militar que se prolongará casi veinte años. En octubre de ese año vio pasar por la estación del tren jalado por una carreta, el cuerpo acribillado del héroe general Benjamín Zeledón que se había enfrentado en el Coyotepe a los invasores americanos y sus cómplices locales.
3.- Con escasa formación escolar se dedicó a trabajar y a aprender en la escuela de la vida para superar la pobreza y la exclusión de origen. Fue autodidacta, adquirió la capacidad de cultivar una visión estratégica y de largo plazo, de escuchar e informarse para vencer sus limitaciones y carencias.
4.- La curiosidad por descubrir desde la inteligencia natural y el ímpetu de una voluntad persistente y rebelde lo llevó a viajar y trabajar entre 1921 y 1926 en la Costa Caribe de Nicaragua, Honduras, Guatemala y México (1923–26) en donde aprendió y desempeñó el oficio de mecánico, conoció el movimiento sindical, fue testigo de la efervescencia política que generaba la revolución mexicana, percibió el indigenismo y las aspiraciones hispanoamericanas, fortaleció su actitud antiimperialista. En junio de 1929 reconoció: “Para nosotros México es una escuela”, es “tierra sagrada y amada”.
5.- Por las dificultades del camino que emprendió asumió una actitud austera y desarrolló una férrea disciplina que se manifestó en su vida personal, laboral y en el liderazgo antiimperialista; era aseado, ordenado y discreto, sencillo, con aires de orgullo y dignidad, hombre de palabra, sensible y solidario, con cierta timidez en sus relaciones, pero claro y valiente para expresar sus convicciones, terco en sus propósitos y firme en sus decisiones. El temple de valentía, en el transcurso del tiempo y frente a la gravedad de las circunstancias que le tocó enfrentar, se fue fortaleciendo sin doblegarse.
6.- Desde la sencillez de un espíritu sensitivo en búsqueda del propósito y sentido de su existencia fortificó una espiritualidad trascendente, percibió desde sus profundas convicciones el destino divino que estaba llamado a asumir y cumplir hasta las últimas consecuencias. Esa motivación espiritual y su convicción moral están presentes en su vida, en el liderazgo guerrillero y en los documentos que difundió (ej.: Manifiesto Luz y Verdad, 15.02.1931). Creía en la eternidad, en la fuerza superior del universo, en el Dios de Justicia y Amor. Fue profeta que anunciaba con certeza la buena nueva de la liberación de los oprimidos…
7.- La imposición norteamericana con la complicidad conservadora del Tratado Chamorro-Bryan en 1914 para hacer de Nicaragua un protectorado y apropiarse del proyecto de canal interoceánico fue la motivación para la intervención militar. El 1ro. de julio de 1927 desde San Albino (Ocotal), en su primera proclama política dijo: “El mundo sería un desequilibrado permitiendo que sólo los Estados Unidos de Norte América sean dueños de nuestro Canal, pues sería tanto como quedar a merced de las decisiones del Coloso del Norte, de quien tendría que ser tributario; los absorbentes de mala fe, que quieren aparecer como dueños sin que justifiquen tal pretensión”. Agrega: “La civilización exige que se abra el Canal de Nicaragua, pero que se haga con capital de todo el mundo y no sea exclusivamente de Norte América”.
8.- Rescató “El supremo sueño de Bolívar” desde la soberanía hispanoamericana y antiimperialista. Con “enorme responsabilidad histórica” el 20 de marzo de 1929 presentó a los gobiernos de los veintiún Estados Latinoamericanos en nuestra América Indo-Latina, para mantener “incólume la independencia” “frente a las pretensiones del imperialismo de los Estados Unidos de Norte América” el “Plan de Realización del Supremo Sueño de Bolívar” (44 puntos) en el que incluía la abolición de la doctrina Monroe, la Nacionalidad Latinoamericana, un Pacto de Alianza Latinoamericana y su visión del canal interoceánico por Nicaragua.
9.- Cuando estaba en México ocurrió el golpe de Estado conservador contra el gobierno liberal (1925) bajo complicidad norteamericana lo que rompió el frágil orden constitucional bajo la ocupación extranjera, por lo que decidió regresar a Nicaragua (mediados 1926) e incorporarse a la Guerra Constitucionalista (mayo 1926 –1927). Al frente del Ejército Constitucionalista estaba el Gral. José María Moncada. El depuesto vicepresidente Juan Bautista Sacasa aspiraba según la Constitución a ocupar la presidencia. Los americanos designaron a Adolfo Díaz. Sandino en Nicaragua atrajo con su liderazgo a centenares de obreros de la mina de San Albino y a campesinos del Norte para unirse a la Guerra Constitucionalista en octubre de 1926.
10.- Cuando Moncada, persuadido por los beneficios que le ofrecía el representante del presidente de los EE.UU. Henry Stimson, aceptó rendirse y firmar el Pacto del Espino Negro el 4 de mayo de 1927, Sandino, enterado del acuerdo unos días después en Boaco, a pesar que once de los generales lo aceptaron, decidió rechazarlo por el carácter indigno y sumiso al entregar la soberanía nacional a los ocupantes extranjeros y a sus cómplices conservadores. En aquel acto, los últimos vestigios progresistas y nacionalistas liberales de la revolución que lideró Zelaya y del heroísmo antiintervencionista de Zeledón, habían sucumbidos. La posición contundente que asumió fue de dignidad patriótica en defensa de la soberanía.
11.- La resistencia de Sandino fue inesperada para los cómplices libero-conservadores y los invasores extranjeros; más improbable fue la prolongada resistencia de casi seis años (mayo 1927 – febrero 1933) que el líder rebelde y su ejército sostuvieron sin ser vencidos por las poderosas fuerzas de ocupación de unos tres mil marines con escuadrones aéreos y barcos en ambas costas. Los sandinistas controlaron un amplio territorio del norte con incursiones en occidente y centro del país.
12.- La campaña de información internacional de la lucha sandinista por la arbitraria ocupación extranjera causó impacto y descalificó a los ocupantes norteamericanos. Sandino y la guerra de liberación tuvieron creciente solidaridad internacional, apoyo moral y político de las voces más reconocidas que condenaron a los invasores. Sus mensajes convincentes por la justeza de sus actos le dieron indiscutible fortaleza frente al mundo y la historia.
13.- La condición de no negociar el fin de la guerra con las fuerzas de ocupación y exigir su retiro obligó a los invasores a abandonar el país el 2 de enero de 1933 después de las últimas elecciones generales supervigiladas por los norteamericanos en las que resultó presidente Juan Bautista Sacasa (nov. 1932).
14.- Firmado el Convenio de Paz el 2 de febrero de 1933, el enemigo inmediato: los invasores extranjeros, “desaparecían” del escenario nacional, aunque la Guardia Nacional entrenada e instalada por las fuerzas de ocupación, entraba a representar el poder real al frente de Anastasio Somoza García, el ambicioso y hábil oficial designado por los americanos. Sandino percibió el carácter ilegal de ese cuerpo armado y la amenaza que representaba para la paz.
15.- Un año después, a pesar de los riesgos, convencido que era necesario consolidar la paz, confiando en las coincidencias con Sacasa, viajó a Managua. Sandino era el único impedimento para instaurar a la Guardia Nacional, a Somoza y la Dictadura como fieles instrumentos de dominio imperial y control geopolítico en la región. Los invasores salieron con la vergonzosa espina de la derrota, los nicaragüenses estaban a cargo de las instituciones -aunque algunos vendidos-, se sintió obligado, como lo había dicho en su mensaje, a dialogar con ellos cuando los marines salieran. La noche del 21 de febrero, al bajar de la casa presidencial, fue asesinado.
La muerte fue la última circunstancia que Sandino venció. Después de una larga noche que pretendió imponer el silencio, el olvido y la descalificación, su legado surgió luminoso e inmortal en la victoria popular y antiimperialista de 1979.