Alfonso Cortés: periodista y poeta en la locura del amor
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Alfonso Cortés: periodista y poeta en la locura del amor

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March 1, 2025

“El tiempo es hambre y el espacio es frío / orad, orad, que sólo la plegaria
puede saciar las ansias del vacío”. Alfonso Cortés

 

Alfonso Cortés: periodista y poeta en la locura del amorA Alfonso Cortés Bendaña (León, 9 de diciembre 1893 /en el año del triunfo de la revolución liberal/ – 3 de febrero 1969 /dos años después del centenario del nacimiento de Félix Rubén), periodista (1914 – 1920), maestro, traductor y poeta lo declararon loco a la edad de 33 años, aunque hay muchos otros que aún no hemos sido diagnosticado en esa categoría que podríamos llamar poética por asumir como constante la abstracción de la “realidad” en esta sociedad trastocado por cuerdos que sólo creen en lo que se ve y se toca y no en lo que se piensa, imagina y siente más allá de lo posible. Viviendo en la Casa de las Cuatro Esquinas en León, en donde pasó su infancia Rubén Darío, la noche del 18 de febrero de 1927 –el año del inicio de la guerra anti intervencionista de Sandino-, perdió la razón y comenzó a existir en un diálogo intenso y constante entre luces y sombras, entre largos silencios y terribles crisis de furia que se le desataba. Allí quizás fue contagiado. Tuvieron que inmovilizarlo en las columnas de aquella vieja casa que encerraba los aires misteriosos del genial despertar de Darío. Mientras Arcadio Buendía, el patriarca de Macondo, muchos años después, se consumiría amarrado al tronco de un robusto árbol según cuenta Gabriel García Márquez en Cien años de soledad (1967: el año del Centenario de Rubén Darío), Alfonso Cortés, yacería encerrado y encadenado en un tronco inerte de la antigua casa solariega de corredores sombríos, desde donde apenas podía ver la esperanza a través de una ventana: “Un trozo azul tiene mayor / intensidad que todo el cielo, / yo siento que allí vive, a flor / del éxtasis feliz, mi anhelo” (Detalle/Ventana).

 

La poesía surge de la sensibilidad, de las ideas revestidas de emociones y sentimientos más que de la razón, de una vista que traspasa lo que los sentidos ven. Viene de lo abstracto y espiritual, de lo intangible más que de lo concreto y material que se convierte sólo en un instrumento para provocar. Es una manera de percibir el mundo y la manera de sentirlo y vivirlo. Está más cercana a la locura que a la cordura porque algo de loco hay en los poetas y algo de locura hay en la poesía y en el amor. La fuente de la poesía es lo raro y no lo común por la forma de decirlo desde la brevedad, se deriva de lo absurdo y no de lo lógico, es la imaginación que navega sin restricciones más que la observación que impone y cuantifica la ciencia, es divagar más que concretar, es viajar e ir al infinito más que quedarse estancado y permanecer en lo inmediato. Es romper las barreras del tiempo y del espacio. Cortés escribió: “Soy un Fue, y un Será, y un Es cansado”. En otro momento: “Aquí todo, hasta el tiempo, se hace espacio”, se refirió también a “la hora triste del tiempo” ¿estaba atrapado en el tiempo y en el espacio o se había liberado de ellos? Alguna vez desde el manicomio dijo: “Cómo quisiera llegar a la Eternidad media hora antes que el tiempo”. A sus hermanas, impulsora de la publicación de sus libros dijo: “El tiempo es la relación que hay entre el hombre y todo hecho”.

 

El espíritu humano es por naturaleza poético, se constituye en el complemento perfecto e inseparable de la existencia humana que aspira a trascender. La esencia poética, radica en el amor en sus múltiples manifestaciones. Lo sustantivo es el amor y los verbos son simplemente la acción de amar, como escribió Rubén Darío: “Amar, amar, amar, amar siempre, con todo / el ser y con la tierra y con el cielo, / con lo claro del sol y lo oscuro del lodo, / amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.”

 

Alfonso Cortés: periodista y poeta en la locura del amorAunque la poesía de Alfonso Cortés apenas fue de un centenar de poemas publicados en cuatro libros: Poesías (1931), Tardes de oro (1934), Poemas eleusinos (1935) y Las siete antorchas del sol (1952), es, junto a Azaría Henry Pallais y Salomón de la Selva de los grandes poetas postmodernistas (todos leoneses) después de Rubén Darío. De éste último dijo: “Yo soy menor que Darío Sarmiento, pero más profundo; soy un poeta menor, como Quevedo. Pero yo antes tenía más soltura para hablar y más memoria que Darío Sarmiento”. ¿Conoció Alfonso Cortés a Rubén Darío? Cuando el poeta llegó a León en 1907 después de quince años de ausencia, tenía 14 años, es probable que haya sido arrastrado junto a la multitud que quería ver y saludar al “hijo prodigo” que regresaba a la tierra natal. Cuando su retorno final, en noviembre de 1915, Alfonso tenía 22 años, ya había escrito alguno de sus mejores poemas, es seguro que fue parte de los que estuvieron pendientes de los padecimientos y del fin del autor de Cantos de vida y esperanza, quizás lo habrá visitado y seguro que participó en las prolongadas honras fúnebres que le rindieron. Lo cierto es que, aunque no hay evidencia del contacto físico con el creador de Azul…, Cortés se identificó con el alma errante y melancólica del compatriota universal, conoció su obra, admiró su fama y fue, al inicio de su poesía, un fiel discípulo modernista; para él, como para muchos del vecindario de entonces le decían, como quedó guardado en su memoria: Darío Sarmiento.

 

“y a un éter lleno de recuerdos, se ha salido
de nosotros el alma, para vernos de lejos.”
Fuga de otoño

 

Darío escribió (A Margarita):

“Siento en el alma, una alondra cantar.

 

La realidad en la memoria del entorno histórico de Alfonso Cortés se quedó anclada en 1927 y quizás unos años después. Creía que el presidente seguía siendo Juan Bautista Sacasa (1933 – 1936) y era quien lo tenía preso, no percibía la existencia de la Dictadura Somocista, ignoró la muerte de algunos de sus conocidos como el amigo de juventud Azarías Pallais (1884 – 1954), de Salomón de la Selva (1893 – 1959) –el primero que reconoció su grandeza poética- y del poeta peruano José Santos Chocano a quien presentó en el Teatro Darío de León (1920), quien dijo que de todos los poetas que lo recibieron en Nicaragua, Alfonso era el más callado y el mejor. De todos ellos creyó que esas noticias falsas sobre sus muertes, había alguna extraña conspiración política. Los acontecimientos de ese siglo pasaron de noche en él, porque seguía sumergido en las chispas luminosas de su poesía –su única verdad-, como si fueran los exclusivos momentos de lucidez. Esa era su manera de recordar, evadir y olvidar, de quedarse con lo que su frágil memoria selectiva y su efímero razonamiento guardaban.

 

“y en los tejados de las lamas
os ruidos de la tierra,
y, en la locura de sus calmas,
la Hora, triste de espacio, yerra.
Ángelus

 

Darío escribió (Nocturno XXXII):

“Como en un vaso vierto en ellos mis dolores
de lejanos recuerdos y desgracias funestas,
y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de flores,
y el duelo de mi corazón, triste de fiestas.

 

Se refugiaba en una fe sencilla, franca y mágica. La devoción por la advocación de Nuestra Señora de Fátima fue la recurrente esperanza para que lo rescatara de su enfermedad que, en efímeros instantes de lucidez entendía y a veces, simplemente se quedaba en silencio, con la mirada perdida durante los prolongados días-meses-años de encierro, atrapado en la soledad de su alma, discutiendo consigo mismo y en el vacío infinito. En su celda tocaba la guitarra y rezaba la novena de la Virgen de Fátima frente a la imagen que de ella conservaba. Dicen que en el Corán “Mahoma declara venerables a los locos, por la consideración de que Alá les quita el juicio para que no pequen”. Alma pura y simple fue la de Alfonso Cortés durante esos cuarenta y dos años de cautiverio en la cárcel confusa de su existencia.

 

“La tierra no conoce los caminos
por donde a diario anda –y
más bien esos caminos son la
conciencia de la tierra… –Pero si
no es así: -Tiempo, ¿Dónde estamos
tú y yo, yo que vivo en ti y
tú que no existes?
La canción del espacio

 

Darío escribió (Los cisnes I):

“Brumas septentrionales nos llenan de tristezas,
se mueren nuestras rosas, se agotan nuestras palmas,
casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,
y somos los mendigos de nuestras pobres almas”.

 

Sentía en él, como una reencarnación, la locura de Alonso Quijano que lo convirtió en don Quijote de la Mancha hasta que la cordura regresó y finalizó el relato del Ingenioso Hidalgo. Alfonso Cortés se quedó atrapado para siempre, sin posibilidad de escape, por haberse adentrado en la poesía metafísica, oscura y misteriosa consecuencia de la vivencia existencial, a veces eran puras extravagancias de loco y en otras estaban llenas de profundidades filosóficas, era el espíritu abrasador de la poesía que atrapa sin contemplaciones cuando alguien se deja. Tal vez la incursión de su poesía en el subconsciente sea causa de su locura. Vivió en la poesía su tragedia como si fueran la misma cosa, ¿fue la poesía refugio en su tragedia? o ¿fue su tragedia la poesía?

 

Ernesto Cardenal afirma: “literatura y locura han sido una misma cosa en él”. Para Pablo Antonio Cuadra “es el primer poeta metafísico que produce Centroamérica” y para Jorge Eduardo Arellano lo es de América. El filósofo Alejandro Serrano Caldera dice que: “desde el fondo de su alma solitaria y enferma habían surgido meditaciones y preguntas graves, profundas, que expresaron su constante preocupación metafísica”.

 

Alfonso Cortés: periodista y poeta en la locura del amorTraigo a la memoria un célebre relato El alienista (1882), de Joaquín Machado: el Dr. Bacamarte pregonaba “la salud del alma”, por lo que metió a los locos en un asilo para estudiarlos. Cuatro meses después Casa Verde (el asilo) era un pueblo: “la locura, objeto de mis estudios, era hasta ahora una isla perdida en el océano de la razón, empiezo a sospechar que es un continente”.  “Ya no se sabía quién estaba sano, ni quién loco”. ¿Cuál era el criterio de locura? Hombres “juiciosos” fueron recluidos. Cuatro quintos de la población fueron encerrados. Concluyó que la verdadera doctrina era la opuesta. Se restablecía el orden, la razón y la verdadera teoría de la locura. Bracamonte encontró en él perfecto equilibrio mental y moral, poseía veracidad, vigor moral, todas las cualidades…”  Fue calificado “sin defectos, ni vicios, perfecto…”. Al confirmar que era distinto, “se recluyó en la Casa Verde”, porque loco es ser diferente, quien se comporta de manera distinta a lo que se asume cuerdo… Alfonso Cortés, siempre fue raro, diferente, cautivo en una elevada torre, muy cerca de Dios, más lejos de nosotros.

 

“Alma mía cautiva, ¿sueñas acaso,
si creo ver a aquella por quien ha escrito
Dios su inmenso poema, que al ir de paso
van cantando los astros en lo infinito?”.
Poema

 

Darío escribió (Melancolía):

“Ese es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de mi melancolía”.

 

El mal del amor o el amor del bien, la poesía del amor o el amor de la poesía, el poema es evasión, es sacrílego o es divino, he allí el dilema. No es que hay que volverse loco para hacer poesía, sino que al hacer poesía se corre el riesgo de quedarse dentro del espíritu poético que es un universo en el que volverse loco es ser poeta. En el poeta y en la poesía las palabras no significan lo que con limitación académica los diccionarios enuncian, el sentido de cada palabra no es su significado. Cada palabra crea una nueva realidad que no es material y que, a partir de un punto se expande como un Big bang poético inexplicable y sólo podremos decir como el maestro Zen a su discípulo mientras caminaban: “¿sientes los azahares del bosque? Ya no tengo nada más que enseñarte”. A la poesía la sientes o no la sientes, no hay nada más que decir.

 

“Una canta. Otra sueña. Otra confía
al tiempo errante su ilusión ilesa,
y en la sonrisa de las tres se expresa
la suprema verdad de la poesía”.
Las tres hermanas.

 

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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