Prólogo Oscar Araiza y la Mamanina

Esta narración es el testimonio del recuerdo y el propósito de hacer posible las cosas en cualquier época cuando la voluntad se impone según lo demuestra, en la serena madurez de la vida, su autor Oscar Araiza Castro (Los Monchis, Sinaloa, 1941), quien, superando la profesión y oficio administrativo-contable, nos muestra, desde la amena fluidez del texto, el temple del escritor que vale la pena leer para conocer esta historia de vida, tal y como se recuerda para contarla y no necesariamente como pudo ocurrir, reafirmando que “somos lo que recordamos”.

TREPANAR LA HISTORIA PARA EL COMPROMISO REVOLUCIONARIO

La Historia no se detiene

Aldo Díaz Lacayo (septiembre 2021).

 

El unico deber que tenemos con la historia es reescribirla

Oscar Wilde.

 

Por el majestuoso legado imperturbable de…

Ruben Dario Universal – BCIE inauguracion 16 marzo 2022

Más allá del nombre: ¿quién es Rubén Darío?
Comentario en la inauguración del nuevo edificio del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), Managua, 16.3.2022.

 

Un…

EL BARDO ETERNO: SUPERAR BARRERAS, CAMINO DE ÉXITO

Conferencia en la sesión especial de la Asamblea Nacional de Nicaragua en conmemoración del 155 aniversario del natalicio del poeta universal Rubén Darío, Ciudad Darío, martes 18 de enero de 2022.

ENTRE CENIZAS Y CALLES DE FICCION

El prolífero escritor de República Dominicana, ahora embajador de su país en Nicaragua, diplomático casual por la común intercepción entre literatura y diplomacia, Roberto Aníbal Marcallé Abreu (Santo Domingo, 1948) revela...

La persona detrás del libro – TARDES DEL DESIERTO – poemario de Lucía Orellana

Parte 1 de 2: Ahora… 

Antes leí, de la poeta chilena Lucía Orellana Cofré, Balcón flotante (poesía 2005) y El bosque de Hueñuibales (cuentos,…

REENCUENTRO CONSIGO MISMO

A Zayde Beatriz, aun no la he encontrado para estrecharle la mano, para abrazarla con gratitud, para percibir en la proximidad el ímpetu de su aliento y el calor sereno del entusiasmo con el que “sigue en su caminar, ya un poco más pausado”, pero sin duda, más preciso. Tuve la oportunidad encontrarla o ¿ella me encontró?, ¡que fortuna la mía! ¡nos encontramos!