CERCANÍA: Mujer
Más que evidente es,
aunque no se ha dicho
ni escrito,
que Adán ha preferido
quedar sin Paraíso
antes que perder su mujer.
Ella llevando estaba,
sobre el cuerpo un Edén florido,
el “fruto prohibido” guarda
en el centro de su hemisferio,
el sabor de su pulpa era
distinto a todos los otros,
habiendo sido probado,
nunca pudo ni quiso olvidarlo.
Mordió la carne jugosa
de un jocote tronador,
masticó, saboreó y tragó,
la textura fresca y porosa,
desde su cáscara amarilla-verde,
tiró la semilla chupada,
saciado del gusto
quedó el paladar,
para no irse nunca
y regresar siempre después.
Sintió sabor a almendra y níspero,
aguacate y mango, en su exacta madurez,
densa suavidad que se deshace,
deshilachados trozos y sabores mixtos:
suave, dulce, agrio y celeque tierno.
Descubrió su presencia erguida,
caminando; sus manos laboriosas,
haciendo, tocando, tocándose,
sacudiendo en su andar ligero
de sutiles caricias la aurora,
de cuerpo entero tendida, abierta,
rozando con su piel el éxtasis
y manando de ella silenciosa luz.