Desafíos de nuevos gobiernos en Centroamérica
En tres países centroamericanos inician nuevos gobiernos después de las elecciones generales que sus sistemas políticos y sociales fueron capaces de impulsar. Enfrentan, con distinta gravedad y particularidades, problemas comunes: pobreza, desigualdad, fragilidad institucional, corrupción pública y violencia delictiva. Centroamérica, a pesar de las dificultades, del pesimismo que privilegian algunos medios de comunicación y del sesgo con que ciertos grupos suelen deslegitimar, es mejor que hace tres décadas, cuando, después de Esquipulas, fue posible la paz y el incipiente funcionamiento democrático.
Es un reto impulsar la reforma fiscal, superar el carácter regresivo e incrementar la carga tributaria/PIB para fortalecer la capacidad estatal principalmente en salud, educación y seguridad ciudadana, pilares para el desarrollo, la convivencia y la paz social. Países pequeños, con limitados recursos, tienen que apostar más al potencial de su gente para generar riqueza.
En El Salvador, agobia la violencia delictiva, aunque han bajado los homicidios, las pandillas causan zozobra, la tasa de homicidios es una de las más altas del mundo, las extorsiones afectan los negocios y la vida cotidiana. El FMLN ganó, -bajo las reglas del sistema electoral-, por segunda vez, las elecciones generales, después que, cerradas las puertas de la lucha política, recurrió a las armas hasta el Acuerdo de Paz (1992). Es un desafío avanzar en democratizar la economía excluyente que privilegia a la oligarquía y a grupos económicos, la dolarización limita la capacidad de la política económica, el país depende de las remesas, recibe el efecto de las crisis recurrentes de Estados Unidos. En el último gobierno, hubo hechos esperanzadores para frenar la impunidad, se incriminó al expresidente Flores, prófugo de la justicia, quien recibió donación millonaria de Taiwán y la administró como “fondos personales”, entregándolos en “saquitos” a personas –aún desconocidas-, escudadas en el poder, para gozar los beneficios que eran para el pueblo salvadoreño.
En Costa Rica, asume un gobierno de centro, quizás con apoyo de la izquierda moderada; arrastra grandes expectativas sociales, lo que obliga a atenderlas con inmediatez o llevará, irremediablemente, a la frustración política y social. Aunque el país ha tenido paz duradera y el mejor índice de desarrollo humano en la Región, se ha estancado en la pobreza y la desigualdad, los efectos políticos, sociales y económicos de la revolución (1948) se han agotado, la sociedad demanda cambios acordes a las necesidades contemporáneas, que superen la paralización económico-social. A pesar de la “estabilidad institucional” y el potencial humano, la inefectiva gestión pública, la corrupción, la pérdida de credibilidad en el sistema político y la desconfianza social, han deteriorado la gobernanza, incrementado la inseguridad ciudadana –afortunadamente mejorada- y reducido las oportunidades de los jóvenes. La sociedad demanda más, no está satisfecha con la manera de gestionar la cosa pública, se desacreditan las prácticas de la política tradicional, hay desencanto y la nueva administración, avalada contundentemente con el voto popular, despierta grandes esperanzas.
Panamá, tiene la oportunidad de abordar, desde un gobierno de centro-derecha moderada, la corrupción pública y privada, retomar la responsabilidad social del crecimiento económico, que, aunque registró durante los últimos años el mayor incremento anual del PIB y redujo el desempleo, no transfirió con equidad los beneficios de la riqueza a los sectores vulnerables. Conviven con las majestuosas obras de ampliación del Canal, la construcción del primer metro de Centroamérica y la proliferación de edificaciones, la miseria y la exclusión de amplios sectores. El dinero lícito, especulativo e ilícito fluye en las finanzas del país que fue víctima de la invasión norteamericana; requiere perfilar una identidad histórica, cultural y social propia, con frecuencia diluida en lo global y la injerencia política-comercial.
Las oportunidades de desarrollo democrático se han frustrado por tres factores principales: por la intervención extranjera, por la incapacidad de los grupos nacionales de construir consensos de largo plazo y por la corrupción pública y privada que frustran los beneficios para el interés común.
Tres gobiernos comienzan en tiempos similares, en pequeños países, poco visibles en el escenario mundial, en una Región donde es urgente la efectiva integración y la superación de las diferencias entre los vecinos, para enfrentar los problemas comunes y particulares, atender las expectativas ciudadanas, más que de sus electores, ojalá sea posible y el poder no contamine el propósito verdadero de la gestión para el bien común.