LA GENERACIÓN TRANSITORIA: ¿QUÉ APRENDEMOS? ¿QUÉ QUEDA?
Reflexiones

HACIA LO FUNDAMENTAL: ser feliz y hacer lo correcto.

on
September 12, 2019

12 de septiembre de 2019, Plovdiv,

Capital Europea de la Cultura 2019,

Bulgaria

HACIA LO FUNDAMENTAL

En saludo a:

fray Uriel Molina Oliú, o.f.m.

sacerdote franciscano.

A medida que se avanza en la madurez personal (no depende de edad, filiación, sexo, nacionalidad, ni estatus socioeconómico), las preocupaciones, prioridades o fundamentos de la vida (breve en tiempo y limitada en espacio), se simplifican y aclaran. Es posible (según cada quien), que quedarán muy pocas, quizás dos, inseparables una de otra, como caras de una moneda, en un círculo vinculante de causa y efecto, consecuencia y origen, y viceversa: ser feliz, y hacer lo correcto.

1.- Lo primero: “ser feliz”, como propósito y razón de existir, como proceso, quizás inagotable. No comparto que la vida “es dolor” y “es para sufrir”, -en todo caso ello será desviación del propósito-; ni el refrán: “Dios hizo el trabajo como castigo”, y muchas otras, que presentan la imagen de un dios castigador y vengativo, que algunas creencias religiosas y tradiciones populares fomentan. Ser feliz es inseparable al amor, es consecuencia del Amor, está en la esencia del cristianismo primitivo, del Islam, del budismo, de la ciencia ética. Es el camino: vivir el presente con dedicación y esperanza, en la inagotable búsqueda personal, que encuentra y sigue buscando, con serenidad y en paz.

Para fray Uriel Molina Oliú (Matagalpa, 1932): “la paz se encuentra cuando uno la desea y la transmite” (julio 2019). La paz interior, -estado de quietud y calma-, es donde se hace posible la felicidad; y la paz social, es la prevalencia del “bien común”.

En cada uno, -aunque habrá condiciones comunes-, ser feliz puede tener distinta forma o manera; encontrarla es el reto u obligación que cada quien debe emprender. No es lineal, la vida tiene altos y bajos que marcan la existencia. ¿Hacer posible los sueños? Postergarlo, evadirlo o ignorarlo, tiene consecuencias; asumirlo, tiene costos. Normalmente estará en la simplicidad y lo cotidiano, en la práctica y emprender, en el silencio y la soledad, -en sentido íntimo, reconfortante y profundo-. El bullicio, la multitud, el practicismo hiperactivo, desenfocan y perturban, agotan. El tiempo se irá y de repente te darás cuenta que “olvidaste ser feliz”.

Llegaremos a un punto que dependeremos menos de otros, de determinadas circunstancias inexistentes o cambiantes, variables ajenas a nosotros que no deberían limitar o impedir el propósito de ser feliz, no depositar en ellas la determinación de dicho propósito. Es necesario aprende a subordinar el fin fundamental a lo que está en nuestras manos determinar.

Cada cultura, época y sistema socioeconómico o religioso transmite algunos parámetros de lo que considera ser feliz. También imponen criterios de autoridad y sometimiento, fronteras, diferencias y discriminaciones, esquemas para percibir, analizar e interpretar el entorno, lo que lleva a obviar o no ver algunos hechos, a no percibir ciertas circunstancias, a limitar el ángulo de visión.

Peter Singer (Australia, 1946) escribe: “quizás con el tiempo se pruebe que todas las diferencias importantes son ambientales y no genéticas”. Se influye en señalar cuáles son los criterios de éxito y fracaso, de inclusión y exclusión. Actualmente, en la era tecnológica y de consumismo, en la globalización capitalista decadente, se producen distorsiones que contaminan el criterio de “felicidad”, generando vacíos y carencias, ansiedad y depresión, trastocando relaciones familiares y de amistad, limitando la comunicación directa y afectiva y diluyendo la identidad y los valores de origen y principales, por lo líquido, temporal y virtual.

La prioridad que se simplifica en la madurez da libertad, satisfacción y oportunidad de ser mejor para uno y para los demás. Somos la medida de nuestra propia superación el primer y principal obstáculo a vencer. ¿Venceremos?

La felicidad no es una situación o estado egoísta, es imposible sin considerar el vínculo social del que somos parte por naturaleza, de tal manera que la felicidad en nosotros se proyectará en el entorno inmediato, influirá en otros, será compromiso, compasión, solidaridad y caridad. Esto nos lleva al otro punto.

2.- Lo segundo: “hacer lo correcto”. ¿Cuál es el parámetro de lo correcto o incorrecto? ¿Las consecuencias de hacer o dejar de hacer? Aquí hay premisas a considerar: necesidad de educación e información para valorar opciones distintas, para ampliar el ámbito de visión, para discriminar entre un acto u otro, y, la naturaleza de los prejuicios que limitan el conocimiento, la razón y la evidencia, que confunden la intuición, que restringen el acceso a la “verdad” -siempre relativa, parcial y cambiante-.

Comparto la afirmación de Singer: “mis propios intereses no pueden simplemente, porque son los míos, contar más que los intereses de cualquiera”, esto es un pensamiento ético sustantivo, que es lo dicho por Moisés y actualizado por Jesús: “amar al prójimo como a ti mismo”, o cuando el Evangelio anuncia: “un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Juan 13:34).  El Dalai Lama expresa: “Nuestro principal propósito es ayudar a otros. Y si no puedes ayudar al menos no les hagas daño”.

El sacerdote franciscano Mauro Iacomelli o.f.m. (Viterbo, Florencia, 1938), ante la cuestión de qué es lo bueno y qué lo malo, respondía con brevedad lo que es un aprendizaje básico: “bueno es lo que hace bien y no daña ni provoca dolor a nadie; malo es lo que daña a otros o a uno mismo, en el presente o futuro”. O, pudiendo hacer bien no se hace. Muy simple.  Adicionalmente: “La libertad consiste en poder hacer todo lo que no daña a otro”, escribió en la Edad Media Alfonso X, el Sabio. No es sólo un decálogo o código, no es una norma rígida y abundante, sino un principio general asumido como criterio según cada momento y circunstancia, visto como estilo de vida mejora nuestra capacidad de discernir, orienta al “libre albedrío”, abre la oportunidad de recorrer el camino hacia la auténtica felicidad.

Para discernir se necesita limpieza mental y emocional. La menos contaminación posible en el  mundo contemporáneo que satura con información y desinformación, que suele manipular para fines e intereses diversos comerciales y políticos, para condicionar los comportamientos sociales y bloquear la posibilidad de decisiones conscientes. Bajo la influencia de odio y resentimiento, de euforia, miedo, inseguridad, dolor o pasiones de cualquier tipo, la razón estará limitada y las emociones impulsivas e instintivas impondrán pensamientos-acciones con gran probabilidad de error: no haremos lo correcto, dañaremos a otros y a nosotros mismos.

Produce satisfacción cumplir la obligación, asumir un deber, obtener un resultado, alcanzar una meta, lograr un propósito, ayudar a otros, lograr un aprendizaje, superar un obstáculo, concebir una idea o proyecto, identificar la misión, percibir una visión, compartir, enseñar, construir, cambiar, avanzar, superarse, ser reconocido, integrado, amado, amar, ser instrumento de paz… Dicha satisfacción, cuando es sana, limpia en intención y acción -cuando es buena- , llevará a resultados positivos, nos permite aproximarnos a la felicidad.

Como seres humanos somos, no solo producto de la evolución biológica sino también social y cultural. Copiamos y reproducimos de nuestra familia, comunidad y sociedad, del tiempo que vivimos, información diversa, esquemas de pensamiento y emociones, estilos de vida y paradigmas que condicionarán gran parte de nuestras ideas, emociones y actos. Aunque siempre tendremos, a medida que somos conscientes -obligación que no podemos eludir-, la oportunidad, a veces limitada-, de tomar nuestras decisiones y rectificar, dejando de culpar a otros, al pasado, a nuestros antecesores o múltiples factores externos para “tomar el toro por los cuernos”, como afirma el refrán. No hay nadie a quien culpar, porque no hay culpables, solo dificultades, riesgos, retos y oportunidades, aprendizajes tardíos y rezagados.

Así que, tratemos de ser  felices y hagamos lo correcto por convicción, allí radican las grandes satisfacciones de la vida. Intento lograrlo y lo percibo en el camino que recorro, es la madurez que aprecio y que da la oportunidad de alcanzarla si busco y trabajo por ello, comprometido, con esperanza, persistencia y serenidad.

Paz y bien

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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