Prevención responsable, proporcional y sostenible frente a pandemia de Coronavirus.
Martes 24 de marzo de 2020, en el 40 aniversario del martirio del Santo de América Oscar Romero.
“La perturbación emocional no es creada por las situaciones,
sino por las interpretaciones que le damos a esas situaciones”.
Albert Ellis (sicólogo, USA, 1913-2007)
Para las personas de buena voluntad:
1- El virus Covid-19 es un nuevo (o desconocido hasta ahora) habitante del planeta Tierra que llegó para quedarse y con el que los humanos tendremos que lidiar de manera inteligente y paciente, mientras la ciencia investiga y descubre la vacuna y el tratamiento que lo evita, elimina, reduce o asimila los daños en nuestro sistema biológico, el que después se volverá inmune y resultará fortalecido.
2- Lo comprendamos o no, los virus y bacterias son parte del equilibrio natural y del larguísimo, inentendible e inconcluso proceso evolutivo que nos crea, transforma y fortalece, por el soplo del Dios de amor que siempre, aunque lo ignoremos, está con nosotros.
3- Ningún virus-bacteria se desarrolla ni nos hará daño, si somos responsables en nuestros actos y hábitos (sexo, higiene, alimentos, estrés, etc.) y si el sistema inmunológico está en equilibrio, es fuerte, lo que se logra con una actitud positiva, con serenidad y promoviendo (como individuos y sociedad) la salud preventiva más que curativa, alimentos naturales, mente sana en cuerpo sano, solidaridad y vida activa, no sedentaria.
4- El pánico, psicosis o terror (que contamina, desestabiliza, enferma, desespera, embrutece e inmoviliza) difundido a través de redes sociales con desinformación y manipulación, y por la saturación informativa actual mundial (oficial y no oficial), no es producido por el virus, sino por la desconfianza y la manera mal intencionada o ingenua, irracional, desesperada y apresurada de “abordar lo nuevo o desconocido”, con la prevalencia de un sistema de salud global en donde prevalecen prácticas egoístas, excluyentes y mercantiles, con énfasis “curativo”, tratamiento de “enfermedades” y no preventivo, ni de atención primaria, cercana y educativa y por la convivencia afectiva para preservar y fortalecer la salud, “el placer más importante”, decía Tomás Moro. Así como en las tragedias puede brotar lo peor del ser humano, Aristóteles reconoce que “en las adversidades sale a luz la virtud”.
5- Toda medida, respuesta o acción humana-social-institucional frente a un riesgo o amenaza, infracción, daño o error, beneficio, mérito o éxito, debe ser, como principio general que asumen las ciencias, las normas administrativas y jurídicas, y el sentido común (lo razonable), requiere considerar tres criterios inseparables: proporcional, congruente y oportuna. Por ejemplo: i) frente a un delito menor de hurto, la sanción penal debe ser baja; ii) ante una enfermedad el médico valora el riesgo del paciente, de tal forma que, como dice el refrán, “no sea peor el remedio que la enfermedad”. Lo congruente se vincula a la pertinencia y lo oportuno al momento propicio para hacer algo o no, en la magnitud o intensidad correspondiente.
6- Frente a la pandemia que se expande en los países, las naciones han implementado, según su derecho soberano, medidas diversas, según su realidad y la manera cómo interpretan el fenómeno, a partir de considerar las recomendaciones técnicas de organismos especializados (OPS-OMS, otros) y las propias. Algunos han asumido medidas extremas, a veces presionados por circunstancias políticas o frente a la incertidumbre que los sorprendió, como cerrar las fronteras y paralizar de manera radical el país. Eso podría parecer lógico a simple vista, pero cae en el error de no considerar que el virus “ha llegado para quedarse” y que decisiones de ese tipo son insostenibles en el tiempo. Por otro lado, al cerrar las fronteras (y no solo agudizar los controles epidemiológicos) obvian que estas solo representan un limitado espacio (puntos oficiales) de acceso de una extensa franja que puede medir cienes de kilómetros y a través de las cuales muchos, sin ningún control migratorio ni sanitario, pasarán si necesitan hacerlo.
7- En los años noventa, cuando Europa discutía la eliminación de los puestos fronterizos de control entre los países de la Unión, hubo algunas preocupaciones por el riesgo del paso de la delincuencia, del crimen organizado y de las mercancías prohibidas, lo que fue desvanecido con un breve y contundente argumento del entonces Ministro de Seguridad de Alemania: “¿Cuál es el lugar más conocido de control y por el que, si hay algo ilícito podría ser detectado? ¡los puestos fronterizos! por lo tanto, el control efectivo contra el crimen debe ser inteligente, en los lugares donde menos se espera ser controlado”. En el caso del virus, parece que los más sensato es facilitar e incentivar el paso por los puestos fronterizos formales para que la gente se someta allí al control epidemiológico preventivo y las entidades competentes realicen monitoreo sobre la situación del viajero afectado, sospechoso o en riesgo.
8- Frente al Covid-19, -aunque nos parezca raro-, el nuevo cohabitante identificado del planeta, por el momento, las únicas medidas sostenibles en el largo plazo, de manera responsable y racionales, asumidas con serenidad y compromiso parecen ser, entre otras: i) educar a todas las personas para la salud y la higiene, ii) mejorar la comunicación social para la prevención, iii) fortalecer la atención primaria, cercana y comunitaria del sistema de salud, iv) asumir una actitud responsable frente a los síntomas, para cuidarnos nosotros y no afectar a otros, v) agudizar el control epidemiológico en los puestos fronterizos, vi) administrar el acceso y concentración de personas en espacios públicos (principalmente cerrados) con medidas sanitarias pertinentes, vii) crear capacidad hospitalaria para atender como se debe a los afectados críticos, y viii) observar y cuidar de manera especial a los grupos vulnerables, personas mayores y enfermos crónicos.
9- Frente a las diversas crisis personales y sociales, los individuos, las organizaciones y las naciones, deben tratar de valorarlas con serenidad para enfrentarlas y superarlas. Una crisis puede ser vista como una oportunidad para mejorar y aprender. La vida sigue, la sociedad, las empresas y el Estado requieren seguir funcionando y avanzar por el bienestar personal y el bien común. Paralizar y enclaustrar, impedir la actividad cotidiana de las personas (laboral, religiosa, cultural, social) frente a un fenómeno de largo plazo, causará un gran desgaste, mayores daños personales, sociales, económicos y afectación a la salud personal y colectiva. ¿Cuántas enfermedades físicas y psicológicas se han despertado en el mundo por el miedo y la paralización? ¿Cuántos miles han fallecido –no afectados por el virus- del corazón, por derrame cerebral, diabetes, cáncer y otros males exacerbados por esta inusual circunstancia? ¿Cuántos desequilibrios sico-emocionales se agravaron, se manifestaron o están por manifestarse en los habitantes del planeta sacudido por la paranoia? Cicerón dice: “Hay enfermedades del alma más perniciosas que las del cuerpo”.
10- Si las autoridades, los líderes políticos, religiosos, empresarios, académicos, comunicadores, ciudadanos, creyentes y no creyentes, pensamos, nos expresamos y actuamos con serenidad y sin excesos, evitamos la especulación mal intencionada y asumimos con buena voluntad un compromiso de servicio por el bien de la humanidad, de país y por nosotros mismos, venceremos la adversidad. El poeta francés Víctor Hugo escribió: “Todo saneamiento comienza por un amplio abrir ventanas. Abramos las inteligencias de par en par. Ventilemos las almas”.
En esta segunda década del siglo XXI estamos en mejores condiciones que en el pasado. El riesgo pasará o disminuirá, aprenderemos unidos, con fe en Dios, con la esperanza firme de que “un mundo mejor es posible”.
Paz y Bien.