Hechos vitales, búsqueda y encuentro…
Cuando un hombre descubre sus faltas, Dios las cubre. Cuando las esconde,
Dios las descubre. Cuando las reconoce, Dios las olvida.
Agustín de Hipona (354 – 430).
“ ¿Lo sientes? – Si –contestó el discípulo-, no tengo nada más que enseñarte , – concluyó el maestro del Budismo Zen- ”. El discípulo caminaba detrás de él en la montaña, le pedía insistente que le enseñara lo que debe aprender, el maestro, después de guardar silencio, le instó a respirar con profundidad para que sintiera el aroma de los azahares del bosque … ¿Cómo ¿explicar a alguien el olor de una flor, la melodía del violín, la sensación del atardecer, el placer del amor o el sentido del amor? Si no lo experimentantas, si no lo sientes, si no lo aproximas al menos por analogías insuficientes, será imposible.
Al concluir la lectura del libro Hechos vitales. En diálogo con María Soledad (226 pp. – 2021-), testimonio biográfico de Raúl Obregón Morales (Managua, 1947), mejor conocido por su dedicación profesional como “el señor de las encuestas”, queda el sabor desgarrante y liberador de descubrirse a sí mismo. En una de sus obras, el escritor alemán Günter Grass (1927-2015), Premio Nobel de Literatura 1999, Pelando la cebolla (2006), tiene, al igual que esta, como extraordinario ejercicio de la memoria, dos connotaciones. La primera, lo que reconoce el latinoamericano Gabriel García Márquez (1927-2014), las cosas se cuentan tal y como se recuerdan –y sienten-, no importa cómo ocurrió en realidad ( Vivir para contarla, 2002), y lo segundo, a medida que se desnuda la vida, se despoja de las vestiduras que cubren las apariencias, se identifican lo que el autor llama “hechos vitales”, cuando se va quitando poco a poco cada capa de una cebolla , confesándose ante uno y ante todos, lo que, en consecuencia, llevará a soltar junto al texto, el llanto. Se requiere valor para contar, superar el principal obstáculo: uno mismo. Es la historia, el testimonio, la novela o como quieran llamarla que llevamos dentro y que demanda, necesita, exige salir …
El relato del libro lleva a otras reflexiones:
El filósofo materialista y profesor francés André Comte-Sponville (1952), comenta en uno de sus ensayos que quien diga que “puede demostrar que Dios existe”, es un mentiroso, y quien afirme lo contrario, que “puede demostrar que Dios no existe ”, También es mentiroso, porque ello no es un simple problema de la razón, sino de intuición, creer en Dios es un asunto de fe, se siente o no se siente. En realidad, quien crea, encontrará las razones-argumentos-justificaciones para seguir creyendo y quien no crea, también sabrá tenerlas, si quiere, para no creer.
Aunque es aceptado afirmar que el entorno sociocultural en que se nace, crece y vive determina mucho de nuestro comportamiento y manera de pensar, no podemos negar que podríamos estar en un entorno cristiano y ser influidos por una manera “cristiana” –culturalmente hablando- de vivir, pero esto no quiere decir que hayamos sentido y aceptado la experiencia de Dios, en la forma que únicamente cada uno puede ser capaz de percibir, y va más allá de ritos y dogmas. Siempre estará en nosotros la libertad de atender a quien golpea nuestra puerta, de abrirla o mantenerla cerrada.
En general no se puede deducir que la erudición académica, doctrinal, filosófica o teológica dará el “conocimiento de Dios”, entendido ello como la experiencia personal e inexplicable ante lo que llamamos Dios. Es posible que el estudio profundo te lleve a un alto nivel de información, múltiples referencias conceptuales y complejas elaboraciones dogmáticas, a desarrollar una alta capacidad de valoración y análisis oral y escrito, pero no necesariamente a la experimentación directa y personal que, de alguna forma , es consecuencia de la búsqueda sincera, la buena voluntad y el misterio de “lo que no sabemos y apenas sospechamos” que, -cada día me convenzo más-, radica en la simplicidad cotidiana. Es algo así como El hombre en busca del sentido(1946) que escribió el siquiatra austríaco Viktor Frankl (1905-1997). No importa dónde y cómo, si buscas, aunque no sepas qué, tendrás un sentido y tarde o temprano, “en su momento oportuno”, encontrarás. De cierta forma es también la metáfora que encierra el relato de mi novela Encuentro (2015).
El académico, filósofo y periodista francés Andrè Frossard (1915-1995), hijo de uno de los fundadores y primer secretario general del Partido Comunista Francés, educado en el ateísmo militante, nunca, durante su niñez y adolescencia tuvo la oportunidad que alguien le hablara de Dios ni de leer ninguna referencia al respecto, sin embargo, cuenta en el libro Dios existe, yo lo he found(1969), que a los veinte años, de manera sorprendente, mientras esperaba un amigo que se atrasó en llegar a la cita concertada, al ver abierta una capilla del Barrio Latino en París, entró sin pensarlo, vio una luz encendida en el altar, y según reconoce, “entré ateo y salí, cinco minutos después, creyente”. Esta repentina conversión lo llevó a experimentar el sentido de Dios y de la fe, unos meses después se bautizó católico (1935). Pablo, sorprendentemente, de feroz perseguidor de los primeros cristianos, se convirtió de manera accidental en el comprometido Apóstol de los gentiles que abrió las puertas de la Buena Nueva a los no judíos. Todo esto para que, por el testimonio de la vida real, según diría Francisco de Asís, “ser el Evangelio que muchos podrán leer”.
Raúl emprendió los riesgosa aventura de escribir sus memorias contándole a María Soledad (su cuñada, Qdep), con quien se reconoce unido por “amor filial” desde la infancia. Aunque el autor estudió en un colegio católico y ha vivido en este contexto, sin haber experimento aquello que requiere sentirse y no se explica, se refugió, primero en el alcohol y después en el trabajo, fue marcado temprano por la partida de su madre que dejó en el niño de nueve años pérdida de sentido, inseguridad, vacío de afecto, tristeza y soledad: “Quienes hemos vivido duelos sabemos que estos son momentos en que quisiéramos que le mundo se paralizara, y nos negamos a aceptar lo que es una realidad … ”. Allí siguió recorriendo el accidentado camino de una existencia vivida y ahora contada … De éxitos profesionales y carencias fundamentales, de tropiezos, recaídas y avances, de obstáculos, incertidumbres y esperanzas … Entre el tiempo perdido, la cotidianidad absorbente, la familia, el pánico, las contaminaciones adictivas y “la incapacidad espiritual y emocional de enfrentar el dolor”, hasta que, en esa búsqueda incansable encontró, después de “un grito desesperado”. – a quien buscaba, entonces llegó, desde una visión personal, -como la luz repentina que en la noche se enciende-, despojado de la inútil carga acumulada: la sanación y la paz interior, oportunidad para una vida nueva … No hay precisa para pensarlo ni decirlo desde nuestra imperfección y limitada existencia humana que nos es común … Aquí, como un acto de valentía, uno más se atreve a contarlo … Reconoce que: “Simplemente soy un ser humano que Jesús ha compadecido ”. incertidumbres y esperanzas … Entre el tiempo perdido, la cotidianidad absorbente, la familia, el pánico, las contaminaciones adictivas y “la incapacidad espiritual y emocional de enfrentar el dolor”, hasta que, en esa búsqueda incansable encontró, después de “un grito desesperado ”- ¿o por fin lo encontraron? – a quien buscaba, entonces llegó, desde una visión personal, -como la luz repentina que en la noche se enciende-, despojado de la inútil carga acumulada: la sanación y la paz interior, oportunidad para una vida nueva … No hay precisa para pensarlo ni decirlo desde nuestra imperfección y limitada existencia humana que nos es común … Aquí, como un acto de valentía, uno más se atreve a contarlo … Reconoce que: “Simplemente soy un ser humano que Jesús ha compadecido ”. incertidumbres y esperanzas … Entre el tiempo perdido, la cotidianidad absorbente, la familia, el pánico, las contaminaciones adictivas y “la incapacidad espiritual y emocional de enfrentar el dolor”, hasta que, en esa búsqueda incansable encontró, después de “un grito desesperado ”- ¿o por fin lo encontraron? – a quien buscaba, entonces llegó, desde una visión personal, -como la luz repentina que en la noche se enciende-, despojado de la inútil carga acumulada: la sanación y la paz interior, oportunidad para una vida nueva … No hay precisa para pensarlo ni decirlo desde nuestra imperfección y limitada existencia humana que nos es común … Aquí, como un acto de valentía, uno más se atreve a contarlo … Reconoce que: “Simplemente soy un ser humano que Jesús ha compadecido ”. la cotidianidad absorbente, la familia, el pánico, las contaminaciones adictivas y “la incapacidad espiritual y emocional de enfrentar el dolor”, hasta que, en esa búsqueda incansable encontró, después de “un grito desesperado” – ¿o por fin lo encontró? – a quien buscaba, entonces llegó, desde una visión personal, -como la luz repentina que en la noche se enciende-, despojado de la inútil carga acumulada: la sanación y la paz interior, oportunidad para una vida nueva … No hay precisa para pensarlo ni decirlo desde nuestra imperfección y limitada existencia humana que nos es común … Aquí, como un acto de valentía, uno más se atreve a contarlo … Reconoce que: “Simplemente soy un ser humano que Jesús ha compadecido ”. la cotidianidad absorbente, la familia, el pánico, las contaminaciones adictivas y “la incapacidad espiritual y emocional de enfrentar el dolor”, hasta que, en esa búsqueda incansable encontró, después de “un grito desesperado” – ¿o por fin lo encontró? – a quien buscaba, entonces llegó, desde una visión personal, -como la luz repentina que en la noche se enciende-, despojado de la inútil carga acumulada: la sanación y la paz interior, oportunidad para una vida nueva … No hay precisa para pensarlo ni decirlo desde nuestra imperfección y limitada existencia humana que nos es común … Aquí, como un acto de valentía, uno más se atreve a contarlo … Reconoce que: “Simplemente soy un ser humano que Jesús ha compadecido ”. hasta que, en esa búsqueda incansable encontró, de “un grito desesperado”. – a quien buscaba, entonces llegó, desde una visión personal, -como la luz repentina que en la noche se enciende-, despojado de la inútil carga acumulada: la sanación y la paz interior, oportunidad para una vida nueva … No hay precisa para pensarlo ni decirlo desde nuestra imperfección y limitada existencia humana que nos es común … Aquí, como un acto de valentía, uno más se atreve a contarlo … Reconoce que: “Simplemente soy un ser humano que Jesús ha compadecido ”. hasta que, en esa búsqueda incansable encontró, de “un grito desesperado”. – a quien buscaba, entonces llegó, desde una visión personal, -como la luz repentina que en la noche se enciende-, despojado de la inútil carga acumulada: la sanación y la paz interior, oportunidad para una vida nueva … No hay precisa para pensarlo ni decirlo desde nuestra imperfección y limitada existencia humana que nos es común … Aquí, como un acto de valentía, uno más se atreve a contarlo … Reconoce que: “Simplemente soy un ser humano que Jesús ha compadecido ”.
Así mar.
Cesar Espinoza
Excelente