IMPAGADA Y ENORME DEUDA DE AGRESIÓN
¡Cese la violación al derecho internacional!
¿Quién es el estado agresor?
Managua, Nicaragua, 4 de julio de 2023.
Día de Independencia de los Estados Unidos de América 1776.
A 500 años del inicio de la Resistencia indígena contra la invasión colonial de España: abril 1523 – 2023.
A 200 años de la 1ra. Revolución popular, anti oligarca y antiimperialista: 16 enero 1823 – 2023.
A 200 años de la Independencia Absoluta de Centroamérica: 1 julio 1823 – 2023.
A 44 años del triunfo de la Revolución Popular Sandinista: 19 julio 1979 – 2023.
En memoria: Paul Oquist Kelley
(Illinois, 1942 – Managua, 2021).
Desde el siglo pasado, entre 1912 y 2023, desde cuando Estados Unidos como nación imperialista, expansionista e invasora, previo a la I Guerra Mundial (1914-18), después de la guerra con España (1898) y de asumir “los derechos a perpetuidad” del canal de la recién creada república de Panamá (1903), es demostrable el incalculable daño humano, moral e histórico contra Nicaragua por la sistemática agresión norteamericana; es enorme la destrucción material y el perjuicio económico ocasionado con alevosía criminal y perversa, directa o indirecta, afectando el desarrollo y el bien común, al utilizar la brutal superioridad económica, militar y tecnológica, al manipular con descaro su influencia política, internacional y mediática contra la pequeña nación de Centro América.
¿Quién es el estado agresor? ¿Quién ha actuado en abierta violación al derecho internacional y humanitario durante esos últimos 111 años? ¿Qué nación soberana, foro internacional u organización sensata se atreve a desconocer la contundente verdad cuyas evidencias abundan y la magnitud del daño debería abrumar y avergonzar al pueblo norteamericano y al mundo? ¿Por qué la continuidad de una práctica abusiva, ilegítima e inhumana contra naciones independientes, contra pueblos que asumen con dignidad el derecho a la paz, la autodeterminación y la solidaridad?
La sentencia de la Corte Internacional de Justicia (La Haya, 27 de junio, 1986) instituye un contundente precedente: Nicaragua, acogiéndose al derecho, recurrió al máximo tribunal quien comprobó la afectación por la potencia del norte entre 1981 y 1986 cuando sufrió múltiples agresiones: financió y armó a la contrarrevolución, bloqueó la economía, bombardeó y minó los puertos y otros ilícitos. Decenas de miles de vidas fueron truncadas, dejaron multitud de lisiados y huérfanos, la destrucción material y social lesionó la esperanza, la paz y la prosperidad.
El Estado y pueblo nicaragüense son víctimas, y EE.UU. es el impune agresor que continúa agrediendo, a pesar de estar obligado “a cesar y abstenerse de todos aquellos actos que puedan constituir violaciones a las obligaciones jurídicas indicadas” (Caso 1986, I.C.J. 14; punto 5), y “Los Estados Unidos de América están en la obligación de indemnizar a la República de Nicaragua por todos los daños causados a Nicaragua por las violaciones de las obligaciones de conformidad con el Derecho Internacional consuetudinario” (punto 13). Quedó demostrado que, “al entrenar, armar, equipar, financiar y abastecer a las fuerzas de la contra o de otra manera alentar, apoyar y ayudar en la ejecución de actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua, ha actuado, contra la República de Nicaragua, en violación de su obligación según el derecho internacional consuetudinario de no intervenir en los asuntos de otro Estado” (punto 3). Sus actos, legal y moralmente obligan a indemnizar, no como caridad ni “generosa donación”, sino por responsabilidad y deber jurídico ante la consecuencia de brutales y arbitrarias acciones, destructivas y crueles de antes, las enumeradas en la histórica resolución internacional, y las que ha continuado haciendo contra esta nación soberana que exige con dignidad el derecho a preservar su independencia y autodeterminación.
Nicaragua no agrede y nunca ha agredido a Estados Unidos, Nicaragua ha sido agredida, y sigue siendo agredida por Estados Unidos, por sus aliados externos e internos. El falaz argumento presentado ante La Haya con el que pretendía justificar actividades militares y paramilitares contra Nicaragua al decir que “actuaban por la autodefensa colectiva”, fue rechazado de manera contundente por el tribunal. El Estado de Nicaragua es quien se ha defendido y se defiende con lícitos instrumentos institucionales, jurídicos, sociales, económicos y políticos, que, en medio de sus limitaciones, ejerce con valentía a pesar que su voz pretende ser silenciada por la abrumadora maquinaria de la desinformación que el estado agresor articula.
Nicaragua, por las sistemáticas agresiones, es una nación forjada en la lucha, capaz de resistir con dignidad inclaudicable, en palabras de Gregorio Selser y refrendado por autores como John Wallace, Michel Gobat o Max Paul Friedman, es el país más agredido, amenazado, vigilado, intervenido y con las marcas más profundas debido a las intromisiones de EE.UU. El escritor colombiano Hernando Calvo, argumenta que Nicaragua no solo ha sido el más agredido por Estados Unidos sino también el espacio en el que han ensayado todas sus formas de agresión. Aquí experimentaron: invasión directa, ocupación militar, uso de mercenarios, bombardeos aéreos (los primeros en 1927: feb., Chinandega; julio, Ocotal), descompusieron a la clase política, crearon a la Guardia, a Somoza y a la Dictadura, guerra de agresión, operaciones psicológicas en guerra de guerrillas, maniobras encubiertas, bombardeo y minado de puertos, bloqueo económico, embargo comercial, maniobras corruptas para financiar a la contra, feroces campañas de desinformación y manipulación, uso de medios convencionales y virtuales, utilización de organizaciones empresariales, sociales, religiosas y políticas para desestabilizar, golpe de estado suave, uso de organismos internacionales económicos y políticos para agredir, creación de escenarios ficticios para imponer falsas verdades y justificar lo injustificable… Nixon reconoció (2006): “somos un imperio, y cuando actuamos estamos creando una nueva realidad”. Mario Barquero argumenta: “El injerencismo estadounidense no se limita a fomentar, participar, financiar guerras, también es un adalid en promover golpes de estado y apoyar sanguinarias dictaduras” (2019).
La historia es testigo de la agresión permanente y la invasión extranjera constante: española, británica y norteamericana. Han visto con insaciable apetito la privilegiada posición geográfica de Nicaragua, su riqueza natural y el canal interoceánico. Esa oportunidad potencial ha sido propósito de dominación. Desde el desencuentro de Nicarao con Gil González, pasando por la intrusión imperial mexicana de Iturbide (1822), la ruta del Tránsito y la incursión esclavista de EE.UU., hasta la presencia militar norteamericana que, entre 1912 y 1933 asumió control militar, político y económico, impuso el tratado Chamorro Bryan, una especie de protectorado, creó, como engendros de intervención, a la Guardia, a Anastasio Somoza y a la Dictadura, nueva forma de injerencia y dependencia. Desde 1912 hasta 1979, durante siete décadas, el poderío americano dominó el país y obligó, a la rebelión de Zeledón, precursor antiimperialista y a la patriótica resistencia de Sandino, Padre de la Lucha Antiimperialista, a la lucha por la liberación nacional hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista.
Después, en la voluntad imperial de agresión, vino la guerra contrarrevolucionaria y en consecuencia la defensa de la revolución. En la segunda etapa de la revolución desde la victoria electoral de 2006, por la restauración de derechos y la soberanía para retomar el camino de solidaridad y autodeterminación, que, ante la decisión nacional de avanzar en la aspiración del canal interoceánico (junio 2013), agudizaron la desestabilización y desinformación que desembocaron en el fallido golpe de estado; continuaron con otras maniobras de agresión, sanciones y amenazas, que muestran la prepotencia imperial por someter, rendir y doblegar, comprar y atemorizar a los pueblos que deciden asumir un rumbo soberano.
En dos décadas de presencia militar directa en Nicaragua, cuando EE.UU. instaló unos 5 mil marinos (1927), desplegó la mayor fuerza militar en América Latina, ocupó plazas, ferrocarril y puertos, ancló barcos en las costas, dispuso de 18 medios aéreos, la mayor aviación de Centroamérica. Además del impagable daño humano, ¿cuál fue el daño económico y material durante la ocupación?
¿Cuál el costo de imponer a la Guardia Nacional y sostener a la Dictadura como instrumento leal a EE.UU.? A las 50 mil víctimas de la lucha por la liberación nacional se sumaron más de 38 mil en la defensa de la revolución en la década del ochenta. Es imposible calcular la tragedia humana, familiar, generacional e histórica que produjo la intervención, la dictadura y la agresión militar contra la digna nación de Nicarao, Diriangén, Herrera, Cleto, Zeledón, Sandino y Fonseca…
Por lo sentenciado en La Haya que dio la razón a Nicaragua en el juicio contra EE.UU., el país afectado estimó los daños en US$12 mil millones. Por el golpe fallido de 2018 y las operaciones desestabilizadoras que intentaron frustrar el rumbo de prosperidad de una década, además del incalculable agravio humano, socioemocional y moral colectivo, la destrucción directa a instituciones fue US$174 millones, hubo afectación a la actividad económica y social, pérdida de 151 mil empleos, daño a la infraestructura comunitaria y privada, ello frenó el crecimiento económico, se estima que entre 2018-2023 el país no podrá generar recursos por US$23 mil millones. Considerando estas dos estimaciones el perjuicio económico equivale a 2.9 veces el PIB corriente del año 2017. ¡Cuánta deuda impagada!
“El uso de medidas coercitivas en contra de otros Estados es parte de la política injerencista e intervencionista de los Estados Unidos”. Es evidente que, como demuestra Paul Oquist: “ningún tipo de reparación –ni económica ni moral- podría compensar la devastación del país, las pérdidas de vidas humanas y las heridas físicas y psicológicas del pueblo nicaragüense”. Han pretendido apagar nuestra conciencia, doblegar la dignidad, arrebatar la historia y frustrar el porvenir. La potencia imperial, con su persistente política injerencista “demuestra una actitud hostil e inamistosa en completa inobservancia a las seguridades internacionales de respeto a la igualdad soberana de los estados y el derecho a la autodeterminación sin injerencias externas de ninguna naturaleza”.
¿Hasta cuándo cesará la arbitraria, inhumana, sistemática y obsesiva práctica agresiva, contaminada de falsedad para ahogar la dignidad, desestabilizar, fomentar traiciones que pretenden socavar la inagotable esperanza y compromiso de nuestro pueblo? ¡Basta de impunidad imperial! Por la fortaleza de los nicaragüenses de buena voluntad y los cristianos comprometidos con el mensaje solidario de Cristo, prevalecerá siempre la paz con dignidad y el bien común.
Algunas fuentes bibliográficas:
-
Bautista Lara, Francisco. (2023). Somos lo que recordamos. Seamos dueños de nuestra historia. Junio de 2023. Managua, Nicaragua.
-
Barquero Baltodano, Mario. (2019). Estados Unidos de América: del puritanismo religioso a la sociopatía imperial. Teherán, Irán, septiembre de 2019.
-
Caso Nicaragua contra Estados Unidos. 1986 I.C.J. 14. Corte Internacional de Justicia de La Haya. https://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Nicaragua_contra_Estados_Unidos
-
Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, Unida Nicaragua Triunfa; 26 de junio de 2023. Carta del presidente Daniel Ortega al Sr. Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, en relación a la sentencia dictada por la Corte Internacional de Justicia el 27 de junio de 1986.
-
Midence, Carlos. (2020). Las complejas relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Madrid, España.
-
Oquist Kelley, Paul. (2020). Libro Blanco. Agresiones de Estados Unidos contra Nicaragua. 25 de febrero de 2020, Managua, Nicaragua.