SIGNOS IRREVERSIBLES DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL
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SIGNOS IRREVERSIBLES DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL

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March 10, 2025

“Si dejamos pasar el tiempo la humanidad descenderá a una catástrofe”.

Noam Chomsky.

 

En el ámbito geopolítico e histórico como Nuevo Orden Mundial nos referimos a los cambios dramáticos en la correlación, interacción, influencia y dependencia política, económica y social entre las naciones del mundo lo que lleva al surgimiento de nuevos paradigmas que rompen con los anteriores, el protagonismo de nuevos ejes predominantes y países líderes que inician el ciclo histórico del nuevo orden en el escenario mundial. Un escenario distinto con nuevas reglas.

En el mundo, al concluir la Guerra Fría, se pasó de la bipolaridad a la unipolaridad al imponerse de manera temporal la hegemonía de los Estados Unidos a la cabeza con Europa Occidental después del desmantelamiento pacífico de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), aunque comenzaron a fortalecerse nuevos centros de poder tecnológico, económico, militar y político, particularmente China e India, que además representan la mayor población mundial. Por otro lado, la Federación de Rusia, heredera histórica, política y militar de la URSS, consolidaba su cohesión interna y recuperaba espacios de influencia con la ventaja de ser la nación más extensa del planeta con una extraordinaria reserva de recursos naturales. La unipolaridad por la que apuesta EE.UU. está siendo desplazada por la multipolaridad (F. Petito, D. Kampf, P. Kennedy, D. Walton, D. Hiro) que reconoce la existencia de poder entre distintos Estados en el escenario global sin ninguna potencia autosuficiente que se baste a sí misma y que tenga la capacidad para imponer sus normas y valores a los demás. Un orden mundial multipolar parece ser un rumbo necesario, sostenible e impostergable.

El multimillonario norteamericano Raymond Thomas Dalio (N.Y., 1949), -Ray Dalio-, reconocido inversor del capitalismo financiero publicó en 2021 el documentado estudio: “Principios para enfrentarse al Nuevo Orden Mundial. Por qué triunfan y fracasan los países” (español: 2022, Ediciones Culturales Paidós, S. A. de C. V., Barcelona, España; 662 pp.). El autor analiza y compara 19 factores determinantes de 11 países o imperios de referencia durante los últimos quinientos años. Entre ellos considera a EE.UU., Gran Bretaña, España, Países Bajos, China, Rusia, Alemania, India y Japón, entre los indicadores toma en cuenta: educación, innovación y tecnología, producción económica, participación en el comercio mundial, fuerza militar, poderío financiero y estatus de la moneda como divisa de reserva. Identifica que el proceso del gran ciclo entre el orden anterior y el nuevo ocurre en tres fases: nuevo orden – auge – cima – declive – nuevo orden.  Las crisis y revoluciones ocurren, según Marx, Engels y Lenin, por la lucha de clases y las contradicciones irreconciliables que desplazan a unos y llevan a las nuevas fuerzas productivas al poder político. En el capitalismo, la clase capitalista, dueña de los medios de producción, controla el poder financiero y el poder político.

Dalio señala seis etapas del ciclo interno que comienzan cuando inicia el nuevo orden y un nuevo liderazgo se consolida en el poder que concluye, al agotarse, con el estallido de guerras civiles o revoluciones viene el colapso del antiguo orden y el establecimiento de uno nuevo para iniciar de nuevo el ciclo. En medio ocurren cuatro etapas que incluyen: establecimiento del nuevo sistema de asignación de recursos, un tiempo de paz y prosperidad, incremento del gasto y el endeudamiento –período de excesos-, ensanchamiento de las brechas de la riqueza y la política, las condiciones financieras se vuelven frágiles por lo que emerge el conflicto interno… Estados Unidos está en la quinta etapa, próximo a pasar a la última: “Si se dan muchas de estas condiciones (más del 80%), cabe una posibilidad de 1:3 de que se produzca una guerra civil o una revolución. En la actualidad, Estados Unidos se encuentra en el tramo comprendido entre el 60 y el 80%” (pp. 188-189).

En los últimos siglos el imperio holandés dio paso al británico y éste al estadounidense que ha entrado en una fase de declive que está llevando al nuevo ciclo. Los síntomas más visibles del proceso de decadencia de EE.UU. son: detrimento de la cohesión interna que se manifiesta en una sociedad polarizada con creciente descomposición, inconformidad y contradicciones, niveles de desigualdad extremos, reducción de la influencia geopolítica lo que conlleva a la pérdida de liderazgo, el dólar como divisa de reserva está cuestionado y otras monedas o medios de intercambio comienzan a desplazarla, desproporcionada deuda interna por el gasto excesivo es sostenida artificialmente por ser el emisor de la moneda de reserva, pérdida en la balanza comercial con respecto a los socios comerciales, al agravarse las brechas financieras se cae en una situación tóxica potencial, por otro lado han surgido naciones que al posicionarse con éxito en la innovación tecnológica, el comercio mundial, la actividad financiera y la capacidad militar, comienzan a desplazar al poderío norteamericano.

El imperio de los Estados Unidos desde principios del siglo XX comenzó a erigirse como potencia mundial a base de “hablar en voz baja, pero con un gran garrote detrás”. En el siglo XIX consolidó su posición continental desde la doctrina Monroe “América para los americanos”, mediante tratados para instalarse en territorios latinoamericanos y caribeños y con incursiones militares justificadas por la defensa de sus intereses. La Primera y la Segunda Guerra Mundial que devastaron a Europa consolidaron la posición dominante norteamericana y subordinaron a los europeos (integrados en OTAN y Unión Europea) bajo el liderazgo económico, político y militar estadounidense al que fueron cediendo soberanía e identidad. Al erigirse como potencia dominante “se convirtió de facto en una suerte de policía global” (pp. 392).

EE.UU. se desgasta, pierde credibilidad e influencia, aunque continúa teniendo preponderancia mundial muestra decadencia y declive frente al surgimiento de China, que mejora en todos sus indicadores y se proyecta que en menos de una década superará al debilitado imperio que, aunque continuará teniendo relevancia mundial –no dominante-, estará reconfigurándose frente a la realidad que se impone. Las señales de declive norteamericano son notorias. Mientras China “se ha vuelto más fuerte y contundente”, Estados Unidos “se ha erigido como una potencia conflictiva”. (p. 503). “El conflicto surge cuando la potencia dominante comienza a debilitarse, cuando la potencia emergente comienza a disputar el liderazgo del sistema internacional”. “Estados Unidos y China se encuentran hoy en una guerra económica que podría evolucionar hacia una guerra militar”. El mayor riesgo “a escala global sería el eventual enfrentamiento entre Estados Unidos y China por Taiwán” (pp. 237, 242). El asunto de soberanía: “Una sola China”, es para la potencia asiática la preocupación principal.  Para Dalio “el tiempo está del lado de China” a quienes “les conviene que si hay una guerra se desarrolle más tarde en el tiempo, por lo menos en cinco o diez años, cuando es probable que sea más fuerte y más autosuficiente. A Estados Unidos, en cambio, le convendría adelantar el conflicto en el tiempo, para aprovechar su fortaleza relativa actual” (p. 537).

El líder supremo Deng Xiaoping que siguió a Mao desde 1978 apostó por “un socialismo con características chinas”. De la fundación de la República Popular China (1949) a la muerte de Mao (1976) la economía china creció con celeridad, a pesar de los altibajos, con una tasa anual del 6%.  “En China, Xiaoping hizo la transición de un sistema comunista, débil e ineficiente, a un sistema de capitalismo de Estado altamente productivo, cambiando con rapidez la psicología de la nación” (p. 196). Ha ocurrido una especie de “combinación de comunismo y capitalismo que ha producido resultados económicos muy notables durante los últimos cuarenta años” (p. 479). El país superó “la política de puertas cerradas”. Adquirió capacidad para aprender de su milenaria civilización y experiencia reciente. Pasaron “del aislamiento a la apertura” y del comunismo a las “reformas de mercado”, una especie de “capitalismo de Estado” que ha tenido gran impacto en las economías del mundo. En 1949 el PIB chino representaba el 2% del PIB mundial, en 2018 superó el 22%; en 1978 la población bajo el umbral de pobreza era 96% y en 2018 de 1%.

Existen factores culturales que coadyuvan el auge de China tales como la prevalencia de “sistemas de pensamiento jerárquicos y no igualitarios”, en oposición a los estadounidenses que ponen “al individuo por encima de lo demás”, promueve el individualismo y la competencia, mientras los chinos “priorizan la familia y el colectivo”, una sociedad más equitativa. El sistema chino “se gestiona de arriba abajo” y articula su “modelo en torno al colectivo”, hay mayor humildad, respeto y apego a las reglas. Prevalece en la larga tradición cultural china el confucionismo y el taoísmo que buscan armonía, jerarquía, unificación y autocracia. China en su historia no se ha enfocado en ocupar territorios lejanos, tan solo en proteger su entorno, a diferencia de Estados Unidos que por vocación expansionista ha llevado condicionamientos, incursiones, agresiones y enclaves a todo el mundo.

Los sistemas políticos y económicos de China y Estados Unidos son diferentes por su historia, cultura, creencias y valores, los han desarrollado a partir de la evolución de los acontecimientos del pasado. Cada uno cree que su sistema es mejor. La aceptación de las diferencias es una condición ideal de la paz, la convivencia y la prosperidad. Ambos llevan una competencia que enfrenta sus sistemas y habilidades frente al mundo.

Todo indica que el llamado “equilibrio global” que sostiene el viejo orden mundial se ha roto y atraviesa por un complejo y dinámico proceso en donde las antiguas certezas se extinguen y surgen nuevos paradigmas. El “orden liberal internacional” cuya hegemonía estaba en EE.UU. y el mundo occidental quienes determinaban las reglas e instituciones que lo regían está siendo cuestionado y los beneficios que percibían esas economías dominantes son reclamados por los países emergentes que destacan en el escenario mundial y exigen “nuevas reglas del juego” frente a los desequilibrios, amenazas, exclusiones y dictados que imponían. No sólo se cuestiona la supremacía norteamericana y de sus aliados occidentales, sino también las normas que rigen al decadente orden prevaleciente. Europa, al haber perdido identidad y autonomía, se evidencia como un satélite errático alrededor de Estados Unidos. Consecuencias del rompimiento de la hegemonía son los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) como foro económico y político alternativo creado en 2010 con 5 países y que para 2024 suman 21 (10 miembros y 11 asociados), representando casi el 50% de la población y el 32% del PIB mundial. La profunda transformación hacia el nuevo orden global es empujada principalmente por la innovación tecnológica que corre a pasos agigantados.  Quien gane la guerra tecnológica ganará las guerras económicas y militares.

En el análisis de las perspectivas de las naciones consideradas por Dalio (pp. 617 – 660): Estados Unidos es “una gran potencia que experimenta un declive gradual”, China es “una potencia fuerte que va en rápido ascenso”, la Eurozona “es una potencia fuerte” con una “evolución plana” y “posición desfavorable”, Rusia es “una potencia modesta” con una “evolución plana” con sólida posición económica y financiera, riquezas naturales y poderío militar, India es “una potencia modesta”, con “sólida posición económica y financiera y mano de obra competitiva”.

El presidente de Rusia V. Putin afirma: “La hegemonía de ciertos países en el mundo no puede pasar eternamente. Ahora es el momento de grandes cambios, y el nuevo sistema debe servir a los intereses de todos los estados, no de unos pocos”. Los BRICS proponen “un cambio profundo en las relaciones geopolíticas, una reconfiguración de alianzas y estrategias que promete dar voz y poder a regiones históricamente marginadas” (R. S. McGraw). La Asamblea Popular Nacional de la República Popular de China presidida por Xi Jinping (2023) planteó: “el orden mundial liderado por Estados Unidos está en declive y listo para ser sustituido por un sistema que se adapte mejor a los intereses chinos”

Estados Unidos está a las puertas de una gran recesión que, según Dalio, se producirá “en torno a las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos” las que ocurrieron en noviembre de 2024 en las que fue electo el republicano Donald Trump.

El paso de un ciclo a otro es necesario e inevitable, aunque puede ser doloroso como lo ha demostrado la historia. En las condiciones del poderío bélico y nuclear existente, de una población que pasa 8 mil millones y de un decadente imperio que lidera un orden mundial anacrónico, puede traer graves consecuencias para la existencia humana.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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