Cuando niño, en el barrio Cristo del Rosario -donde fui bautizado-, visitaba la parroquia del mismo nombre. Después, en la Colonia Centroamérica -donde recibí la primera comunión-, la Iglesia de Fátima; en ambas, un crucifijo con la imagen de Cristo doliente, ensangrentado, que me provocaba miedo y tristeza -después…